La empatía como recurso
PARA PREVENIR EL ACOSO ESCOLAR

Gabriela Oseguera Altamirano[*]



Nuestro mundo parece que cada vez es más caótico; en estos últimos años hemos vivido acontecimientos que probablemente nunca imaginamos: una pandemia, incendios, golpes de estado, manifestaciones antigubernamentales, crisis migratorias, guerras y más. En primera instancia, se podría pensar que algunos de estos acontecimientos escapan al control del ser humano, ya sea porque dependen de la naturaleza o de políticas y situaciones ajenas a su poder de decisión y no hay mucho que se pueda hacer para evitarlos. No obstante, varios de estos sucesos sí tienen relación con el ser humano, ya que su principal causa es la lucha de poder y el hecho de que cada individuo, o grupo de personas, quiere defender a tal grado sus ideas, que olvida tomar en cuenta los potenciales efectos negativos de sus acciones sobre el resto de las personas, es decir, hay un gran déficit de empatía y tolerancia.




c ¿Qué es la empatía?

La empatía incluye diversos aspectos, pero, en pocas palabras, se refiere a la respuesta que se da gracias a la capacidad que tiene un individuo para comprender las emociones y sentimientos de una persona o grupo de personas, así como para ponerse en su lugar. Esto implica lograr adoptar una perspectiva, en situaciones de desacuerdo o conflicto, desde la que se tiene la habilidad de identificar los puntos de vista e intereses de un tercero, divergentes de los propios.

De acuerdo con Nancy Eisenberg (2000), pionera de la psicología del desarrollo y especialista en los fundamentos de la empatía, ésta puede sentirse “a partir de la información verbal, de lo que se observa o a través de la información que resulta del acceso a la memoria” y también incluye el que una persona analice su propio estado emocional y lo separe del de los demás, lo que puede causarle sensación de malestar o ansiedad (citado en Alecsiuk, 2015, p . 46).

Decety y Jackson (2004), de la Universidad de Washington, en su artículo The Functional Architecture of Human Empathy, afirman que la empatía está conformada por cuatro componentes específicos:


La toma de perspectiva

Hace referencia a cuando el individuo tiene la capacidad de
imaginar la vivencia o experiencia ajena.

La correspondencia afectiva

Tiene relación con cómo el individuo responde o re-
acciona ante lo que observa en el estado sentimental,
emocional, anímico, etc., de un tercero.

La autoconciencia afectiva

Refiere a la capacidad que tiene la persona para identificar
sus propios sentimientos y experiencias y diferenciarlos de
los que tienen los demás.

La regulación empática

Relacionada con la regulación de la intensidad vivida con
respecto a las experiencias afectivas, para lograr no sentirse
abrumado por éstas.

De la información presentada hasta aquí, se puede deducir que un presupuesto de las relaciones sanas en los aspectos interpersonales, sociales y profesionales es la empatía, principalmente en una relación más personal, en la que se involucren más sentimientos, como sería el caso entre familiares, parejas, amigos y compañeros de escuela o trabajo. En el caso de la docencia, la empatía es una habilidad que es de gran apoyo, ya que supone saber escuchar, entender y ayudar a quien lo necesite (Sáenz, 2017).

La empatía requiere dos capacidades: una capacidad mental o cognitiva y una capacidad de compartir emociones y sentimientos (López et al., 2006, citado en Sáenz, 2017). La primera capacidad se refiere a la habilidad para reconocer el punto de vista de otra persona e intentar ponerse en sus zapatos. Esta capacidad cognitiva significa que el individuo pueda entender y aceptar las diferencias entre personas, religiones, culturas, etnias, etc., es decir, ser tolerante y tener una mentalidad abierta.


La falta de tolerancia en los estudiantes promueve que actúen por impulso sin pensar en
las afectaciones negativas que pueden causar en un tercero


Respecto a la empatía emocional, Carpintero et al. (2015) sostienen que “[i]nhibe las conductas que producen daño a los demás, hace sentir culpa si se produce dolor innecesario a otras personas, etc.” (en Sáenz, 2017, p. 6). Es aquí donde la empatía se relaciona con la discriminación y el acoso (en este caso en un ámbito escolar), ya que la falta de tolerancia en los estudiantes promueve que actúen por impulso sin pensar en las afectaciones negativas que pueden causar en un tercero.

c La empatía y el acoso escolar

Si se parte de que la empatía implica ser sensible ante alguna negociación o conversación, sin buscar ofender ni herir a la otra persona, es posible entonces decir que, a falta de empatía, un individuo puede buscar lastimar a otro de manera intencional o sin estar consciente de las consecuencias de sus acciones, actuando de manera impulsiva y procediendo de manera negativa cuando se encuentra en una situación de su desagrado o con la que está en desacuerdo (Colunga, 2021).

En un artículo de Alberto Nolasco para la Revista de Estudios y Experiencias en Educación, se plantea que “el acoso escolar [bullying] entre iguales se sustenta sobre una diferencia de poder entre agresor y víctima, y esta diferencia de poder puede tener su origen en el poder físico, pero también en el poder social del agresor” (2012, p. 39). En relación con esto, se destacan tres aspectos que deben tenerse en cuenta:


El bullying que practican chicos y chicas usualmente no es de la misma índole: los varones se inclinan más a las agresiones físicas o verbales directas, mientras que las mujeres participan más frecuentemente en un acoso indirecto en el que se excluye o se aísla socialmente a la otra persona.

El punto etario en el que más se presenta el acoso escolar es entre los 11 y 14 años de edad de los estudiantes y la frecuencia de éste disminuye con la edad.

Los sitios donde más se presentan estas situaciones de acoso entre estudiantes es en el patio de recreo, más que en cualquier otro sitio de la escuela.


En estos casos de bullying siempre se encuentran tres actores: agresor, víctima y espectador. De acuerdo con Nolasco, los agresores generalmente muestran un déficit de habilidades sociales y presentan una tolerancia a la frustración y un nivel de empatía bajos o nulos, lo cual los incapacita para ponerse en el lugar de sus víctimas, pues no tienen conciencia de que lo que están haciendo es hiriente. Ello es así porque, “desde una perspectiva emocional, la observación del sufrimiento de una víctima resultará en la inhibición de la agresión cuando el agresor comparte el malestar de la víctima o experimenta una respuesta emocional reactiva de preocupación empática” (Nolasco, 2012).


En casos de bullying siempre se encuentran tres actores: agresor, víctima y espectador


Debido a que la empatía conlleva una preocupación por el bienestar y el cuidado ajeno, su presencia hace que las conductas violentas y reacciones impulsivas sean menos frecuentes. Por este motivo, para prevenir y minimizar estos comportamientos y promover que los espectadores actúen favorablemente ante la presencia de situaciones de acoso, es necesario educar a los alumnos desde la base del desarrollo de habilidades sociales como la empatía, así como enseñarles a tomar en cuenta las necesidades del otro (Moro y Tion, 2016). Para lograr esto y fomentar la empatía entre los estudiantes, es preciso practicarla como docente y otorgar un trato respetuoso e igualitario a todos, así como buscar incluir en clase temas referentes a la tolerancia, convivencia, inclusión, etc. (Sáenz, 2017).

Otra herramienta útil para aumentar los niveles de empatía entre los estudiantes es presentar situaciones hipotéticas sobre conflictos cotidianos como enfermedades, divorcio de padres, llegada de un nuevo alumno, entre otros, y buscar resolverlos en conjunto, reflexionando sobre los sentimientos y emociones que los involucrados podrían experimentar.

Una forma de llevar a cabo la resolución de la situación es practicar la mediación, que consiste en que las personas involucradas en el problema recurran a un mediador como agente imparcial, quien intentará llevar un orden y control en la negociación y promover la resolución pacífica del desacuerdo (Sáenz, 2017).

Otra recomendación para fomentar la aparición de la empatía en el aula es motivar a los estudiantes a leer literatura de ficción, ya que esto “estimula las emociones, anima a meterse en el rol de los personajes que intervienen en la historia y a identificarse con los susodichos” (Sáenz, 2017, p. 28).

Una recomendación para fomentar la aparición de la empatía en el aula es motivar a los estudiantes
a leer literatura de ficción


Colunga (2021) también presenta una actividad que se llevó a cabo con un grupo de alumnos de primaria, para estimular la habilidad de la empatía, en la que se les pidió a los estudiantes que dibujaran un burrito en una hoja y al reverso de la hoja escribieran opiniones negativas sobre su creación. Tras realizar esto, los niños tuvieron que expresar qué creían que sentiría su burrito al leer lo que ellos habían escrito y así se les forzó a que se pusieran en el lugar de un individuo que recibe críticas.

c Conclusiones

La empatía es una habilidad social tanto cognitiva como emocional que resulta fundamental para lograr relaciones interpersonales sanas. Esta habilidad promueve que el individuo se ponga en el lugar del otro e intente comprender, o por lo menos tolerar, sus ideas y sentimientos, aun cuando sean distintos de los propios, con lo que evitará reaccionar o actuar de una manera negativa, que hiera o lastime al otro.

Debido a que los estudiantes presentan menor empatía antes de los 14 años, es relevante tratar esta situación en el aula y fomentar su desarrollo, para prevenir las situaciones de acoso escolar.

c Referencias

ALECSIUK, Bárbara (2015). Inteligencia emocional y desgaste por empatía en terapeutas. Revista Argentina de Clínica Psicológica, XXIV(1), pp. 43-56. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=281944843006 Ir al sitio

COLUNGA, Mildred Herenia (2021). Apoyo en la autorregulación y empatía enfocado en el desarrollo personal y social en los alumnos del 2do ciclo de primaria canalizados a USAER. Ensayo pedagógico de la licenciatura en Educación Especial. Benemérita y Centenaria Escuela Normal del Estado de San Luis Potosí. https://repositorio.beceneslp.edu.mx/jspui/handle/20.500.12584/701 Ir al sitio

DECETY, Jean, y Philip H. Jackson (2004). The functional architecture of human empathy. Behavioral and Cognitive Neuroscience Review, 3(2), pp. 71-100. https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/1534582304267187 Ir al sitio

MORO, Daniela, y Romina Tion (2016). Bulling: la empatía como recurso. El Panal. Blog de Salud. 17 de noviembre. https://www.grupogamma.com/bullying-la-empatia-como-recurso/ Ir al sitio

NOLASCO, Alberto (2012). La empatía y su relación con el acoso escolar. REXE. Revista de Estudios y Experiencias en Educación, 11(22), pp. 35-54. http://www.rexe.cl/ojournal/index.php/rexe/article/view/88/83 Ir al sitio

SÁENZ, Javier (2017). Promoción de la empatía en educación primaria: Propuesta de intervención educativa. Trabajo de fin de grado como maestro de Educación Primaria. Universidad de Salamanca. https://gredos.usal.es/handle/10366/133397 Ir al sitio

Notas

* Licenciada en Psicología con maestría en Terapia Familiar y especialidad en Psicología Clínica.

c Créditos fotográficos

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CORREO del MAESTRO • núm. 313 • Junio 2022