Curiosamente
LECTURAS BREVES
PARA MENTES CURIOSAS

Gerardo Daniel Cirianni[*]


Alfabetizarnos es plural. No alfabetizamos, sino que nos alfabetizamos cuando en el diálogo cotidiano maestros y alumnos nos enriquecemos mutuamente. ¿Qué damos?, ¿qué recibimos?, ¿cómo analizamos y discutimos nuestros encuentros y desencuentros con la palabra escrita?, de eso se trata.
    Para que ese diálogo sea fecundo, las palabras deben tener sentido para los maestros, para los alumnos y para la comunidad educativa en la que ocurre el proceso alfabetizador. Y una manera amable, potente, de ponerlas en circulación es a partir de textos breves, y diversos en temáticas, propósitos y modos del decir.
    Con “Alfabetizarnos”[1] y “Curiosamente” esperamos abrir un modesto sendero hacia esos propósitos.


Lo que va de ayer a hoy

Las ganas de que las cosas cambien

Dicen que la invención de la primera herramienta le mostró al ser humano un camino infinito: se dio cuenta que su mano podía ir un poco más allá y alcanzar objetos más lejanos, que era posible que explorara sitios donde su cuerpo no hubiera podido entrar, que con el uso de algunas herramientas, la fuerza de sus brazos parecía multiplicarse…Y entonces, se entusiasmó tanto, que ya no pudo detener el impulso de seguir inventando nuevas herramientas que le fueran permitiendo hacer cosas que antes no hubiera podido ni siquiera soñar.


Con la invención de la primera herramienta el ser humano se entusiasmó tanto, que ya no pudo detener el impulso de seguir inventando nuevas herramientas




No se sabe cuánto hace que se inventó la primera herramienta, pero seguro que fue varios cientos de miles de años atrás. ¿Habrá sido a lo mejor un palo largo que se usó para cortar algún fruto que colgaba allá, en lo alto de una rama muy frágil? ¿Habrá sido una piedra que se afiló tanto que le ayudó a destazar un animal recién cazado? La verdad, no importa mucho. Lo importante es que a nuestros antepasados les produjo tanta emoción, que los seres humanos ya no nos detuvimos hasta llegar a las naves que hoy surcan el espacio.


Y miles y miles de años después…

Los mismos seres que se divertían cortando frutos con esa especie de lanza primitiva que habían inventado, o, mejor dicho, no los mismos, sino sus tátara, tátara y recontratataranietos inventaron la escritura. Claro que no era una escritura como la que usamos ahora cuando leemos el diario, ni estaba tampoco dibujada sobre papel. Pero eso sí, uno de los usos que le dieron en ese tiempo sigue siendo muy útil todavía, tan útil que muchas personas hoy quieren aprender a escribir y a leer para lo mismo, y desde luego que ese interés es muy razonable.

¿Cuál es ese uso? ¿Cuál es ese interés? Dejar constancia de un nombre, un número, una idea o una emoción.

La escritura permitió que la palabra permaneciera en el tiempo y llegara a otros que vivían muy lejos. Nuestros antepasados se dieron cuenta de que ya no dependían de la memoria, que podían volver cuantas veces quisieran a eso que habían escrito, para recordar, para recordarle a otros, para volver a pensar, para volver a sentir. Ese tipo de cosas descubrieron los humanos hace ya casi siete mil años, ese es el tipo de cosas que hoy seguimos descubriendo con la escritura. Nada más ni nada menos.


En todas las civilizaciones la escritura comenzó siendo dibujo (escritura pictográfica)

Y ahora

Que ya han pasado seis o siete mil años desde que la primera mujer o el primer hombre dejaron en una piedra una marca de escritura, nos parece natural que, así como las primeras herramientas les dieron más alcance a nuestras manos o más fuerza a nuestros brazos, la herramienta que es la escritura le dé más alcance a nuestros ojos, a nuestros oídos, a nuestro pensamiento y a nuestra emoción.

Porque (por si alguien aún está en la luna) la escritura es una herramienta de alta tecnología que nos permite trasladarnos en el tiempo y en el espacio en menos que canta un gallo, que nos ayuda a saber qué piensa y qué ha pensado gente que nunca vivió en nuestro barrio, y que nos ayuda a conocer mejor nuestras emociones, escuchando las voces emocionadas de otros u otras que se ocuparon de dejar constancia escrita de sus ideas y sus sentimientos. Por todas esas cosas queremos alfabetizarnos. Nada más ni nada menos.

¿Qué encontrarás en esta propuesta de trabajo?

Noticias de cosas que a lo mejor no sabías y que pueden interesarte e interesar al grupo que coordinas. Un poco de todo, como en los viejos almacenes de campo que llamábamos “de ramos generales”; porque, afortunadamente, ni a todos nos interesan las mismas cosas, ni hablamos de la misma manera, ni estamos siempre de acuerdo en lo que es mejor o peor para nuestras vidas, ni tenemos los mismos gustos.

Encontrarás noticias que, por lo que cuentan y por cómo están escritas, podrán resultar gratas al ser leídas en voz alta; también, buenas ideas para empezar una conversación o motivos para seguir buscando información. El propósito fundamental es despertar la curiosidad de todos, porque no es cierto que haya personas curiosas y otras sin interés por nada. Lo que hay, y siempre ha habido, es gente que ha tenido más oportunidades para que su curiosidad despierte, y otras, menos. Estos textos no podrán reparar esas injusticias, pero pretenden ayudar a que, poco a poco y con la ayuda de todos, sean cada vez menores.




Guaraní, lengua de hoy


Durante mucho tiempo, el único idioma oficial del Paraguay fue el español. Sin embargo, casi toda la población también hablaba el guaraní, lengua de los ancestros desde antes de que arribaran los europeos. Y muchas palabras guaraníes nombran lugares, plantas y animales de la región. Fíjate en estas:


Mbayá: indios del Chaco que combatieron contra los conquistadores
en Asunción.

Mbocayaty: población ubicada en el Guairá, Paraguay.

Mbaracayá: nombre del ocelote.

Mbaracayú: sierra ubicada en el alto Paraná, que sirve de frontera entre Paraguay y Brasil.

Mbuyapey: población de Paraguarí.

Mbatará: color jaspeado en las gallináceas.

Mburucuyá: nombre de la flor de la pasión o pasionaria.


¿Notaste que todas empiezan con las letras mb? Aunque no sepamos qué significan esas letras, sí podemos afirmar que esa combinación es de origen guaraní. Los paraguayos son bilingües; usan dos idiomas en su vida cotidiana.


Texto tomado de: de Josefina Zoraida Vásquez, Cristina Carbó y Julieta Cruz, 501 maravillas del viejo nuevo mundo (tomo 1), México: SEP (Rincones de Lectura, 1994).


Indios de la tribu panambi en Amambay, Paraguay





Las sirenas


Durante siglos, los marineros no sólo creyeron en su existencia, sino que las describían a “la gente de tierra” con lujo de detalles. Y “los de tierra”, desde luego no dudaban de la veracidad de sus relatos. El mismo Cristóbal Colón afirmó haber visto en sus viajes a estas encantadoras criaturas, mitad peces, mitad damas.

Hoy vivimos en un mundo en el que la ciencia nos ha hecho dudar de que alguna vez hayan surcado mar alguno. Los científicos especulan que a lo mejor eran focas, o manatíes, pues estos animales emiten extraños sonidos que podrían ser confundidos con cánticos. Aunque ¿será posible confundir focas o manatíes con sirenas? Bueno, a lo mejor es posible que sus subyugados admiradores las hayan visto desde muy lejos, y como en aquellos tiempos no había anteojos…


Gerardo Daniel Cirianni





Coincidencia


Este truco es una broma que podría usarse como final cómico de una actuación o para divertirse un poco con amigos.

  1. Pide a alguien que escriba una palabra en un trozo de papel. Dile que vas a leer su mente y escribirás “exactamente lo mismo” en otro papel. Aliéntalo para que elija una palabra difícil.

  2. Finge concentrarte en lo que él o ella escribe.

  3. Escribe las palabras “exactamente lo mismo” en tu papel.

  4. Pide que revele su palabra.

  5. Anuncia triunfante que conseguiste una de las hazañas más difíciles de la magia: escribir exactamente lo mismo. Muestra lo que escribiste para probarlo.

Doblando la apuesta

  1. Pide a alguien que apueste un billete por el fracaso de tu próximo truco y dile que puedes doblar la apuesta (esto significa que puedes apostar el doble).

  2. Muy serio, toma el billete, dóblalo por la mitad y devuélvelo a su dueño…

Trucos tomados y adaptados de: Rebecca Heddle, e Ian Keable, El libro de los trucos mágicos, Buenos Aires: Lumen, 1993.





Los compañeros de Colón


A Colón le costó trabajo enrolar la tripulación de sus naves: el viaje a lo desconocido infundía miedo. Pero al fin, por las buenas pagas y la esperanza de enriquecerse en las nuevas tierras, pudo encontrar a los 90 hombres de la expedición, casi todos españoles.

Eran buenos marineros y muchos de ellos acompañaron a Colón en los otros viajes al Nuevo Mundo.

¿Cómo estaba formada la tripulación de una nave de la época? Vemos que 39 hombres embarcaron en la Santa María. Además de Colón había tres oficiales: el comandante que, como es lógico, era la persona más importante en las naves; en seguida estaba el segundo comandante, quien estaba al mando directo de la tripulación; el piloto era una figura fundamental porque dirigía la navegación; señalaba en las cartas el camino que se había hecho en la jornada y decidía qué tipo de velas se requería para navegar mejor. Pero no todos a bordo eran marineros. En la nave almiranta viajaban también un intérprete, un notario, un oficial de policía y dos funcionarios reales. Cada nave tenía además un cirujano. También eran muy importantes el contramaestre y el mayordomo. El contramaestre dirigía a la tripulación, controlaba los aparejos y supervisaba las maniobras: era el hombre más atareado de a bordo. El mayordomo estaba a cargo de la despensa, donde se guardaban los víveres. En cada nave había un carpintero, encargado de todo lo de madera; un calafate, quien tenía la importante obligación de cerrar grietas que con frecuencia se abrían en el casco, y un tonelero, encargado de los toneles, los barriles y las partes metálicas de la nave. Los demás eran marineros simples, o mozos, que tenían que realizar las labores más humildes.


Tomado de: Piero Ventura y Gian Paolo Ceserani, El viaje de Colón, México: SEP; Milán: Mondadori, 1991.





Los caracoles vuelven a casa


Los caracoles saben encontrar el camino de vuelta a casa. Para comprobarlo, intenta realizar este fácil experimento.

  1. Busca un lugar donde haya varios caracoles juntos –debajo de alguna maceta volteada o en otros lugares cubiertos–. Pinta una mancha sobre el caparazón de cada uno de los caracoles.

  2. Lleva cada caracol a algún lugar distante en el jardín.

  1. Espera unos días. Luego revisa el escondite original donde encontraste los caracoles. ¿Cuántos de los caracoles marcados volvieron a su casa?

Tomado y adaptado de: Eleanor Van Zandt, Proyectos de biología, México: Libros del Rincón-SEP, 1991.





Pajaritos y pajarracos


¿Te imaginas un pajarito que pese menos de dos gramos y que su nido tenga el tamaño de un dedal?

Existe y se llama colibrí abeja y es el pájaro más chiquito del mundo.

¿Te imaginas un nido que pese más de mil kilos?

Existe y lo construye el águila marina de cabeza blanca. Algunos la llaman águila calva. Casi siempre los construyen en la cornisa de una roca. Algunos tienen hasta seis metros de profundidad y los usan abuelos, hijos y nietos águila. ¡Imagínate que hay nidos que duran más de cien años!


Tomado de: Rafael Martín del Campo, Animales mexicanos, México: Libros del Rincón-SEP (Colección Colibrí), 1990.






Cosas espectaculares


Uno de los dientes del Narval. Así se llama un mamífero marino que tiene un diente que a veces supera los tres metros de largo.

Dicen muchos que este “diente cuerno” es el que probablemente dio origen a la leyenda del Unicornio.

Una preguntita: ¿Te imaginás al dentista del Narval?


Las plumas de la cola del gallo japonés llegan a medir trece metros de largo.

¡Pobrecito el pavo real!


La tela de una araña del Trópico a la que llaman Nephila teje una tela de casi dos metros de diámetro con hilos de sostén que alcanzan los seis metros.

Vive por Nueva Guinea y Madagascar. La gente de por allí usa el tejido de esta araña para redes de pescar y para tejer bolsas, tapices y otras cosas más.


Tomado de: Annette Tisón y Talus Taylor, Pelos, plumas, dientes, cuernos, nidos y madrigueras, México: SEP (Rincones de Lectura), 1992.





Nombres de pájaros, pajaritos y pajarracos de La Patagonia


La golondrina, la calandria, el chingolo, y el colibrí.

La paloma, el zorzal, la lechuza y el chercán.

Los mismos pájaros en lengua mapuche se llaman pilmaiquen, tenca, chichihuín, querren y pinda.

Maicoño huilque, llarquén y chedcan.


Tomado de: Gregorio Álvarez, El tronco de oro, Buenos Aires: Ediciones Corregidor, 1994.





Las casas de antes


Las casas eran más bajas, de puro gancho de pino.

Eran largas. Le ponían quila arriba. Yo cuando conocí a mi abuela, eran de puro cuero de caballo, las casas.

Cada familia tenía su carpita, con los hijos y dos o tres familias que vivían juntas. Eran largas. Eran abrigadas.


Tomado de: Testimonio de mapuches de Neuquén, Buenos Aires: Fundación Banco de la Provincia de Neuquén, 1992.





Dragones


Los pobres dragones están corriendo la misma suerte que las sirenas; ya casi nadie cree en ellos. Pero hace siglos era raro que alguien no hablara de dragones, especialmente entre los chinos, que parece ser que fueron los primeros en hacer correr la bolilla acerca de su existencia.

A lo largo de los siglos se habló de dragones grandes y chiquitos, con alas o sin ellas, sin y con patas, y de todos los colores imaginables. Sólo dos características les eran comunes: arrojaban fuego por la boca y eran excelentes guardianes. Por eso, en muchas historias custodiaban a los reyes o protegían fabulosos tesoros. Ahora que la inseguridad está a la orden del día, no vendría mal tener uno como mascota, ¿no les parece?


Gerardo Daniel Cirianni






Caballos


El caballo de don Quijote se llamaba Rocinante. Su nombre puede parecernos muy extraño, si no sabemos que “rocín” es uno de los tantos nombres con que podemos nombrar a los equinos. Pero a los caballos también les decimos “pingos”, y si recordamos la letra de la “Marcha de San Lorenzo” ya tendremos cuatro nombres; ¿recuerdan el “sordo ruido de corceles y de aceros”? También los llamamos “potros” y dicen que en España muchos les dicen “jamelgos”. “Así pasa cuando sucede”, dijo un paisano asombrado con tanto nombre para un solo tipo de bicho. Lo que no sabía el pobre es que cuentan que existen muchas maneras más de nombrarlos, pero bueno, por hoy ya es suficiente.


Gerardo Daniel Cirianni





Opiniones


En la ciudad de Belley, en Francia, hace ya más de doscientos años nació Antelmo Brillat-Savarin, un célebre gastrónomo, del que se cuenta que solía decir que “la invención de un nuevo manjar es más beneficiosa a la humanidad que el descubrimiento de una estrella”.

Antelmo, por supuesto, era bastante gordo, y los que lo trataron cuentan que también algo mujeriego. Escribió cuentos eróticos, le dio por escribir sobre política, economía y derecho, pero hoy se le recuerda por las espectaculares recetas que legó a la humanidad.

La buena mesa y el buen vino le producían arrebatos de inspiración mística. Dicen que una de sus más célebres frases fue: “Sin vida el universo no sería nada. Todo cuanto vive se alimenta”.


Versión libre de fragmentos del prólogo de El arte de la alta cocina, de María Lydia Brea, Buenos Aires: Centauros Editores, 1993.





Sabiduría


Compañero no se afane
En echar a los Demonio’ Los Demonio’ es uno mismo Compañero no se afane
.


Copla del noroeste argentino.





¿Mateando, doña?


La yerba mate es una planta que crece especialmente en Misiones, y en menor proporción en Corrientes y en el sur de Brasil. En guaraní se designa a esta planta con el nombre de Caá-Yarí y también Caá-Guazú. Con sus hojas se prepara la yerba mate, para lo cual sufre un proceso de transformación a efectos de que sirva para cebar el clásico mate, de amplia difusión en nuestro país, Uruguay, Brasil, Bolivia y aun en países lejanos como Arabia Saudita e incluso europeos.


Tomado de: Félix Coluccio y Marta Coluccio, Folklore infantil, Buenos Aires: Ediciones Corregidor, 1986.





El estornudo


Estornudamos cuando en nuestra nariz hay algo que no debe estar allí. En las paredes interiores de la nariz, hay terminaciones nerviosas muy sensibles. Cuando un virus o una basurita las irrita, aquéllas envían un mensaje al sistema nervioso central. El cerebro, superveloz en su respuesta, ordena una fuerte contracción de los músculos del tórax y una bocanada de aire sale violentamente expulsada. Esto es el estornudo.


Tomado de: Cosas curiosas de aquí y de allá, México: Ediciones Innovación y Comunicación, 1991.





Un poco de fiaca


No hay porteño, desde la Boca a Núñez, y desde Núñez a Corrales, que no haya dicho alguna vez:

—¡Hoy estoy con “fiaca”! […]

Esta palabra es auténticamente genovesa, es decir, una expresión corriente, en la ciudad que tanto detestó el señor Dante Alighieri.

La “fiaca” en el dialecto genovés expresa esto: “desgano físico originado por la falta de alimentación momentánea”. Deseo de no hacer nada. Languidez. Sopor. Ganas de acostarse en una hamaca paraguaya durante un siglo […]

Los genoveses de la Boca cuando observaban que un párvulo bostezaba, decían: “Tiene la fiaca encima, tiene”. Y de inmediato le recomendaban que comiera, que se alimentara.


Tomado de: Roberto Arlt, “El origen de algunas palabras de nuestro léxico popular”, en Aguafuertes porteñas, Buenos Aires: Editorial Losada, 1973.





Viajeros


Cuando emigran, los pájaros recorren cientos o miles de kilómetros y no se pierden nunca. Las migraciones son de día o de noche. Por ejemplo, en el día migran las golondrinas, los halcones, los patos y otras especies. De noche, pájaros como los zorzales, los cucús, los tordos o los gorriones. Como los marinos, se guían por la posición del sol o de las estrellas. Y un dato para tu agenda: Cristóbal Colón se ayudó en su ruta siguiendo el vuelo de pájaros migratorios.




Tomado de: Rafael Martín del Campo, Animales mexicanos: aves y mariposas, México: Consejo Nacional de Fomento Educativo (Colección Colibrí), 1999.





Sabiduría de los antiguos


Si pensamos en Europa o en América es fácil que podamos nombrar países y formas de ser, reales o imaginarias, de cada uno de ellos. Por ejemplo, Italia, donde cuentan que la gente es un poco gritona; o Alemania, donde según parece las personas son muy ordenadas; o Inglaterra, donde siempre se dijo que tanto los hombres como las mujeres son muy puntuales. Si pensamos en América, Cuba tiene fama de tener una población muy bullanguera y con mucho gusto por el baile, o Guatemala con sus mayorías indígenas y con todavía muchas tradiciones prehispánicas, o Argentina con hijos y nietos de inmigrantes hasta la coronilla.

Pero ¿qué sabemos de África? ¿Qué nos han contado? ¿Qué hemos escuchado en la televisión? ¿Qué dicen los diarios? Muy poco, salvo que sus pueblos viven en la pobreza más extrema, y que las enfermedades y las guerras están diezmando a su población.

Desde luego, África no es sólo eso. África es un continente con múltiples culturas y razas, con fuertes tradiciones y con pueblos de sabiduría milenaria. Para muestra, un botón: a continuación, les presentamos seis proverbios de diferentes culturas de ese maravilloso, maltratado y olvidado continente.



“El proverbio es el caballo de la palabra, cuando la palabra se pierde es con ayuda del proverbio como se le vuelve a encontrar.”

(PROVERBIO YORUBA.)



“Mucho silencio produce un gran ruido.”

(PROVERBIO SWAHILI, TANZANIA.)



“El hombre es el prójimo.”

(PROVERBIO TSONGA.)



“Si encuentras dos seres que viven en armonía, ten la seguridad que uno de los dos es bueno.”

(PROVERBIO KABILA, ARGELIA.)



“Tu lengua es un león: si le dejas, te devora.”

(PROVERBIO PEUL, NÍGER.)



“La mentira puede correr un año, la verdad la alcanza en un día.”

(PROVERBIO HAUSSA, NIGERIA.)




Tomados de: Rogelio Martínez Furé (selección), Poesía anónima africana, Madrid: Miguel Castellote, s/f.

NOTAS

* Maestro y, desde hace más de 25 años, formador de maestros en varios países de América Latina. Actualmente reside en Argentina, donde dicta seminarios y conferencias. Pasa algunos meses del año en México dando charlas y talleres a maestros, profesores de educación media y educadoras de nivel preescolar.
  1. Publicado en Correo del Maestro, núm. 251 (abril), pp. 5-19.
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