El arte de CONQUISTAR[*]

Natalia Estramil[**]

Los machos suelen exhibir hermosos colores, realizar trabajosas construcciones, regalar bellas flores, competir y/o pelear por conseguir más hembras. Las hembras, en cambio, suelen ser las que cuidadosamente eligen a sus futuras parejas. En este texto se abordan algunas causas de la elección y competencia en los animales, incluyendo a los humanos.



El arte de conquistar

Los machos del pájaro pergolero pardo (Amblyornis inornata) poseen un monótono y aburrido plumaje marrón. Sin embargo, cuentan con una gran ventaja, son verdaderos artistas. Con trabajo y dedicación, construyen hermosas pérgolas y las decoran con objetos de colores llamativos, como flores, bayas, cáscaras, piedras, pedacitos de plástico y/o cristal. Si es necesario, hasta son capaces de robar objetos e incluso destruir las pérgolas de sus vecinos. Cada objeto deberá permanecer en su debido lugar, y, si es movido, el macho insistirá en volver a colocarlo en su lugar para que decore a la perfección su pérgola. Como si todo esto fuera poco, cuando las hembras se acercan, los machos cantan, zumban e incluso imitan cantos de otras especies. A pesar de tanto esfuerzo, sólo unos pocos machos consiguen pareja. En cambio, muchas hembras terminan en pareja con el mismo macho.

¿Por qué son los machos quienes con frecuencia exhiben hermosos colores, realizan trabajosas construcciones, regalan bellas flores, compiten y/o pelean por conseguir más hembras? ¿Por qué son con frecuencia las hembras quienes cuidadosamente eligen a su pareja?


A falta de plumaje
colorido para atraer
a la hembra, el pájaro
pergolero pardo
macho recurre
a su sentido artístico
para conquistar a su
pareja al construír
y decorar hermosas
pérgolas


Machos, hembras y el juego de quién invierte más

En los animales con reproducción sexual, las hembras son por definición las que producen los gametos más grandes: los óvulos.[1] Los machos, en cambio, son los que producen los gametos (relativamente) más chicos: los espermatozoides.[2] Mientras que las hembras producen (relativamente) pocos gametos, los machos producen muchos. Sin embargo, las diferencias en el tamaño y número de gametos que cada sexo dona para producir crías son en realidad el resultado de diferencias en el tiempo, energía y riesgos, que reducen en mayor o menor medida las oportunidades de que cada sexo tenga crías en el futuro. Esta diferencia de inversión reproductiva puede aún agrandarse debido al cuidado de las crías.[3] Es por ello que el potencial reproductivo entre los sexos generalmente difiere: los machos son capaces de producir vastas cantidades de esperma;[4] las hembras, en cambio, están limitadas por el tiempo y los recursos que gastan en producir sus gametos de gran tamaño –los óvulos.[5]

Algunos autores consideran que esta diferencia de inversión entre sexos, más que nada inicial –pocos óvulos grandes y muchos espermatozoides pequeños–, es la causa de las diferencias de comportamiento de elección y competencia entre machos y hembras.[6] Es decir, a pesar de que en la mayoría de las especies las hembras tienen más de una pareja en su vida reproductiva, y aunque la competencia entre machos también puede considerarse muy costosa, suele entenderse que las hembras son las que invierten más en términos de reproducción. Ellas no sólo se ven limitadas por la producción de sus costosos gametos y/o, en algunos casos, el cuidado de sus crías, sino por el tiempo que deben esperar para llegar a ser fértiles de nuevo. Esto las vuelve selectivas, haciendo que sean ellas las que con frecuencia elijan entre parejas que ofrecen “buenos genes” u otras contribuciones que puedan incrementar su éxito reproductivo. En cambio, la decisión de volver a copular por lo general beneficiará de manera más directa en su éxito reproductor a los machos, quienes suelen competir por el recurso escaso: las hembras.[7]

Los distintos intereses de machos y hembras pueden crear conflictos, llevándolos a una variedad de comportamientos donde cada sexo tratará de minimizar los costos y maximizar los beneficios asociados a la reproducción.

Machos que compiten

Toda herramienta es útil para conseguir vencer al oponente y ubicarse en una posición de dominancia, aun cuando el verdadero fin no sea vencer en peleas ni obtener recursos, sino conseguir más parejas.

Las formas de competencia más evidentes han sido y son los combates o peleas en las cuales se usan, por ejemplo, las garras, los dientes o el pico. Además, en muchas especies, el tamaño del macho puede jugar un papel muy importante para lograr vencer en las peleas y/o para atraer a más hembras. En aquellas especies en las que un macho puede copular con muchas hembras es donde existe mayor competencia y donde se advierte una mayor diferencia de tamaño entre machos y hembras. Este tipo de diferencia entre los sexos se llama dimorfismo sexual de tamaño.[8]


Ciervos machos
luchando





Los machos de la
mosca escorpión
ofrecen una
secreción salival
como regalo
antes de la cópula











El tamaño corporal, sin embargo, no lo es todo. Por ejemplo, los machos de la mosca escorpión (Panorpa japonica) consiguen cópulas de diferentes maneras. Los más grandes pueden defender recursos alimenticios, como insectos muertos, para atraer a las hembras, o segregar saliva, como regalo nupcial. Los de tamaño intermedio sólo pueden segregar saliva como regalo nupcial. En cambio, los más pequeños intentan cópulas forzadas con las hembras. A su vez, los machos más grandes son los que obtienen más cópulas, luego les siguen los de mediano tamaño y, por último, los más chicos. Sin embargo, esta situación puede cambiar dependiendo de las circunstancias. Así pues, si se reduce el número de competidores, los machos de menor tamaño también podrán defender insectos muertos y así atraer a más hembras.

Otra estrategia es la que utilizan los machos satélite, quienes se ubican cerquita de los machos exitosos que atraen a las hembras. Por ejemplo, los machos de las ranas arborícolas (Hyla cinerea) pueden convertirse en satélites y, en vez de croar, se sitúan cerca de machos que lo hacen. De este modo, tratarán de interceptar y aparearse con las hembras que se acercan atraídas por los machos que croan.

Los machos también pueden competir indirectamente de acuerdo con la cantidad de hembras que logran atraer. Aquellos que exponen los colores y cantos más hermosos u ofrecen mejores pérgolas, territorios u otros recursos, como alimentos, serán en general los más exitosos. Sin embargo, la competencia por obtener parejas puede ocurrir a través de formas aún más sutiles. Por ejemplo, debido a pequeñas diferencias en el tiempo necesario para llegar a la madurez sexual (es decir, los machos que se desarrollan más rápido pueden obtener más hembras), por la resistencia a permanecer durante más tiempo activo en la estación reproductiva o debido a sus habilidades para encontrar parejas (un caso es el de un sistema sensorial o locomotor bien desarrollado).[9] La competencia entre machos puede incluso continuar durante y después de la cópula. Por ello, en algunas especies, los machos vigilan o secuestran a las hembras o utilizan tapones o estructuras para desplazar el esperma de otros machos evitando así que éstos accedan a los óvulos de “sus” hembras.

Pero, ¿por qué las hembras deberían preferir aparearse con ciertos machos, por ejemplo con aquellos que vencen en peleas, portan ornamentas exageradas, son de gran tamaño u ofrecen mejores recursos?

Hembras que eligen

Determinadas características en los machos, como su gran tamaño y simetría corporal, cortejos prolongados o intensos, repertorios de cantos largos, colores llamativos y/o características exageradas como astas extremadamente grandes, pueden ser preferidas por las hembras si es que indican que éstos pueden proporcionar ventajas genéticas. Copular con estos machos podría incrementar la viabilidad de sus crías, por ejemplo, al maximizar la variabilidad genética de la descendencia y/o debido a que ésta tendrá “buenos genes”. Asimismo, podría incrementar las oportunidades de que sus crías masculinas porten tales características cuando lleguen a ser adultas, y resulten más atractivas para las hembras. Por el contrario, las hembras tenderán a evitar machos con rasgos que indiquen la presencia de enfermedades contagiosas o una gran cantidad de parásitos, ya que esto podría ser signo de un sistema inmunológico empobrecido. Aparearse con estos machos supondría una gran desventaja para las hembras, pues podrían contagiarse y/o tener crías que hereden tal sistema inmunológico.

En otros casos, las hembras podrían elegir machos con características que indiquen una mayor probabilidad de que todos sus óvulos sean fecundados, o una mayor capacidad para aportar recursos, como comida, territorios o cuidado parental, entre otros.

La atracción hacia ciertos machos, sin embargo, también puede estar basada en otros tipos de consideraciones. Las hembras pueden simplemente “copiar” la elección de pareja que hacen otras hembras. En los peces guppys (Poecilia reticulata), por ejemplo, las hembras imitan la elección de hembras mayores y con más experiencia. En otras ocasiones, los machos quizás exploten preferencias femeninas preexistentes. El macho de la polilla Utetheisa ornatrix, por ejemplo, emite feromonas de corto alcance que derivan de sustancias alcaloides obtenidas a través de las plantas que consume, con lo cual atrae a las hembras. Estos alcaloides aparentemente protegen a las plantas contra herbívoros y a las polillas las protegen de sus depredadores. Los machos podrían entonces haber explotado la preferencia de las hembras por estas propiedades defensivas para encontrar así a su pareja.

Por otra parte, en otros casos las hembras podrían elegir a ciertos machos sin estar atraídas por éstos y sólo con el fin de disminuir los costos del acoso o los riesgos asociados a la competencia masculina.







Peces guppys (Poecilia
reticulata
), un macho (arriba)
y dos hembras (abajo). Las
hembras imitan la elección
de hembras mayores y con
más experiencia.





Independientemente de las razones, el hecho de que una hembra termine en pareja con un macho no garantiza que el macho vaya a fecundar sus óvulos. De hecho las hembras pueden copular con varios machos, y en las especies con fertilización interna, estas pueden ejercer su elección durante y luego de la cópula de forma “oculta”; favoreciendo así a los espermatozoides de los machos preferidos. Este tipo de elección femenina se llama “críptica”, justamente porque no existe evidencia conductual externa de la elección que esta haciendo la hembra.


¿Qué sucede en nosotros?

Algunos estudios sugieren que hombres y mujeres difieren en algunas de las cualidades que consideran como atractivas. Los hombres tienden a preferir mujeres jóvenes. Además, prefieren a mujeres con una proporción de alrededor de 3/2 entre las caderas y la cintura, medida que predice el éxito reproductor. Ellos también hacen regalos o tienen gestos que indican su estatus social o eficacia biológica. Las mujeres, en tanto, suelen preferir hombres algo mayores; quienes en la mayoría de las sociedades son los que pueden brindar más recursos. Asimismo, se ven atraídas por la asertividad y el poder social de un hombre, los cuales pueden predecir el éxito presente y futuro en la provisión de recursos.

Hombres y mujeres también suelen tener conductas celotípicas diferentes. Las mujeres se sienten más celosas cuando sus parejas entablan una nueva relación emocional íntima con otras mujeres. Los hombres, en cambio, se sienten más celosos cuando hay infidelidad estrictamente sexual por parte de las mujeres. Esto es consistente con las pérdidas potenciales a las que se enfrentaría cada sexo en cada situación. En otras palabras, un hombre pierde más cuando cuida de hijos que no son propios; y una mujer, cuando su pareja la abandona para entablar otra relación, y no cuida, por ello, de sus hijos.

Cerrando conceptos…

Las hembras suelen producir pocos gametos, grandes y más costosos que los gametos producidos por los machos. Además, en algunos grupos de animales, son ellas las que invierten más en otras formas de cuidado parental. Aunque esta diferencia de inversión no necesariamente debe interpretarse como la causa, suele considerarse como la base de los diferentes comportamientos de elección y competencia y los diferentes intereses de machos y hembras. Cada sexo busca maximizar su éxito reproductivo, aunque no siempre se llegue a un acuerdo, lo que puede generar conflictos.

NOTAS

* Texto basado en las obras de J. Alcock, Animal Behavior: An Evolutionary Approach, 1998; M. Andersson, Sexual selection, 1994; R. Maier, Comportamiento animal. Un enfoque evolutivo, 2001; y S. Shuster y M. J. Wade, Mating Systems and Strategies, 2003. Se agradece a Anita Aisenberg y Fabiana Quiroz por su lectura y valiosos comentarios.
** Doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad de Amberes (Bélgica).
  1. Las hembras donan ricos nutrientes y organelos a sus gametos, invirtiendo más en la producción de gametos que los machos.
  2. Existen también animales hermafroditas, es decir, animales que son capaces de producir tanto gametos masculinos como femeninos.
  3. En los mamíferos, por ejemplo, las hembras nutren a los embriones durante la gestación, amamantan y cuidan a las crías luego de su nacimiento. Los machos, en cambio, fecundan a un gran número de hembras y generalmente se van sin ver o interactuar con sus crías.
  4. Un hombre, en principio, podría fecundar todos los óvulos de todas las mujeres del mundo, ya que se liberan centenas de millones de espermatozoides en cada eyaculación.
  5. En aves como los kiwis (Apteryx spp.), un huevo puede llegar a representar alrededor de 20% del peso de la hembra.
  6. Otros autores consideran que estas diferencias de inversión son la consecuencia y no la causa de diferencias de comportamiento entre machos y hembras.
  7. Lo contrario es esperado en las especies donde los machos invierten más.
  8. Los elefantes marinos (Mirounga leonina) tienen un fuerte dimorfismo sexual con machos que son mucho más grandes que las hembras y que, en algunos casos, llegan a tener harenes de hasta cien hembras.
  9. Por ejemplo, cuanto más viaja un macho de la víbora común europea (Vipera berus) durante la estación reproductiva, más cópulas obtiene.
Créditos fotográficos

- Imagen inicial: biodiversitylibrary.org

- Foto 1: www.achetudoeregiao.com.br

- Foto 2: Shutterstock

- Foto 3: Richard Bartz en commons.wikimedia.org

- Foto 4: www.livescience.com

- Foto 5: nauka.offnews.bg

- Foto 6: Per Harald Olsen en commons.wikimedia.org