Aulas virtuales: LA OPORTUNIDAD DE REINVENTARNOS EN LA DOCENCIA Elizabeth Palomares Contreras[*] El cerebro sólo aprende si hay emoción. FRANCISCO MORA ![]() La experiencia vital del inicio de la pandemia por Covid-19 nos llevó a nuevos planteamientos desde el confinamiento. Este artículo se centra en la puntual invitación a todos los actores educativos para aprovechar la oportunidad de reinventar la práctica pedagógica, optimizando y perfeccionando el acto de enseñar y trascender en momentos tan críticos como el actual. El análisis de la valiosa experiencia del aula virtual (o Classroom), en el ámbito de la educación inicial, preescolar y primaria, permite ofrecer una propuesta de cambio que colabore con la tarea docente y directiva en las tareas de innovación brindando herramientas y sugerencias.
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c Presentación
El pasado ciclo escolar nos dejó aprendizajes generados en medio de una pandemia inesperada, de sorpresa, de miedo, de resistencia, de angustia, de zozobra y de la necesidad de reconstruir y reinventar, apostando por una educación transformadora. El confinamiento llegó sin avisar, en meses que tradicionalmente son de gran alegría, de festivales, de actividades, de una hermosa estación: la primavera de nuestro México, caracterizada por el color, las flores de Morelos, la fiesta y, en suma, la alegría. Los sentimientos y emociones que surgieron y percibí en los padres de familia y docentes fueron miedo, ansiedad, desconcierto, inseguridad y desconfianza. Apareció el estrés en docentes, directivos y en general en la comunidad educativa. Estas emociones y sentimientos, a pesar de todo, nos proporcionaron grandes aprendizajes para detenernos, recuperarnos y actuar de diferente manera, considerando la urgencia de planificar, organizar, sistematizar y priorizar. Diseñar actividades para compartir y alimentar el proceso de aprendizaje de todas las secciones: inicial, preescolar, primaria y secundaria, nos invita a disponer de los diferentes materiales adecuados en casa. Pensar en que todo tiene una aplicación y un uso para destinarlo a un aprendizaje; por ejemplo, con una simple hoja vemos geometría, color, forma, textura, de dónde proviene, y si al terminar se plasma en ella un dibujo, un texto o se crea una obra de origami que emocione, esa simple hoja de papel se convierte en algo extraordinario, que enfrenta a los alumnos a la resolución de problemas de forma creativa. Una preocupación adicional a la intelectual y de conocimiento es la relativa al lado humano, a la conexión y el acercamiento con los alumnos, dando lugar a que expresen lo que cada uno siente y experimenta, aquello que le inquieta o interesa compartir respecto a lo que vive en su hogar. A pesar de la distancia, en cada inicio de clases o en algún momento se debe sentir y conectar con los alumnos, generar un abrazo y el goce de verse en la pantalla, para ir introduciendo de manera sistemática y organizada los contenidos de aprendizaje al tiempo que se pierde el miedo a la pantalla, a comunicarse por este medio virtual.
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c Nuevas formas de aprender y enseñar
Después de haber tenido la experiencia de clases virtuales durante estos meses, de observar los detalles y de colocar la lupa en cada acción que se desarrolló, puedo decir que todo lo que hacemos está a la vista de todos a través de la pantalla. Esta nueva realidad provocada por el Covid-19 nos obliga a docentes, directivos y agentes educativos a redireccionar aquello que hicimos de manera instintiva, forzada, sin quizá ninguna capacitación sobre competencias digitales, sólo con buena intención y disposición; con limitantes que pasaban inadvertidas en algunos momentos, y en otros no tanto, por ejemplo: no controlar al grupo, hablar con voz apagada o hasta con cierta pena, dar la clase en una sola dirección (es decir, sólo hablaba el docente), mostrar irritabilidad, con problemas compartidos de audio y miradas de cansancio en algunas ocasiones. Todas estas dificultades limitan el ambiente de aprendizaje y lo convierten en inapropiado para que los alumnos participen en un proceso de enseñanza útil y significativo. En este sentido, María del Carmen Rodríguez (2018) destaca la importancia de descartar los obstáculos espacio-temporales y más bien atender y colaborar en el aprendizaje autónomo e independiente, así como también generar el autoaprendizaje colaborativo y grupal. De tal manera que el uso de las tecnologías de la información en la educación logre brindar características que se han de considerar si se desea perfeccionar el interés de los alumnos; no obstante, el uso de esas tecnologías no garantiza una enseñanza, ya que es necesario un proceso de organización didáctica. En función de lo planteado, una invitación interesante y reveladora nos ofrece también Gardner (2015): la averiguación directa sobre la forma y el modo en que se desarrollan las capacidades de los alumnos, ya que resulta importante resolver problemáticas, encontrar sentido en el saber y al mismo tiempo descubrir que pueden combinar sus diferentes inteligencias para conseguir metas e inspiraciones de vida: la inteligencia lingüística, la lógico-matemática, la espacial, la musical, la corporal y cinética, la interpersonal y la intrapersonal. Así pues, estas inteligencias se pueden adaptar a la metodología virtual, y los docentes pueden recurrir a la aplicación de ellas de forma imaginativa y creativa. Es necesario resaltar que ambos conceptos son diferentes. “La creatividad lleva los mecanismos de la imaginación a otro plano. […] creatividad es: ‘El proceso de tener ideas originales que tengan valor’” (Robinson, 2009: 99). En ese sentido, la creatividad nutre a la imaginación, de forma que se descubren nuevas soluciones a los problemas, provocando intenciones innovadoras. “Producir nuevas ideas, imaginar diferentes posibilidades, considerar opciones alternativas […] [supone] un delicado equilibrio entre producir ideas, analizarlas y evaluarlas” (Robinson, 2009: 105). ![]() Los docentes deben diseñar actividades para compartir y alimentar el proceso de aprendizaje
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c Una mirada introspectiva para cambiar
Tras el paso de los días y las semanas, se cumplía con las tareas, buscando esa precisión que la educación presencial nos provee, pero con el transcurso de los meses, las múltiples respuestas permitían conocer el resultado mucho más allá de lo planteado. Hoy, al rodar la película de nuestro actuar educativo, de lo que hicimos durante estos meses de acción docente, es posible reflexionar sobre la urgencia de dar un giro a nuestra práctica educativa. Esta experiencia tiene que cambiar el acto educativo, de la función del docente, para atrapar, divertir, convertir lo sencillo en algo extraordinario, vivir las experiencias de aprendizaje de manera más dinámica, proactiva, emotiva, significativa, relevante y transformadora, con la finalidad de centrar al grupo, de precisar y ampliar información, para puntualizar y superar errores conceptuales, de manera que los alumnos logren establecer los puentes cognitivos entre los conocimientos previos y los nuevos, para favorecer la construcción de aprendizajes significativos. Para ello es preciso contener y moderar las sesiones, observar y continuar el proceso del grupo a fin de ayudar en todo momento de manera individual y colectiva. Es momento de reconocer y de saber que se hizo lo mejor con lo que se sabía y se conocía hasta ahora. Sin embargo, también conviene darnos el tiempo para recapacitar y preguntarnos: ¿Cuál es la ganancia de este inicio de confinamiento? ¿Qué aprendizaje nos deja? ¿Qué podemos cambiar? ¿A qué nos comprometemos? Esto nos permitirá pensar en tomar un mejor camino que dé luz y seguridad en la tarea de enseñar. Aprovechar lo experimentado para reconocer lo que se hizo y lo que hace falta, nos preparará para hacer los cambios necesarios con la posibilidad de dar otra dirección y sentido a nuestras clases virtuales, a las relaciones con los alumnos, los colegas y los padres de familia. Durante mi experiencia en esta crisis del Covid-19, en la coordinación de maestros, directores y en la observación del trabajo pedagógico, aprendí la gran importancia de partir de una conexión con la triada educativa: docentes, padres de familia y alumnos, con la finalidad de conseguir una mirada multidireccional y dinámica, facilitando y preparando la atención para hacer atractivos los ambientes de aprendizaje virtuales. No todos estaban preparados para esta ardua tarea, de cambio y de adaptación. Percibí en algunos docentes la falta de actitud, de organización, de planeación, de dirección, de criterio, de decisiones, de compromiso e incluso puedo decir que de vocación y de pasión por la tarea educativa. Ante esta situación, la labor se hace más agotadora y estresante para todos los integrantes de un equipo: por un lado, hay quienes esperan de manera pasiva a que se les dé dirección, pero una vez que se les da no la siguen, perdiendo el rumbo por tareas domésticas o desorganizando el tiempo, hasta confundir sus responsabilidades; por otro, quien da las indicaciones se percibe con mayor frustración cada vez, hasta ocasionar un ambiente confuso y tenso.
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c Reinventar el acto educativo
Ante este panorama, es urgente replantear cada una de las actuaciones en esta película, puesto que se aprecian grandes aprendizajes. Por ejemplo, es necesario fortalecer a aquellos maestros que ven en su profesión una vocación, que sí quieren continuar trabajando en este desafío educativo, dando lo que saben y también con gran disposición para aprender. A esos maestros se les aplaude su iniciativa y preocupación por hacer clases diferentes, pensadas a partir de las características de desarrollo, las inteligencias múltiples, los talentos y las necesidades de sus alumnos. Por lo tanto, puede comprenderse el aporte de Zabala (1998) respecto a que las intenciones educativas y el hecho de que el docente es el mediador entre el alumno y la cultura, requiere atender la diversidad y los diferentes escenarios para retar, o dirigir, o en otros momentos proponer y constatar considerando las diversas formas de aprender. Importan, y por muchas razones es trascendental, que existan muchos más docentes comprometidos con los alumnos, con el momento histórico que nos toca vivir, con la posibilidad de adaptarse a estos cambios que llegaron para quedarse, con la voluntad de convertir los retos en grandes oportunidades, favoreciendo el quehacer docente y la responsabilidad que asumimos al ser profesionales de la educación. Sin duda, este cambio implica que el docente debe generar interés en los alumnos para asimilar los diferentes contenidos y actividades, pero sobre todo la articulación que conforman los bloques pedagógicos, siendo él quién enganche, acompañe, oriente, asesore, conduzca y motive para la construcción del conocimiento. Aprende el maestro y aprende el alumno, ambos adquieren nuevas habilidades. Una de las aportaciones respecto a que las emociones encienden y mantienen la curiosidad y el interés por el descubrimiento de todo lo que es nuevo, es de Francisco Mora, quien sostiene: El que instruye debe ser consciente de este mecanismo esencial (emoción) como vehículo de sus palabras si quiere que éstas alcancen al que aprende de un modo sólido y convincente. Y esto hay que saberlo bien, máxime hoy que en nuestra cultura, en los colegios, incluso a los niños pequeños, se les enseñan conceptos cognitivamente complejos de modo aséptico, desconexionados tantas veces de significado emocional. Y esto es un error, pues nada se llega a conocer más que aquello que se ama, aquello que nos dice algo (2013: 67). Dentro de este marco, hoy por hoy, el acto educativo virtual requiere colocar el lente en cada acción pedagógica, con la intención de construir al mismo tiempo, no sólo ambientes de aprendizaje, sino también de afecto, con miradas de atención y de escucha, en donde se perciba el acompañamiento del maestro, que está presente para entender, atender, ser y estar con la comunidad educativa. Estas experiencias comprometen al docente a renovarse y reinventarse continuamente para posibilitar un aprendizaje activo, proactivo y significativo en sus alumnos. En tal sentido, ofrezco algunas propuestas, resultado de mi observación, con el propósito de que puedan ser tomadas en cuenta para la mejora de nuestras aulas virtuales: En relación con el aprendizaje ![]()
En relación con los docentes ![]()
En relación con los alumnos ![]()
En relación con los padres ![]()
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c Referencias
GARDNER, H. (2015). Inteligencias múltiples. La teoría en la práctica. Barcelona: Editorial Paidós. MORA, F. (2013). Neuroeducación. Sólo se puede aprender aquello que se ama. Madrid: Alianza Editorial. ROBINSON, K., y L. Aronica (2009). El elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo. Barcelona: Penguin Random House. RODRÍGUEZ, M. del C. (2018). Perfiles de aprendizaje y tecnología educativa. En: Educación y tecnología: estrategias didácticas para la integración de las TIC. M. L. Cacheiro (coord.). Madrid: UNED. ZABALA, A. (1998). La práctica educativa. Cómo enseñar. Barcelona: Graó. Notas * Profesora de Educación Preescolar con licenciatura en Pedagogía y maestría en Educación. Maestra en el Colegio Pillicao, Jiutepec, Morelos.
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c Créditos fotográficos
- Imagen inicial: updatemexico.com - Foto 1: michoacanenlinea.com.mx - Foto 2: twitter.com/_mppaloma/status/1297346826182561792/photo/1 - Foto 3: nation.com.mx - Foto 4: www.mibolsillo.com - Foto 5: mediatik.com.mx CORREO del MAESTRO • núm. 295 • Diciembre 2020 |