Caleidoscopios DEL MENTORING (MENTORÍA) Alma Karla Sandoval Arizabalo[*] Lo más difícil de aprender en la vida BERTRAND RUSSELL ![]() Hay maestros que no sólo enseñan, marcan. Son profesionales en cambiar destinos alumbrando con su trayectoria el triunfo de los demás. Tenemos varios ejemplos de grandes personajes de la historia tutelados por mentores de primer nivel: el papa Juan Pablo II contó con la guía del cardenal Stefan Wyszynski; los hermanos Manuel y Antonio Machado, con Eduardo Benot; Margaret Thatcher, con Bettino Craxi; Isabel la Católica, con Beatriz Galindo; y uno de los ejemplos más llevados y traídos, Aristóteles, con Alejandro Magno. Pero ¿cómo se trama esa relación entre alguien con experiencia y un aprendiz sobresaliente?, ¿por qué resulta un binomio inigualable cuando la alquimia de la conversación y la confianza potencian a las dos partes? Veamos.
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c Caleidoscopios del mentoring (mentoría)
Pocas estrategias didácticas de alto impacto como el mentoring en nuestro siglo, incluso en tiempos de educación digital, cuyo significado no es fácil de asir. Esta práctica se ha posicionado en los últimos años tanto en el campo empresarial como en el educativo. Su flexibilidad –ya que puede darse en vivo o virtualmente–, la motivación que produce y los resultados innegables hacen que el mentoring sea una estrategia que llegó para quedarse en el mundo de la enseñanza. Sin embargo, según la investigación de Crisp y Cruz (2009), se pueden rastrear más de quinientas definiciones que aluden a iniciativas o fenómenos de mentoring, término que remite a una relación educativa de acompañamiento y guía que se desarrolla entre una persona con más experiencia (mentor) y otra que desea adquirirla (mentoreado). De entrada, la palabra relación alude a un contacto humano en el cual se intercambian experiencias, pero en el mundo académico existen otros tipos de relaciones semejantes: la tutoría, la asesoría, la consejería y el coaching.[1] Entender en qué se diferencia el mentoring de cada una de ellas resulta esencial. Echemos una mirada a este primer caleidoscopio: Comencemos señalando que la tutoría tiene por acción fundamental la enseñanza, su propósito consiste en dirigir y retroalimentar el aprendizaje del estudiante. La dinámica puede enfocarse o no en el desarrollo personal y social. En la tutoría estamos frente a una relación totalmente jerarquizada a mediano o largo plazo. El estudiante se limita a escuchar, a tomar notas o entregar los ejercicios y/o tareas solicitados. El coaching es otro cantar. Se trata de una herramienta muy popular en las empresas, tanto, que se ha puesto a disposición de personas que no cuentan con la pericia suficiente, lo cual puede causar desconfianza se practica sin contar con las credenciales educativas o certificaciones debidas. El coaching consiste en un entrenamiento y motivación con vistas a la transformación en el desempeño del individuo o la organización enfocado en resultados o metas. En la asesoría, la ruta que se sigue es la de la resolución de problemas de aprendizaje, mientras más específicos, mejor. El vínculo ente el asesor y el asesorado se protocoliza porque resulta jerarquizado. El tiempo de esta relación es corto, ya que la asesoría termina en cuanto se corrige el problema concreto que dio lugar a ella. La consejería, en cambio, persigue la orientación. El tema más común son las decisiones curriculares del alumno. Estas charlas se enfocan mucho en el desarrollo personal y social del estudiante, no en el presente sino en el futuro. También conlleva una dinámica con jerarquía muy clara ente el experto y el aprendiz. Como vemos, las diferencias son evidentes, pero tienden a confundirse. El mentoring, sobre todo, tiene por acción fundamental dialogar y ayudar en pos del crecimiento personal y profesional del alumno, así que la relación se enfoca en esos ámbitos del desarrollo, de una manera poco protocolizada y el plazo suele ser largo. María Soler, en su libro Mentoring. Estrategia de desarrollo de recursos humanos (2003), nos ofrece un acercamiento conceptual desde las orillas de la literatura clásica: El término mentor procede de la obra La Odisea, escrita por el poeta griego Homero. Cuando Ulises se prepara para ir a luchar a la guerra de Troya se da cuenta de que va a dejar solo a su hijo Telémaco, su único heredero. Telémaco debía ser preparado para ser rey y sustituir a Ulises, que confía en su leal amigo Mentor para que sea el tutor de Telémaco mientras él está fuera. Después de la guerra, Ulises fue condenado a viajar inútilmente durante diez años en su tentativa de volver a casa. Telémaco, cuando creció, fue en busca de su padre acompañado por Atenea, quien asumió la figura de Mentor. Finalmente, padre e hijo se reunieron y juntos derribaron al usurpador del trono de Ulises, cuyo derecho correspondía a Telémaco. De esa historia se deduce que la palabra mentor es un sinónimo de consejero, amigo, profesor y persona sabia. Si pensamos en nosotros mismos, la mayoría hemos tenido o tenemos un mentor, o incluso varios. Es la persona a la que llamamos cuando nos encontramos ante una encrucijada profesional o un conflicto en el trabajo. Alguien que nos escucha, anima y apoya, que nos hace pensar a través de sus preguntas, que ofrece muy buenas sugerencias y que, llegado el caso, nos presenta a personas que pueden ser de ayuda. Mentor es la persona a la que llamamos cuando nos encontramos ante una encrucijada
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c Las virtudes del mentor
El rol del profesor como mentor requiere un perfil específico que varía según cada persona. No obstante, se pueden encontrar algunos atributos en las prácticas exitosas de esta estrategia. Se trata de cualidades que nos dan idea de lo que es un gran mentor: Disponibilidad y flexibilidad para acompañar al mentoreado cuando lo necesite, pero este grado de presencia depende de la agenda de cada una de las partes. De tal manera que otra cualidad es la implicación personal, la cual requiere apertura del mentor a fin de crear un compromiso para desarrollar en el tiempo acordado un involucramiento y dedicación al proceso del mentoring. De ahí que las habilidades comunicativas sean tan importantes, pues el mentor no sólo debe comunicarle al estudiante un conjunto de contenidos, conceptos, procedimientos, etc., del oficio, sino saber escucharlo y entender lo que necesita aprender, qué quiere y cómo puede aprender mejor. Sabe decir y sabe escuchar, dos cualidades básicas. Por lo anterior, los atributos emocionales como la inteligencia emocional se tornan indispensables. La empatía, por ejemplo, o el gobierno de la propia emocionalidad para ser capaces de inspirar confianza y motivar con emociones positivas. Es difícil que una persona con estas competencias no posea cierto prestigio en la sociedad, así que el mentor es, por lo regular, una persona reconocida dentro de la comunidad a la que pertenece o, al menos, alguien a quien el mentoreado admira. También resulta esencial el autoconocimiento de nuestros puntos fuertes, nuestras áreas de mejora, lo que nos mueve, lo que nos estresa; la autoconfianza, que nos permite valorarnos en nuestra justa medida para asumir riesgos; y, como vértice, la automotivación, porque nadie puede emocionar si no se encuentra emocionado, con objetivos desafiantes y una visión bien plantada en nuestro deseo de aprendizaje que nos permita persistir a pesar de los obstáculos para poder contagiar la pasión por el desarrollo de los otros, la honestidad y el compromiso.
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c ¿Qué hace un mentor?
En primer lugar, acompaña, lo cual se relaciona con la disponibilidad para la escucha y el consejo, para contar con una perspectiva de la evolución del mentoreado y hacerle sentir el apoyo. De tal suerte, quizás una de las más importantes funciones del mentor sea motivar. Según la Escuela de Mentoring, la motivación consiste en despertar emociones, mantener el interés, plantear un reto, pasar a la acción y facilitarla, hacer consciente del aprendizaje y progreso, así como aprovechar la dimensión social del aprendizaje (Siete pasos…, 2017). Sabemos que las emociones nos mueven, son el motor más poderoso del ser humano. Cuando las tenemos dormidas es muy posible que nos encontremos estancados en la vida. El mentoreado busca a su maestro luego de una reflexión o una sucesión de eventos que le hacen ver que necesita ayuda, una guía que le permita crecer o mejorar su presente y futuro. Por eso el buen mentor se da cuenta de ello e implementa estrategias para estimular las emociones, como despertar la curiosidad con materiales audiovisuales, charlas o libros que inspiren. Dos elementos son esenciales: la seducción y la conexión emocional. Una vez que se ha enganchado al aprendiz, uno de los primeros desafíos consiste en mantener su interés, lo cual no se consigue sino indagando en el alumno, de ahí que las preguntas sean muy poderosas. Ellas nos permitirán delinear un diagnóstico de la situación de partida con base en las necesidades del mentoreado, diseñar objetivos y, lo que es muy importante, los llamados drivers, entendidos como disparadores emocionales: ¿qué le mueve?, ¿qué le gusta o atrae? Pero no se trata sólo de hacer preguntas, sino de proponer conversaciones cálidas donde espontáneamente aflore esta información para conocimiento del mentor. Una vez que contamos con esa información gracias a las emociones, las preguntas y el interés, proponer un reto es fundamental porque significa motivación pura. Cada reto debe implicar pequeños objetivos acordes con las capacidades e intereses del alumno. La satisfacción y recompensa que derivan de lograr estas metas es una de las palancas del mentoring. También es motivante que el alumno reconozca sus logros, avances, progresos, conquistas, mejoras, lo que ha aprendido bien y por qué. Esto no sólo es el arte de soplar las llamas que debe dominar un gran mentor, sino que hablamos de un proceso consciente por medio del cual se consolida el aprendizaje significativo. Cuando lo que aprendemos cuenta, nos conectamos con nuestras habilidades, capacidades, acciones y descubrimos que sí podemos, que hemos potenciado nuestras competencias. Es ahí cuando el trabajo del mentor comienza a cumplirse, pues con su retroalimentación ha logrado conectar comportamiento y resultado. Nuestros aprendizajes son miga social, por eso las relaciones o las llamadas alianzas estratégicas en el mentoring son definitivas. El poder de esta técnica se ancla en ello, en el diálogo constante, en una dimensión cuyo compromiso con los demás nos enriquece y abre infinitas posibilidades. Como observamos, un mentor es una persona con el superpoder de darse al otro, de disfrutar de su crecimiento enseñándole a dibujar paisajes que son destinos.
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c Otras estrategias didácticas o caleidoscopio segundo
El mentor actúa como una fuerza eficaz, un amigo, y va formando al A menudo, el mentoring es un proceso en el que el mentor y tutelado trabajan juntos para descubrir habilidades latentes en el estudiante, para aportarle conocimientos o potenciar sus competencias en aras de solventar las necesidades u oportunidades que se originen. El mentor actúa como una fuerza eficaz, un amigo, y va formando al mentoreado para agudizar su pensamiento. Las formas en las que eso ocurre abarcan desde lo que se conoce como modelaje hasta la transferencia del entorno personal de aprendizaje. A continuación, se explican algunas:
Si revisamos cada estrategia, parecería que el mentor gana poco entregando sus recetas secretas para cocinar una trayectoria profesional digna de contarse, pero no. Tal como explica Beatriz Valderrama: Recordemos que la relación de mentoring es de beneficio mutuo. Uno de los motivos que impulsan al ser humano es el de contribución, es decir, influir positivamente en la vida de otros. El hecho de comprometerse a dedicar tiempo y energía a otras personas con potencial, para ayudarlos a crecer laboral o educativamente, satisface por tanto el motivo de contribución altruista. Sin embargo, el mentor también consigue mejorar personal y profesionalmente. En primer lugar, obtiene la satisfacción personal y el reconocimiento de contribuir positivamente al éxito en la profesión y en la vida de otra persona. Además, cuando se comparte el conocimiento, no se pierde, sino que quien lo comparte se enriquece, sigue aprendiendo, establece nuevas conexiones, se hace consciente de lo que sabe y puede aplicarlo a habilidades de comunicación, convirtiéndose en experto en el arte de desarrollar a otros y transferir conocimiento y experiencia (2009). Ese intercambio también puede darse de forma inconsciente. Es posible que una persona, sin intención, haga o diga algo que tenga un efecto importante para otro. Muchas veces, el receptor se da cuenta poco a poco de la importancia de esa intervención en su vida. Esto se debe a la personalidad del mentor y su capacidad de absorción, asimilación y uso de las lecciones que se han transferido sin fecha de caducidad, es decir, eternamente. ♦
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c Referencias
CRISP, G., e I. Cruz (2009). Mentoring college students: A Critical Review of the Literature Between 1990 and 2007. En: Research in Higher Education, vol. 50, núm. 6, pp. 525-545. Observatorio de Innovación Educativa (2017). Edu Trends, agosto, México: ITESM [en línea]: <observatorio.tec.mx/edu-trends-mentoring>. Ir al sitio Siete pasos para trabajar la motivación (2017). [En línea]: <www.escueladementoring.com/articulos/7-pasos-trabajar-la-motivacion/> [consulta: 23 de abril de 2020]. Ir al sitio SOLER, M. R. (2003). Mentoring, estrategia de desarrollo de recursos humanos. Barcelona: Gestión 2000. VALDERRAMA, B. (2009). Desarrollo de competencias de mentoring y coaching. Madrid: Pearson Educación. Notas * Profesora de cátedra en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Cuernavaca.
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c Créditos fotográficos
- Imagen inicial: alexandrei0n.wordpress.com - Foto 1: hadrian6.tumblr.com - Foto 2: 66.media.tumblr.com CORREO del MAESTRO • núm. 289 • junio 2020 |