Nahui Olin:
LA LIBERTAD CONFUNDIDA
CON LA LOCURA

Graciela Rivera Pérez[*]



Carmen Mondragón, mejor conocida como Nahui Olin, fue pintada por Diego Rivera, Jean Charlot, el Doctor Atl, ente otros. Modeló para Edward Weston y Antonio Garduño. Formó parte del grupo de mujeres que en las décadas de los veinte y treinta del siglo pasado provocó uno de los periodos más activos de la cultura en México. Murió en el olvido. No fue sino hasta que Tomás Zurián y Carlos Monsiváis la redescubrieron, durante las últimas dos décadas del siglo XX, cuando el interés en su figura despegó, y desde entonces ha ido en aumento. Ejemplos de ello han sido varios esfuerzos por rescatar su vida, como una obra de Adriana Malvido, publicada en 1993, y otra de Elena Poniatowska, que vio la luz en 2000, así como la exposición montada en el Museo Nacional de Arte de Ciudad de México en 2018.




c Introducción

Manuel Capistrán revela, en una investigación, la importancia de la participación femenina en el desarrollo de la sociedad mexicana y en la creación artística de los años veinte del siglo pasado. Capistrán se pregunta qué hubieran hecho los Contemporáneos sin Antonieta Rivas Mercado (1900-1931). Es la época en la cual Dolores del Río (1904-1983) decide probar suerte en Hollywood; Amalia Caballero de Castillo (1898-1986) es subsecretaria de Asuntos Culturales; Alma Reed (1889-1966) es periodista y escritora de renombre; son mujeres independientes y fuertes en una época que considera a las mujeres como menores de edad (Malvido, 2003).

No obstante, la musa principal de esta época se llamó Carmen Mondragón (1894-1978), mejor conocida como Nahui Olin, modelo, pintora, poeta y escritora. Sobresalió en los años veinte y treinta por su intensa belleza, sus enormes ojos verdes de mirada envolvente y su cabello dorado, pero su imagen fue prácticamente borrada en la tradición de la época posrevolucionaria. Sus ojos penetrantes no son reconocibles a menos que uno esté familiarizado con su rostro y el mito que la rodea. La mujer que se deleitaba en su propia belleza, que pintaba retratos de sí misma con sus muchos amantes, y que finalmente fue rechazada por la sociedad, décadas después murió totalmente abandonada en la casa en la que ella creció. Ahora, una nueva generación está revalorizando su historia.

Así, Adriana Malvido publica un libro sobre su vida (1993); Elena Poniatowska escribe Las siete cabritas (2000), obra que incluye una semblanza de Nahui Olin; Gerardo Tort dirige la película Nahui (2017), a partir de un guion escrito por él mismo y Marina Stavenhagen, que cuenta con la actuación de Julio Bracho; en 2018 se monta la exposición Nahui Olin. La mirada infinita en el Museo Nacional de Arte de la capital mexicana; el año siguiente se publican otras dos novelas sobre ella: Totalidad sexual del cosmos, de Julián Bonilla, y La mujer que nació tres veces, de Sandra Frid (Mullen, 2019)

c Nació como Carmen

Nahui Olin (1894-1978), Nahui y el hombre del clavel, s. f., óleo sobre celotex, colección de Tomás Zurián Ugarte


Carmen Mondragón nació el 8 de julio de 1895, hija del militar Manuel Mondragón –experto en artillería que fungió como asesor de Francisco I. Madero y otros políticos– y de Mercedes Valseca, que brindó a sus ocho hijos una amplia educación, incluyendo la música y la pintura. Muestra de la inquietud intelectual de Carmen es el siguiente texto:


Soy un ser incomprendido que se ahoga por el volcán de pasiones, de ideas, de sensaciones, de pensamientos, de creaciones que no pueden contenerse en mi seno, y por eso estoy destinada a morir de amor […] no soy feliz porque la vida no ha sido hecha para mí, porque soy una llama devorada por sí misma que no se puede apagar […] destinada a ser vendida como antiguamente los esclavos, a un marido. Protesto a pesar de mi edad por estar bajo la tutela de mis padres. (Fragmento de poema escrito a los 10 años; citado en Atl, 1950).


Carmen, con sólo cuatro años, y debido a una comisión de su padre, se mudó con toda su familia a París, donde permaneció hasta que ella cumplió ocho. Allí estudió diversas artes como la literatura y el teatro. Regresó a la ciudad de México y a los pocos años se enamoró de un cadete, de nombre Manuel Rodríguez Lozano (1891-1971), con quien contrajo matrimonio en 1913. Gracias a la influencia del general Mondragón, la joven pareja tuvo una estabilidad económica que les permitió vivir en Europa de 1914 a 1921 y dedicarse a la pintura. Sin embargo, la pareja no se llevaba bien, y después de algunos años de peleas, desacuerdos y la muerte de su hijo en circunstancias misteriosas, decidieron separarse, aunque permanecieron casados.

c Nahui Olin, enigmático signo

En 1921, apartada de su marido y con su libertad enmendada, regresó a la capital del país y comenzó a modelar para Diego Rivera y otros artistas y a pintar escenas de la vida cotidiana. En julio de 1921 conoció en una fiesta a Gerardo Murillo (Dr. Atl). Sobre ese encuentro, él escribió en su diario: “…me cegó en cuanto la vi. Pero sus ojos verdes me inflamaron y no pude quitar los míos de su figura en toda la noche. ¡Esos ojos verdes! A veces me parecían tan grandes que borraban toda su faz. Radiaciones de inteligencia, fulgores de otros mundos. ¡Pobre de mí!” (citado en Malvido, 2003).

Dr. Atl (Gerardo Murillo), Nahui Olin, 1922, atl colors, fresco 100 x 100 m, colección Museo Blastein

Atl y Carmen comenzaron una intensa relación tanto sentimental como creativa. Ella se mudó con él al monasterio de La Merced, donde él estaba comenzando su escuela. Era conocido por pintar volcanes y paisajes con una nueva pintura que el mismo inventó, y empezó a dibujar muchos retratos de ella descansando, leyendo o desnuda. Por su parte, Mondragón escribió poemas y pintó escenas de bodas, cementerios, circos y corridas de toros.

Escribieron cartas de amor de ida y vuelta, que Atl publicó más tarde en su autobiografía. Las de ella son eróticas y confiadas, lejos de las normas sociales conservadoras que el país había dejado recientemente atrás. Carmen escribió en una carta:


Sé que mi belleza es superior a todas las bellezas que pudieras encontrar. Tus sentimientos estéticos fueron sacados por la belleza de mi cuerpo, el esplendor de mis ojos, la cadencia de mi caminar, el oro de mi cabello […] y ninguna otra belleza podría alejarte de mí... (citada en Mullen, 2019).


El Dr. Atl bautizó a Carmen como Nahui Olin, flor de cuatro pétalos, símbolo ubicado en la Piedra del Sol; “…el Nahui-Ollin [es] uno de los símbolos más poderosos de la mitología mesoamericana. Este signo engloba la concepción del universo, del tiempo y del espacio de la cultura nahua. Es el eje del cual parten los cuatro rumbos del universo y su centro representa el punto justo de encuentro entre el cielo y la Tierra” (De la Torre, 2016).

En sus poemas, Nahui Olin habla de sus características únicas, que cautivaron a personajes de la época como José Vasconcelos, Xavier Villaurrutia, Jean Charlot, Diego Rivera, Edward Weston, entre otros. Su cabello rubio intenso, de corte diferente a lo que se acostumbraba en el país –pues lo llevaba corto al estilo francés–, sus labios rojos en forma de corazón y sus grandes ojos verdes serán reconocidos no sólo en sus autorretratos, sino también cuando sirve de modelo a otros artistas.

Diego Rivera pintó a Nahui Olin en numerosas ocasiones; sin embargo, en las que puede apreciarse mejor es en la obra de 1922 como la musa de la poesía erótica, Erato, en el Anfiteatro Simón Bolívar, y en una segunda, en 1953, como una Adelita, ayudando a un soldado herido para tomar agua. En ambas imágenes, Nahui resalta en las escenas por su cabello y sus ojos, así como por una actitud enérgica.



Por su parte, Nahui en sus autorretratos se pintó de igual manera, como una mujer fuerte que confronta al espectador con sus grandes ojos verdes, así como cautivándonos con sus labios rojos en forma de corazón. Ella refleja su independencia al mostrarnos su cabello muy corto, pero también sus trenzas para no olvidar su origen.


Diego Rivera, La historia del teatro (detalle), 1953, mosaico,
Teatro de los Insurgentes

Nahui Olin, Autorretrato en los jardines de Versalles, s. f., óleo
sobre cartón, colección de Jannette Mondragón y Kalb

c La vida cotidiana para Nahui

Quizá influenciada por la temática del Dr. Atl, caracterizada por los volcanes, ella dedica un poema al volcán Iztaccíhuatl, en el que refleja las vistas de la ciudad de México, así como la vida cotidiana:



El enfoque que plasmó Nahui en sus pinturas refleja una franqueza en el colorido, de libre representación, en donde las proporciones y líneas de perspectiva no existen; ella decide seguir su instinto, manifiesto en la espontaneidad de su estilo, a pesar de haber conocido a varios pintores de la época. Por ello, la corriente artística en la que podría inscribirse su pintura es el arte naíf (del francés naïf, ‘ingenuo’) (Briceño, s. f.). Es un estilo instintivo que da al artista una libertad que lo conduce a una pintura personal e íntima, lo cual se ve reflejado en todas las pinturas de Nahui.

En Bajo los floripondios (s. f.) se puede apreciar a dos niños jugando, rodeados de flores de colores rosas, rojas y amarillas; mientras una pareja en primer plano se besa con los ojos abiertos, todo esto sucede a la sombra del árbol de floripondios. La saturación de la pintura junto con los colores brillantes completa la obra a partir de las nubes y lo que pareciera ser una iglesia en la parte superior.

La obra Corrida de toros (s. f.) es una vista aérea en la cual se distingue, en la parte central, la faena de toreros, mientras que en la parte superior Nahui observa lo que está aconteciendo. Debemos reconocer que sus pinturas son extremadamente detalladas y saturan la obra, en este caso a partir de los espectadores que miran ávidamente lo que sucede en la arena, así como el detalle dedicado a la arena con los toreros y toros.


Nahui Olin, Bajo los floripondios, s. f., óleo sobre cartón,
42 x 29.5 cm

Nahui Olin, Corrida de toros, s. f., óleo sobre cartón, Estudio
Diego Rivera / INBA


En la pintura Familia indígena (s. f.), advertimos la importancia de comer juntos alrededor de la olla de barro en el petate, la relevancia de la unión familiar y de disfrutar esos momentos de descanso y alegría. Por otra parte, el gran colorido de la pared roja quizá nos recuerde la pintura de Henri Matisse y los fauvistas a partir de los palpitantes colores y la forma de utilizar el fondo en la pared.


Nahui Olin, Familia indígena, s. f., óleo sobre cartón,
40 x 30 cm, colección de Alejandro Simón


Ya sea a partir del color o de los objetos en la obra de Nahui, reconocemos que sus personajes tendrán ojos grandes, los colores serán saturados y radiantes, y existirán elementos que de igual manera saturarán la composición. En cada parte de la obra existe algún detalle que logra la integración de una pintura única. También es preciso reconocer que Olin tenía un gran sentido de observación.

c La primera performance

Antonio Garduño, Con dedicatoria para Nahui
Olin
, s. f., plata sobre gelatina, colección de
Tomás Zurián Ugarte

Estamos acostumbrados a las performances como parte esencial del arte contemporáneo, pero en los años veinte y treinta del siglo XX esto no era así. Nahui Olin estaba a la vanguardia de lo que era modelar y actuar frente a la cámara. En un principio, las fotografías de las mujeres bonitas eran influenciadas por el cine mudo italiano (Malvido, 2003); pero también posó para una serie de fotografías de desnudos en donde se observa cómo confronta al espectador, cómo lo hechiza con su mirada y sus posiciones. Para Tomás Zurián, curador de la primera gran retrospectiva, “Sus desnudos fotográficos, captados por Antonio Garduño, Juan Ocón y la Metro Goldwyn Mayer entre 1925 y 1928, al pertenecer a la élite artística e intelectual de la época y ser reinterpretados como obras de arte, nunca objetos de consumo, quedan aparentemente circunscritos a la ‘alta cultura’” (Riveroll, 2016).






El fotógrafo estadounidense Edward Weston, por su parte, estaba obsesionado con los rostros, fotografiaba a todo aquel que conocía, y por supuesto retrató a Nahui Olin mientras él permaneció en México. Son fotografías novedosas en blanco y negro, de primer plano, cuyas tonalidades y matices son significativos en su obra; generalmente reproduce acercamientos donde la mirada es el centro de atención. Olin muestra su tonicidad a partir de sus posturas, su cabello revuelto nos da la impresión de libertad, sus labios siempre pintados en forma de corazón denotan sus bellas facciones, pero sobre todo transmite una gran fuerza y una mirada penetrante, pues en sus retratos los ojos de Nahui constituyen el centro de atención. Incluso, en palabras de Weston, “el retrato más bello de este periodo es el de una mujer llamada Nahui Olin. Uno tendría que ser piedra para no enamorarse de ella […] la sensualidad es directa y casi felina en su urgencia” (Malvido, 2019).


Antonio Garduño, Nahui Olin (detalle), s. f., plata sobre gelatina, colección de
Ava Vargas

Edward Weston, Nahui Olin, 1920,
plata sobre gelatina, colección de
Edze Kief y Gabriel Ruiz Burgos


c Un productivo idilio en altamar

Si bien Nahui Olin, con su personalidad, tuvo el privilegio de relacionarse con toda la élite de la época, sólo una persona realmente marcó un parteaguas en su vida: el capitán Eugenio Agacino. Él trabajaba para la Compañía Trasatlántica Española, y, aunque no se sabe muy bien cómo se conocieron, lo cierto es que existen varias pinturas que aluden a esta relación y a los viajes a Europa y América a principios de los años treinta. Nahui viajaba cada mes al puerto de Veracruz al encuentro del capitán, hasta que en uno de esos viajes simplemente se la llevó en el barco con él (CNCA, 1992).

Olin retrata esta época con deleite, sus pinturas demuestran a la pareja disfrutando de los viajes en barco, bailando en la proa, departiendo en los mejores restaurantes de los puertos, disfrutando de veladas en los malecones o incluso desnudos en el camarote. Como fondos de estos acontecimientos están La Habana, Nueva York y el Atlántico.

En estas escenas destaca una mirada de felicidad cómplice entre la pareja, que disfrutan ampliamente de su tiempo juntos. El porte de su enamorado capitán, con su uniforme impecable y su postura, será algo que Nahui recordará durante toda su vida. La relación termina abruptamente en 1943, con la muerte de Agacino; según la versión heroica, murió “tratando de salvar su barco durante una violenta tempestad que lo hizo naufragar” (CNCA, 1992); otra versión, menos épica, explica que falleció debido a una intoxicación por mariscos en Cuba (Malvido, 2003).

La devoción de Nahui por su amante queda patente en varias escenas; sus ojos estarán clavados en esta ocasión únicamente en su capitán, siempre enalteciendo su porte, sus uniformes, su masculinidad, sus ojos marrones, su cabello encrespado; mientras ella se deja envolver entre sus brazos convirtiéndonos en espectadores de su amor. Su pintura jamás olvida los detalles, el gran colorido y sobre todo su feminidad, su esbelto cuerpo, así como sus grandes ojos verdes y sus labios rojos.


Nahui Olin, Eugenio Agacino y Nahui en el Atlántico, 1934, óleo
sobre cartón, 43 x 30 cm, colección de Octavio Díaz Aldret


c El largo camino hacia el olvido

Caminé sólo con los ojos de mi inteligencia
con la fuerza de la reflexión.

NAHUI OLIN,
“La totalidad del cosmos” (fragmento)


La muerte del capitán Agacino condujo a Nahui Olin a un aislamiento progresivo. Si bien participó en algunas exposiciones, cada vez se hicieron más espaciadas; a pesar de ello, siguió pintando. Por otra parte, tuvo un trabajo de bibliotecaria gracias a José Manuel Puig Casauranc, secretario de Educación; y Miguel Alemán le consiguió un trabajo en Bellas Artes, lo que también le ayudó a conseguir una beca para entregar determinado número de obras al año (CNCA, 1992).

Se cuenta que en los días de pago asistía al Casino Español y en esa comida gastaba casi toda la quincena; con el dinero sobrante compraba carne para los gatos y perros que la acompañaban en la casa de su niñez, en Tacubaya. Hay pinturas que atestiguan su cercanía con perros y gatos, con los cuales convivió durante las siguientes tres décadas. A pesar de su soledad, el colorido de sus pinturas permanece; y en ellas, los ojos de los gatos son semejantes a los de la artista.


El egoísmo supremo es el inagotable deseo, la ambición desmedida del vivirse en el aislamiento, supremo egoísmo. Satisfacción cerebral.

No hay nada más interesante que el mundo que llevamos dentro, no hay nada más ilimitado que nuestro espíritu, y no debemos buscar ninguna otra fuerza o potencia para vivir o para producir: hay que fecundar en sus propias entrañas y dar a luz (Nahui Olin, fragmento de “Supremo egoísmo”, en Óptica cerebral. Poetas dinámicos; citado en San Martín, 2018).


Nahui Olin, Gatos, s. f., óleo sobre cartón, 37.5 x 48.5 cm, colección de Octavio
Díaz Aldret


Nahui Olin, Mi perrita, 1928, óleo sobre cartón, 30 x 23 cm,
colección de Alejandro Simón


Su hermana menor y sus sobrinos Yolanda y Benjamín serán su compañía de fines de semana para llevarla a comer o a visitar a la familia; pero sobre todo su sobrina nieta Beatriz, hija de Benjamín, que recuerda cómo a pesar de ser Nahui una mujer ya de edad avanzada, aún conservaba su mirada enigmática, su fuerza, y vestía extravagantemente, pues siguió usando la moda de los años veinte y treinta.

Murió el 23 de enero de 1978, en la misma habitación que tuvo de niña, en la sábana en la que pintó a su marino, y junto a ella, su sobrina Beatriz (Malvido, 2003).


La comprensión de la totalidad equivale a utilizar con la fuerza consciente, el cerebro la fuerza única, el misterio o problema de la existencia del infinito y hacer un infinito consciente en cada infinito de molécula, relacionado con una sola vibración vibro-eléctrica consciente de mi cerebro que sería la totalidad (Nahui Olin, “Totalidad”, fragmento, en Energía cósmica; citado en San Martín, 2018).

c Conclusión

Hay que reconocer que Nahui Olin no fue sólo la Adelita o la de poesía erótica retratada por Rivera, no fue sólo el volcán que el Dr. Atl no pudo dominar, tampoco fue simplemente la modelo de Weston y Garduño, ni la amante incontrolable.

Nahui Olin fue una mujer que buscó el voto femenino, así como la igualdad de derechos frente a los hombres, y por eso fue catalogada como loca.

Su inteligencia la llevó al aislamiento y abandono, pues sus poemas, llenos de fuerza, incluso hoy resultan polémicos y han sido considerados licenciosos.

Carlos Monsiváis comentó en algún momento que en un futuro próximo se reconocerá el arte de Nahui Olin como se reconoce el de Frida Kahlo.


Independiente fui, para no permitir pudrirme sin renovarme; hoy, independiente, pudriéndome me renuevo para vivir.

Los gusanos no me darán fin, son los grotescos destructores de materias sin savia, y vida dan, con devorar lo ya podrido del último despojo de mi renovación. Y la madre tierra me parirá y naceré de nuevo, de nuevo ya para no morir (Nahui Olin, citado por Malvido, 2003).

c Referencias

ATL, Dr. (1950). Gentes profanas en el convento. México: Ediciones Botas.

BRICEÑO, G. (s. f.). Arte naíf. En: Euston [en línea]: <www.euston96.com/arte-naif/>. Ir al sitio

CNCA, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (1992). Nahui Olin, una mujer de los tiempos modernos. México: Guernika.

DE LA TORRE, A. (2016). El enigmático símbolo que aparece en la Piedra del Sol y la Virgen de Gudalupe: Nahui-Ollin. En: Más de Mx, 3 de enero [en línea]: <masdemx.com/2016/01/enigmatico-simbolo-comparten-calendario-azteca-la-virgen-guadalupe-nahui-ollin/>. Ir al sitio

MALVIDO, A. (2003). Nahui Olin: La mujer del sol. Barcelona: Circe Ediciones.

— (2019). Nahui Olin: el deseo infinito de ser. En: Confabulario, suplemento de El Universal, 24 de febrero [en línea]: <onfabulario.eluniversal.com.mx/nahui-olin-el-deseo-infinito-de-ser_/>. Ir al sitio

MULLEN, C. (2019). Poet, Atist, Erotic Muse of Mexic’s Avant Gard: Rediscovering Nahui Olin. En: Literay Hub, 1 de febrero [en línea]: <lithub.com/poet-artist-sex-symbol-of-mexicos-avant-garde-rediscovering-nahui-olin/>. Ir al sitio

NAHUI Olin (1922). Óptica cerebral: poemas dinámicos. México: México Moderno.

RIVEROLL, J. (2016). Nahui Olin, la pionera del performance y de la liberación sexual en México. En: Animal Político, 7 de octubre [en línea]: <www.animalpolitico.com/2016/10/nahui-olin-performance-liberacion-sexual-mexico/>. Ir al sitio

SAN MARTÍN, J. F. (2018). María del Carmen Mondragón Valseca (Nahui Olin) 1893-1978 [en línea]: <www.centrolombardo.edu.mx/maria-del-carmen-mondragon-valseca-nahui-ollin-1893-1978/>. Ir al sitio

Notas

* Maestra en Estudios de Arte por la Universidad Iberoamericana. Cuenta con más de trece años de experiencia como docente en instituciones privadas de educación superior en materias enfocadas principalmente en historia del arte y diseño.

c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: www.sinembargo.mx

- Foto 1: twitter.com/cultura_mx

- Foto 2: dnamag.mx

- Foto 3: m.blog.naver.com

- Foto 4: twitter.com/memoriademexico

- Foto 5: www.pintoreslatinoamericanos.com

- Foto 6: ketzalitorres.wordpress.com

- Foto 7: CNCA, 1992: 78

- Foto 8: www.facebook.com/pg/NAHUIOLINLapelicula

CORREO del MAESTRO • núm. 289 • junio 2020