Cubismo

Fernanda Otero Ríos[*]


Entre las variadas corrientes artísticas que trajo consigo la revolución ideológica y plástica del siglo XX, hay una que sobresale del resto por haber sido la primera en romper de manera radical con los estándares de representación. Si bien las vanguardias previas habían abierto el camino para la innovación artística rompiendo con muchas de las reglas establecidas en el arte clásico, el cubismo fue la primera en hacer una racionalización de la forma representada, creando un lenguaje pictórico completamente nuevo y dando como resultado, “posiblemente, la revolución artística más importante y, sin lugar a dudas, la más completa y radical desde el Renacimiento” (Golding, 1988: xiii). Aunque, como es evidente, el cubismo no dejó de ser figurativo, sí fue un proceso plástico sumamente innovador para el análisis de la forma, que más tarde daría lugar a las distintas formas de abstracción y a diversos cuestionamientos sobre las técnicas de representación.


Cubismo

Los antecedentes del cubismo se encuentran en el fauvismo, el impresionismo, el puntillismo y el posimpresionismo, vanguardias que habían abierto el camino cuestionando las formas de representación establecidas por la academia clásica y que habían sembrado la inquietud de esta búsqueda en los artistas jóvenes de la época. Sin embargo, se considera a Cézanne como la figura más influyente entre los artistas cubistas:


… [Cézanne] como los impresionistas, también quería representar la naturaleza, pero donde ellos veían sólo lo transitorio, él percibía estructuras rigurosas e invariables. En sus últimos paisajes […] esta convicción lo llevó a fragmentar escenas en facetas de color. Como resultado, tienen una bidimensionalidad inusual: los colores del primer plano se fusionan con los del fondo (lo que se conoce como passage) aplanando el espacio. En sus naturalezas muertas e interiores […] incluso los elementos como los manteles son representados rígidos para agregar estructura a la composición. Desafiando las reglas de la perspectiva, mesas, tazas y otros objetos se inclinan hacia el plano pictórico, así la pintura combina de manera efectiva más de un punto de vista (Cooper, 1995: 7).


Si bien Cézanne no es la única figura que influyó en el cubismo, sí es el artista que marcó el punto de partida en la exploración plástica que llevarían a cabo los artistas cubistas con el paso de los años. Otro factor que se considera fue de gran importancia y marcó la pauta para la creación de la primera pintura cubista de la historia fue “la escultura tribal, especialmente la africana […]. El descubrimiento del arte tribal […] fue muy importante para Picasso […] [quien] se quedó impresionado al comprender el intento de los artistas negros de crear una representación real del ser humano, y no reflejar únicamente la idea sentimental que solemos tener de él” (Lucie-Smith, 2000: 63). Pablo Picasso encontraría sumamente fascinante que la simpleza plástica y lineal de este tipo de representaciones lograra transmitir una compleja mezcla expresiva.

La obra Las señoritas de Aviñón, de Picasso (1907), marcaría el inicio del cubismo. A pesar de que esta obra de gran formato no posee aún todas las características que distinguirían al cubismo, la geometrización de las figuras y la fusión de color entre los primeros planos y el fondo serían la semilla de la búsqueda plástica que se daría poco tiempo después. Es importante hacer notar la influencia del arte africano que puede verse de manera clara en los rostros de dos de las mujeres que aparecen en la obra, y que son resueltos con las líneas expresivas y angulares que caracterizan la escultura y las máscaras tribales.


Pablo Picasso, Las señoritas de Aviñón, 1907



Pablo Picasso


Aunque a lo largo de los años, muchísimos artistas experimentaron con los principios cubistas, se considera que los pioneros fueron Picasso y Georges Braque (Lucie-Smith, 2000: 63). Ambos trabajaron de manera muy estrecha, pues eran grandes amigos y vivieron durante lapsos considerables de tiempo en las mismas ciudades, intercambiando ideas sobre la técnica y la forma de representación que debía seguir el cubismo. Por ello resultaría más que inadecuado nombrar a Picasso como el creador único y absoluto de esta vanguardia, pues Braque tuvo siempre un papel fundamental. “Los primeros cuadros completamente cubistas fueron pintados por Braque en el verano de 1908” (Lucie-Smith, 2000: 63). Si bien la obra de cada artista muestra un estilo único, hubo un importante intercambio de conocimiento, reflexión e ideas plásticas entre ambos, que llevaría al cubismo al importante lugar que ocupa hoy día.

La principal característica de las primeras obras cubistas de Braque –al igual que en el cuadro de Las señoritas de Aviñón– es una clara geometrización de las figuras representadas; aunque, en su caso, ésta es más notoria y la conforman pequeños cubos, lo que daría origen al nombre de la corriente. “Louis Vauxcelles […] había dicho que una de las pinturas estaba hecha de pequeños cubos, lo que se toma tradicionalmente como el origen del término cubismo” (Cooper, 1995: 12). A pesar de que en el cubismo se identifican varias etapas que se distinguen entre sí, la geometrización de las figuras será una de las características constantes a lo largo de todas las variantes.


     

Georges Braque

Georges Braque y Pablo Picasso


La primera etapa se considera el momento de experimentación, cuando tanto Picasso como Braque irán refinando, poco a poco, la representación en la búsqueda de capturar las cosas en su totalidad. Es decir, la representación siempre había mostrado sólo un ángulo de visión de los objetos, ocultando el resto, y el cubismo pretendía cambiar esto, mostrando de manera simultánea todos los ángulos de lo representado.l


Georges Braque, Casas en el estanque, 1908


“Una interpretación del cubismo es que permite una visión más objetiva del mundo, por lo tanto, por ejemplo, los objetos se desdoblan para mostrarlos en su totalidad” (Cooper, 1995: 9). Con mayor precisión, debe decirse que los objetos pasaron por varias etapas de transformación, que fueron reflejándose de manera paulatina en las obras de los artistas cubistas y dieron origen a las diferentes etapas del movimiento.

La primera fase o bien la etapa más primitiva del cubismo (también conocida como cubismo de Montmatre, por ser éste el lugar donde trabajaban tanto Picasso como Braque), como se mencionó con anterioridad, consiste en la geometrización de las formas, usando incluso en algunos casos detalles que permitan que lo representado sea más entendible, o bien detalles expresivos relacionados con el arte primitivo.

La segunda etapa es conocida como cubismo analítico. “En los años de 1910-11 Picasso y Braque desarrollaron este método en el que los contornos de los objetos eran violados y los elementos fragmentados hasta que la imagen resultante es casi ilegible” (Cooper, 1995: 14). El grado de complejidad de este segundo momento cubista reside en su dificultad de lectura por parte del espectador, ya que, si bien conserva la geometrización inicial, ésta se vuelve mucho más específica en un intento por representar la totalidad del objeto. Así pues, sobre un campo de colores neutros, que suelen ser tonos ocres, se plasma la geometrización de los diferentes ángulos de visión de un mismo objeto. Además, estas figuras geométricas carecen de solidez, lo que dificulta, en la mayoría de los casos, la visualización simple del objeto representado.

Esto, por supuesto, no sólo resulta muy complicado de explicar, sino también de apreciar por sí mismo. Tratemos de imaginar un objeto simple o cotidiano, digamos una silla o una mesa; ahora imaginemos que dibujamos esa mesa geometrizándola, y obtenemos un dibujo de figuras geométricas planas con la mesa vista desde uno de sus costados. Hasta este momento hemos realizado el primer paso de representación cubista; sin embargo, aún nos falta representar el resto de los ángulos desde los que sea posible observar la misma mesa, esto incluye los tres costados restantes, la vista superior, la inferior e incluso podríamos agregar una vista desde una de las esquinas en la que podamos apreciar dos costados de la mesa de manera simultánea.

Ahora bien, imaginemos que en estos dibujos sólo marcamos los contornos, y que colocamos una vista sobre la otra, o a un lado, o arriba o debajo de la representación primera que hemos hecho de la mesa; y en lugar de borrar las líneas que aparezcan detrás, dejamos que los dibujos lineales se expandan por el plano como si la configuración del objeto careciera de opacidad y nos permitiera ver a través de él como si de un vidrio se tratara. El resultado imaginado con este ejercicio es obviamente complejo y confuso para todo aquel que no conozca su proceso de configuración.


Pablo Picasso, Mujer con guitarra, 1911


Por último, imaginemos que usamos un color ocre para aplicar a la totalidad de nuestra obra, con lo cual lograremos una superficie casi monocromática en la que el espectador común será capaz de observar sólo figuras geométricas, pero difícilmente traducirá lo que ve sin ayuda de un título que le sirva de guía. A eso nos enfrentamos al situarnos ante una obra de cubismo analítico.

El nivel de complejidad de las obras cubistas de este momento es variable, por lo que unas resultan de lectura un poco más sencilla que otras. Así pues, en algunas es más fácil distinguir la figura representada, pero en otras, que son en extremo analíticas, esta labor es mucho más difícil y el espectador termina intuyendo la forma más que viéndola realmente.

Esta etapa cubista generaría una gran cantidad de creaciones; sin embargo, tanto Braque como Picasso pronto se darían cuenta de la dificultad que suponía la decodificación de sus obras y pasarían a una nueva forma de representación cubista en la que las figuras resultan más legibles. A esta nueva forma de cubismo se le conoce como cubismo sintético, en el que las diferentes facetas del objeto suelen fusionarse en un solo plano diferenciado del resto de la figura con el uso del color. “Entre 1913 y 1914 el cubismo de Picasso y Braque se movió más allá de la sobriedad del cubismo altamente analítico. Colores más brillantes y estructuras lineales menos intrincadas produjeron pinturas más atractivas” (Cooper, 1995: 16).


Georges Braque, La guitarra, 1909


Regresemos al ejercicio efectuado con anterioridad, y ahora imaginemos que la superposición de planos que realizamos de las diferentes vistas posibles de la mesa la hemos simplificando, eliminando en primer lugar las transparencias de las figuras. Así, aunque la yuxtaposición de las vistas se conserva, éstas han adquirido opacidad, disminuyendo así la cantidad de líneas presentes en la obra. Si bien la figura parece un poco deforme, esta deformidad no evita que seamos capaces de reconocer con claridad aquello que representa.

En este principio se basó el cubismo sintético, que logró la serie de obras más reconocidas dentro del cubismo, ya que resultaban menos herméticas que las del periodo analítico y, aunque tienen rasgos que las aproximan a lo exótico y las alejan del realismo como tal, el uso de colores no relacionados con la realidad del objeto representado les otorga un magnetismo muy peculiar.


Georges Braque, La mesa redonda, 1929


Una de las técnicas importantes incorporadas tanto por Braque como por Picasso en sus creaciones de este periodo es el papier collé (papel pegado): a sus obras añadían fragmentos de papel pegados al soporte y, sobre éstos, trazos y pintura, haciendo de la forma e imágenes del papel, la base para la composición. Así, por ejemplo, el recorte de una ilustración de una silla configura la parte central a partir de la que se trabaja el resto de la obra. Como es evidente, el resultado constituye una especie de collage, pero la diferencia radica en que, en el papier collé, el recorte de papel determina lo que se construye a su alrededor, mientras que, en el collage, los recortes son seleccionados para configurar la obra previamente determinada. Este invento, atribuido a Braque, cambió la forma de realizar la imagen, ya que, en el papier collé, la obra se determina a partir del recorte, por lo que el punto de partida para la creación es el material y la configuración que éste permite, no se piensa primero en el objeto en sí.

Si bien ambos artistas usaron y experimentaron tanto con el papier collé como con el collage, la configuración de los cuadros correspondientes al cubismo sintético muestra muchas variantes debido al empleo de diversas técnicas, incluyendo el puntillismo. En ésta se alternarán transparencias y opacidades de las figuras, a veces partiendo del objeto y la selección de determinadas características del mismo, y, en otras ocasiones, del recorte que irá dando forma poco a poco al objeto. En cualquiera de los casos, el objeto es siempre reconocible y de mucho más fácil decodificación por parte del espectador.

Como antes dijimos, aunque Braque y Picasso son los personajes más representativos del movimiento cubista, no son los únicos:


Para 1912 otro artista estaba haciendo una contribución original al cubismo de Montmartre: Gris. Nacido en Madrid, se mudó a París en 1906 y para 1908 tenía un estudio en el edificio Bateau Lavoir. Se convirtió en vecino de Picasso y miembro del círculo de Montmartre (Cooper, 1995: 16).


Juan Gris

Juan Gris es un personaje sumamente interesante en el mundo del cubismo, ya que, a pesar de su relativa cercanía a Picasso y Braque, posee un estilo diferente, que, por decirlo de algún modo, resulta similar a una ilustración: sus bordes son muy definidos y delimitados, e incluso su forma de integrar recortes en las obras varía. Gris selecciona ilustraciones de objetos para sus naturalezas muertas y logra con ello composiciones pictóricas muy interesantes y de un aspecto definitivamente diferente a los característicos de Braque y Picasso.

Si bien Gris fue admirador y seguidor de los pasos de Picasso, éste nunca mostró gran estimación por su admirador ni desarrolló lazos amistosos con él como lo hizo con Braque, pero esto no detuvo el trabajo de Gris ni mermó su admiración por Picasso. Juan Gris logró interesar en sus propias creaciones al mismo marchante de arte que comerciaba las obras de Braque y Picasso.


Su reverencia por Picasso era tanta que lo nombraba ‘cher maître’ [amado maestro], lo que molestaba a Picasso y lo movió a usar el término de forma irónica cuando hablaba con Braque. La admiración de Gris por Picasso es notoria en Retrato de Picasso de 1912, en la que ya se notan las cualidades distintivas entre su cubismo y el de Braque o Picasso (Cooper, 1995: 16).


Juan Gris, El desayuno, 1915


En Gris se nota una marcada inclinación por el cubismo sintético, en el que desarrolló la mayoría de sus pinturas, en tanto que sus trabajos de cubismo analítico son mucho menos numerosos. En gran parte de sus creaciones se advierte una tendencia a desfragmentar los espacios por medio de campos de color que parecen doblarse sobre sí mismos como si se tratara de un acordeón de papel. Sobre ellos traza dibujos definidos y realistas, de bordes blancos o negros; también tiene cierta tendencia a incluir transparencias que develan, a manera de fantasmas pictóricos y lineales, la parte del objeto que no es visible en la representación.

Aunque la mayor producción cubista corresponde al campo de la pintura, no se restringió sólo a las representaciones bidimensionales, también hubo experimentaciones plásticas en el campo de la escultura, lo cual, por supuesto, resulta complejo en esta vanguardia. La escultura es por definición una forma artística tridimensional en la que se trabajan todos los ángulos posibles del objeto, por lo que la escultura tuvo que trabajarse a partir de un concepto muy diferente del que había dado origen a los conceptos pictóricos iniciales que trataban de mostrar el objeto en su totalidad.


Las primeras esculturas de papel de Braque estimularon a Picasso a experimentar con la técnica hacia finales de 1912, cuando probablemente empezó su Guitarra. En ésta, a diferencia de las esculturas de Braque, los papeles de lo sólido y el espacio se invierten, el espacio comienza a ser usado para simbolizar la solidez y viceversa (Cooper, 1995: 15).


Debido a su complejidad, la escultura cubista no presentó un desarrollo tan amplio como el de la pintura; además, muchos de los trabajos iniciales de Braque se perdieron. En años posteriores, artistas como el lituano Jacques Lipchitz retomaron los principios cubistas para llevar a cabo su trabajo escultórico.


Robert Delaunay


La influencia del cubismo impulsó a artistas de todo el mundo a experimentar con las nuevas formas de representación. Esto llevó a muchos de ellos a generar su propio estilo, como sucedió con Robert Delaunay, artista francés que pertenecería a un estilo llamado orfismo o cubismo órfico.


En su libro Los pintores cubistas, Apollinaire se sintió obligado a dividir el movimiento en cuatro categorías vagamente definidas, de las cuales pensaba que la más avanzada era la más abstracta, llamada orfismo. […] [en esta categoría] incluía a artistas como Delaunay […] Apollinaire pronto declaró que el orfismo y el cubismo eran tendencias completamente diferentes (Cooper, 1995: 18).


Robert Delaunay, Ventanas abiertas simultáneamente, 1912


Aunque en un inicio se consideró a Delaunay como cubista, pronto quedó definido que sus obras basadas en la música, aunque recurrían a la geometrización y la descomposición de la figura en planos, ya no pertenecían al cubismo, sino que tendían más a la abstracción que a la figuración, por lo que constituyeron una tendencia diferente.

Desde sus inicios, el cubismo tuvo una clara influencia en los artistas de la época; y, a pesar del rechazo inicial que despertó, se considera una de las vanguardias pictóricas del siglo XX más ambiciosas y propositivas. Su complejidad no reside en lo representado o en el mensaje que pretende transmitir, sino en una profunda búsqueda de otra forma de representar. Por ello, la mayor parte de los temas pictóricos son, en comparación con otras vanguardias, de gran simpleza: guitarras, naturalezas muertas, y retratos que no buscan atrapar la compleja psicología del personaje retratado, sino sencillamente plasmar en el lienzo, de una forma por completo nueva y propositiva, la figura.

Los niveles de representación nunca antes vistos llevados a cabo por el cubismo siguen haciendo de esta vanguardia uno de los campos experimentales que permiten a los artistas repensar el espacio pictórico, no como una simple superficie bidimensional de perspectiva única, sino llena de infinitas posibilidades, en las que la capacidad creativa del artista, junto con un complejo cuestionamiento racionalista, puede conducir a nuevas formas de creación.

Referencias

COOPER, P. (1995). Cubism. Londres: Phaidon.

GOLDING, J. (1988). Cubism: A history and an analysis, 1907-1914. Londres: The Belknap Press of Harvard University Press.

LUCIE-SMITH, E. (2000). Artes visuales en el siglo XX. Colonia: Könemann.

NOTAS

* Licenciada en Comunicación Visual por la Universidad de la Comunicación y maestra en Arte: descodificación y análisis de la imagen visual por el Instituto Cultural Helénico. Posee experiencia docente de más de 14 años en diversas instituciones privadas de educación superior, así como un año de experiencia en bachillerato del ITESM.
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