Seis pasos para enseñar
DE MANERA MÁS EFICAZ[1]

Julieta Fierro[*]

Con gratitud, a Ileana Marín.



A todos los docentes nos gustaría contar con una serie de reglas para enseñar bien. Desafortunadamente, todavía no existe una metodología garantizada para lograrlo, ya que cada persona aprende de manera distinta y cada grupo escolar tiene una dinámica particular. Sin embargo, existen técnicas para mejorar la práctica docente.


Seis pasos para enseñar de manera más eficaz

En este texto se proponen seis pasos que podrían facilitar la labor del profesor para que su trabajo sea más significativo:

  1. Entusiasmar.
  2. Introducir al tema y explicar su utilidad.
  3. Explicar el tema usando ejemplos significativos.
  4. Evaluar de manera continua.
  5. Invitar a aprender algo por sí mismo.
  6. Impartir una clase integradora.
Los seis pasos

A continuación, explico los seis pasos que podría emplear un profesor para cubrir aspectos de la enseñanza que en ocasiones se dejan de lado por falta de tiempo o por rigidez de los programas. Los ejemplos concretos que planteo son para la clase de Matemáticas de nivel primaria; sin embargo, el sistema se puede emplear para cualquier grado. Se proporcionan ejemplos de matemáticas porque algunos alumnos creen que esta materia sólo la pueden entender niños genios. Espero que algunas de las actividades descritas estén al alcance de la mayor parte de los estudiantes.



Entusiasmar


Es un hecho que existe un prejuicio sobre la enseñanza: algunos niños no conciben la escuela como un refugio donde será un gusto aprender, sino como una dificultad en sus vidas. Por lo tanto, se sugiere que la primera clase sobre un tema nuevo sea emocionante, inspiradora, de preferencia divertida y significativa.


Ejemplo: construcción de figuras geométricas


Materiales

  • Cuatro popotes de plástico y plastilina (de preferencia de la que es un poco dura) para cada alumno
  • Tijeras


Procedimiento




  • Pedir a los alumnos: doblar cada popote por la mitad y cortarlo en dos; volver a doblar cada mitad por el centro y cortarla en dos partes iguales. (Sin mencionarlo, el docente estará enseñando el concepto de fracciones: 12, 14.)

  • Solicitar a los alumnos que construyan figuras geométricas con sus trozos de popote, uniéndolos con bolitas de plastilina, en total libertad. El docente no les dirá qué figura deben construir; ellos deben hacerlo sin restricciones (puede tratarse de líneas, triángulos, polígonos, cubos o pirámides, etc.; es posible trabajar con cualquier figura, incluso de elementos superpuestos). (Sin mencionarlo, el docente estará enseñando la noción de figuras de una, dos y tres dimensiones empleando elementos de igual longitud.)

  • Pedir a los alumnos al azar que muestren las figuras que construyeron. Una manera de elegir al azar es asignarle un número a cada alumno. El docente tendrá una caja con fichas numeradas. Para elegir al azar tomará una con el número del alumno y volverá a introducir la ficha a la caja. (Este ejercicio hará que los alumnos noten que son capaces de elaborar figuras geométricas y valorarán lo que logran sus compañeros; es decir, detectarán sus capacidades creativas.)

  • Conducir a los alumnos al patio y formar al azar grupos de tres alumnos para repetir el mismo ejercicio. Nuevamente eligiendo al azar, pedirles que muestren lo que elaboraron. (Este ejercicio mostrará la importancia de trabajar en equipo.)

  • Todavía en el patio, los alumnos unirán todas las secciones de popotes para construir un polígono regular (similar en forma a un círculo y a una elipse, aunque el docente no debe detallar esto, sólo pedirles que tenga una forma más o menos redonda o alargada). (Este ejercicio servirá para explicar la noción de polígono regular y cómo un círculo se forma con una cantidad infinita de puntos. El docente no mencionará esto, pero es algo que le será útil cuando dé la clase de polígonos regulares, de círculo y el concepto de infinito.)




Esta primera clase inspiradora puede ser la visita a un museo o una excursión a un sitio de interés. Se puede invitar a un padre de familia o a un especialista para que explique su profesión; en fin, el objetivo es que los alumnos se entusiasmen por asistir a la escuela.







Introducir al tema y explicar su utilidad


Un prejuicio muy extendido, en particular en los niveles medio y medio superior, es que lo que se enseña no le va a servir al alumno para nada, y por desgracia este prejuicio se manifiesta en la falta de interés en las clases y el abandono escolar. Por ello se propone que, antes de abordar un tema nuevo, se explique para qué sirve, el motivo por el cual es interesante, es decir, el motivo por el cual se enseña.

El ejemplo siguiente se relaciona con las fracciones. El profesor podrá mencionar, por ejemplo, que van a aprender por qué una hora se divide en fracciones: media hora, un cuarto de hora; o cómo se puede comprar medio kilo de limones o un cuarto de kilo de queso.





Explicar cada tema usando ejemplos significativos


Cantidad no es sinónimo de calidad. Es mejor enseñar poco a poco, hasta que el alumno comprenda el tema, es decir, hasta que pueda explicarlo con sus propias palabras. Esto se aplica a una lectura, un tema de cultura general o cualquier otra materia. En particular en las clases de Matemáticas, resulta útil usar ejemplos variados, incluso recurriendo a manualidades, hasta que el concepto quede bien claro, con lo cual los estudiantes se sentirán seguros con lo aprendido, y el profesor, satisfecho.

Por ejemplo, en el caso de los quebrados, durante la primera clase los alumnos pueden llevar una cinta de aproximadamente un metro de largo. El docente les enseñará a doblar a la mitad, esa mitad a la mitad para obtener un cuarto, ese cuarto a la mitad para obtener un octavo.

El maestro hará énfasis con los alumnos en que dos medios son un entero, lo mismo que cuatro cuartos, o que ocho octavos. También les hará notar que dos cuartos equivalen a un medio. Después les pedirá que, con la cinta, sobre la que pueden hacer marcas, generen por ejemplo 28 y noten que forman 14, etc. Es decir, se trata de que descubran los quebrados y cómo surgieron, antes de pasar a los ejercicios del cuaderno.

A continuación, desdoblarán la cinta y la doblarán en tres partes para obtener 13. Es importante que aprendan que 33 forman un entero y el concepto de 23.

Al día siguiente, los alumnos llevarán una tortilla, la doblarán a la mitad y cada mitad en otra mitad. Aprenderán cómo 24 son una mitad, y dos mitades, un entero. El maestro pondrá ejemplos como: “Para hacer una quesadilla, la tortilla se dobla a la mitad”, “Si se fríen los cuartos de tortilla, un cuarto se puede usar para chilaquiles verdes, otro para chilaquiles rojos, con los dos cuartos restantes se pueden hacer totopos para frijoles o guacamole”. Por supuesto que el docente puede utilizar un círculo de papel, pero si emplea un ejemplo que sea significativo para los alumnos, ellos aprenderán sin gran esfuerzo, pues lo que les expliquen tendrá sentido.

Posteriormente, el docente empleará un reloj de carátula para explicar cómo el tiempo se puede dividir en cuartos y medias horas. Esto servirá para fortalecer la idea de medios y cuartos de círculo.






Evaluar de manera continua


Como señalé en un artículo previo,[2] la evaluación continua es más eficaz que un examen de fin de cursos. En ese texto usé como ejemplo una clase de ballet, donde cada alumno se está viendo en el espejo, observa el desempeño de los compañeros, y el profesor está constantemente corrigiendo y explicando. Allí señalé que si durante la clase el docente evalúa si los alumnos están aprendiendo, por ejemplo, cada 15 minutos, preguntando al azar el concepto que se está estudiando, tanto alumnos como maestro se darán cuenta si están aprendiendo. La ventaja de este sistema es que el maestro puede monitorear de manera constante durante la clase, el desempeño de sus alumnos, y aclarar las dudas antes de que se acumulen; además, no tendrá que corregir tantos exámenes, pues siempre sabrá qué tanto están entendiendo sus estudiantes. Por otra parte, si estas preguntas en clase no se califican, los alumnos se habituarán a contestar sin presión y estarán más tranquilos cuando se les aplique un examen, pues se habrán acostumbrado a contestar y a no sufrir represalia por equivocarse, sino a entender que uno puede aprender de los errores.





Invitar a aprender algo por sí mismo


Una de las cosas más importantes que les podemos enseñar a nuestros alumnos es que aprendan a aprender. Entre más temas y habilidades dominen por sí mismos, estarán mejor equipados para la vida laboral. Dado el vertiginoso avance del conocimiento, cada persona y profesionista tendrá que actualizarse varias veces durante su vida. Así que, una vez que los alumnos tomen conciencia de que pueden aprender por sí mismos, les será más fácil enfrentarse a los retos del futuro. Saber aprender proporciona confianza en uno mismo, y la autoestima es importante para llevar una vida plena. La débil autoestima está relacionada con la incapacidad de las personas para terminar lo que comienzan, así que fortalecerla generará beneficios de largo plazo.

Vale la pena tener en cuenta que en general es mejor tener un maestro presencial; sin embargo, no siempre es posible contar con el profesional del tema que uno quiere dominar.


Ejemplo de autoaprendizaje


Vamos a suponer que el docente de primaria esté enseñando las tablas de multiplicar. Podrá pedirles a sus alumnos que se aprendan solos la tabla del nueve. Los instruirá para hacerlo de la siguiente manera:


a) Escriban la tabla del 9 en forma de columnas:


1 × 9 = 9
2 × 9 = 18
3 × 9 = 27
4 × 9 = 36
etc.



b) A partir del 2 × 9, sumen los dos números del resultado para descubrir
    qué obtienen. Por ejemplo:


2 × 9 = 18; 1 + 8 = 9
3 × 9 = 27; 2 + 7 = 9
etc.



Notarán que la suma de los dígitos de cualquier número que se multiplique por nueve da nueve.

Si los niños tienen calculadora, podrán hacer lo propio con cualquier número, sin importar qué tan grande sea. Por ejemplo:



173 928 × 9 = 1 565 352





Para facilitar la cuenta, si sumamos los dígitos del resultado por pares, nos dará: 6 + 11 + 8 + 2, y si luego volvemos a sumar los pares, el resultado será: 17 + 10 = 27. La suma de 2 + 7 nos da 9.


Otro posible ejercicio que los alumnos pueden ejecutar por sí mismos respecto a la tabla de multiplicación del 9 (que como sabemos es sumar nueves), consiste en descubrir qué es más sencillo, si sumar un 9 o sumar un 10 y restar un 1, sin ayuda de calculadora ni de lápiz y papel, es decir, empleando cálculo mental. Me explico: por ejemplo, si queremos saber cuánto es 4 x 9 y sabemos que 3 × 9 es 27, los alumnos tienen que descubrir qué es más fácil: si sumar 27 + 9 o hacer una suma y una resta: 27 + 10 - 1.

Pienso que, si los alumnos aprenden lo anterior por sí mismos, no sólo descubrirán su potencial frente al conocimiento, sino que las matemáticas pueden resultarles fascinantes.





Impartir una clase integradora


En el sistema francés de educación, cuando se le pide a un alumno que redacte un texto, se le exige una introducción, un desarrollo y una conclusión. La idea detrás de este concepto es que el lector se situé frente al texto, lo comprenda y cuente con una especie de resumen de lo que acaba de leer.

En ocasiones, después de un curso, los alumnos poseen varios saberes desconectados entre sí. Si el docente lleva a cabo una actividad integradora, donde se sintetice la parte esencial de lo que el alumno debe dominar, el ciclo escolar terminará con una visión integral y sabrá qué es lo que debe entender.

Por ejemplo, para la clase de Matemáticas, utilizando los ejemplos anteriores se podría hacer un ejercicio imaginario para poner un puesto de bolsas de palomitas en una feria escolar.

La actividad consistiría en lo siguiente:


a) Elaborar una maqueta del puesto utilizando popotes y
    plastilina, que sea la suma de figuras geométricas.

b) Calcular cuánto tiempo tendría que estar abierto el
    puesto si los alumnos se organizan en parejas para
    atenderlo durante un cuarto de hora.

c) Si vendieran 9 bolsas cada cuarto de hora, ¿cuánto
    tiempo necesitarían en total para que los 936 alumnos
    de la escuela tengan tiempo de comprar una bolsa?


Este tipo de clase integradora tiene las siguientes ventajas:


a) Permite a los alumnos realizar una manualidad, lo cual les agrada mucho
    y fomenta su creatividad, percepción espacial y comprensión de las
    escalas.

b) Posibilita planear utilizando matemáticas. Para muchos niños, las
    matemáticas son difíciles porque no advierten su sentido práctico. Esta
    actividad les ayudará a lograrlo.

c) Contribuye a cimentar la comprensión al formular un resumen de lo
    aprendido.



Otra consideración: aprovechar el entusiasmo

En mi opinión, si el docente detecta que sus estudiantes se entusiasman con cierto tema, debe aprovecharlo utilizándolo como ancla para impartir el resto de las clases. Supongamos que a los alumnos les encanta la geografía, entonces puede partir de ello para enseñar algunas nociones de matemáticas, historia, ciencia, como el volumen y la circunferencia terrestre, las rutas de navegación que hicieron del mundo lo que es hoy, el vulcanismo, etc. O bien, si a los alumnos les interesan los problemas sociales, es posible ponerse de acuerdo con otros profesores para enfocarse en ese tema y enseñarles a construir gráficas de diversas condiciones socioeconómicas, rutas de migración en el mundo, técnicas adecuadas de comunicación, psicología de la familia, entre otros.


Si a un grupo de primaria
le gusta la geografía,
el profesor puede
aprovechar para enseñar
algunas nociones de
matemáticas, historia,
ciencia, basándose en
ese tema: el volumen y la
circunferencia terrestre,
las rutas de navegación,
el vulcanismo, etcétera.



No siempre es adecuado seguir un temario al pie de la letra; si se aborda el conocimiento de acuerdo con los intereses cambiantes de los alumnos, será más fácil enseñar: los estudiantes aprenden lo que quieren aprender.

Conclusión

Dado que no existe un método universal de educación, el docente siempre tiene que estar atento a su grupo y buscar maneras diversas de enseñar hasta que descubra cuál es la más adecuada para sus distintas asignaturas.

Cuando uno goza al aprender, la educación se transforma en un hábito que otorga placer durante toda la vida.

Lo ideal es que cada alumno disfrute al aprender, fluya suavemente por la enseñanza, sienta curiosidad por el conocimiento y le encuentre sentido, goce los retos académicos y se dé cuenta de que es capaz de hacerse de los saberes que desee a lo largo de su vida. Los alumnos deben encontrar en la escuela un refugio donde aprendan a disfrutar la vida a través del conocimiento.

NOTAS

* Investigadora titular de tiempo completo del Instituto de Astronomía de la UNAM y profesora de la Facultad de Ciencias.
  1. Agradezco a Ileana Marín, de la Escuela Nacional Preparatoria, por estimularme a pensar en este texto.
  2. Alejandro Mísquez y Julieta Fierro, “Diccionario y evaluación”, en Correo del Maestro, núm. 137 (octubre de 2007), pp. 5-11.
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