El valor DEL MAR


México está rodeado por mares; sin embargo, poco se sabe de ellos y no se aprovechan de forma sustentable. Tampoco conocemos las especies marinas que viven únicamente en nuestro país, los riesgos a los que están sujetas ni la importancia que tienen en el mundo. Este artículo relata algunos elementos relevantes de nuestro país, que cuenta con una enorme diversidad de flora, fauna y ecosistemas, en particular los acuáticos.



El valor del mar

Cuando se habla de la riqueza de especies de México, resulta inevitable, mencionar su megadiversidad biológica (las naciones poseedoras de la mayor cantidad y diversidad de animales y plantas, sumadas a la variedad de ecosistemas y diferencias genéticas, abarcan casi 70 por ciento de la diversidad mundial).

En 2002, a iniciativa del Gobierno mexicano, se celebró en nuestro país una reunión ministerial de naciones megadiversas con el objetivo de elaborar una agenda común sobre el tema de conservación y uso sustentable de los recursos naturales. Asistieron los siguientes países: Brasil, China, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, India, Indonesia, Perú, Sudáfrica, Venezuela y Australia.

A pesar de ocupar sólo 1.4 por ciento de la superficie terrestre, México alberga entre 10 y 12 por ciento de las especies de fauna y flora que existen en el planeta y tiene el quinto lugar de megadiversidad, de los doce señalados.

Nuestro país ocupa el segundo lugar del mundo en especies de reptiles, el tercero en mamíferos, y el quinto en anfibios y plantas. De hecho, todos los tipos de vegetación terrestre existen en México: bosques, selvas, desiertos, pastizales, humedales, pantanos, manglares y tundra (en lo alto de los volcanes). Esto nos beneficia, ya que podemos aprovechar, siempre de forma racional, los recursos y productos que se derivan de ellos, ya sea para uso farmacéutico, como madera, para producción de papel o incluso como atracción turística.

Sin embargo, nunca nos enteramos de la biodiversidad marina. No hay quién nos informe de la variedad de organismos marinos mexicanos, o incluso de la riqueza de los diferentes ecosistemas marinos mexicanos, a pesar de estar rodeados de mares: el Pacífico, el Atlántico (golfo de México y Caribe) y el mar de Cortés.

Mares de México


Los litorales suman 11 122 kilómetros (km) de largo, y nuestra superficie de mar patrimonial (el que se aleja de las costas 25 km mar adentro) es de 2.7 millones de kilómetros cuadrados. La zona económica exclusiva de México, franja que se extiende hasta los 370 kilómetros (200 millas náuticas) hacia el océano, es inmensa.




Por ende, tenemos la idea de que los recursos marinos son infinitos y que basta una mínima mirada sobre ellos para garantizar su continua presencia. Una vez expresada esta percepción, no volvemos a preocuparnos por el tema, ni siquiera para evaluar estos recursos, que sí, efectivamente, en México son muy diversos y contienen una riqueza biológica inapreciable.

Dada la tendencia, casi natural en el ser humano, de olvidarse de todo aquello que parece no tener fin, vale la pena saber, por ejemplo, que contamos con algunas áreas privilegiadas por su biodiversidad, por su productividad o incluso por su rareza, como el mar de Cortés.

En algunos casos, incluso amerita que se les cuide a través de un decreto de área natural protegida. ¿Qué significa esto? Es el instrumento más poderoso con el que cuenta el Gobierno mexicano en material ambiental, tanto, que lo firma el presidente, y por medio de él se regula el uso del suelo y la economía.

En este ámbito, resulta inevitable mencionar a la ballena gris, los arrecifes coralinos, la vaquita marina, o que siete de las ocho especies existentes de tortugas marinas del mundo anidan y se reproducen en los litorales mexicanos.

En el Pacífico encontramos ballenas, entre ellas la azul, el animal más grande conocido que haya poblado la Tierra, con una extensión de 30 metros y un peso de 180 toneladas.


Ballena Azul



La ballena gris recorre cerca de doce mil kilómetros para procrear en aguas mexicanas. Su migración es la más larga efectuada por cualquier mamífero. La travesía empieza a finales de octubre, en grupos organizados que salen desde el océano Ártico, nadan en dirección paralela a la costa oeste de los Estados Unidos y arriban a las lagunas de Baja California.




A estas ballenas les toma entre cinco y ocho semanas llegar a las lagunas de San Ignacio, Ojo de Liebre y a Bahía Magdalena, que han usado desde tiempos inmemoriales para su procreación y crianza.


Ballena gris



Los arrecifes de México, formados por corales, que son animales sedentarios, se localizan tanto en el océano Pacífico como en el Atlántico. En el primero, vale la pena mencionar a Cabo Pulmo, el arrecife más septentrional del continente americano y uno de los tres que aún quedan vivos de todo Norteamérica. Por ello, fue decretado como parque nacional en 1995.


Arrecife coralino del mar de Cortés, Parque Nacional Cabo Pulmo, Baja California Sur, México



Desove de meros en Xcalak


Del lado del Atlántico, están los ubicados frente al estado de Veracruz, y la joya de la corona: los de Quintana Roo. Allí inicia la segunda barrera arrecifal más larga e importante del mundo, después de la de Australia. Sobre esa zona hay más de diez decretos de áreas naturales que buscan protegerlos de actividades perniciosas y mantener su biodiversidad. Están los parques nacionales de Cancún, Cozumel, Puerto Morelos y Xcalak, las reservas de la biosfera de Sian Ka’an y Chinchorro, así como el área de protección de flora y fauna de la porción norte de la isla de Cozumel. En algunos de ellos se reproduce el caracol rosado, en peligro de extinción, o se desarrollan fenómenos ecológicos de gran trascendencia, como el desove de los meros, pez muy preciado en términos alimenticios y también muy importante para equilibrar la cadena trófica de estos ecosistemas.

El mar de Cortés ocupa un sitio especial. Es un mar interior cuyas aguas son 100 por ciento mexicanas, y donde confluyen las playas de cuatro estados: Baja California Sur, Baja California, Sonora y Sinaloa. Tiene una extensión aproximada de mil doscientos kilómetros y doscientos veintidós kilómetros de ancho. Dadas sus características geomorfológicas, heterogeneidad, aislamiento y condiciones ambientales, es uno de los puntos del planeta con mayor biodiversidad. Sus islas e islotes aislados, manglares, ensenadas y rocas han provocado una maravillosa adaptación a entornos minúsculos y macrobióticos, desiertos áridos, al mar, y también, una altísima proporción de especies endémicas (aquellas que sólo se desarrollan en un lugar específico). Hay aves, cactáceas, reptiles y peces que no podrán ser vistos en ningún otro lado.


Delfines en Bahía de los Ángeles, Baja California, México



Aquí vive la vaquita marina, un cetáceo (marsopa) exclusivo de la región norte, afectada por las redes camaroneras (de arrastre) –éstas, al arrasar con el fondo marino, eliminan parte de su alimento–, pero sobre todo por las redes agalleras, donde queda atrapada y muere. Es un animal muy tímido y su avistamiento se considera un privilegio.


Vaquita marina



Las acciones para protegerla comenzaron en los años noventa, regulando el uso de redes agalleras asociadas a la pesca de la totoaba (otra especie endémica de nuestro país), un pez con alto valor comercial.

Después se prohibió el empleo de este tipo de redes, en las cuales también quedan atrapados otros animales valiosos: tortugas, delfines y tiburones, y además se demarcó el espacio para la pesca de camarón; pero, lamentablemente, esa medida se tomó muy tarde. En la actualidad, se estima que la población de vaquitas no rebasa los cien individuos, es decir que genéticamente ya no tiene factibilidad para sobrevivir. Así, los mexicanos ocupamos un deshonroso lugar en la próxima desaparición de un mamífero marino.


Las vaquitas marinas mueren al quedar atrapadas en las redes agalleras



Vaquita marina muerta por red agallera, 2008



En lo que se refiere a las tortugas, éstas tienen características únicas, como procesos reproductivos o ciclos de vida completos desarrollados exclusivamente en aguas mexicanas, que conforman de manera muy peculiar y concreta el perfil de algunas zonas de nuestros mares, ecosistemas y costas. En México está prohibido comerciar con ellas. Aun así, corre peligro la tortuga laúd, que puede llegar a medir casi dos y medio metros y a pesar seiscientos kilos.


Tortuga laúd



Vale la pena destacar un estudio (NOAA Coastal Ocean Program, 1995), que aporta cifras ilustrativas en relación con el valor económico de los sistemas biológicos y presenta una clasificación sólida y bien sustentada. Establece 16 categorías primarias, que abarcan tanto el ámbito terrestre como el marino. Los sistemas marinos se dividen en aguas abiertas y zonas costeras, que a su vez se subdividen en estuarios, zonas de pastos marinos, camas de algas, arrecifes coralinos y la propia plataforma continental. Los sistemas terrestres se desagregan en dos tipos de bosques (templados y tropicales), pastizales, pantanos, humedales, lagos y ríos, desiertos, tundra, hielo perenne y terrenos urbanos.

Según sus estimaciones, los ecosistemas en el ámbito global generan por lo menos 33 billones (millones de millones) de dólares anuales, el equivalente a 1.8 veces el producto interno bruto mundial. Cerca de 63 por ciento del valor total estimado lo proporcionan los sistemas marinos, y en particular los costeros.

Con todas las reservas e incertidumbre del caso, hay que destacar la primacía de los sistemas marinos respecto a los terrestres en la generación de servicios y recursos que proporcionan bienestar a las personas. Sin duda alguna, de ahí se deriva la tendencia milenaria a habitar en sus orillas. Es difícil concebir la historia del ser humano sin los océanos y su papel comunicante.

En México están olvidados los mares. Son varias las razones de ello, y en gran parte radican en factores culturales, pero siempre se llega tarde en el desarrollo de políticas públicas de regulación y conservación de sus recursos. Quizá históricamente se ha minimizado su importancia y por lo tanto no se han afrontado sus problemas con la profundidad debida. Sin embargo, hoy urge resolverlos, porque con las redes de arrastre utilizadas, la ausencia de regulación pesquera, la falta de ordenamientos marinos, y las escasas acciones de conservación, se están destruyendo con permiso grandes porciones de la plataforma continental y una enorme variedad de recursos marinos.

La sobrevivencia de estos organismos marinos en México, y de cualquier otro, va más allá de conservar la biodiversidad marina mexicana o mundial. A lo largo de la historia, los océanos conducen al descubrimiento de nuevas tierras, a la mezcla de culturas y al típico comportamiento guerrero y agresivo del hombre; vectores cruzados sobre el plano marino, que actúa siempre como fiel transporte y conductor de experiencias de un lado al otro del planeta. Hay una intrincada red de relaciones establecida entre el ser humano y el mar, orgánica, cambiante y secreta. Si se extingue una especie, se altera el equilibrio; el error es irremediable, la responsabilidad, mayúscula y, desde luego, exclusivamente nuestra.

Referencia

NOAA Coastal Ocean Program (1995). Economic Valuation of Natural Resources. A Handbook for Coastal Resource Policymakers. Silver Spring (EE.UU.): U.S. Department of Commerce.

Enlaces a videos filmados en aguas mexicanas

BALLENA azul (Balaenoptera musculus) en Loreto, Baja California Sur, México (4:29). Disponible en: . Ir al sitio

FRISCIONE, A. (2016). Xcalak. Un tesoro por descubrir (24:25). Disponible en: . Ir al sitio

JOHNSON, C. (2013). Vaquita. Salvando a la marsopa del desierto (9:29). Disponible en: . Ir al sitio

MADRE naturaleza: Vaquita marina (4:52). Disponible en: . Ir al sitio

NACIMIENTO de tortugas marinas en playa La Escobilla Oaxaca (5:49). Disponible en: . Ir al sitio

VIAJES asombrosos. La migración de la ballena gris (9:32). Disponible en: . Ir al sitio

NOTAS

* Directora general de Sociedad Informada, A. C. Especialista en medio ambiente, desarrollo urbano y rural, prevención de la violencia y delincuencia.
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