Lectura y comunidad. ¿SI NO ES EN LA BIBLIOTECA ESCOLAR, DÓNDE? Primera parte Gerardo Daniel Cirianni[*] ![]() En la mayoría de las comunidades de México, tanto urbanas como rurales, las necesidades de la vida cotidiana se resuelven con intercambios de oralidad. Un número considerable de ciudadanos ignoran lo que implica la diversidad de materiales escritos, ya que sólo han tenido contacto con libros de texto, libros de carácter religioso, instructivos para asuntos laborales o documentos de registro de acciones comunitarias (actas de asambleas agrarias o reuniones escolares suelen ser los más usuales).
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c Lectura y comunidad. ¿Si no es en la biblioteca escolar, dónde?
Nosotros, que somos maestros y hemos transitado por más de una institución escolar durante nuestra formación en la experiencia laboral, sabemos que existe una variedad muy grande de libros y que esa variedad se manifiesta en temas, en usos del lenguaje, en estilos de escritura y en tipos de ilustración, para sólo nombrar los rasgos más significativos de dicha diversidad. Ese universo rico y complejo está presente en todas las bibliotecas escolares de las escuelas mexicanas. En muchas escuelas públicas, las colecciones que han sido entregadas a lo largo de los últimos treinta años se encuentran completas o casi completas. En otras se ha perdido parte del material por diferentes motivos. Pero más allá de la situación que guarde cada una de ellas respecto de las dotaciones recibidas, podemos afirmar que todas tienen una buena cantidad de libros y que, con los que poseen, la comunidad educativa podría acceder a experiencias concretas de cultura escrita que serían imposibles sin ese acervo bibliográfico. Biblioteca escolar El uso cotidiano de los materiales de la biblioteca escolar posibilita una transformación de la actividad educativa desde los primeros años de la educación formal. El límite de la utilidad de la biblioteca escolar para los niños, los jóvenes estudiantes y sus familias no existe, sólo depende de lo que los maestros imaginemos que podríamos hacer con ese acervo bibliográfico y de que se planifiquen y organicen las actividades que correspondan para que todos los miembros de la comunidad puedan disfrutar de la biblioteca de la escuela. Primera pregunta: ¿Para qué tenemos una biblioteca en la escuela? Hay diferentes respuestas posibles: para tener muchos libros y así poder leer cada vez que lo necesitemos o queramos, para ampliar la información de los contenidos curriculares, para aprender la letra escrita aunque cambien las tipografías. Hay otras que no son tan obvias: para darnos cuenta de que el mismo tema puede ser tratado de formas diversas, para reconocer que los usos del lenguaje impactan en el sentido de lo que se desea leer y que por lo tanto no representan sólo un asunto formal, para disfrutar y descubrir estéticas de muy diverso tipo en la ilustración de los textos. También hay puntos de vista menos frecuentes y sin embargo importantes: para iniciar diálogos novedosos entre alumnos, maestros y otros miembros de la comunidad; para abrir ventanas visuales y lingüísticas que se ignoran o casi no se utilizan; para actualizar temas y usos del lenguaje de interés general; para generar procesos de educación autónoma en niños, jóvenes y adultos; para buscar nuevas formas de integración, más horizontales y de mayor participación entre todos los miembros de la comunidad. Con el propósito de que la biblioteca escolar tenga una repercusión positiva en la vida de la comunidad, habrá que tener en cuenta estrategias de trabajo que ayuden a que todos los integrantes de la comunidad educativa se sientan partícipes del mundo de la palabra escrita. Una queja frecuente y una modesta propuesta En las escuelas es común escuchar que uno de los factores por los que los niños no leen o se resisten a la lectura es la escasa práctica de ésta en el ámbito familiar y en el entorno general. Si esto es así, es definitivo lo que la escuela pueda hacer para que el mundo de la escritura esté un poco más presente en las familias de los niños y jóvenes. ¿Y cómo podría ocurrir esto si no es apelando a lo que los libros de la biblioteca escolar nos ofrecen? Sin embargo, los libros por sí mismos no producirán ningún cambio, pues son sólo una herramienta, un instrumento que se usa o no se usa. Además, como cualquier instrumento, puede usarse con maestría o con precariedad. Es necesario por lo tanto conocer el instrumento y prepararse para el aprovechamiento óptimo de lo que nos ofrece. Además de preocuparnos por la transmisión de los conocimientos prescritos en los programas de estudio, los maestros hacemos otras cosas: promovemos campañas de vacunación, redactamos solicitudes para conseguir apoyos para nuestra escuela, organizamos cooperativas y participamos en actos cívicos y comunitarios, entre otras tareas que vamos sumando a nuestra responsabilidad de generar en la comunidad mejores condiciones para el desarrollo y la formación de los alumnos. Por lo tanto, pensar algunas maneras de invitar a las personas adultas de la comunidad a aprovechar y disfrutar de las posibilidades que les ofrece la biblioteca escolar será una propuesta sin duda acogida con gusto, porque las escuelas en donde los padres hagan suyas las prácticas de lectura y conversación tendrán mejores logros educativos en el corto y mediano plazos. Las escuelas en donde los padres hagan suyas las prácticas de lectura y conversación tendrán mejores logros educativos Aquello que cada docente y cada escuela pueda lograr en el sentido de sumar a mamás, papás y personas de la comunidad en general al conocimiento y disfrute de la biblioteca escolar podría ser compartido con otros maestros, del mismo modo que se comparten recomendaciones y reflexiones sobre otros aspectos del quehacer pedagógico. Un par de reflexiones más, y vamos con las propuestas Los maestros, con frecuencia, asociamos el trabajo de aprender con hacer algo en los cuadernos, en los libros o en el pizarrón. Sin demeritar esas acciones, será importante asumir que todo el tiempo estamos aprendiendo y que cuando planteamos una pregunta o participamos de una conversación, aun en el caso de que sólo escuchemos, estamos sumando conocimientos que a veces hacemos conscientes y otras veces no. En cuanto al conocimiento escolar, en general lo concebimos como una posesión o atributo individual. Solemos categorizar a nuestros alumnos entre los que saben más, los que saben menos y los que no saben nada (aunque esto sea imposible). Sin embargo, sabemos que el conocimiento social, aquel que poseen todos o gran parte de los miembros de una comunidad, resulta determinante para la buena marcha de ella, y que su expansión hacia diversas áreas de la experiencia colectiva será determinante para el progreso de las familias. Hay cosas que se aprenden entre todos o no se aprenden, experiencias que si se suman a la vida comunitaria inciden en las formas de participación social y por lo tanto en la calidad de vida. La ampliación de la conciencia comunitaria sobre la importancia de la cultura escrita ocupa un lugar de privilegio entre los aprendizajes que hoy nos parecen imprescindibles. Lo que podrán leer a continuación son ideas que ayuden a iniciar ese camino del “uso total de la palabra para todos”.[1] La experiencia que surja del trabajo en cada biblioteca de cada escuela hará el resto. No todo está dicho Si queremos que en la escuela se lea de diferentes formas y por diversos motivos, es importante que la comunidad educativa en conjunto asuma la trascendencia de la cultura escrita. Pero eso será sólo una expresión de deseos si no se abren caminos para que las palabras cotidianas, las que usamos con naturalidad cada día de nuestra vida, cuenten cada vez más, por lo que cuentan y por cómo lo cuentan. Alentar la conversación desde la biblioteca escolar debe ser una prioridad pedagógica si queremos formar lectores. No es fácil conversar entre personas que no están acostumbradas a platicar con desconocidos o con personas poco conocidas, y aún menos fácil es hacerlo en el ámbito de la escuela. Tenemos que buscar facilitadores para que estas conversaciones ocurran. Los dichos, los refranes y las coplas suelen sintetizar ideas y sentimientos populares expresados de manera muy bella y nos brindan la oportunidad de tener un punto de partida para animarnos a opinar, a traducir, a reconocer o negar su pertinencia. Dicen por ahí que… “más sabe el diablo por viejo…”, o “que en casa de herrero…” o “que el que nace barrigón…” y tantas otras cosas que seguro hemos escuchado. Estas ideas expresadas en dichos, que alguna vez hemos pronunciado, son obra de todos, son sabiduría anónima y colectiva. Los dichos o refranes y las coplas los repetimos para no olvidarlos y luego los guardamos en cofrecitos del alma. De cada uno de ellos habrá siempre tela para cortar, conversaciones para tejer y mucho ingenio para mostrar. A veces leer, a veces contar, a veces escribir. ![]() ![]() Cosecha de versos y refranes es un libro editado para las bibliotecas escolares. Antes de esta obra se editaron varios libros del mismo tipo, todos muy valiosos para alentar la conversación, la lectura, la narración y la escritura. Algunos de ellos fueron Costal de versos y cuentos y Cuéntanos lo que se cuenta. Es probable que Cosechas de versos y refranes aún esté presente en la mayoría de las bibliotecas escolares; habría que investigar si los otros también. De no ser así, pueden consultarse en Internet (véase el apartado de referencias al final de este texto), ya que constituyen una herramienta útil para ampliar los espacios de lectura y las escenas de conversación. Tomaré algunas perlitas de Costal de versos y cuentos y haré las primeras propuestas para conversar o escribir a partir de ellas. Estando el gato sentado, rezando sus oraciones, El carbón que ha sido brasa, fácilmente vuelve a arder. La idea es elegir una de estas perlitas para que funcione como disparador de interpretaciones que faciliten el principio de una conversación. Por ejemplo: Hay personas que quieren hacernos creer que son muy buenas en lo suyo y todo el tiempo quieren apantallarnos. Creen que somos tontos y que, con alguito que nos muestren de lo que saben hacer vamos a pensar que son la quinta maravilla. Pero no nacimos ayer y para estar seguros de que alguien es bueno en lo suyo no es suficiente con un ejemplo. Hay que darle tiempo al tiempo para saber si en verdad sus chicharrones truenan en lo que dicen saber hacer. O bien: Sí, es verdad, a veces me da miedo reencontrarme con un viejo amor. Es cierto que ahora estoy enamorada de Juan, pero no quiero correr riesgos; quiero tener mi alma en paz. Con estos o con otros dichos, el juego puede seguir sin límite alguno. Lo importante es descubrir que la posibilidad de traducir estas sentencias es infinita, que es válido hacerlo de distintas maneras y que todos somos capaces de encontrar caminos para nuestras palabras. Tomo otros tres dichos de Costal de versos y cuentos: El que entre lobos anda, a aullar se enseña. Y otros que he hallado en otros libros de dichos y refranes: Anda lo mismo que el buey, arando pa que otros coman. Es importante alentar nuevas búsquedas; éstas pueden surgir de libros o de la experiencia de oralidad de los miembros de la comunidad. Se trata de que todos puedan ser objeto de un comentario, una ampliación o de la interpretación de su significado, pues las personas cada vez que los dicen quieren dar a entender algo, aunque ese algo no sea exactamente lo mismo en todos los casos ni sea dicho con las mismas palabras.
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c Historia de algunas historias
Muchos relatos que hoy podemos encontrar reunidos en un solo texto han tenido su origen en múltiples tradiciones populares. La mayoría de las veces no se sabe cuándo ni quién empezó a contarlos, pero eso no nos importa en este momento; lo que nos importa es saber que, como han nacido en el mundo del lenguaje natural, esto es, el de las palabras habladas, resulta más sencillo volver a contarlos luego de leerlos o de escucharlos. En las bibliotecas de las escuelas públicas de México hay algunos libros editados y distribuidos en diferentes momentos que tienen esa historia: primero fueron oralidad y luego escritura. Para empezar propondré tres: Cuentos de piratas, corsarios y bandidos, Cuentos de espantos y aparecidos y Tres enamorados miedosos. Los dos primeros recogen historias nacidas en diversos lugares de Latinoamérica. El último hace referencia a la tradición oral indígena mexicana. ![]() ![]() ![]() La lectura en voz alta de cualquiera de los relatos contenidos en estos libros resultará atractiva para los adultos de la comunidad que se acerquen a la biblioteca, pues los textos tienen todo el ritmo, el sabor y el color de la palabra hablada. Pero allí no quedará la cuestión; se podrá regresar a ellos con preguntas y modos de volver a leerlos o contarlos que animen a la participación de todas las personas que en determinado momento asistan a la biblioteca. Algo de eso quiero mostrar a continuación. En primer lugar plantearé algunas ideas para trabajar con Cuentos de espantos y aparecidos.
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c Para empezar… una probadita de todos los relatos del libro
No estaría mal platicar aunque sea de manera breve sobre todos los relatos. Siempre es un desafío contar acerca del corazón de la historia, “en cuatro palabras”, como se suele decir. Ya habrá tiempo para que, con base en la elección de alguno, se lea o se narre “con lujo de detalles”, para que las voces nazcan y crezcan, con toda la fuerza de la intención que carguen. Este desafío podría recaer primero en los maestros y luego en los papás, las mamás o cualquier adulto invitado a la biblioteca. Conversar brevemente sobre las historias podría ser una tarea individual o grupal.
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c Pocas palabras… muchísimas imágenes
Hay un dicho muy difundido que cuenta que “una imagen vale más que mil palabras”. Quiero proponerles invertir el dicho: unas pocas palabras nos permiten ver miles de imágenes. Para probarlo podemos elegir algunas frases de distintas historias y a partir de ellas contar lo que vemos. Por ejemplo: Se topan en las aguas altas con el barco negro, y los marinos, —¿Dónde queda San Jorge? O también: Estaban todos velando a la niña en casa de la tortillera, cuando
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c La lengua nuestra… de cada región
Conversaciones y ejercicios En cada región de México se habla una variante dialectal del español que tiene sus peculiaridades; a veces también se habla una lengua distinta del español. En todo el país se habla en español, pero ese español tiene colores muy diferentes. Pensemos, sin ir más lejos, en las diferencias entre las expresiones y la entonación de Chihuahua, Veracruz, Yucatán y Ciudad de México. Cuentos de espantos y aparecidos está repleto de palabras propias de cada región de Latinoamérica. La propuesta es encontrarlas (y si lo desean escribirlas), inferir su significado y, si no pueden hacerlo, inventarle uno. Esto seguramente les pasará cuando la historia hable de platos típicos (por ejemplo: en el relato “María Angula” de Ecuador hay muchas recetas, y como son platos regionales deberemos apelar a nuestra imaginación para pensar cómo se preparan). Prueba… está rico ![]() Seguramente en cada comunidad donde conversemos, miremos libros o leamos, se preparan algunos platillos exquisitos que sólo se conocen en el lugar, o a lo sumo en la región. Platicar sobre los que más nos gustan, escribir acerca de sus ingredientes y de su preparación, pedirles a los participantes que algún día nos conviden alguno o nos cuenten cómo los elaboran pueden ser actividades muy interesantes. Si tuviera que leer en voz alta… si tuviera que narrar… No se trata sólo de gustos, tampoco sólo de cómo está escrita la historia. En realidad, las elecciones personales para leer con y para otros o para armar proyectos de narración oral son producto de la combinación de ambas cosas, y esas combinaciones pueden dar lugar a múltiples elecciones. Les propongo que el ejercicio de elección de dos historias para leer en voz alta y dos para narrar lo hagan primero los maestros. Que cuenten el motivo de sus elecciones y cómo se han preparado para compartir la lectura. Luego será muy bueno que cualquier asistente a estos encuentros haga el esfuerzo de elegir y de argumentar la elección. No se trata de tomar el camino corto, con el habitual porque me gusta; lo interesante es dar argumentos que den peso y certeza al o los motivos de la elección. Volver, dar la vuelta, regresar, detenerse, Estos relatos no son de difícil lectura. Como tienen su origen en la tradición oral, su transformación en textos escritos mantiene el sabor de la conversación cara a cara. Al leerlos más de una vez, recuperaremos (o construiremos) entonaciones que nos acerquen a ciertas intenciones que no podríamos percibir si sólo se hiciera una lectura. Si los asistentes a la biblioteca se dividen en varios grupos, cada grupo podría elegir un relato para leerlo y releerlo, de modo que cuando se presente ante los demás tenga los matices y colores que descubran o creen. No importa que dos grupos elijan el mismo relato, al contrario, los diferentes matices que se descubran en la lectura de cada grupo enriquecerán el concepto de lectura. Tijera en mano Al leer en voz alta siempre hay palabras o incluso frases completas que nos gustaría que no estuvieran. Su lectura nos puede incomodar por múltiples motivos (porque nos resultan ajenas o carentes de significado, porque nos hacen perder el ritmo, porque suponemos que ciertas palabras o frases podríamos reemplazarlas por otras…). Tomarse el trabajo de releer y decidir qué palabras o frases suprimiríamos o agregaríamos nos coloca en una actitud activa respecto de la lectura. De ese modo, no seremos sólo consumidores sino productores conscientes de significado. Probar cómo suena el texto con los cambios que deseamos hacerle es algo posible y deseable: evidenciará que estamos atentos ante lo que leemos y que tenemos formas personales de escuchar y de sentir las historias. ♦
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c Referencias
CUETO, M., M. Martínez, L. de la Peña, A. de la Vara (1987). Cuéntanos lo que se cuenta. México: Conafe. Disponible en: <bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/index.php?clave=secuenta>. Ir al sitio DE LA PEÑA, L. (organización de textos) (1989). Cosecha de versos y refranes. México: Conafe. Disponible en: <bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/index.php?clave=cosecha&pag=2>. Ir al sitio JACOB, E. (selección de textos) (1985). Costal de versos y cuentos. México: Conafe. Disponible en: <bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/index.php?clave=costal>. Ir al sitio RAMÍREZ, E., M. Á. Rodríguez (1987). Tres enamorados miedosos. México: SEP-Dirección General de Publicaciones y Medios. VV. AA. (2001). Cuentos de piratas, corsarios y bandidos. México: CIDCLI. VV. AA. (1984). Cuentos de espantos y aparecidos. s.l.: Coedición Latinoamericana. NOTAS* Maestro y, desde hace más de 25 años, formador de maestros en varios países de América Latina. Actualmente reside en Argentina, donde dicta seminarios y conferencias. Pasa algunos meses del año en México dando charlas y talleres a maestros, profesores de educación media y educadoras de nivel preescolar.
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c Créditos fotográficos
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