Cuentos para CONVERSAR
Gerardo Daniel Cirianni[*] ![]() Es interesante que la palabra cuento en nuestra cultura se equipare a la palabra mentira. “No me venga con cuentos” es una expresión común que, nadie lo ignora, es una forma de decir “No me engañe”. Esto no es casual. Relacionar ficción con mentira forma parte de una idea de la vida que ha marginado los sueños, que los ha puesto en un orden de importancia bastante menor. Es preciso volver a poner los cuentos en el lugar que se merecen, o sea, en el centro de nuestra vida. Vemos dos motivos para que así sea: hacer la vida cotidiana más llevadera para todos y poder mirarnos desde un lugar poco habitual.
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c Cuentos para conversar
En los cuentos, parece que las cosas les ocurren a otros, aunque en realidad lo que nos llama la atención en lo que les pasa a esos otros es que se trata de cosas que nos preocupan, agradan o interrogan Los cuentos nos presentan personajes y acontecimientos que se desarrollan en tiempos específicos. Las cosas que les ocurren a estos personajes generan atmósferas que producen cierto tipo de emociones, y los sucesos se enlazan de tal manera que es probable predecir desenlaces, aunque muchas veces éstos no ocurran como los habíamos previsto. ¿No es acaso así la vida de todos nosotros? ¿No son estos personajes, sus lazos o sus rupturas, las atmósferas que ocurren a partir de lo que hacemos o lo que nos hacen, lo que da lugar a desenlaces predecibles, aunque a veces el azar o lo transitoriamente inexplicable decida otro rumbo de las cosas? Por eso es tan importante leer cuentos, porque desde allí miramos un mundo en apariencia ajeno que, de golpe, en un recodo de la historia nos confronta con nuestra propia realidad. Hay entonces, en la lectura de cuentos, propósitos estéticos, de disfrute con las palabras por el disfrute mismo, y también propósitos de fortalecimiento del pensamiento lógico y de reflexión sobre el plano de las emociones. Todo ocurre de manera simultánea; si hacemos la distinción, es por motivos meramente didácticos. Hemos elegido, para empezar, seis historias muy diferentes. Creemos sin embargo que todas tienen un gran valor literario y que su amplitud temática y estética permitirá a personas muy diferentes encontrar en por lo menos una o dos de ellas, ecos suficientemente fuertes como para continuar búsquedas personales que les permitan seguir alimentando ese mundo interior, tan diferente y también tan parecido al que a cada uno nos rodea. ![]()
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c Ideas para compartir, oportunidades para conversar
La infancia, la familia, la escuela nos han dejado imágenes, recuerdos, que todos tenemos, aunque rara vez volvemos a ellos. Traerlos a nuestro presente dará lugar a conversaciones riquísimas. Podemos reconstruir anécdotas de todo tipo y cada una de ellas reflejará emociones diversas. Alguien afirmó alguna vez que infancia es destino. Creo que es una afirmación un tanto extrema. Sin embargo, lo que ocurra en la infancia, todos lo sabemos, influye de manera notable en nuestro modo de ser, en nuestras posibilidades emocionales y también en las restricciones a las que muchas veces nos sometemos. Les sugiero hacer una primera lectura silenciosa y luego escuchar al menos a dos personas diferentes leer la historia en voz alta, con el ritmo y las pausas que cada una considere necesarias para la mejor interpretación de lo que se cuenta. Esto podría ser antes de que se abra una ronda de conversación sobre recuerdos, experiencias, alegrías y dolores que nos ha dejado esa etapa fundamental de la vida y esos dos lugares que a todos de alguna forma nos han constituido: la familia y la escuela… Y, por supuesto, si alguien tiene deseo de escribir algo alrededor de todo esto, ¡bienvenidas las escrituras! ![]()
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c Ideas para compartir, oportunidades para conversar
En este brevísimo relato, se habla de un sentimiento fuerte y muchas veces temido: la nostalgia, la melancolía, el pesar que ocasiona un cambio, el dolor de una pérdida. El texto nos ofrece la posibilidad de reconocer este tipo de emociones para ayudar a elaborarlas y de esa forma aliviar la carga, pues negarla implica vivir con dolores cuyo origen muchas veces no podemos reconocer. A lo mejor, si nos detenemos en detalles, podríamos abrir inesperadas ventanitas de conversación. Un ejemplo podría ser: “El viaje lo trajimos lo mejor que se pudo” o la mención de la mariposa que lo acompañó un trecho hasta que lo despidió (momento especialmente dramático del relato); la enumeración detallada del cumplimiento de los encargos (que sin duda es un recurso para seguir charlando con quien ya no está, como si estuviera presente); la entrada de figuras como la del guarda del tren, que simboliza una cultura desconocida en la paz campesina, un guarda que es algo así como la presencia del control de la vida urbana; y finalmente el reconocimiento de que el personaje se siente triste, desolado, pero eso sólo puede reconocerlo cuando le piden que cante, o sea, que emplee la voz en estado de pura emoción. Este desmenuzamiento de los detalles del relato no tiene la intención del análisis literario, sino todo lo contrario: el propósito es volver a él con el recurso de la lectura en voz alta para cargar de emoción cada palabra, para darle el ritmo y los silencios que requieran las circunstancias afectivas que lo van alimentando. Lo ideal es volver a escucharlo en voces diferentes para disfrutar cada interpretación. La conversación sobre todo lo que lleven y traigan a nuestras almas esas pocas líneas no tiene límite ni tiempo; eso el grupo lo determinará. ![]()
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c Ideas para compartir, oportunidades para conversar
Los cuentos de humor con ironía son muchas veces de difícil lectura para quienes están acostumbrados a quedarse con lo superficial de la historia, con lo anecdótico. La acción de leer reclama permanentes esfuerzos de interpretación. Cuando además nos encontramos, como en el caso de este relato, con humor irónico, la lectura implica un desafío mayor, porque leer el humor implica encontrar una entonación adecuada y silencios que den más fuerza al desenlace de la historia. Existe también otra cuestión que a veces se ignora o no se tiene suficientemente en cuenta, y es que el humor no es universal, cambia mucho entre los distintos sectores sociales, culturales y etarios (grupos de edad). Por eso a veces la elección del cuento con humor no resulta la adecuada, no porque el cuento no tenga calidad literaria, sino porque no hemos tenido muy claras las características de los destinatarios con quienes queremos compartirlo. Hechas estas aclaraciones y esperando que las personas con las que compartamos la historia disfruten este relato, deberíamos invitarlas a realizar un par de lecturas en silencio para que imaginen los modos y los ritmos de su lectura. Aunque este es un cuento breve, requerirá diferentes maneras de encarar la lectura de sus párrafos. Luego de pensar bien cómo se podría leer cada uno, invitemos a que lean el relato completo en voz alta todos los que deseen hacerlo. Los intercambios posteriores de opiniones son y serán siempre la sal de estos encuentros con la palabra escrita. ![]()
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c Ideas para compartir, oportunidades para conversar
Las lecturas de los cuentos siempre nos brindan por lo menos dos posibilidades de relacionarnos con ellos: la de quedarnos en el plano de lo anecdótico, esto es, de lo que se cuenta en la superficie de la historia, o la de despertar un diálogo interior donde lo que se está contando se pueda vincular con nuestra vida, con recuerdos, circunstancias, cosas que hemos pensado, sentido o incluso padecido Por eso, con frecuencia, el mismo cuento puede tener tantas lecturas como lectores. El cuento “Los animales del arca”, por ejemplo, un niño de nueve o diez años podría entenderlo sin dificultad efectuando una lectura que se quede en la descripción de los acontecimientos. Pero si compartimos la lectura en voz alta con niños y personas adultas, es probable que el relato lleve a los adultos a conversaciones interiores sobre la convivencia o sobre la cuestión de los más débiles y los más fuertes y sus repercusiones en la vida social, o sea, a temas filosóficos o político sociales que por supuesto no estarán presentes en la repercusión que la historia pueda tener en el mundo interno de los niños. Leámoslo en voz alta, permitamos que varias voces lo interpreten cada una a su modo y charlemos sobre todo lo que nos haga pensar. Saldrán cosas inesperadas, no hay duda, todas valiosas para conocernos entre los miembros del grupo y para indagar en nuestra propia historia personal. ![]()
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c Ideas para compartir, oportunidades para conversar
¿Este relato refleja un acontecimiento real? A lo mejor sí, a lo mejor no, pero eso en realidad no tiene mucha importancia. Lo que me parece valioso es que, a partir de un rasgo de personalidad creíble en el personaje de la historia que se narra, se pone de relieve la importancia de la fantasía en la reconstrucción de los sueños perdidos, de la ficción como una herramienta para cerrar heridas, como un recurso terapéutico. Por supuesto que esta misma anécdota podría haber sido escrita sin ninguna belleza formal y por lo tanto no tener ningún valor literario. Sin embargo, en este caso, a la potencia de la anécdota se agrega el modo en que es narrada por el autor, modo que también resulta amable para intentar la oralización del texto, esto es, para leerla en voz alta a fin de recuperar el tono de la conversación. Ese tono de la conversación tan grato a los lectores iniciales y siempre grato a cualquier lector, por más experimentado que éste sea, hace aún más agradable este cuento, porque trata sobre una anécdota de la vida cotidiana, y las anécdotas de la vida cotidiana generalmente se conversan, no se escriben. Así que habría que invitar a su lectura en voz alta por todos los que quieran hacerlo para disfrutar de todas las entonaciones. Siempre habrá algún pasaje que nos resulte especialmente grato leído por una u otra persona. Y, por supuesto y como siempre, antes o después de la lectura en voz alta, la invitación a la conversación y el intercambio de ideas y emociones debería constituir una motivación importante para que la lectura nos reúna como comunidad, al menos por un rato. ![]()
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c Ideas para compartir, oportunidades para conversar
Este cuento nos permite, en primerísimo lugar, conversar acerca del placer de leer por leer. La historia se desliza deliciosamente entre colores y formas que se abren en ramillete a la imaginación de todas las personas. Esto es lo primero que podríamos hacer después de leer en voz alta este relato. Preguntar: ¿Qué sentían mientras escuchaban la historia? ¿Qué están sintiendo ahora que la historia ha terminado en su etapa de lectura, pero sigue resonando en nuestros espíritus? Traten de contar sentimientos. El tiempo de la reflexión irá llegando poco a poco. No hace ninguna falta que lo apuremos. Luego sería lindo conversar acerca de si les recuerda a alguna otra historia escuchada o leída, de la literatura clásica para niños o de la literatura en general; y, si la asocian con alguna historia que ya conocían, si pueden decir en qué se parecen y en qué la notan distinta. Y claro, después es inevitable referenciar el cuento con la vida personal de los lectores, punto en el cual será muy interesante distinguir la perspectiva de género: cómo la escuchan las mujeres y cómo lo hacen los hombres del grupo, tratando de no confrontar ni ironizar, para dejar fluir todo lo que sin restricciones ni temores quiera o pueda expresar cada persona. Hay también en el relato palabras que pueden ser el punto de partida de escuchas interiores interesantes, en particular cuando da comienzo el conflicto en el vínculo: Necesitamos, ordenó, escogió, no olvides, caprichos son palabras que giran en el universo del hombre y que pueden plantear preguntas y detonar respuestas inesperadas. Y en el universo de la mujer orbitan frases y palabras muy intensas como le pareció justo, no tenía tiempo, entristecía, tejer era todo lo que quería hacer (hay un tono irónico que tal vez no sea fácil advertir, pero ahí está de todos modos). Todo esto también será de mucho interés para abrir diálogos enriquecedores. Pero siempre es fundamental tener en cuenta que, antes que al pensamiento, es bueno llamar a los sentimientos; ellos nos permitirán ordenar todo lo que tengamos y queramos pensar de un modo más vital, menos atado a la costumbre. ¡Oh, la costumbre!, esa forma universal y atemporal de servidumbre hacia los otros e incluso con nosotros mismos. ¡Mucha suerte con todas las lecturas de todos los lectores! ♦ ![]() NOTAS* Maestro y, desde hace más de veinticinco años, formador de maestros en varios países de América Latina. Reside en Argentina, donde dicta seminarios y conferencias. Pasa algunos meses del año en México dando charlas y talleres a maestros, profesores de educación media y educadoras de nivel preescolar.
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c Créditos fotográficos
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