Cómo desarrollar competencias lingüísticas EN ALUMNOS DE PRIMARIA Ana Orozco Aguayo[*] El presente artículo se propone analizar cómo se desarrollan las competencias lingüísticas de los alumnos y qué puede hacer el docente para trabajar sobre ellas. En este sentido, seguiremos la reflexión de Lucía Fraca (2003) en torno a la pregunta de cómo hacer para que el aprendizaje y desarrollo de competencias para la lengua escrita se realice de manera natural e integral en el entorno escolar. A partir de un breve análisis de las bases cognitivas del aprendizaje de la comunicación, se proponen unos lineamientos generales para que el docente desarrolle competencias relativas al lenguaje de un modo integral y natural en el aula y en actividades fuera de ella con el fin de lograr aprendizajes de “niños que, al terminar su escuela primaria, sean todos capaces de actuar, de reaccionar o de hacer actuar, a partir de todo tipo de escritos” (Jolibert y Sraïki, 2009: 12). Sin duda, una de las causas de la baja calidad educativa en la escuela primaria mexicana es la forma en que se enseña la competencia lingüística, demasiado desvinculada a los usos reales de la lengua. La competencia lingüística se actualiza en la práctica y en un contexto sociocultural o no es competencia lingüística.
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c La pertinencia de la enseñanza de la lengua
“El desarrollo de la lengua escrita se inicia partiendo de la significación”, afirma Lucía Fraca (2003). Esto quiere decir que la lectura y la escritura siempre deben partir del interés de los alumnos, no de actividades mecánicas preestablecidas (por ejemplo, repeticiones de copias de palabras, dictados fuera de contexto, copia de fragmentos, copia de textos del pizarrón, manipulación de estructuras sintácticas de oraciones, etc.). El aprendizaje de la lengua, tal como sucede con el infante, resulta de una situación comunicativa socialmente tipificada, es decir que a hablar se aprende hablando, a leer, leyendo, y a escribir, escribiendo. Aunque las competencias para el lenguaje son cuatro: dos orales (escuchar-hablar) y dos escritas (leer-escribir), este artículo se centrará en las competencias de la comunicación escrita. Sin embargo, no hay que olvidar que en la vida real las cuatro competencias se dan en los mismos contextos y situaciones y a menudo seguidas unas de otras. Por ejemplo, un alumno utilizará todas ellas al preparar y presentar una conferencia ante el grupo y al escuchar y opinar sobre las de sus compañeros. El texto escrito es el producto y la evidencia de la competencia de comunicación escrita y, además, “punto de encuentro entre el escritor y el lector” (Fraca, 2003: 39). Leer y escuchar son competencias de input, mientras que escribir y hablar son competencias de output Definición de lenguaje: “… el lenguaje debería ser definido como una facultad o dotación del ser humano que se actualiza mediante un sistema o código (lengua), que le permite interactuar con los otros miembros de la especie para preservar la sociedad. El medio natural por el cual se concretiza la lengua es la oralidad […] Sin embargo, en las sociedades alfabetizadas el lenguaje emplea la escritura como otro medio de intercambio social” (Fraca, 2003: 37-38). Definición de lectura: Leer es interrogar un texto, es decir, construir activamente un significado, en función de las necesidades y proyectos del lector, a partir de diferentes claves de distinta naturaleza y de estrategias pertinentes para articularlas (Jolibert, 1998). Leer no es solamente decodificar un texto (verbalizar las palabras escritas según el código de una lengua), sino elaborar el mensaje a partir de los conocimientos previos del lector y los signos escritos. Dicha actividad cognitiva se denomina interpretación textual. Como consecuencia de este hecho, un texto no es el mismo para todos los lectores; ni siquiera el mismo para el mismo lector en diferentes momentos de su vida (Cassany, 1999: 29-30). Leer no es solamente decodificar un texto, sino elaborar el mensaje a partir de los conocimientos previos del lector El tema del déficit en el aprendizaje de la competencia de comunicación escrita ha sido bastante estudiado en todo el mundo desde los años setenta. En esa década, Britton y su equipo (1975, apud Cassany, 1999: 110) estudiaron la escuela británica y concluyeron que en el centro escolar los alumnos de 11 a 18 años sólo usaban el lenguaje escrito en el nivel transaccional (para comunicar información). La escritura como proceso de comunicación y reflexión era ignorada (Cassany, 1999: 110). En la siguiente década, Fulwiler (1981, apud Cassany, 1999: 110-111) estudió la producción escrita de estudiantes estadounidenses de secundaria y concluyó que “sólo el 3% de los ejercicios de expresión escrita que se solicitan en secundaria exigen redactar un fragmento más extenso que una oración”. Cassany sostiene también que, en la educación básica y media observada por él, la redacción, si es parte del currículum, sólo se enseña en la asignatura de lengua, en lugar de ampliarla a todas las asignaturas. En resumen, si la escuela tiene resultados pobres en el desarrollo de competencias de comunicación escrita es porque no las promueve. Se comprende por qué los estudiantes llegan a la educación superior sin estas competencias. Definición de escritura: Escribir es “una actividad psicosociolingüística del ser humano, que tiene como propósito registrar y comunicar […] la cognición social por medio de las actividades de comprensión y producción de textos escritos […] en contextos específicos de comunicación lingüística” (Fraca, 2003: 59).
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c Procesos cognitivos para desarrollar competencias comunicativas y lingüísticas
En la vertiente pedagógica de corte sociocultural y de acuerdo con la línea de investigación del aprendizaje de la comunicación escrita como producción de texto (Torrance y Galbraith, 1999), el aprendizaje de la lengua escrita se da cuando el estudiante puede comprender y abstraer significado de textos (lectura), así como producir diferentes tipos de textos. Este enfoque didáctico integrado no es nuevo. Encontramos sus inicios en la década de los ochenta, cuando la psicología cognitiva y la psicolingüística pusieron las bases para trabajar simultáneamente la lectura y la producción de textos desde la educación preescolar hasta la educación primaria. La investigación-acción en escuelas de niños de bajos recursos en el norte de París, Francia, por parte de un grupo de más de veinte docentes a lo largo de diez años da cuenta de los alcances que este tipo de enseñanza puede tener en las competencias lingüísticas lectoras y escritoras (Jolibert, 1998: 79-80). Desde este enfoque didáctico, escribir requiere de un propósito, de un destinatario, de una situación comunicativa. No es lo mismo escribir una carta personal que un informe. Tampoco es igual escribir para una comunidad o una ciudad que para una familia. Estas diferentes funciones sociales de la lengua escrita son lo que se llama órdenes discursivos, que clasifico en tres áreas: Aunque todos los usos de la lengua son, de alguna manera, sociales, lo que denomino uso social de la comunicación escrita es el que cumple con fines de organización de un conjunto de personas que interactúan en un espacio público. Aquí se destaca la función organizativa de la lengua que permite regular los derechos y deberes entre los individuos de una sociedad, informarla, legitimar hechos que de haberse comunicado sólo oralmente serían nada más un “rumor” (Cassany, 1999: 55-56). Dentro de esta categoría estarían las leyes, reglamentos, contratos, noticias, campañas, encuestas de opinión, publicidad escrita, entre otros. Por su parte, el uso de investigación de la lengua escrita es el que ha contribuido a que el conocimiento se defina y haga público, hasta conformar el saber de la humanidad clasificado en sus diferentes ciencias, disciplinas y avances tecnológicos. Desde un humilde reporte escolar sobre la observación de fenómenos naturales hasta el más especializado tratado científico, los textos de esta categoría comparten esta función social. Es relevante destacar que, en esta definición del conocimiento, es la función epistémica de la lengua la que permite generar opiniones o ideas que no existían antes de la composición del texto. Escribir sobre un tema nos impele a conocer más sobre él. Al escribir una tesis, por ejemplo, elaboramos las ideas que tenemos sobre un tema y construimos conocimiento nuevo. Una enciclopedia es un gran compendio de saberes; pero también un artículo científico, una revista de divulgación o un reporte de visita a una fábrica o a un museo cumplen la función de ampliar el conocimiento. La elaboración de textos con un propósito motiva la escritura Finalmente, el uso afectivo-interpersonal busca comunicar pensamientos, y sobre todo sentimientos y percepciones dentro de una esfera más íntima. La función estética se cumple en ocasiones en cartas o mensajes entre personas sin excluir la función lúdica que se expresa en chistes, comentarios chuscos o irónicos. La literatura de ficción, dentro de ella la poesía, lleva estas funciones a un nivel muy alto de refinamiento, pero es la misma función que podemos encontrar materializada en un breve “no he podido olvidar tu mirada” escrito en un mensaje de texto de un teléfono celular. El diagrama 2 muestra que los diferentes órdenes del discurso se traslapan; por ejemplo, un artículo de divulgación sobre el calentamiento global cumplirá una función de investigación, y también una función social al hacer consciente a la población de cómo nos afecta este problema; el periódico escolar cumple una función social en la comunidad, y también es un fuerte motivo de cohesión afectiva entre sus miembros; un mensaje en una página de búsqueda de pareja por Internet incluye la función de investigación y la función afectivo-interpersonal. De esta manera, los usos de la comunicación escrita y el propósito del escritor están íntimamente ligados. Al trasladar estas consideraciones al aula, para que los alumnos desarrollen competencias lingüísticas en la comunicación escrita, debemos proponerles desarrollen la elaboración de textos con un propósito social, personal o de investigación que motive la escritura: escribir para un fin social, para solucionar un problema, para expresarnos, para contar nuestras experiencias, para convencer a un grupo de tomar una decisión, para divertirnos, para recordar… Este propósito es lo que motivará la escritura y mantendrá la atención del alumno más allá de la segunda oración.
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c Procesos cognitivos en el desarrollo de la competencia comunicativa
En las investigaciones de hace tres décadas en el Reino Unido y en los Estados Unidos sobre la producción del texto escrito, los compiladores Mark Torrance y David Galbraith (1999) y las expertas en la pedagogía de la producción de textos en Francia y Chile, Christine y Josette Jolibert (2009) llegaron a la conclusión de que la composición de textos es una tarea cognitiva muy compleja que involucra por lo menos cinco factores:
Jolibert afirma que los docentes deben evitar la trampa del idioma de designar de la misma forma estas dos habilidades de muy diferente complejidad: escribir-grafiar y escribir-producir texto; además agrega que limitar al niño de entre 2 y 8 años a grafiar es subdesarrollarlo (1998: 82). La capacidad notacional es la base de la comunicación escrita y surgió de la necesidad de registrar información para no olvidarla y de comunicarla de un modo diferido (Fraca, 2003: 43). Las primeras marcas talladas en piedra hechas por el hombre prehistórico con el fin de recordar una fecha o un evento son los primeros signos de esta capacidad notacional. Una marca en la arena hecha por un niño denota esta misma capacidad ancestral. La composición de textos es una tarea cognitiva muy compleja Al planificar una tarea de composición escrita, por ende, el docente deberá considerar estos cinco factores y sopesar la dificultad de la tarea por trabajar. En este sentido, será útil que se pregunte las siguientes cuestiones:
En resumen, se hace necesario atender el espacio conceptual y el espacio retórico de la tarea como pasos anteriores a la producción de texto por parte de los estudiantes.
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c Proceso de composición textual: propósito de la escritura, generar ideas, planear, redactar y revisar
Desde el momento que decidimos escribir impelidos por una situación social o personal hasta que producimos un texto acabado se dan una serie de procesos de pensamiento de orden superior, que siguen una ruta no lineal, sino cíclica. 1. Tomar conciencia del propósito de escribir Este primer momento es la motivación para escribir: ¿qué quiero decir?, pero también ¿a quién quiero decirlo? Tomar conciencia del uso de la comunicación escrita es asimismo visualizar a la audiencia: ¿es sólo una persona?, ¿un grupo definido?, ¿un colectivo? ¿Hay jerarquías entre quien escribe y quien recibe la comunicación? Según Jolibert (1998: 28), antes de la producción el niño debe poder definir al destinatario, su relación con éste y su calidad como enunciador (escribir de forma interpersonal, a un colectivo, a una autoridad, al gran público, como uno más o como el líder de un proyecto, entre otras consideraciones), tomando en cuenta que “la palabra se dirige a un interlocutor: ella funciona de acuerdo a la persona de este interlocutor” (1998: 33). La generación de texto dentro del entorno escolar se da naturalmente cuando se trabaja por proyectos, pero también puede darse como estrategia de investigación previa de nuevos contenidos declarativos. En este caso, conocer más sobre un tema es el propósito del texto. Ejemplos de ello son:
2. Generar ideas Este segundo paso del proceso de composición escrita tiene que ver con el espacio conceptual del que se habló arriba, es decir, lo que se sabe del tema por tratar. Las estrategias para generar ideas se deben practicar para cualquier tipo de texto, pero son indispensables para la escritura creativa. A continuación, algunas estrategias para generar ideas:
3. Planificar el texto Este paso tiene que ver en gran parte con el espacio retórico del que se habló arriba. Dice Fraca (2003: 69) que todo escritor debe elaborar un esquema mental del texto que desea escribir, lo que constituye la superestructura del texto. Los bloques de texto de la superestructura son diferentes en una carta que un reporte. Hay que visualizar el aspecto general del texto y los posibles materiales para su producción, además de decidir si se puede trabajar con equipo de cómputo o en papel y lápiz, en cartulina, con plumas, lápices o plumones, para tener una representación previa del producto que se desea. El docente en esta etapa debe explorar la representación que cada aprendiz se ha hecho de la tarea (Cassany, 1999: 157). 4. Redactar, también llamado textualización o transcripción Es el momento de la formulación de ideas por escrito o linearización que conlleva el trabajo de la memoria de trabajo y las habilidades lingüísticas. Cassany define linearización como “el proceso, incluida la textualización, de transformar los planes y las ideas del contenido textual en una secuencia lineal de prosa” (1999: 73). El escritor se enfrenta al problema de organizar la información, eliminar la que es repetitiva o superflua, elegir el vocabulario adecuado, resolver la segmentación y conexión entre párrafos, además de la puntuación. Se debe buscar la coherencia y cohesión del texto, además de la mayor riqueza posible en el vocabulario, y la corrección de los tiempos verbales. Debe tomarse en cuenta que tenemos mayor repertorio cuando escribimos que cuando hablamos. Durante la textualización, el docente es un apoyo, no un crítico; debe observar el proceso de composición de los alumnos y ayudarlos en forma individual a superar bloqueos y limitaciones (Cassany, 1999: 158). 5. Revisar Cassany opina que la revisión se da durante todo el proceso de composición. El escritor tiene una idea, la plasma, vuelve al plan que tiene en mente y así sucesivamente. Compara entre el “texto intentado” y el “texto actual” no después de colocar el punto final sino durante todo el proceso (Cassany, 1999: 74-75). Por supuesto, hay una revisión final cuando el escritor considera acabado el texto. Entonces vuelve a la interpretación textual, que es la lectura del trabajo completo, a la reflexión sobre lo que el texto dice, o no dice, y a una nueva textualización. Durante esta última parte del proceso, el escritor se autoevalúa: ¿realmente logró lo que se propuso? Siempre queda la inercia de seguir revisando, de seguir ampliando, de escribir la segunda parte de la saga, de corregir lo que pudo mejorar. La revisión siempre invita a la reescritura. De allí que la composición escrita sea un proceso cíclico.
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c Ejemplo de composición textual: Concurso de cartel “Seguridad entre la casa y la escuela”
En este proyecto se aplican las cinco etapas de la composición del texto descritas arriba. Es una guía paso a paso para el docente que quiere involucrar a sus alumnos en una tarea de escritura real dado que sirve a un propósito social: que los alumnos tomen conciencia de los peligros que pueden encontrar entre la casa y la escuela a fin de que se preparen para afrontarlos. Puede ser útil implementarlo en las primeras semanas del año escolar, como forma de preparar a los alumnos para que ellos también contribuyan a lograr mayor seguridad en el entorno escolar. Veamos ahora cada etapa, con sus directrices didácticas. En cada etapa hay tareas de escritura individual: 1. Tomar conciencia del propósito del texto Crear una campaña para que el alumnado de la escuela tenga más conciencia de cómo lograr mayor seguridad en el camino de la casa a la escuela y de regreso. Es posible que un incidente real de seguridad haya motivado esta campaña. Resulta estimulante mostrar ejemplos de carteles que sean efectivos, atrayentes, y reflexionar sobre por qué lo son y por qué otros carteles no lo son. El concurso será para uno de los grados de primaria, pero todos los niños de los otros grados serán jueces de este concurso. El cartel ganador se imprimirá con un alto estándar de calidad en formato profesional y se pegará en varios lugares de la escuela. Quizá convenga también distribuirlo en otros centros escolares. Los alumnos escriben un pequeño párrafo para definir cuál es el propósito del cartel y a qué audiencia está dirigido. Los docentes explican las bases del concurso y la fecha de entrega. Se propone un trabajo hecho en parejas (un cartel por dos alumnos), donde uno de los alumnos destaque por sus habilidades gráficas mientras que el otro destaque por sus habilidades lingüísticas. Se usará un seudónimo por pareja para evitar favoritismos a la hora de la votación. 2. Generar ideas Se sugiere utilizar una lluvia de ideas y un mapa mental como se describieron arriba. El mapa mental tendrá como concepto central seguridad. Habrá que orientar a los alumnos a pensar sobre peligros potenciales y sobre situaciones de riesgo. Dentro de los primeros están: ser arrollado por un automóvil o una moto, ser víctima de robo o secuestro. Dentro de las segundas están: ir a la escuela o regresar a casa solo, transitar en un horario nocturno, caminar largos trayectos por escasez de transporte público, caminar por zonas frecuentadas por personas no confiables (donde exista narcomenudeo, por ejemplo). Además de estas dos estrategias, se puede entrevistar a policías en el módulo de seguridad de la colonia o poblado, y tampoco debe faltar una entrevista a los padres para que ellos también se involucren en el proyecto, y sus ideas pueden quedar plasmadas en el cartel. Los alumnos, ya en parejas, registran sus ideas, que deben compartir y mostrar al docente a lo largo de esta etapa. Para este fin, utilizan fichas, un cuaderno, o quizá un blog si esto fuera posible. Los docentes toman en cuenta todos los problemas de seguridad que hayan surgido durante esta etapa. Es muy importante que se discutan ideas ante el grupo, porque ello resulta educativo para todos. Además, en estas sesiones se puede proponer una solución para cada problema. Si algún alumno siempre va solo, quizás otro pueda darle aventón, por ejemplo. Los alumnos elaboran un esquema para su cartel 3. Planificar el texto Se decide el formato del cartel: el tamaño que tendrá y el material en que se presentará. El docente debe orientar a los concursantes sobre el número de bloques de texto, la tipografía, y el tipo y color de los gráficos. Fraca y Jolibert llaman a todos estos aspectos la superestructura del texto (Fraca, 2003: 69; Jolibert, 1998: 29). También se hablará sobre dónde se planea colocar los carteles para que el texto resulte legible a la distancia que estarán sus destinatarios. Desde el punto de vista del contenido textual, se hará referencia a la función informativa y apelativa del cartel. Se prevé que se utilicen el imperativo y la forma condicional, por ejemplo: “Utiliza los pasos peatonales”. “Si un desconocido te ofrece un dulce, recházalo con cortesía”. Se comprenderá que el texto debe reducirse al mínimo. Los alumnos, ya en parejas, elaboran un esquema de lo que contendrá su cartel: cuántos bloques de texto, cuántos gráficos y en qué silueta. ¿Cómo lograrán llamar la atención del público? Los docentes ayudan al trabajo por pares dando retroalimentación positiva. Revisan en especial la superestructura de los carteles de cada pareja de alumnos, pues resulta común que pretendan integrar demasiada información textual. 4. Redactar (textualizar o transcribir) Los alumnos trabajan en clase en parejas. A partir de sus notas deciden qué ideas van a incluir y cómo las presentarán. Redactan lo que sea necesario. Buscan que los gráficos complementen los textos escritos. Revisan si lo escrito corresponde a lo planeado. Piden ayuda cuando sea necesario. Buscan una silueta atractiva para su cartel. Los docentes crean conciencia de la producción textual de los alumnos y les brindan retroalimentan sobre tiempos verbales, vocabulario, signos de interrogación y exclamación, no solamente sobre ortografía. 5. Revisar Se efectúa entre el docente y cada pareja de estudiantes. Juntos indagan si el cartel cumplió su propósito y si logró comunicar lo que se proponía. El docente retroalimenta el trabajo sobre su contenido, su formato, sus gráficos, su mensaje. Entre docente y alumnos proponen mejoras. Después de llevar a cabo los cambios propuestos, ¡el cartel se imprime y está listo para el concurso! Los alumnos de grados que no hayan participado en la elaboración de los carteles serán los jueces.
Este ejemplo de tarea de composición textual satisface tanto el aspecto de los procesos cognitivos en la competencia de composición escrita como los aspectos didácticos en una secuencia clara y aplicable, aunque siempre perfectible. Para lograr esta conjunción de seguimiento a procesos cognitivos del alumno y a los aspectos didácticos de la enseñanza, una premisa es diseñar actividades de aprendizaje que siempre tengan como base la idea del texto autosuficiente, denominado así porque incluye un propósito dentro de un contexto de comunicación vivencial y real (Fraca, 2003: 40). Cassany (1996: 12-13) llama a este tipo de escritura que tiene un propósito social y un contexto específico escritura extensiva,[2] de larga duración (que supera una sesión de clase) y que crea un entorno en que se rompen los roles alumno/profesor estimulando al primero a tomar la iniciativa para escribir. La escritura extensiva también se caracteriza porque es autodirigida, en el sentido de que el alumno deberá tomar muchas decisiones sobre cómo y qué escribir; asimismo, en este tipo de escritura los textos producidos son extensos (más de media cuartilla para primaria), hay una variación de destinatarios y el alumno puede utilizar información y puntos de vista personales (Cassany, 1996: 14). El trabajo por proyectos incluye por naturaleza muchos ejercicios de escritura extensiva. El mismo autor sugiere utilizar un portafolio por alumno en el que se guardarán todas las producciones de escritura extensiva y que será evaluado entre profesor y alumno bimestral o trimestralmente para tomar conciencia de los avances y áreas de mejora de cada alumno. La escritura intensiva, por su parte, es heterodirigida, dado que ya está planificada, pero tiene la virtud de ejercitar aspectos concretos de vocabulario, sintaxis y ortografía. Son “ejercicios de corta duración (treinta minutos, una clase, una semana), realizados en clase con un objetivo concreto de carácter conceptual o procedimental” (Cassany, 1996: 12). A manera de ejemplo, se presentan tres actividades de escritura intensiva: Normas para ser un buen lector (Ana E. Orozco) Objetivo Estrategia metacognitiva que pretende que el niño tome conciencia de su capacidad como lector y sobre cómo superar las dificultades en esta competencia. Procedimiento El docente presenta la actividad explicando lo que es la lectura (una definición de esta competencia se encuentra en el recuadro “Definición de lectura”, en la primera parte de este artículo). Dos alumnos leen un texto sencillo por tres minutos (tomando el tiempo exacto). El grupo cuenta el número de palabras leídas por cada alumno y después el docente le pregunta a cada lector sobre el contenido de su lectura. El docente explica que leer no es sólo decodificar el texto (número de palabras por minuto), sino también comprenderlo. ¿Hubo palabras que no entendieron? ¿De qué les sirve la puntuación para entender el texto?
El docente promueve una lluvia de ideas con todo el grupo sobre el tema de cómo ser un mejor lector. Guía las participaciones de los alumnos con preguntas como ¿te gusta leer?, ¿lees a diario?, ¿cuánto tiempo?, ¿en qué condiciones?, ¿mantienes la atención al leer? Los alumnos hacen anotaciones de lo que les pareció importante. Un alumno puede anotar: “No me gusta mucho leer. Me distraigo viendo la tele y no recuerdo lo que leí”. Los alumnos escriben un párrafo de tres oraciones en las que dicen cómo mejorar en su lectura y proponen algunas “normas para ser un buen lector”. El docente puede comentar con todo el grupo las dificultades personales y sugerir formas de mejorar. Un alumno tal vez descubra que tiene que leer en un lugar más tranquilo; otro, que necesita encontrar lecturas más interesantes para él. Los alumnos leen a todo el grupo sus textos. Vamos a puntuar (Fraca, 169) Objetivo Ejercitar la puntuación y el análisis de sintaxis de las oraciones. Procedimiento El docente les informa a los alumnos el propósito de la actividad. Les proporciona párrafos breves sin puntuación alguna y les pide que coloquen la puntuación de manera que no cambien el sentido del texto. Al final el conjunto del grupo verifica las puntuaciones. Ejemplo de párrafo para puntuar: Arrebatado y caudaloso río que riegas de mi pueblo las praderas quién pudiera llorar en tus riberas de la redonda luna al rayo frío* Queda: Arrebatado y caudaloso río que riegas de mi pueblo las praderas, ¡quién pudiera llorar en tus riberas de la redonda luna al rayo frío! El docente propone cinco oraciones más para puntuar. * Primera estrofa del poema “El río de Cosamaloapan” de Manuel Carpio. El ejercicio es de Fraca, y el ejemplo, de Ana E. Orozco. El juego de la conjugación* Objetivo Ejercitar la conjugación de los verbos regulares y algunos irregulares. Procedimiento El docente prepara veinte tarjetas con oraciones de las cuales se ha suprimido el verbo en forma personal y en cuyo lugar se ha colocado el verbo en infinitivo entre paréntesis. El grupo se divide en dos equipos. Un alumno del equipo A toma una tarjeta y la lee; la tarea del grupo será completar el enunciado. Una vez dada la respuesta, el equipo B debe indicar si la respuesta del equipo A es adecuada o no y por qué. Los equipos van tomando turnos hasta que las oraciones se acaban. Las oraciones deben dar pistas del tiempo del verbo que debe usarse. Por ejemplo: Ayer Tomás y yo (comer) tortas ahogadas. La respuesta “Ayer Tomás y yo comimos tortas ahogadas”, proviene del adverbio de tiempo “ayer”. Te (ir) a buscar, pero no estabas. Aquí la pista es el segundo verbo. La respuesta “Te fui a buscar, pero no estabas”. Para cerrar la actividad, el docente con ayuda de los alumnos escribe en la pizarra los verbos en infinitivo y los verbos conjugados en las respuestas e indica el tiempo de los verbos. * Tomado de Ramírez, 2002. La estrategia es de Ramírez, y los ejemplos de ejercicios, de Ana E. Orozco.
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c ¿Y la evaluación?
Como es comprensible, la evaluación de la escritura intensiva será completamente diferente a la de la escritura extensiva. La primera es simplemente una corrección, que debe hacerse inmediatamente después del ejercicio. Se trata de una corrección-control de tipo sumativo. En cambio, la evaluación de los textos productos de la escritura extensiva es una evaluación de tipo formativo, cuyo objetivo es el mejoramiento de los textos (Jolibert, 1998: 54). Es una evaluación cara a cara entre docente y alumno ante el trabajo del segundo (que puede estar integrado en un portafolio, como se indicó arriba). La actitud del docente debe ser de respeto y de ir construyendo con el niño aquello que está por lograr, aumentando su gusto por la lectura y la escritura. Es notable cómo los descubrimientos sobre la adquisición del lenguaje y sobre la composición del texto escrito que se han desarrollado en las últimas cuatro décadas han cambiado la didáctica de la lengua. Se ha abierto un nuevo panorama para una pedagogía integradora que enseñe a leer escribiendo y a escribir leyendo, no sólo palabras sueltas sino textos de sentido completo. Sin duda, las competencias escriturales de los alumnos se beneficiarán enormemente de este nuevo desarrollo didáctico para integrar el aprendizaje de la lengua de una manera natural e integral en el entorno escolar. ♦
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c Referencias
CASSANY, D. (1999). Construir la escritura. Barcelona: Paidós. —(1996). La cultura de la escritura: planteamientos didácticos. Líneas para una didáctica de los procesos de composición. En: D. Cassany, E. Martos E. Sánchez, T. Colomer, A. Cros, M. Vilà. Aspectos didácticos de lengua y literatura. 8. Zaragoza: Universidad de Zaragoza. pp. 11-46. FRACA, L. (2003). Pedagogía integradora en el aula. Caracas: Libros de El Nacional. JOLIBERT, J., y C. Sraïki (2009). Niños que construyen su poder de leer y escribir. Buenos Aires: Ediciones Manantial. JOLIBERT, J., y Grupo de Docentes de Ecouen (1998). Formar niños productores de textos. (Tr. V. Galdames, y A. Medina). Santiago de Chile: Ediciones Dolmen. OROZCO, A. E. (2009). Escribiendo con gramática viva. Estrategias de escritura para la escuela primaria. México: Trillas. RAMÍREZ, S. (2002). Estrategias metalingüísticas, Cuaderno Pedagógico del CILLAB. Caracas: UPEL-IPC-CILLAB. TORRANCE, M., y D. Galbraith (1999). Knowing what to Write. Conceptual processes in text production. Amsterdam: Amsterdam University Press. NOTAS* Pedagoga por la Universidad Panamericana. Promotora de la lectura con adultos. Cuentista infantil. Profesionista independiente.
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c Créditos fotográficos
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