Atreverse A LA POESíA Gerardo Daniel Cirianni[*] ![]() Dentro del universo de lo literario, a la poesía suelen lloverle la mayoría de las admoniciones: “no la entiendo”, “es para pocos”, “es más aburrida que otro tipo de lecturas”, “los temas que trata no me interesan”… y así sucesivamente. Sin embargo, para dar los primeros pasos en el camino de la poesía, los únicos requisitos son la curiosidad para explorar nuestra lengua, el atrevimiento para viajar más allá de la literalidad, y la disposición a disfrutar de lo impredecible.
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c Atreverse a la poesía
El primer atrevimiento parece ser la palabra escrita. Resistencia, dicen algunos; prejuicios heredados de malas experiencias escolares, comentan otros; desconocimiento de las posibilidades que brinda, escasa presencia en el entorno cultural de los potenciales usuarios… Aunque la lista podría ampliarse, para empezar tenemos allí mucho para conversar, analizar y descubrir. Ahora bien, cuando la palabra escrita tiene que ver con la literatura, los temores, prejuicios e ignorancias suelen ser mayores. La cuestión de la utilidad adquiere en este caso una fuerza enorme: ¿Para qué sirve la literatura?, suelen preguntarse las personas que rara vez han convivido con ella. La pregunta circula con insistencia, la mayoría de las veces sin respuesta, o con respuestas que la descalifican. La idea de que lo poético vibra, retumba, abreva y circula en lo cotidiano, resulta inimaginable. Sin embargo, se mueve, vibra, juega, contradice el lugar común, fortalece a las palabras y las lleva a nuevos territorios donde todos podríamos habitarlas. Sólo se trata de disponerse al viaje, despojarse de temores absurdos y jugar. Sí, jugar con las palabras buscándolas más allá de sus significados primeros (que suelen ser los más obvios), y reconociendo en sus sonoridades y ritmos el valor que siempre han tenido, aunque casi nunca hemos advertido. Buscaremos entonces lo poético en cada rincón de lo visto, lo escuchado y lo dicho; lo haremos resonar en nuestro interior, lo cantaremos para escucharnos y para que otros nos escuchen, y al final nos lanzaremos a arar nuestras propias imágenes con sus brillos y sus sombras porque de ambas cosas estamos hechos y por ambas cosas somos y estamos.
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c Conocer para querer
¿Cómo podría una persona atreverse a leer y amar la poesía desde la creencia de que sin rima no hay poesía?, ¿desde la seguridad de que sin una métrica estricta no hay poesía? ¿Cómo podría alguien atreverse a la poesía si parte del convencimiento de que su tema casi exclusivo es el amor y sus vaivenes? Porque resulta que eso es lo que muchos creen, eso es lo que les han dicho en cada clase, en cada acto escolar, en cada recitación monótona y absurda. El primer paso, entonces, será buscar la amistad con ella. Conocerla para saber si podemos amarla. Al conocerla descubriremos que puede haber rima o no haberla, puede reconocerse en una métrica estricta o sin ella, puede hablar sobre el amor y sus devenires o sobre tranvías, paraguas, tormentas o lo que se nos ocurra. Conocer para elegir si quiero o no quiero, como siempre, como con todo, también con ella. Para que eso de a poco ocurra, nada mejor que escucharla de una voz que sí la quiera bien, de sonoridades que busquen sus matices, de entonaciones que sepan que cada cosa dicha está cargada de intención y que la poesía no es ajena a ello. El primer atrevimiento será buscar poemas, seleccionarlos, elegirlos. Como los hay de todo tipo y color, habrá que disfrutar la diversidad. Unos cuantos y diferentes poemas pueden ser la materia prima de la que saldrán las voces y los silencios que los hagan decir lo que sentimos y pensamos que cuentan. A veces no es necesario un poema completo. Algunos versos de tres o cuatro poemas pueden empezar a ponernos a disposición de algo que sin duda estará más allá del tema del que se habla: percibir belleza, saborear juegos sonoros, admitir silencios, discutir oscuridades, todo ello también forma parte del trabajo lector en general y del lector de poesía en particular.
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c La importancia del fragmento
Hemos aprendido que se lee todo o no se lee nada; que se comienza por la primera página y se termina en la última; que luego de leer hay que hacer, comentar, responder, investigar. Tantas cosas hemos aprendido sin ton ni son, tantas cosas nos han sido dichas por personas que no sabían ni porqué decían lo que decían… Y las creímos, las repetimos, las transmitimos, las transformamos en verdades indiscutibles. Todas las verdades indiscutidas planteadas anteriormente son relativas, y como uno de los motores del conocimiento deviene de la contradicción, aquí venimos a reivindicar el valor del fragmento, la posibilidad de apropiarse de pequeñas porciones de poemas para amasar esas porciones, exprimirlas, darles vuelta, sustituir elementos, cambiar de sitio las palabras para descubrir nuevas imágenes, ampliar lo dicho, reducir lo contado. Y al final cantar lo logrado, cantar todo en uno y mil armónicas melodías, porque si leer es un canto a la escritura, leer poesía es la partitura mayor de ese canto.
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c Un atrevimiento más antes de iniciar el juego
Otro aprendizaje de antigua data es la división en compartimentos estancos cuando nos hablaron de escritura. O era cuento o era poesía o era ensayo o era novela, o eran textos informativos o de divulgación de la ciencia. Y aceptamos con resignación esas catalogaciones. O eran una cosa o eran otra. Éramos muy pequeños para advertir que esa tajante división resultaba incomprobable en la inmensa mayoría de los casos. ¿Podía darse el caso de una narrativa poética?, ¿o el de poemas contadores de historias?, ¿o el de pasajes de intensa poesía en innumerables novelas? No estábamos en condiciones de advertir que, por ejemplo, en obras clásicas de las ciencias sociales, como El Capital, de Karl Marx, la prosa es de una potente impronta literaria. Por eso nos parece imprescindible la ruptura con esa esquemática división, para estar siempre atentos a buscar y encontrar el discurso poético más allá de los textos considerados formalmente poesía. Todos podemos, si nos lo proponemos, descubrir el lenguaje poético en fragmentos de novelas, de cuentos, de ensayos y hasta en algunas notas periodísticas. Esos descubrimientos podrían constituirse en puntos de partida de nuevas escrituras creativas, muchas de las cuales tendrán sin duda el color y el sabor de lo poético. A continuación presentamos algunos textos breves que servirán como apoyatura de nuevas escrituras. Fragmentos y consignas que colaboren con el atrevimiento, que ayuden al alumbramiento de imágenes propias, que nos muestren que todos podemos pertenecer al mundo de la poesía. Ahora vamos a atrevernos a la lectura y a la escritura, de la mano de unos cuantos fragmentos poético-literarios y algunas consignas para escribir a partir de ellas. Damos comienzo entonces al desafío.
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c Un verso, infinitos poemas
![]() La mesa puesta La comparación planteada en el texto original nos deja la mesa puesta para seguir alimentándonos. Ejemplo: ![]() Cada nueva apertura conduce hacia nuevos personajes y circunstancias. Advertirlo no es difícil. El reto es atreverse a ponerlo por escrito luego de haberlo organizado en nuestro interior. Ese es el nuevo desafío. Cada pequeño logro incentivará el deseo de intentar nuevas y diferentes escrituras. Ejemplo: ![]() Remplazando palabras ![]()
![]() Se podría intentar con loros, panteras, antílopes o hipopótamos, qué más da. La cuestión es ver qué palabras podemos sacar de la galera del idioma para jugar con ellas y con el ritmo que surge al combinarlas.
Se trata de poner en la conversación lo que uno puede asociar rápida y libremente, no importa si surgen animales o personas amargadas, anónimas o públicas. Escribir o hablar con libertad sobre esos animales o personas ayudará a escuchar acerca del mundo interno de los integrantes de un grupo y a reconocer experiencias de su vida social.
![]() De a poquito se podría fragmentar el texto para interrogarlo de diferentes maneras, según las perspectivas que vayan naciendo en cada uno de nosotros. Podríamos hacerlo oralmente (en voz alta) o por escrito. Esta última opción parece recomendable, pues nos da la oportunidad de probar nuestras habilidades con la escritura. Además, es útil volcar las ideas en un papel, porque de esta forma podemos volver a lo que hemos pensado y sentido cuantas veces queramos. Ejemplo: ![]() Y así con cada uno de los fragmentos. ¿Será posible? ¿Será posible crear nuevos poemas engarzando retacitos propios con los del texto original? Si el trabajo se lleva a cabo con miembros de un grupo acostumbrado a leer, compartir e intercambiar sus producciones, se podrán construir nuevos textos a partir de posibilidades combinatorias audaces y amplias.
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c Habrá palabra poética si hay emoción que la sostenga
Nos gustaría que los ejemplos que acabamos de dar se vean como un punto de partida que ayude a la producción propia, sea individual o grupal. Relacionar nuestra palabra poética con imágenes que otros han concebido previamente no tiene por qué generarnos ningún recelo. Así aprendimos a hablar y así aprenderemos a escribir: por contacto, por imitación, por admiración, por asociación. La palabra poética posee la belleza de trascender la literalidad para zambullirse en el terreno de la comparación y la metáfora. Los ejercicios y juegos comparativos y metafóricos siempre podrán crecer. Como cajitas chinas, de una comparación podemos saltar a otra, y una sencilla metáfora donde lo literal vive engalanado por imágenes impredecibles (pero sin duda conectadas con el origen que le ha dado vida) se puede engarzar con otra donde los vínculos entre el uso literal y el uso metafórico crezca y, por lo tanto, complejice su relación con el sentido de lo que se cuenta. Todo esto crece y se fortalece en la práctica, todo esto crece y se aclara leyendo poesía en voz alta, conversando sobre lo que sentimos al escucharla y sobre lo que otros dicen cuando tratan de reducirla al territorio de lo que habrán querido decir. Leer poesía, conversar sobre poesía, probarse en juegos de escritura poética, atreverse a caminar con apoyaturas de textos de otros poetas, arriesgarse a escribir sin apoyaturas (al menos conscientes) de otras escrituras, sólo movilizados por el deseo de contar con imágenes que nos sorprendan por su originalidad… todo esto es posible de a poco. Todo esto constituye una gimnasia que, como cualquier gimnasia, progresa en la medida en que seamos constantes.
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c Abrir la palabra
Fijemos la atención en el sonido, en el ritmo que adquiere un modo de decir con otro modo de hacerlo; escuchemos si desentona lo que deseamos contar con la emoción que sentimos y queremos transmitir. Hay sin duda en la escritura poética, una especial preocupación por la belleza, por las posibilidades de recepción, por cómo deseamos que se escuche, por cómo suponemos que los destinatarios de nuestros poemas nos van a escuchar. Estas cosas se percibirían como naturales si desde el inicio de nuestras relaciones con la escritura, la ejercitáramos sin temores ni riesgos. No hace falta llegar a la escuela secundaria para poder leer, por ejemplo, este sencillo poema: ![]() Desde ese breve y bello texto se podría proponer a los niños animarse a desordenar los versos hasta encontrar un nuevo orden. Ejemplo: ![]() También podemos partir de este otro ejemplo: ![]() Con las mismas palabras cambiadas de lugar, como si fueran pequeños ladrillitos de un nuevo muro poético, podríamos concluir así: ![]()
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c Palabras finales
Estas propuestas podrían ser interminables, siempre nuevas, siempre renovables, pero en algún momento debe detenerse la explicación y la recomendación para que dé inicio la senda de la acción que parta de los poemas que ustedes elijan, de los juegos a los que ustedes se atrevan. No dudamos que pronto dará inicio ese proceso. Nosotros estaríamos encantados de que nos compartan sus resultados. ♦ Notas * Maestro. Como promotor de la lectura y la escritura desde hace más de 25 años en varios países de América Latina, ha coordinado diplomados e impartido cursos y talleres dirigidos a la formación de maestros de educación básica y media superior, ha sido asesor de planes nacionales de lectura y autor de numerosos libros y artículos.
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c Créditos fotográficos
- Imagen inicial: Shutterstock - Foto 1: stockholmsdesignbyra.se - Foto 2: Shutterstock CORREO del MAESTRO • núm. 285 • febrero 2020 |