Una imagen adecuada
de Juvencia Ramírez

VIUDA DE CHÁVEZ

José Luis Juárez López [*]



En este artículo se presenta a Juvencia Ramírez Castañeda (1864-1937), una maestra comprometida con su labor y que llegó a ser importante funcionaria del sistema educativo durante la última parte del Porfiriato. Descendiente de una familia de clase media, pero bien relacionada, tuvo acceso a una preparación académica que la condujo a vivir experiencias de las que no todas sus colegas participaron. Luego de referir su trayectoria laboral, se analizan tres fotografías de diversas etapas de su vida.




c Una imagen adecuada de Juvencia Ramírez viuda de Chávez

En un mercado de antigüedades tuve la suerte de reconocer el retrato de una maestra sobresaliente. Después de llevar a cabo el obligado regateo, lo obtuve. La obra en cuestión tiene quince centímetros de ancho y veinte de largo. Está pegada a un cartón, en lo que se conoce como cabinet card o tarjeta de álbum. El soporte, además de aumentar dimensiones, da a estos materiales la oportunidad de difundir detalles sobre el fotógrafo. En este caso el responsable es el estudio de Frank L. Clarke, que se encontraba en la tercera calle de San Diego número 23 en la ciudad de México. De inmediato me propuse analizar esta imagen.

La importancia que adquirió el magisterio para las mujeres se activó cuando la Escuela Nacional Secundaria de Niñas se trasformó en Escuela Normal de Profesoras en 1890 (Jiménez, 1987, pp. 135-144). El ejercicio de la enseñanza se convirtió en una opción que brindó trabajo, cierta formación y sobre todo aceptación social. El estudio del personal femenino del antiguo magisterio es un campo que brinda valiosa información, sobre todo cuando se aborda desde varias perspectivas. Así quedó demostrado en el caso de Delfina C. Rodríguez, que nació en 1878 y que como representante de su generación tuvo una carrera larga y exitosa en las aulas que se prolongó en el tiempo con los libros de su autoría que logró publicar (Juárez, 2019, pp. 36-42).

Ahora voy a retroceder en el tiempo para situarme en 1864, año en que nació y fue bautizada en el Sagrario Metropolitano de Victoria de Durango, Durango, nuestra futura celebridad. En el registro correspondiente se le anotó como Juvencia Estefanía Ramírez Castañeda, hija de Manuel Ramírez Aparicio y Estefanía Castañeda Montoya. La información que se ha rescatado de esta mentora es ya sustancial: se casó en 1886, cuando tenía 22 años, con el ingeniero Agustín Manuel Chávez y tuvieron siete hijos, que nacieron entre 1887 y 1899. Su matrimonio estuvo caracterizado por altibajos económicos, por lo que para ayudar al sostén de su casa se colocó como profesora de francés en la Escuela Normal de Profesoras de Instrucción Primaria en agosto de 1894. Después de perder a su esposo en 1902, usó todos los contactos tanto de amigos como de familiares para salir adelante. Estas relaciones se extendieron con el tiempo al mismísimo presidente Porfirio Díaz, así como a Justo Sierra, Alberto Correa, Gregorio Torres Quintero y Leopoldo Kiel, entre otros (Meníndez, 2017, pp. 25-65).


Juvencia Ramírez e hijos, Ciudad de México, 1889


Un expediente oficial también nos comparte datos sobre Juvencia. Se tituló como profesora de Instrucción Secundaria e impartió varias materias, entre ellas francés y matemáticas, pero renunció a sus clases en 1897. Regresó a la enseñanza ya viuda en 1903 con la materia de pedagogía y al siguiente año fue nombrada directora de la Escuela Oficial Primaria Superior. En 1906 se convirtió en directora interina de la Escuela Normal para Profesoras y tres años más tarde en titular. En 1912 renunció como directora. Sabemos que fue Ezequiel Chávez quien le dirigió la carta donde se le daban las gracias por su desempeño. Este acto fue parte del despido de los funcionarios educativos porfiristas. A partir de entonces Ramírez se desempeñó como inspectora e impartió clases de geografía y lengua nacional. En 1913 sufrió de escarlatina y en 1919 obtuvo la clasificación de jubilada. Para entonces vivía en la calle de San Luis Potosí en la colonia Roma (Expediente Juvencia Ramírez, 1-18). Finalmente obtuvo su jubilación en 1923 y murió en Cuernavaca en 1937.

Toda esta información, que habla de una carrera ascendente, se puede complementar. Por ello aquí presento tres imágenes que se conocen de Juvencia Ramírez. Sobre las fotografías antiguas se ha dicho que, como en el caso de los óleos, el fin último era presentar y promover convenientemente al retratado, para lo cual era menester crear un ambiente adecuado. Por eso se cuidaba con esmero la vestimenta, la pose y los distintos elementos escenográficos y sobre todo simbólicos, los cuales eran estudiados y elegidos para ostentar y reafirmar un estatus social (Conti, 2019, pp. 10-25).

Una fotografía publicada en la revista La Enseñanza Normal de 1906 muestra a Ramírez a sus 42 años cuando, por cierto, ya tenía el cargo de directora y era común que apareciera retratada en distintos eventos al lado del presidente Díaz, la esposa de éste, Carmen Romero Rubio, y Justo Sierra. En esta placa su imagen es poco atrayente pero reveladora. Podemos verla de pelo corto casi pegado a la nuca, con aretes, lentes, un atuendo que le cubre hasta el cuello y un prendedor. Aunque se advierte cierto toque de labial, este artilugio lo eclipsa su gesto de tristeza. Llevaba cuatro años de viudez y luchaba por educar a sus hijas e hijos (la mayor tenía 19 años, y el más pequeño, 7). Se advierten, sin embargo, ciertos elementos de rigidez, el peinado es de un estilo masculino, el oscuro atuendo la hace aparecer como una institutriz dura y además tiene un cierto aire de autoridad.

Una de sus actividades que confirma a Juvencia Ramírez viuda de Chávez como sobresaliente es su pertenencia al Consejo Superior de Educación, cuya Mesa Directiva y Consejo Permanente estaban integrados por personalidades como Justo Sierra, Ezequiel Chávez, Porfirio Parra, Eduardo Liceaga, Antonio Rivas Mercado, Rafael Martínez y Luis Cabrera. Ella formaba parte de un selectísimo grupo de mujeres que colaboraban en este organismo. Juvencia, como directora de la Escuela Normal de Profesoras, y Mercedes MacGregor, en calidad de directora de la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Mujeres. Ambas tenían la comisión de programas y textos de las escuelas primarias y normales; y posteriormente, Ramírez formó parte de la comisión para dictaminar cuáles eran las condiciones que debían servir de base para trasformar la educación de los párvulos, junto con Esther Huidobro de Azúa, Estefanía Castañeda de Cáceres y Genoveva Cortés (s. a., 1907, pp. 24-43).


Juvencia Ramírez a sus 42 años, directora interina de la Escuela Normal para Profesoras


Muchos de los miembros salieron retratados en una monografía de 1907 que estuvo dedicada a hacer un recuento de los logros del Consejo Superior de Educación Pública. En la fotografía que eligieron para mostrar a la viuda de Chávez se ve como una profesora más que participa de sus funciones relativas al magisterio. Va vestida con un atuendo oscuro, una vez más hasta el cuello, cabello corto, lentes y una pose de tres cuartos. Distinguimos el uso de labial y debido a la pose elegida resaltan sus cejas pobladas. Esta placa apareció cuando ella tenía 43 años. En ella se ve a la mujer, acaso de carácter difícil, que tuvo una desavenencia con Dolores Correa Zapata sobre los deberes domésticos de las alumnas, a la que se opuso a que las señoritas hicieran gimnasia sin corsé y a la que no apoyó la iniciativa de incorporar las escuelas normales a la Universidad.

En comparación con las dos imágenes de Juvencia Ramírez ya descritas, la que poseo sobresale de inmediato como una imagen conveniente para quien ya era una personalidad. En la siguiente fotografía el mensaje cambia debido a los elementos que los fotógrafos –en este caso, Frank L. Clarke– creaban, y que la muestra como diciendo: Mírame, así soy. ¿Qué vemos en este retrato? Una mujer sentada, ligeramente inclinada hacia adelante, con una cortina de fondo, una silla casi ejecutiva y una mesa tallada. Ella, como de costumbre, de cabello corto, pero aquí retocado para la ocasión, va vestida con un serio traje negro, en el que sobresale tanto la amplia falda como el saco largo con sus detalles femeninos: un ribeteado de buen gusto y unas mangas abombadas del codo al hombro. Se asoma un cuello blanco, un delicado trabajo de aguja que solían hacer tanto niñas como señoritas. Lleva aretes y un prendedor. No sonríe, como lo dictaban las normas de entonces, en el sentido de que las mujeres no debían reír a carcajadas ni parecer coquetas. Destacan sus lentes, que aquí le dan un aire de persona que ha leído mucho, y sus manos reposan suavemente, una en parte de la mejilla, pero no socarronamente sino para indicar curiosidad, y la otra sosteniendo un libro, elemento que nos dice que es una persona preparada, con la mirada dirigida al espectador. Esta fotografía tiene una dedicatoria que dice: “Para mis queridos hermanos el sr. Ingeniero Jerónimo L. de Llergo y su esposa Santa, y para mis muy amados sobrinos, Juvencia R. de Chávez. Diciembre 19 /908”. A diferencia de la imagen de la revista y de la del Consejo Superior de Educación Pública, que parecen ser meras fotografías de registro, esta otra, de estudio en tanto construcción, lanza un mensaje de plenitud, de mesura y sobre todo de idealización de una profesora y directora que al relacionarla con la información de su preparación, carrera y alcances no puede sino mostrar a una maestra exitosa e inolvidable, sosegada y completa profesionalmente hablando.



La vida de Juvencia Ramírez tuvo varios episodios y su rescate se encuentra en uno de reconocimiento y registro, es decir, lo que se ha escrito sobre ella y al que pretendo se incorpore esta propuesta. Un acercamiento a su imagen es importante y necesario, por ello considero que detectar una fotografía de ella, especial y poco conocida, es una manera de completar el análisis de su singular vida. Estudiar a una maestra es una forma de acercarnos, sí, a la historia de la educación, pero también de adentrarnos a sus avatares más allá de su labor en el salón de clases.

c Referencias

EXPEDIENTE JUVENCIA RAMÍREZ, exp. 7, caja 262, Antiguo Magisterio, Secretaría de Justicia, Instrucción Pública y Bellas Artes.

CONTI, F. (2019). El retrato fotográfico: ilusión y realidad. Museo Soumaya. Museo Soumaya.

s. a. (1907). El Consejo Superior de Educación Pública. Su organización y su labor. Publicaciones de la Dirección General de Enseñanza Normal.

JIMÉNEZ, C. (1987). La Escuela Nacional de Maestros. Sus orígenes. SEP.

JUÁREZ, J. L. (2019). Delfina C. Rodríguez. Su historia, sus libros y los deberes de las niñas. Correo del Maestro, 283, 36-42. https://cutt.ly/QcN24LR Ir al sitio

MENÍNDEZ, R. (2017). Juvencia Ramírez viuda de Chávez: una profesora de la élite educativa porfirista (1864-1937). Maestras urbanas y rurales siglos XIX y XX (pp. 25-65). Secretaría de Cultura, INEHRM. https://cutt.ly/kcN9uC8 Ir al sitio

c Iconografía

VELÁZQUEZ, P. A. (2012). Los caminos hacia el conocimiento. Los diarios personales del Ing. Agustín M. Chávez. Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, 33(132b), 223-269.

Notas

* Doctor en Historia y Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Profesor investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), adscrito al Museo Nacional de las Intervenciones (Ciudad de México).

c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: Maestras urbanas y rurales, siglos XIX y XX Vol. 3, p. 52

- Foto 1: Fotografía del archivo particular de Pedro A. Velázquez (2012, p. 233)

- Foto 2: Tomada de s. a., 2007, p. 50

- Foto 3: Tomada de s. a., 1907, pp. 24-25

- Foto 4: Imagen de la colección personal del Dr. José Luis Juárez López

CORREO del MAESTRO • núm. 300 • Mayo 2021