Estudiantes en un
ambiente familiar hostil

EFECTOS Y AYUDA

Gabriela Oseguera Altamirano[*]



Cada familia tiene su propio bagaje cultural, experiencias, recursos y antecedentes; con estos elementos, cada una busca enfrentar las situaciones que se le presentan en su vida diaria. En la actualidad, la distinción entre familias funcionales y disfuncionales ha quedado rebasada, ya que se parte del supuesto de que todas tienen aspectos que no funcionan bien, hacen lo que pueden con lo que tienen y tratan de funcionar de la mejor manera con ello. Ahora bien, es claro que algunas logran enfrentar los retos de una mejor manera, mientras que otras encuentran más complicaciones; en estas últimas se centra este artículo.




c Estudiantes en un ambiente familiar hostil. Efectos y ayuda

Las situaciones adversas que enfrentan las familias siempre implican consecuencias y, en algunos casos, éstas tienen un mayor y más duradero efecto negativo en la interacción de sus miembros, así como en la salud y el desarrollo personal, emocional y escolar de sus integrantes, principalmente en los más jóvenes. El óptimo rendimiento en cada uno de estos aspectos es muy relevante en niñas, niños y adolescentes, ya que se encuentran en una etapa de la vida en la que absorben con mayor facilidad lo que ven y escuchan y en la que su entorno ejerce una mayor influencia sobre ellos.

A continuación se abordan algunas características de las familias que presentan disfuncionalidad, así como los efectos que vivir en una de ellas tiene en la vida escolar de estudiantes menores de 15 años, y al final se proveen algunas técnicas y consejos para tratar con estudiantes afectados por estas situaciones.

c La familia y el desarrollo de los menores

El bajo rendimiento académico no es un estado permanente y depende tanto del estudiante como de su entorno familiar. Se trata de uno de los problemas que más preocupa a padres y maestros, pues suele dejar secuelas emocionales en los alumnos, que pueden perder el interés por su desarrollo académico y afectar así su futura realización profesional. Una situación familiar adversa es una de las causas de un bajo rendimiento escolar.

Marta Sánchez, de la Universidad de la Rioja, afirma que la familia es el primer entorno en el que el individuo se desarrolla en términos sociales, afectivos, físicos e intelectuales (Sánchez, 2012). Y aunque no todas las personas compartimos el mismo concepto y vivencia de la familia, sí es algo que todas tenemos, ya que, de una u otra manera, siempre habrá relaciones de parentesco, ya sea por vínculo consanguíneo, legal o reconocido socialmente.

En otras épocas, se consideraba como familia a la estructura de madre, padre e hijos (familia nuclear). Las Naciones Unidas reconoció también diferentes conformaciones familiares, tales como la extensa (incluye a tíos, primos y abuelos) o las uniparentales (derivadas de fallecimiento, divorcio, abandono o separación de las figuras paternas) (Jumbo, 2016). Con el paso del tiempo, el concepto de familia se ha reformulado, para abarcar el ambiente donde el individuo se siente cuidado, sin necesidad de que haya relación de parentesco directo (Equipo Editorial, Etecé, 2020). No obstante, sin importar su forma de constituirse, la familia es donde se da el primer contacto de los individuos con la vida social y cultural, donde adquieren la base del comportamiento y de los valores que cultivarán en el futuro (Equipo Editorial, Etecé, 2020).

Habiendo establecido esto, se puede deducir que, si el ambiente familiar no es sano, el individuo que se desarrolla en él corre el riesgo de adoptar conductas inadecuadas aprendidas en casa o, simplemente, será objeto de influencias negativas que, muy probablemente, tendrán efecto en su vida personal, social y escolar.

c Características de las familias que presentan disfuncionalidad

Edith Sánchez (2018) señala que la disfuncionalidad en una familia se da cuando sus integrantes no están física, mental ni emocionalmente preparados para proveer un ambiente familiar adecuado para su sano desarrollo. Dada la complejidad del ser humano, nadie llega a conformar una familia estando totalmente preparado para ello; sin embargo, ayuda mucho el trabajo de autoconocimiento y el desarrollo de la inteligencia emocional como factores que favorecen la salud física y emocional del individuo y, por consiguiente, ofrecen un mejor pronóstico para la funcionalidad de su entorno familiar.

Aunque cada familia hace lo mejor que puede con lo que tiene, no significa que siempre logre promover el bienestar de cada uno de sus miembros. ¿Cómo saber si una familia tiene una dinámica disfuncional? Diversas personas especialistas en el tema han detectado elementos característicos de dicha situación, por ejemplo:


Presencia de abuso, que se entiende como “todo acto destinado a hacer daño a otra persona que está en posición de desventaja o vulnerabilidad” (Sánchez, 2018).

Presencia de sentimientos de inferioridad e inseguridad, que son reforzados por el resto de los miembros de la familia.

Presencia de episodios de violencia, generalmente derivados de adicciones o trastornos mentales o emocionales, que provocan terror o ansiedad, y “un miedo impreciso se queda habitando al interior de quienes viven esto” (Sánchez, 2018).

Ambiente de incertidumbre e inseguridad para los integrantes más vulnerables de la familia, ya que ignoran cómo escalarán las situaciones de violencia, por ejemplo, si pasarán de la violencia verbal a la violencia física. Por ello, los más pequeños: “[e]s muy probable que presenten fuertes rasgos de estrés en el día a día y de estrés postraumático, a mediano y largo plazo. Se volverán nerviosos, susceptibles, tímidos. Temerán al mundo e incluso a sí mismos” (Sánchez, 2018).


Ausencia de confianza y comunicación en el entorno familiar, pues la familia adopta un comportamiento hermético en el que no se habla sobre lo que sucede dentro de ella, tal vez para evitar prejuicios o para no sentirse aún más vulnerables. También se presentan situaciones en las que los integrantes de más corta edad sienten que a nadie le importan o piensan que no tienen voz en lo que sucede, lo cual fortalece la desconfianza en sí mismos y en el mundo. La ausencia de diálogo compromete también el establecimiento de los límites respecto al comportamiento de los hijos, ya que “al no verbalizar sentimientos, ignorar cómo expresar pensamientos, dirigirse a ellos casi exclusivamente a través de la crítica y el señalamiento hostil, la consecuencia es la pérdida mutua de la confianza, lo que lleva, a su vez, a límites intransigentes, endebles o poco claros” (Lozano et al., 2010, p. 11).



Estas características y situaciones tienen diversos efectos negativos en todos los integrantes de la familia implicada, pero especialmente en los más pequeños, porque su madurez no está lo suficientemente desarrollada como para asimilar y comprender lo que sucede, ni para deslindarse sin verse afectados por los conflictos. Es decir, los niños “todavía tiene[n] su sistema nervioso en formación, su psiquismo en construcción y su personalidad en elaboración” (Cruz, 2014, p. 108).

Es importante, entonces, que los docentes logren comprender las consecuencias de vivir en familias con una o varias de las características mencionadas, de modo que no minimicen o conciban como actos de rebeldía, o propios de la etapa de desarrollo, comportamientos que en realidad son un llamada de auxilio, de estudiantes que requieren atención y cercanía.

Sandra Paola Jumbo, para obtener su grado de psicóloga clínica, efectuó una investigación sobre la influencia del medio familiar y su repercusión en la conducta agresiva de los estudiantes de los últimos grados de una escuela ecuatoriana de educación básica (equivalente a segundo y tercero de secundaria) y concluyó que, “como causas de las conductas agresivas el 65% refiere consumo de alcohol por parte de un miembro de la familia y un 35% manifiesta maltrato intrafamiliar. En lo que se refiere a los tipos de conducta, el 27% corresponde a la agresión física y el 58% a la agresión verbal” (2016, p. 2). Esta estadística comprueba lo establecido con anterioridad: si el estudiante se desarrolla en un ambiente hostil, su conducta social se verá afectada, en este caso, desarrollará conductas agresivas.

c Estrategias de respuesta

Una vez caracterizadas las dinámicas disfuncionales de algunas familias, así como los efectos de ello en sus integrantes de más corta edad, tal vez usted esté preguntándose: ¿Cómo puedo saber si mi alumna o alumno están viviendo en un ambiente familiar hostil? ¿Cómo trato con un estudiante que se encuentra en esta situación? ¿Qué apoyo puedo ofrecerle para que su desempeño académico y social no se vean comprometidos?

Lo primero es, claramente, identificar si el alumno o alumna está presenciando dificultades en su dinámica familiar. Este paso puede ser un tanto complicado, ya que niñas, niños y adolescentes no son muy propensos a externar sus sentimientos ni a hablar sobre sus problemas familiares; es muy probable que ello se deba a que desconocen cómo hacerlo asertivamente, a que sienten miedo a ser juzgados o a ser vistos con lástima o de una manera diferente al resto de sus compañeros. Por ello es tan relevante que los docentes presten atención a conductas inusuales en sus estudiantes, como un aumento en la irritabilidad durante un periodo prolongado, la aparición repentina de conductas agresivas o depresivas, o un descenso inusual de sus calificaciones, por mencionar algunos posibles indicios.

En cuanto a las acciones que es posible emprender una vez identificado uno de estos casos, el primer paso es mostrarle al alumno que se encuentra en un espacio seguro, donde puede expresarse sin miedo, y que el principal objetivo es ayudarle a estar mejor. También es pertinente hacerle entender que no tiene la culpa de ninguna de las situaciones vividas con su familia.

Es importante promover el tratamiento de temas que ayuden a los menores a cuidar de sí mismos

  • Para tratar con un estudiante que ha sufrido algún tipo de abuso, puede resultar útil la lectura de un artículo publicado por la Child Welfare Information Gateway (2018) sobre la crianza de un niño o joven que ha sufrido abuso sexual. Aunque éste se especializa en abuso sexual, en gran medida también es aplicable a otros tipos de abuso. Se comenta que los niños y jóvenes que han sufrido abuso posiblemente perciban el mundo como inseguro y vean a las personas adultas como manipuladoras, como personas en quienes no pueden confiar, y que es posible que también carezcan de límites y tengan dificultades para detectar situaciones inseguras (Child Welfare Information Gateway, 2018).

    Considerando lo anterior, al establecer comunicación con un alumno o alumna que esté viviendo una situación como las descritas, debe comenzarse por respetar los límites establecidos por él o ella (de contacto físico o tratamiento de temas sensibles), y promover el tratamiento de temas que les ayuden a cuidar de sí mismos sabiendo distinguir comportamientos relacionados con la manipulación, la amenaza, la seducción y el chantaje, para proceder a denunciarlos y emprender alguna acción; así como enseñarles lo que implica el respeto y el cuidado de su dignidad, para que cuenten con la información necesaria como base para actuar de la manera más pertinente o prevenir que vuelva a presentarse una situación de abuso.

    Encontrar un equilibrio entre una preocupación razonable y la sobreprotección también es importante, ya que los menores deben aprender a reaccionar ante situaciones inconvenientes y, si se presenta una preocupación excesiva, esto puede desencadenar mayor ansiedad o conductas poco sanas.

  • Para los casos de niñas y niños con baja autoestima, Marlene Elguera (2019), docente en Educación Inicial, escribió un artículo en el que aborda cómo fomentar la autoestima en ellos, para que tengan un buen desarrollo socioemocional. Con base en Ruth (2018), Elguera plantea varias pautas para fomentar la autoestima, por ejemplo:

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    Favorecer que el alumno conozca más de sí mismo para que desarrolle la autoconciencia, el autocontrol y la automotivación.

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    Presentarle situaciones en las que debe cumplir con alguna tarea, para fomentar su sentido de responsabilidad y que, al haberla realizado satisfactoriamente, pueda reconocer el fruto de su esfuerzo.

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    Poner mayor énfasis en el esfuerzo realizado que en los resultados, para que sienta que sus aportaciones son valiosas.

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    Hacer hincapié en que cada persona es única, por lo que no debe haber comparaciones de ningún tipo (desempeño académico, aspecto físico, estatus socioeconómico, etc.).

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    Mostrarle que es querido, apreciado y digno de recibir muestras de afecto, para que se trate de la misma manera y se quiera y acepte tal y como es. Que una persona se quiera y valore a sí misma llevará a que se cuide y haga cosas por estar bien, como por ejemplo hacer tareas, porque sabe que es bueno para su futuro, o ser amable y respetuoso con sus compañeros, porque no tiene razón para pensar que no merecen lo mismo que él.


    Los docentes pueden realizar diversas acciones para fomentar la autoestima de sus alumnos


  • El doctor Clark Goldstein (s. f.), psicólogo de niños y adolescentes con especialización en ansiedad y trastornos del estado de ánimo, en un artículo que publicó para el Child Mind Institute, ofrece varias recomendaciones sobre qué hacer y qué evitar al tratar con niños que sufren de ansiedad. Por ejemplo, él sostiene que es importante no querer “desaparecer” la causa de la ansiedad, sino que se debe permitir que el niño aprenda a tolerar la ansiedad y que se dé cuenta de que hay formas sanas de enfrentar la situación.

    Por otra parte, se comenta que es efectivo no hacer preguntas enfatizando el sentimiento, para no fomentar el ciclo ansioso, por ejemplo, en lugar de preguntar: ¿estás nerviosa por tu presentación?, preguntar ¿cómo te sientes para tu presentación? Si el alumno muestra ansiedad, no se deben minimizar sus sentimientos, sino mostrarle empatía y hacerle sentir que usted está allí para ayudarle a superar la situación.

    Una técnica muy útil es repasar con el alumno los posibles escenarios derivados de la situación que le preocupa, para que así pueda dimensionar su angustia y crear planes de respuesta; por ejemplo, si expresa que sus papás se pelearon en casa y que tiene miedo de volver, preguntarle lo que se imagina que podría pasar y cómo piensa que podría responder ante ello, a fin de conducirlo hasta un punto en el que se le ocurra, por ejemplo, que podría llamar a algún familiar para informarle de la situación y que lo auxilie de la manera que se necesite. Al contar con un posible plan de acción, el estudiante se sentiría más seguro, ya que tendrá una idea de cómo enfrentar el posible escenario.


Si el alumno muestra ansiedad, no se deben minimizar sus sentimientos, sino mostrarle empatía

c Para concluir

La familia es el primer espacio de contacto de un individuo con la sociedad, en ella desarrolla sus principales y primeras habilidades de interacción con el mundo, aprende conductas y patrones observados y vive las repercusiones de todo lo que ocurre en ella (tanto de una forma positiva como negativa). Habiendo presentado ya, de manera general, lo que caracteriza a una familia que presenta disfuncionalidad, unido a la relación establecida entre el ambiente familiar y el desempeño personal, social y escolar de sus integrantes, principalmente de los más pequeños, se concluye que si el infante se desarrolla en un ambiente familiar hostil, se verá afectado negativamente en diversos ámbitos y desarrollará conductas inadecuadas o poco sanas.

Hay diferentes indicios que pueden señalar que el estudiante está siendo afectado por problemas en casa y cada uno de ellos debe ser abordado de manera especial, teniendo siempre en cuenta que hacerle sentir seguridad y confianza es primordial.

Asimismo, ha de reconocerse que, al tratar con estudiantes que se encuentran en situaciones familiares desfavorables, ni la propia familia ni los docentes son personas capacitadas para atender profesionalmente la situación. Por ello, este artículo tiene como único objetivo ofrecer una primera guía, por lo que se recomienda buscar apoyo en el departamento de psicopedagogía de la escuela o en una instancia especializada de carácter público, a fin de que el alumno, en primera instancia, reciba contención. Asimismo es recomendable establecer comunicación con la madre, padre o tutor y tratar de infundir conciencia sobre lo imprescindible que resulta buscar apoyo psicológico para la familia.

c Referencias

Child Welfare Information Gateway (2019). La crianza de un niño o joven que ha sufrido abuso sexual: una guía para padres de crianza y adoptivos. Department of Health and Human Services, Children’s Bureau. https://www.childwelfare.gov/pubPDFs/abuso_sexual.pdf Ir al sitio

CRUZ, Purificación (2014). Creatividad e inteligencia emocional. (Cómo desarrollar la competencia emocional, en Educación Infantil, a través de la expresión lingüística y corporal). Historia y Comunicación Social, 19(número especial), 107-118. https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/44944/42322 Ir al sitio

Equipo Editorial, Etecé (2020). Familia. https://concepto.de/familia/ Ir al sitio

ELGUERA, Marlene (2019). Fomentar la autoestima en el niño para un buen desarrollo socioemocional. Educación, 25(1), 63-66. https://revistas.unife.edu.pe/index.php/educacion/article/view/1770/1777 Ir al sitio

GOLDSTEIN, Clark (s. f.). Qué hacer (y no hacer) cuando los niños están ansiosos. Cómo respetar los sentimientos sin avivar los miedos. Child Mind Institute. https://childmind.org/es/articulo/que-hacer-y-no-hacer-cuando-los-ninos-estan-ansiosos/ Ir al sitio

JUMBO, Sandra (2016). Influencia del medio familiar y su repercusión en la conducta agresiva de los estudiantes del 8vo. y 9no. año de básica de la escuela “Adolfo Jurado González” de la Ciudad de Loja. Periodo 2015. Tesis para la obtención de grado de psicóloga clínica, Universidad Nacional de Loja [Ecuador].

LOZANO, Angélica; Torres, Patricia, y Olivas, María Luisa (2010). Factores familiares que inciden en la conducta disruptiva y violenta de niños, adolescentes y jóvenes, Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana-Secretaría de Seguridad Pública.

SÁNCHEZ, Edith (2018). Familia disfuncional: 5 características. https://lamenteesmaravillosa.com/familia-disfuncional-5-caracteristicas/ Ir al sitio

SÁNCHEZ, Marta (2012). El papel de la familia en la educación. Trabajo final de máster, Universidad Internacional de la Rioja-Facultad de Educación. https://reunir.unir.net/bitstream/handle/123456789/656/Sanchez%20Marta.pdf Ir al sitio

Notas

* Licenciada en Psicología con maestría en Terapia Familiar y especialidad en Psicología Clínica.

c Créditos fotográficos

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CORREO del MAESTRO • núm. 308 • Enero 2022