Los fósiles de Homo sapiens,
¿HAY ALGO NUEVO POR CONOCER?

Raúl Valadez Azúa[*]



Desde el siglo XIX se han descubierto numerosos fósiles de poblaciones antiguas, primigenias, de nuestra especie: Homo sapiens. Por tratarse de nosotros mismos, este tema debería ser ampliamente conocido; sin embargo, frente a los espectaculares hallazgos de homínidos primitivos de diversas regiones de África y Eurasia, que vivieron hace varios millones de años, parece que estos otros fósiles ya no resultan tan interesantes. ¿En realidad no hay nada nuevo que valga la pena conocer? Yo aseguro que quien continúe leyendo se llevará una gran sorpresa.




c Los fósiles de Homo sapiens, ¿hay algo nuevo por conocer?

En 1868, el geólogo y paleontólogo francés Louis Lartet descubrió los restos fósiles de cinco hombres de diversas edades y sexo en la cueva de Les Eyzies-de-Tayac, Francia. Se trataba de humanos muy antiguos, prehistóricos sin duda, pero, a diferencia del hallazgo realizado en el valle de Neander, doce años antes, de fósiles de hombres prehistóricos tan corpulentos y robustos que al inicio se pensó que eran huesos de osos, en este caso los esqueletos, cráneos y pelvis mostraban esquemas propios de personas contemporáneas. Se interpretó que su modo de vida era de cazador-recolector, pero con capacidad para producir instrumentos de roca de muy fina hechura. La altura aproximada de los adultos era de entre 1.70 y 1.80 metros. Por la profundidad del sitio del hallazgo, se definió como antigüedad probable entre 35 000 y 40 000 años y, con base en la región a la que pertenecía la cueva, Lartet les denominó hombre de Cro-Magnon.

c Los métodos para estudiar nuestra historia antigua

Cuando hacemos referencia al hombre prehistórico, hablamos de poblaciones humanas que vivieron hace más de 10 000 años bajo un esquema de pequeñas bandas de una o dos docenas de individuos que subsistían gracias a la cacería y recolección. Pero en este concepto podemos incluir a varias especies humanas, por lo que vale la pregunta: ¿Qué criterios empleamos para saber si se trata de fósiles de Homo sapiens?

El principal criterio y el más fácil de abordar es la forma del cráneo (fig. 1): éste es corto y elevado. Hay una frente vertical, rostro plano, mandíbulas ligeras y neurocráneo redondo y voluminoso. Su capacidad es superior a los 1500 centímetros cúbicos (cm³).

Para corroborar esto, comparemos tres cráneos (fig. 2). Todos pertenecen a individuos del género Homo, pero de especies distintas. El más antiguo y más primitivo, Homo erectus, presenta un rostro alargado y bajo, una capacidad craneal de unos 850 cm³, mandíbulas fuertes, sin frente y con un reborde óseo muy prominente (arcos superciliares) que rodea las órbitas oculares (fig. 2A).

En el caso del hombre de Neandertal (Homo neanderthalensis) (fig. 2B), el cráneo sigue siendo alargado, pero un poco más alto y redondo, con una capacidad craneal equivalente a la de nosotros, y rostro algo plano. Son manifiestos los arcos superciliares, lo que disimula una pequeña frente. Por último, para nuestro caso (fig. 2C), las mandíbulas son ligeras, no hay arcos superciliares, pero sí una frente manifiesta, y el cráneo es redondo.

A partir de criterios de este tipo, podemos distinguir a una especie de Homo de otra, e incluso ubicar diferencias entre cráneos de nuestra propia especie, pero de diferentes regiones y épocas.


Figura 1. Cráneo de Homo sapiens

Figura 2. Cráneos del hombre de Pekín (A), hombre de
Neandertal (B) y hombre actual (C).


Otro aspecto relevante es el correspondiente a la dentición (fig. 3). A lo largo de la evolución de los homínidos, se observa la reducción paulatina del tamaño de las piezas dentales, producto de cambios en la alimentación y en la estructura del cráneo y mandíbulas. Conforme vamos acercándonos a nuestra especie, las modificaciones van siendo más limitadas, por ejemplo en el grosor de la cubierta de esmalte.

La dentición de nuestra especie está hecha para masticar numerosos alimentos y carece de crestas para la dieta herbívora o de grandes piezas alargadas que a manera de navajas seccionan la carne. Su poca especialización se reconoce por las cúspides pequeñas, homogéneas, que además pueden estar sujetas a pequeñas modificaciones al paso de las generaciones por herencia directa. En este esquema, el estudio de sus características puede decirnos si se trata de Homo sapiens y también si las variaciones observadas pueden ser producto del aislamiento de poblaciones que al paso del tiempo heredaron ciertos patrones de las cúspides, al margen de lo que pasaba con otros grupos, en otros lugares.


Figura 3. Dentición permanente de Homo sapiens. Detalles en la forma de las piezas y de las superficies de masticación son considerados relevantes para ubicar su nivel de parentesco con otros fósiles descubiertos.


Otro campo de investigación que en la actualidad posee gran impulso y resultados es la biología molecular. Ya se dispone del registro completo de todas las secuencias de ADN del Homo sapiens, es decir, de toda nuestra biblioteca informativa, por lo que ahora es una realidad el empleo de secciones de este ácido nucleico (a las que llamamos haplotipos) para compararlas con las obtenidas de muestras fósiles, principalmente de la cavidad pulpar de los dientes, a fin de reconocer diferencias que, como en el caso de la morfología dental, evidencian procesos de aislamiento o de parentesco entre poblaciones antiguas o entre ellas y los grupos humanos actuales.

c Evolución del género Homo

Homo sapiens es la única especie existente de un género caracterizado por esquemas de subsistencia basados en la recolección, la carroñería y la cacería. Forman grupos sociales jerárquicos, constituidos por varios machos, hembras e individuos inmaduros; de vida nómada y gran flexibilidad ecológica, tuvieron la sabana arbolada como el hábitat primario, aunque paulatinamente ocuparon otros ambientes, hasta llegar a las especies más tardías, las cuales vivieron incluso en tundras o selvas tropicales (fig. 4).


Figura 4. Filogenia de las diferentes especies del género Homo a partir de un antecesor del género Australopithecus. Desde su origen, especies como H. habilis y H. ergaster desarrollaron habilidades para la elaboración de herramientas de piedra y el lenguaje hablado, lo que favoreció su sobrevivencia y posterior dispersión. La línea que llevó a H. erectus (morado) se adueñó de Asia e incluso llegó hasta Indonesia, derivándose por aislamiento H. floresiensis. H. antecesor fue el ancestro de humanos que entraron a Europa, y dio lugar a H. nenderthalensis u hombre de Neandertal, en tanto que la otra, la que evolucionó hasta el hombre actual, se mantuvo en África hasta hace 60 000 años, cuando salió del continente africano para diseminarse en el mundo. (Fuente: elaboración propia.)


De forma paralela a la evolución orgánica, tuvo lugar el desarrollo de características que favorecieron la vida social y el aumento de su eficiencia con el uso de recursos y protección (cuadro).

Aspectos ligados a la vida social y al uso del entorno,
derivados a lo largo de la historia del género Homo*

Rubro Especie en la
que se manifiesta
por primera vez
Capacidad craneal
(cm³)
Temporalidad
(millones de años)
Fabricación
de herramientas
Homo habilis 650-800 2.1
Desarrollo
del habla
Homo ergaster 800-950 1.8
Dominio del fuego Homo erectus 850 0.5
Desarrollo
de autoconciencia
Homo heidelbergensis 1 350 0.5
Simbolismo Homo sapiens 1 500 0.07

* Tomado parcialmente de Mora, 2014.


Como podemos ver, estas características surgieron al paso del tiempo en la medida que las especies involucradas poseían habilidades mentales mayores, lo cual permitió la conformación de un conjunto de habilidades y objetos que les daban más y más ventajas en su organización, subsistencia y dispersión. De ahí que, cuando ya se dispone de herramientas, lenguaje y fuego, diversas poblaciones se van alejando de su lugar de origen e invaden otros continentes, lo que da paso a la formación de nuevas especies.

De manera curiosa, entre más grande era este acervo, menos presión había respecto de modificaciones físicas, con excepción del cerebro. Dentaduras fuertes y poderosas, cuerpos voluminosos como los de un gorila, todo ello quedó como caracteres propios de los homínidos más primitivos, de los australopitécidos y formas contemporáneas, mientras que para Homo lo más seleccionado, lo que era permanentemente favorecido por la selección natural y la evolución, era el desarrollo del cerebro y las capacidades mentales. En este esquema no es de extrañar que la principal característica de la especie Homo sapiens sea, como vimos, la constitución del cráneo, pues el resto del cuerpo sigue esquemas ya establecidos desde mucho antes, como el bipedalismo, junto con una conformación física en la que lo poco especializado es la pauta general.

c Nuevos hallazgos y trascendencia

Después del hallazgo del hombre de Cro-Magnon, se popularizó la concepción de que nuestra especie se había originado en Europa; sin embargo, conforme avanzó el siglo XX, fue apoyándose más la idea de que había que buscar al primer miembro de la especie en África. Esto se corroboró en 1967, cuando el célebre paleoantropólogo Richard Leakey descubrió en el suroeste de Etiopía, en la localidad de Omo (fig. 5), fósiles humanos con una capacidad craneal cercana a 1400 cm³, sin duda pertenecientes a la línea que llevó a Homo sapiens y lo bastante similares a nosotros, al grado de que, como en el caso de Cro-Magnon, fácilmente podrían haber pasado inadvertidos si hubieran ido caminando en una calle. El punto clave era su antigüedad: casi 200 000 años (Leakey, 1969). A este hallazgo se le asignó el nombre de Homo rhodesiensis (fig. 6).


Figura 5. Mapa que muestra diversos sitios donde se han encontrado fósiles de Homo sapiens y que se describen en el presente artículo. En la Isla de Flores (8) se encontraron los restos de un miembro del género Homo, pero no de nuestra especie, sino de una forma de pequeña talla, Homo floresiensis, quizá una especie derivada de Homo erectus, cuyas características fueron producto del aislamiento insular. (Fuente: elaboración propia.)



Figura 6. Cráneo reconstruido de Homo rhodesiensis, descubierto en 1967 en el sur de Etiopía. Tanto la morfología de cráneo y dientes, como su capacidad craneal y las herramientas descubiertas no dejaron lugar a dudas respecto de que era un individuo de nuestra especie, aunque todavía conservaba aspectos primitivos, por ejemplo, los arcos superciliares. En el presente muchos lo consideran una forma de Homo sapiens primitivo.


A partir de estos hallazgos, durante muchos años se mantuvo la idea de que el hombre actual, Homo sapiens como tal, se había originado en el este de África hace unos 100 000 años y que hasta hace unos 50 000 había salido de este continente, a través de Medio Oriente, rumbo a Europa y Asia. Empero, en años recientes han surgido nuevos hallazgos que exigen reorganizar estas ideas.

El primero se relaciona con fósiles humanos del sitio de Jebel Irhoud, Marruecos (Hublin et al., 2017) (fig. 7). Desde hace varias décadas se habían descubierto restos de hombres, pero la antigüedad no estaba bien definida; ahora, gracias al uso de métodos más precisos y confiables, nuevos hallazgos de restos de Homo sapiens fueron ubicados ¡con más de 300 000 años de antigüedad!

El material descubierto comprende un cráneo de adulto fragmentado, con partes del rostro, y mandíbulas que conservaron buena parte de los dientes, así como diversos huesos del cuerpo. Todos estos restos corresponden a tres adultos, un adolescente y un niño de poco más de siete años.


Figura 7. Mandíbula reconstruida de uno de los adultos descubiertos en la localidad de Jebel Irhoud, Marruecos, cuya antigüedad se situó en más de 300 000 años antes del presente (Hublin et al., 2017)


El estudio de cráneos y dientes fue muy interesante. Por un lado, se reconoció que ciertos detalles del rostro y la caja craneal aún les daban a estos hombres ciertos rasgos primitivos, por ejemplo, rebordes fraccionados sobre las cejas que recordaban los arcos superciliares, así como una caja craneal un tanto alargada y menos redonda, aunque con una prominente frente y un rostro bajo y corto muy similar al moderno. La dentición definitivamente era la de Homo sapiens.

Este hallazgo muestra que nuestra especie se formó mucho tiempo antes de lo que se creía y que su aparición pudo haber ocurrido en casi cualquier parte de África; por otro lado, su mezcla de características indica que su transformación anatómica, sobre todo en el rostro y cabeza, se fue dando de modo paulatino, como un mosaico en el que cada detalle se modificaba o se mantenía en función del azar o aspectos adaptativos, en vez de que todo se hubiera transformado en un santiamén como muchas veces se cree.

c El esquema de vida de Homo sapiens

Tratar de responder a la interesante pregunta de cuál habría sido el sitio en donde se originó nuestra especie, ciertamente no es algo sencillo, pues disponemos de evidencias fósiles que van desde la costa noroccidental de África (en Marruecos) hasta el oriente (en Etiopía). ¿Hay alguna forma de tener datos más precisos al respecto?

Homo sapiens, como las diferentes especies del género, era, en su forma básica, un cazador-recolector organizado en grupos jerárquicos. Su capacidad para la cacería, basada en la estrategia, la comunicación y en el bagaje de herramientas y armas disponibles, le conferían además un papel trófico equivalente al de carnívoros especializados. Gran parte de su vida transcurría alrededor de lagos o junto a ríos, quizá por la abundancia de alimentos en estos ecosistemas, pero siempre en movimiento continuo, muchas veces siguiendo las manadas de herbívoros que se movían a lo largo de estos cursos de agua.

Entre su probable momento de origen, quizá hace unos 350 000 años, y aquel en el que tuvo su salida fuera de África, pasaron más de 250 000 años, periodo más que suficiente para que invadiera todo el continente, aprovechando un clima húmedo en el cual la región del Sahara era un inmenso vergel. Dada la gran extensión del territorio ocupado, es altamente probable que en cada región las poblaciones humanas vivieran cambios en su estructura, su forma de vida, su comportamiento, que las diferenciaban poco más, poco menos, de otras; algunas de ellas prosiguieron su desarrollo, otras desaparecieron. ¿Sabemos de cuál venimos nosotros?

En 2019 se publicaron los resultados de una investigación que involucró el estudio de 1217 personas africanas, cuyo ADN posee características que las ubican como cercanas a lo que sería un ancestro original de todos los humanos actuales (Chan et al., 2019). Es como reconocer el punto de partida de multitud de vehículos a partir de los comprobantes de pago de las casetas de las autopistas por las que cada auto viajó; reflexionemos, si vemos con cuidado rutas, fechas, horarios, de cada auto, podemos ir construyendo los recorridos hacia atrás hasta llegar a aquel sitio en donde todos coinciden, de donde todos partieron.

Este punto de partida es la cultura khoisan, constituida por tribus que durante 200 000 años han vivido de la misma forma en el mismo lugar y cuyo ADN podemos considerarlo como el grupo cero, es decir, el linaje original de todos los humanos actuales. Su hábitat original ha sido el llamado lago Makgadikgadi, ubicado en el actual país de Botsuana, el cual, aunque en el presente se ha ido secando, durante milenios fue la mayor masa lacustre de África. La forma de vida de estos pueblos continúa siendo la de cazadores-recolectores conformados en grupos de hombres, mujeres e individuos jóvenes (fig. 8).


Figura 8. Grupo de la cultura khoisan. Se considera que las características y esquemas de vida de los humanos que han habitado la región del lago Makgadikgadi no han variado sustancialmente desde hace unos 200 000 años.

c Da inicio el viaje alrededor del mundo

Con base en esta información y gracias a los hallazgos mencionados, es posible que nuestra especie haya evolucionado a partir de un ancestro como Homo rhodesiensis hace unos 400 000 años en la parte oriental de África, y de ahí, poco a poco, se haya dispersado por todo el continente, de forma que hace 300 000 años ya se encontraba desde Marruecos hasta Sudáfrica.

Por razones que aún no conocemos, su paso hacia Eurasia se dio hasta hace unos 200 000 años y de una forma muy casual. El más relevante hallazgo al respecto lo tenemos en Israel, donde fue descubierto hace pocos años un fragmento de maxilar, molares incluidos, del lado izquierdo, identificado como perteneciente a nuestra especie y cuya antigüedad fue calculada entre los 177 000 y 194 000 años (Hershkovitz et al., 2018) (fig. 9). Otro descubrimiento igual de relevante tuvo lugar en Grecia, dentro de una profunda grieta, en la cual se recuperaron dos porciones de cráneos, uno perteneciente a Homo neanderthalensis y otro a Homo sapiens, cuyo fechamiento llevó hasta los 210 000 años antes del presente.


Figura 9. Maxilar fósil de Homo sapiens, descubierto en la cueva de Myslita, Israel, el cual muestra que nuestra especie ya empezaba a dispersarse fuera de África hace unos 200 000 años. (Imagen tomada de Hershkovitz et al., 2018.)


Quizá porque el ambiente fuera de África era diferente, quizá porque los recursos no eran los mismos, quizá porque en Asia estaba presente Homo neanderthalensis, una forma de hombre muy bien adaptada al ambiente templado y frío, Homo sapiens se mantuvo dentro del continente africano hasta hace unos 60 000 años. Los hallazgos indicados líneas arriba fueron, dicen los paleontólogos, como asomarse por la ventana sin salir de la casa.

Respecto de casos recientes de hombres descubiertos ya fuera de África, hay un hallazgo que sorprende por su relevancia. Éste pertenece a un fémur que se descubrió en 2008, cuando un buscador de fósiles de mamut que merodeaba en la orilla del río Irtysh, cerca de la población de Ust’-Ishim, en Siberia oriental (fig. 5) se tropezó con un hueso largo, sin duda un fósil, roto de ambos extremos (Fu, 2014). Este material pasó por diversos científicos hasta llegar al Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), cuyo titular, el doctor Svante Pääbo, junto con el doctor David Reich, de Harvard, no sólo obtuvieron la antigüedad, unos 45 000 años, sino además la secuencia completa del ADN. Así, comprobaron que se trataba de un miembro de Homo sapiens, aunque también se concluyó que había sido parte de una población distinta a las que dieron origen más tarde a los pobladores del resto de Asia o Europa.

Con estos datos podemos considerar que desde hace 200 000 años Homo sapiens llegó al límite del continente africano, llevando a cabo pequeños movimientos por Medio Oriente y hasta los Balcanes, pero no fue sino hasta hace 60 000 o 70 000 que definitivamente inició su dispersión en todas direcciones, de ahí que hace 40 000 ya estuviera presente en toda Eurasia y hace 20 000 estuviera ya rondando el continente americano. Dentro de esos movimientos entró en contacto con las otras especies humanas que desde mucho tiempo antes habían ocupado el continente: el hombre de Neandertal en gran parte de Eurasia, Homo erectus en algunas regiones de Asia y quizá incluso con Homo floresiensis de Indonesia. Sabemos que para el primer caso el contacto entre las poblaciones de ambos fue amplia, tanto que incluso existen evidencias de que se mezclaron en numerosos sitios, es decir, formaron parejas con un miembro de cada especie; sin embargo, el ímpetu, las mayores habilidades mentales y los mejores instrumentos, así como la mayor capacidad para adaptarse, llevaron a que en pocos milenios todo hombre ajeno a Homo sapiens desapareciera, de forma que nos convertimos en la única especie humana en el mundo.

c Reflexiones finales

Conocer el origen e historia temprana de nuestra propia especie es, además de interesante, relevante, en tanto que nos muestra la manera como se fue construyendo paso a paso una forma de vida que no sólo fue exitosa en el sentido de que seguimos existiendo, sino que además nos permitió ocupar poco a poco todo el mundo en una proporción sólo vista por animales tales como las moscas, los ratones o los murciélagos. Ciertamente el desarrollo de las habilidades mentales fue un aspecto fundamental para lograrlo, pero tan relevante como eso fue el mantener un esquema de vida poco especializado, generalizado en todos sentidos e igualmente una organización social en la que la comunicación y el reparto de actividades constituyeron la base de su enorme éxito. Estos aspectos no sólo continuaron como pautas de la especie, asimismo constituyeron el punto de partida de eventos nunca antes vistos: el surgimiento de animales y plantas domésticas; la manifestación de los pensamientos en la roca, en la madera, en el lodo; expresión que luego conduciría al origen de las pinturas rupestres, primero, y mucho después a la escritura y también a esquemas de organización social más complejos, todo lo cual llevó hace 5000 mil años al origen de la civilización.

c Referencias

CHAN, E. K., A. Timmermann, B. F. Baldi et al. (2019). Human origins in a southern African palaeo-wetland and first migrations. En: Nature, vol. 575, núm. 7781, pp. 185-189.

FU, Q., H. Li, P. Moorjani et al. (2014). Genome sequence of a 45,000-year-old modern human from western Siberia. En: Nature, vol. 514, núm. 7523, pp. 445-449.

HERSHKOVITZ, I., G. W. Weber, R. Quam et al. (2018). The earliest modern humans outside Africa. En: Science, vol. 359, núm. 6374, pp. 456-459 [en línea]: <science.sciencemag.org/content/359/6374/456>. Ir al sitio

HUBLIN, J.-J., A. Ben-Ncer, S. E. Bailey et al. (2017). New fossils from Jebel Irhoud, Morocco and the pan-African origin of Homo sapiens. En: Nature, vol. 546 núm. 7657, pp. 289-292.

LEAKEY, R. (1969). Early Homo sapiens Remains from the Omo River Region of South-west Ethiopia. En: Nature, vol. 222, núm. 5199, pp. 1132-1134.

MORA, M. (2014). Paleontología y evolución humana: una actualización [en línea]: <www.researchgate.net/publication/320624493> [consultado: 14 de marzo de 2020]. Ir al sitio

STRINGER, C., y J. Galway-Witham (2017). On the origin of our species. En: Nature, vol. 546, núm. 7657, pp. 212-213.

TOMAS, D. (s. f.). La evolución humana. Departamento de Ciencias Naturales, IES Abastos, Valencia [en línea]: <www.mclibre.org/otros/daniel_tomas/4eso/evolucion-humana/index/evolucion-humana3.pdf> [consultado: 14 de marzo de 2020]. Ir al sitio

Notas

* Doctor en Ciencias. Laboratorio de Paleozoología, Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

c Créditos fotográficos

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- Foto 4: linearpopulationmodel.blogspot.com

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CORREO del MAESTRO • núm. 289 • junio 2020