Tramas historiográficas
DE LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES

Martha Leñero Llaca[*]

Educación, lectura y construcción de género en la Academia de Niñas de Morelia (1886-1915), de Oresta López Pérez, es un libro que, además de las tramas por donde la autora recorre los treinta años de funcionamiento de la Academia de Niñas de Morelia desde finales del siglo XIX a principios del siglo XX, nos habla de una trayectoria de vida consagrada a la investigación histórica y a la reflexión sobre la construcción ideológica de las mujeres como mujeres.




c Tramas historiográficas de la educación de las mujeres

Sin la trayectoria de López Pérez, no podría ser posible reconstruir, como ella lo hace, una historia que domina a la perfección el juego entre diferentes escalas de análisis, y que, lejos de limitarse al consabido y limitado concepto de contexto o contextos, nos acerca más a una práctica analítica en escalas que se parecen más al zoom actual, ese que hoy practicamos en los sistemas virtuales de localización geográfica.

Así, y también como heredera y practicante de la metodología propuesta por la microhistoria en sus vertientes italianas –como la de Carlo Ginzburg o Giovanni Levi (2003)– y en sus vertientes mexicanas –como la propuesta por Luis González y González–, la autora nos lleva de situaciones educativas amplias que se vivían en nuestra apenas inicial República en el siglo XIX (como el analfabetismo generalizado o las discusiones educativas mayores), a las situaciones, gobernaciones y problemáticas de Michoacán en esas mismas épocas y en comparación con esa otra escala mayor, y luego a las particularidades educativas de Morelia como capital de ese estado.

Esta variación de escalas permite no sólo observar ampliaciones de lo más diminuto, sino comprender de otro modo la interacción y afectación mutua entre todas estas esferas de vida política, económica, ideológica, educativa y práctica. El surgimiento de la Academia de Niñas de Morelia, con sus propósitos, retardos, contenidos mayores y menores, prácticas y “gestos culturales”, puede de este modo ser mejor comprendido, no ya como una ocurrencia, necesidad o idea aislada de los michoacanos, sino como parte, en efecto, de una construcción mayor en la que se debate y se combate por el destino y el contenido liberal y republicano de la educación en nuestro país y del lugar que deberían ocupar las mujeres en ese proyecto.

Por dondequiera que este libro se empiece a leer, encontraremos siempre una investigación de archivo muy detallada que permite justamente recuperar para nuestro conocimiento ese lugar otorgado e impuesto a las mujeres, pero también conquistado por ellas. Entre cuadros, datos, gráficas, citas de discursos de la época, y estructuración de la información localizada, este libro también es una muestra de un excelente trabajo de historiografía que revela el dominio y la experiencia de la autora con todo tipo de archivos y de su sensibilidad e inteligencia para saber dónde buscar la información.


Litografía de la Academia de Niñas de Morelia


Así, además de enterarnos de qué estudiaron y qué hacían las alumnas de la Academia durante esos treinta años de su funcionamiento y durante cada hora del día, llama la atención la recuperación de los nombres y apellidos de todas y cada una de ellas y de sus maestras, maestros y directoras, con lo cual, me parece que, frente al silencio que caracteriza a buena parte de la historia de las mujeres, sus nombres y en algunos casos sus fotografías nos remiten a una presencia con la que podríamos hilvanar y empezar muchas otras historias. Qué sorpresa sería si, entre todas ellas, alguien de Michoacán o de otros lugares reconociera a una abuela o a alguna pariente lejana, olvidada o desconocida y con ello empezara a construir una historia diferente de sus raíces y legados.

Dividida en tres grandes partes, la obra empieza con el análisis de la educación republicana para las niñas en la segunda mitad del siglo XIX. La segunda parte se detiene en el estudio en profundidad de cada una de las generaciones que estudiaron en esta academia. La tercera parte analiza los libros y las lecturas que rodeaban a las niñas, jóvenes y mujeres de mayor edad, con un último capítulo donde la autora elabora una semblanza y una aproximación biográfica de una de las directoras más famosas y constantes de esta institución: la maestra Elodia Romo.


Alumnas de la Academia de Niñas de Morelia


En cada tramo de estas tres partes hallamos valiosas citas sobre lo que en esa época se pensaba que debían ser las mujeres, con lo cual este libro también me parece la historia de esa construcción, es decir, parte de las formas en que nos han definido y por las que no hemos dejado de luchar para reivindicar nuestros derechos. Después de leer la obra, se tiene la sensación de haber participado con las alumnas y con la autora en el tejido y costura de una gran trama, es decir, el libro no sólo se antoja como un gran tejido o como el resultado de enlazar hijos y agujas, sino que nos invita a seguir tejiendo nuestras historias.

Y es una lástima, como dice Oresta López Pérez, haber borrado de la enseñanza, en aras de una supuesta cientificidad y modernidad, oficios tan bellos, útiles e importantes como las “habilidades de aguja”. Lo malo no es la costura y su enseñanza, sino su delimitación como un oficio de mujeres y, con ello, su devaluación como saber. Al respecto, me gustaría citar a la autora, quien nos dice:

Las historias de las mujeres son como finos dechados donde podemos ver diferentes capas, texturas y colores en los complejos trazos de aguja que dejaron en las telas; por un lado vemos la muestra de la laboriosidad impuesta a las mujeres, pero apenas vamos explorando más, se empiezan a deshilar los misterios, las ideas y sueños que las mujeres tejían al mismo tiempo que cumplían con el currículum sexuado objetivado en sus dechados. Éstos nunca lo fueron todo, apenas eran el pase de lista en el mundo de las mujeres. En el estudio que aquí ofrecemos confirmamos que los muestrarios bordados se hacían a la par que la construcción de un modelo laico de educación para las niñas (López Pérez, 2016: 35).

Lo anterior tiene sentido no sólo para la autora y para el lector de este libro, sino que también se vincula con un texto de uno de los más importantes historiadores franceses. Me refiero a Roger Chartier, quien, al referirse a la práctica educativa del pasado que consistía en enseñar primero a leer y mucho después a escribir –como era el caso en la Academia de Niñas–, afirma: “Esta dicotomía rige la ideología que considera suficiente el aprendizaje de la lectura para los medios populares y para las mujeres” (2005: 119). En su capítulo sobre “Escritura, oralidad e imagen en el Siglo de Oro” (2005: 117-131), (el cual en España se ubica no antes de 1492 y no después de 1681, cuando muere Pedro Calderón de la Barca, es decir, entre los siglos XV y XVII), hay un apartado que titula “La cultura escrita de los analfabetos”, donde nos proporciona una cita muy antigua sobre la mujer “ideal”:

“No ay necesidad de que sepa escrivir […] si supiese leer, lea en libros de devoción y de buena doctrina, que el escrivir quédesse para los hombres. Sepa ella muy bien usar de una aguja, de un huso y una rueca, que no a menester usar de una pluma” [ortografía original].

El texto es del canónigo Pedro Sánchez, “quien, en su Árbol de consideración y varia doctrina, publicado en 1548, pinta así el retrato de [esa] mujer ideal” (Chartier, 2005: 119). La localización de este texto antiguo que Chartier cita es del historiador español Fernando Bouza. Viene todo esto al caso, sólo para notar que estas ideas del 1500 europeo seguían vigentes 300 años después en nuestra República laica de finales de 1800. A pesar de opiniones como las de ese canónigo, Chartier comenta que:

Sin embargo, los humildes y las mujeres, o por lo menos algunos de ellos, se apropiaron, frecuentemente con penosos esfuerzos, [d]el poder de la escritura y franquearon los límites impuestos por los modelos dominantes. De ello, tenemos varias señales. La aguja fue, muchas veces, una pluma; y el bordado o la tapicería, la escuela o el soporte de la escritura femenina (2005: 119).

Así, el trabajo de la doctora Oresta López se enlaza con otras tramas historiográficas de la educación, de las mujeres, de la lectura y la escritura, que una y otra vez descubren que, pese a todas las restricciones, las imposiciones, las dominaciones, los más humildes, y entre ellos las más humildes de las mujeres, descifran el mundo y lo componen de nueva cuenta.

En este libro encontraremos la posibilidad de nuevos descubrimientos sobre la inteligencia de las mujeres.




Reseña del libro:

Oresta López Pérez (2016). Educación, lectura y construcción de género en la Academia de Niñas de Morelia (1886-1915). México: UNAM-PUEG / El Colegio de San Luis.

c Referencias

CHARTIER, R. (2005). El presente del pasado: escritura de la historia, historia de lo escrito, México: UIA-Departamento de Historia.

LEVI, G. (2003). Un problema de escala. En: Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. 24, núm. 95, Revista de El Colegio de Michoacán, Zamora [México], pp. 279-288. [Traducción de Carlos Antonio Aguirre Rojas.] [En línea]: <redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/137/13709510.pdf>. Ir al sitio

NOTAS

* Investigadora independiente, egresada del doctorado en Pedagogía de la UNAM.

c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: www.cambiodemichoacan.com.mx

- Foto 1: www.espejel.com

- Foto 2: Álvaro Ochoa Serrano (coord.), Michoacán. Música y músicos, El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán.