El Centro Nacional de las Artes (Cenart) es un complejo cultural único en Latinoamérica, cuya misión es “generar y explorar nuevos modelos y enfoques en torno a la educación, investigación y difusión artística; […] impulsar las nuevas tecnologías en las artes, así como crear espacios de cooperación académica y artística entre instituciones de diferentes sistemas y niveles en México y en el extranjero” (Cenart, página web, 2021).

Ante la situación provocada por la pandemia de covid-19, las actividades presenciales se detuvieron, pero el espíritu inherente a la comunidad de este centro educativo ha derivado en la continuidad de sus actividades en forma remota mediante el programa Contigo en la Distancia, que pone de manifiesto aquella máxima heideggeriana respecto a que el artista hace a la obra y viceversa (Heidegger, 2006).

El Cenart se encuentra en lo que fuesen los estudios cinematográficos Churubusco. “Resultado controvertido de crear una Ciudad de las Artes que albergara a las diversas escuelas de enseñanza artística diseminadas por toda la Ciudad de México, el Cenart fue –desde su inicio– un proyecto de enormes y conflictivas dimensiones” (Toca, 2016, p. 45).

El Centro reúne cuatro escuelas de educación artística profesional, así como cuatro centros de investigación, dependientes del Instituto Nacional de Bellas Artes. Hay también un centro de capacitación cinematográfica y un centro multimedia, dependientes del Instituto Mexicano de Cinematografía.

Su propuesta académica ofrece programas que abarcan tres ámbitos formativos: Aproximación a las artes (iniciación), Actualización artística (especialización), y Profesionalización en las artes.

El incremento de afecciones psicológicas desencadenado por el confinamiento corrobora la necesidad de artefactos simbólicos que permitan escenarios de catarsis e intercambios de saberes y sentires ante la incertidumbre actual. En esta lógica, el ejercicio artístico mantiene una ligadura con el ámbito mental y educativo en tanto que fomenta:

• El respeto a la dignidad de cada persona.

• El desarrollo de las capacidades, habilidades e intereses.

• El fomento de la autonomía creciente.

• La construcción y/o fortalecimiento de la red vincular de cada persona tanto respecto a los referentes afectivos históricos, como a los actuales y el desarrollo de nuevas relaciones.

• La apuesta de las potencialidades creativas para que cada persona pueda crear y recrear su subjetividad (Gutiérrez, et al., 2018, p. 32).

Diseñar y desarrollar un proyecto artístico puede aparejarse al trabajo educativo porque en ambos casos es indispensable el trabajo con seres humanos como elemento indispensable. Todo buen maestro sabe que la educación no se reduce a una mera transmisión de saberes o procedimientos, ya que, de asumir dicho rol, reduciríamos el trayecto educativo aparejándolo al de la instrucción. Retomamos la aseveración sostenida por Gabriela Oseguera (2021) en el artículo publicado en esta revista el pasado mes de octubre, que alude al cultivo de la sensibilidad como reto pedagógico del contexto actual.

Ya desde inicios de la edad moderna, Comenio discutía en la Didáctica magna sobre el papel de las artes en el desarrollo formativo. Aquel primer tratado formal de didáctica puede justificar la relación entre artes y educación, cuestión constatable en el capítulo XXI del citado libro, cuando se menciona:

El arte requiere previamente tres cosas: Modelo, que es la forma externa y determinada mirando la cual intenta el artista producir otra semejante. Materia, que es aquello que ha de recibir nueva forma. Herramientas con las cuales se lleva a efecto el trabajo. La enseñanza del arte […] exige estas otras tres condiciones: Uso legítimo[,] sabia dirección [y] ejercicio frecuente. Esto es, dónde y cómo se ha de emplear cada requisito para que el discípulo aprenda; y en tanto que se emplean, se le ha de dirigir para que no cometa error en la operación y corregirle si le cometiera. Y finalmente, que no deje de errar y corregir su error hasta que llegue a obrar con certeza y facilidad sin error alguno (Comenio, 2012).

La pedagogía, como espacio de desarrollo de habilidades y actitudes, más allá de una simple acumulación de conocimientos, limita con la esfera artística, muchas veces considerada secundaria en el desarrollo formativo. Para reforzar lo anterior, retomaremos a Howard Gardner, conocido por su teoría de las inteligencias múltiples, quien apunta que dos de los factores decisivos al momento de construir un aprendizaje son:

• Los modos o medios para construir el conocimiento, y

• Los sitios o lugares particulares donde ocurre el aprendizaje (Gardner, 2016).

Como ilustración del aspecto anterior, la coautora de este artículo testifica a efectos de explicar algunos aspectos inherentes a la dimensión curricular vivida de este centro de formación: “Dentro de la misma escuela –y en el INBA en general– se invita a los alumnos a que sean autodidactas, responsables de sí mismos. Desde el aspecto escolar hasta el aspecto de la autonomía en la resolución de problemas inherentes a su vida personal”.

Se expone en este caso que la autodisciplina y la constancia son factores indispensables para la continuidad académica en la formación artística. Es así como la dimensión formal del currículo pierde peso ante su dimensión vivida.

Como parte de las actividades programadas en el marco de la oferta curricular interdisciplinaria 2021-2022-1, el Cenart ha brindado diversos cursos en modalidad híbrida con apoyo de la plataforma Zoom, los cuales oferta mediante su página web.

De la misma forma, el micrositio Vida académica en línea[1] expone los cursos que se brindan al público, que abarcan desde cursos de diseño de vestuario para la escena, de desarrollo del pensamiento artístico orientado al nivel preescolar y secundaria o talleres de dramaturgia, hasta cursos de introducción al arte contemporáneo o de cinematografía con drones. Si bien en algunos casos es necesario cubrir algunos requisitos de ingreso debido al grado de especialización de la oferta curricular, la mayoría de ellos son abiertos al público y además gratuitos. Cabe resaltar que atendiendo al principio de enseñanza personalizada que perdura en la misión del Centro, el cupo de los cursos es limitado, por lo que en algunos se aplican filtros de selección para garantizar el óptimo desempeño de los participantes. Es al respecto que se recupera de nueva cuenta el testimonio de Anilu:

Dentro del Centro Nacional de las Artes los salones no son como en las escuelas normales. Este centro se encarga de que los alumnos aceptados cuenten con una atención muy peculiar por parte de sus docentes, para que el aprendizaje sea óptimo. Puede decirse que es de forma particular, personalizada. Los grupos suelen ser pequeños –aproximadamente de diez personas– y los espacios de enseñanza son espacios grandes. Incluso, la escuela cuenta con foros para presentaciones. Está el espacio que comprendían los Estudios Churubusco, donde se exponen pinturas y diseños, así como los teatros con los que cuenta la sede.