Seguridad alimentaria
II. ELABORACIÓN DE ABONO
ORGÁNICO BOCASHI

Beatriz Azarcoya[*]

En el capítulo anterior,[1] el primero sobre seguridad alimentaria, aprendimos a producir lombricomposta utilizando lombriz roja californiana (Eisenia fetida).[2] Continuemos avanzando en el aprendizaje de todos los pasos necesarios para producir alimentos en nuestros patios y terrenos.

Los abonos orgánicos

Para lograr la seguridad alimentaria, es útil conocer el concepto de sustentabilidad, en el cual se propone que cualquier actividad que los seres humanos realicemos debe estar sustentada en tres pilares: social, económico y ambiental. La producción de cualquier bien debe cuidar estos tres aspectos.

Con una producción de alimentos sustentable, se deben mantener los suelos siempre fértiles y los productos deben ser ricos en sustancias nutritivas.

Los suelos cuidados y nutridos proporcionan productos de la mejor calidad y en cantidades suficientes sin lastimar el medio ambiente. Por lo tanto, debemos producir abonos en coherencia con estos principios.

Comparación entre los abonos químicos y orgánicos

Hay varias diferencias entre los abonos químicos y los orgánicos. Si se usan productos químicos con dosis de aplicación excesivas, se provocan graves perjuicios a las plantas, y principalmente a los suelos. En cambio, con los orgánicos, si están bien hechos, el beneficio es integral.

Algunos estudios han encontrado diferencias en el contenido de minerales entre los productos agrícolas fertilizados con abonos orgánicos y aquellos en los que se usaron abonos químicos. Es probable que ello se deba a una mejor calidad del suelo en cuanto a nutrimentos y estructura.

El mayor perjuicio del uso, y sobre todo del abuso, que se ha hecho de los fertilizantes químicos ha recaído sobre el suelo, con un deterioro acumulativo y difícil de revertir.

En cuanto a la acidez y alcalinidad, los abonos orgánicos son generalmente neutros, alrededor de un pH 7, lo que se puede medir con tiras de papel tornasol, que se venden en las farmacias. Los fertilizantes químicos pueden acidificar o alcalinizar el suelo, dependiendo del tipo de sales que contengan.

También hay diferencias en el efecto de los abonos sobre la estructura del suelo: las compostas hacen el suelo más suelto y mejoran la aireación, en tanto que los fertilizantes químicos provocan su apelmazamiento.

Mientras en el abono natural los nutrientes son muy diversos, en los agroquímicos hay poco aporte de micronutrientes. Las compostas aportan, además, microorganis-mos beneficiosos para el suelo; con abonos químicos, y por cambios del pH, es probable que se desarrollen algunos perjudiciales.



Para preparar cualquier tipo de composta, se recicla el desperdicio urbano y agrícola, con lo cual se evita contaminar el suelo; en cambio, los fertilizantes químicos desertifican los suelos y contaminan el agua. Es posible encontrar productos químicos baratos, pero a largo plazo, cada vez se requiere más volumen y el suelo se vuelve dependiente de continuas y mayores aplicaciones, ya que paulatinamente se empobrece, por lo que aumenta el costo de insumos.

Como conclusión, existen beneficios en el corto, mediano y largo plazos con el uso de los abonos orgánicos, ya que con los químicos, aun cuando hay mejoras inmediatas en las plantas, el suelo se va agotando.

En la protección del medio ambiente, juega un rol importante el uso de abonos naturales ya que no contaminan el suelo ni el agua, y tampoco dañan a los seres vivos.

Así, la utilización de abonos orgánicos cubre los tres aspectos de lo que se considera producción sustentable: beneficio social, beneficio económico y cuidado del medio ambiente.

Copiando a la naturaleza

Cuando nos proponemos producir abonos orgánicos para alimentar a los suelos, en realidad copiamos las funciones de la naturaleza, sólo que aceleramos los procesos.

En un bosque o selva, el suelo se humedece con las lluvias y en otoño recibe las hojas todavía un poco verdes. En invierno aún caen hojas secas, y muchas plantas anuales mueren y se incorporan al suelo. Algunos animales mueren y sus restos se quedan entre las hojas. Insectos, hongos y una gran cantidad de bacterias transforman estos elementos del suelo. Cuando el ambiente es muy seco, a finales de la primavera, ocurren algunos incendios de manera natural, y otros provocados por el ser humano, que dejan carbón aún encendido y ceniza. La lluvia del verano propicia la descomposición de los elementos orgánicos en el suelo, y así, año con año, en capas sucesivas, la naturaleza forma un abono rico en nutrientes.

Al llover, el agua que escurre hacia las partes bajas está llena de estos nutrientes, razón por la cual los valles son siempre fértiles.

Los seres humanos hemos roto muchos ciclos naturales al talar bosques de manera indiscriminada. Esto provoca erosión, que impide la formación de la capa ya descrita, empobrece los suelos de los valles y nos obliga a utilizar agroquímicos, que a la larga endurecen los suelos y los salinizan. El empobrecimiento acelerado de los suelos ha generado un movimiento de los agricultores, con la intención de recuperarlos. Una vía para ello es la producción de abonos orgánicos, que devuelven su condición inicial a los terrenos agrícolas.

En el primer capítulo, mencionamos que no podemos controlar lo que sucede en la agricultura regional, pero sí en la producción de nuestros terrenos y patios. Por lo pronto, el conocimiento sobre diversas compostas resulta una herramienta útil que puede ser utilizada en la agricultura de traspatio, en el camino hacia una seguridad alimentaria sostenible.

Elaboración de abono orgánico bocashi

Como ya sabemos, la lombricultura es una de las formas más eficientes de obtener abono orgánico; en esta ocasión, veremos la producción de otros abonos naturales. Iniciaremos con el bocashi, que posee muchas bondades; una de ellas es la rapidez de su preparación, pues está listo para usarse en sólo dos semanas.

Si ya iniciamos el lombricompostero, tendremos que esperar por lo menos seis meses para recoger la primera cosecha de humus de lombriz, que es el desecho o abono. Mientras tanto, tenemos que abonar la tierra para producir nuestros alimentos, y un excelente abono orgánico para iniciar el cultivo de hortalizas, es el bocashi (también conocido como bocachi o bokashi).


Historia del bocashi

En 1961, hace 53 años, Japón enfrentó un problema de falta de alimentos para su población. El gobierno apoyó con investigación y acompañamiento a los campesinos japoneses. Se buscaron técnicas económicas para compostear y fermentar, y así producir abonos orgánicos de bajo costo. Diez años después, los agricultores empezaron a desarrollar nuevas formas y métodos más rápidos para descomponer los desechos de su actividad agropecuaria.



Hace alrededor de veinte años, técnicos japoneses impartieron cursos sobre la elaboración de bocashi a integrantes de organizaciones campesinas de Costa Rica, y desde entonces, ese conocimiento se ha diseminado y en muchos países de Latinoamérica se ha adoptado y adaptado la elaboración de este abono. Se han diversificado los ingredientes, utilizando aquellos fáciles de conseguir en cada región, sin modificar los aportes y función de cada uno de ellos.

En México, podemos encontrar la producción de este tipo de abono en Tamaulipas, Nayarit, Chihuahua, Sinaloa, Tlaxcala, Puebla, Oaxaca y otros estados, con diversas formas de apropiación de la técnica.


Cómo se prepara el bocashi

Primero tenemos que reunir todos los ingredientes. Si vivimos en una zona rural, esto es muy fácil; sin embargo, si habitamos en una zona urbana, tendremos que dedicar tiempo para recolectarlos.


Material necesario

Para una tonelada de abono, se necesitan:

  • 33 costales de paja

  • 33 costales de tierra negra

  • 33 costales de estiércol (puede ser de vaca, caballo, conejo, gallina, cabra, borrego o una mezcla)

  • 6 costales de cisco (el polvo que sobra cuando se fabrica carbón; no es ceniza)

  • 1 costal de salvado

  • 50 conos de piloncillo (diluidos en agua tibia)

  • 5 kilos de levadura diluida en agua tibia (se puede cambiar por 10 litros de pulque, cerveza o tesgüino –bebida fermentada que se consume en Chihuahua y Sonora–, o cualquier sustancia que acelere la fermentación)

  • 400 litros de agua, o más

Si no requerimos gran cantidad de bocashi, dividimos las cantidades anteriores a la mitad, a la cuarta parte o más, de acuerdo con nuestras necesidades, considerando que sólo se requiere un puño de abono por planta.

Como mencionamos, este abono es de elaboración muy rápida; otros, de los que hablaremos más adelante, tardan de tres a seis meses en fermentarse.


Procedimiento de elaboración

En capas sucesivas, se coloca la tercera parte de cada uno de los ingredientes: primero la paja, que se humedece; después la tierra y el estiércol, que también se mojan; y enseguida el cisco y el salvado. Se agregan, al final, el piloncillo y la levadura.

Sobre esta primera cama, se repite el procedimiento; y finalmente se hace lo mismo una tercera vez.

Con la ayuda de un bieldo o una pala se revuelve todo, cuidando que todos los ingredientes se encuentren húmedos. Para constatar si la cantidad de agua es adecuada, se realiza la  prueba del  puño  (se aprieta en la mano un puñado de bocashi, y debe formarse una textura de “gusanito” y escurrir unas seis gotas de líquido). Si se detecta falta de agua, se le agrega; si está demasiado húmedo, se le añade tierra.

Se revuelve el abono nuevamente, a fin de que el conjunto de los ingredientes quede bien integrado. Se tapa con una lona y se asegura para que no se vuele.

Debajo, se genera una fuerte fermentación, que libera mucho calor. El abono debe tener calor para que la fermentación continúe, pero si éste es demasiado, se pueden quemar los ingredientes. Para evitar esto y disipar algo del calor, se tiene que revolver el abono dos veces al día durante los primeros cinco días, y posteriormente, una vez al día durante diez días más. Al cabo de 15 días, el abono está listo. Es el momento de extenderlo para que se enfríe completamente. Luego, se encostala y se guarda a la sombra. El bocashi es el único abono que demanda el trabajo de estar revolviéndolo; no hacerlo el número de veces debido pone en riesgo la utilidad del producto.


Se van colocando los ingredientes en capas sucesivas

A cada una de las capas se le agrega abundante agua para humedecerlas bien

Se voltea todo cuidando que los ingredientes se encuentren bien integrados

Se tapa con una lona y se asegura para que no se vuele




A diferencia de otros abonos, el bocashi no se vuelve a mojar, sólo se utiliza agua durante su elaboración.

Es necesario insistir en que si la mezcla no se revuelve con la frecuencia indicada, el abono se puede quemar, ya que genera una gran cantidad de calor.


Se debe cumplir con la cantidad de volteadas para obtener el resultado deseado, de lo contrario el abono se puede quemar


No existe otro abono que esté listo en sólo quince días, razón por la cual el bocashi es tan popular entre los agricultores.


Funciones y nutrimentos que aportan los ingredientes del bocashi

¿Qué nutrientes contienen todos los elementos agregados y cuáles son sus funciones?

  • La paja seca y el salvado, que pueden ser de arroz, avena, trigo, maíz, frijol o de cualquier cultivo de la región, mejoran las características físicas del suelo y son fuente rica en sílice, que fortalece las plantas contra la acción de insectos y microorganismos.

  • La tierra negra contribuye a la granulación física y homogénea del suelo, ayuda a la distribución de la humedad y al desarrollo de la actividad microbiológica.

  • El estiércol es la principal fuente de nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, hierro, manganeso, zinc, cobre y boro.

  • El cisco cumple la función de retenedor de humedad, la cual se requiere en tiempo de sequía.

  • El piloncillo alimenta a las bacterias de la levadura, que son las que producen la fermentación de los demás ingredientes. Les proporciona energía multiplicando su actividad biológica.

  • El agua proporciona la humedad que permite la vida de hongos y bacterias y las reacciones químicas que se producen.

El abono formado aporta los macro y microelementos que requieren los cultivos, tales como: nitrógeno, potasio, fósforo, calcio, boro, cloro, zinc, hierro y magnesio, que lograrán que las plantas crezcan sanas y vigorosas, así como resistentes a las enfermedades y plagas de la región.

Al utilizar bocashi obtendremos productos de buena calidad para alimentar a la familia, que aportarán una gran cantidad de vitaminas y minerales.

Otros abonos orgánicos

Existen múltiples formas de preparar abonos orgánicos además del bocashi. Conoceremos algunas de ellas para preparar fertilizantes naturales con tecnologías limpias y de bajo costo. Todas tienen el mismo principio: contar con elementos diversos de desperdicios de la naturaleza y crear un ambiente para que la materia orgánica se descomponga. Para producir la fermentación, es muy importante cuidar que contengan suficientes microorganismos como bacterias y hongos que trabajarán para lograr una rápida descomposición.



Composta

Contiene materia orgánica fresca, materia orgánica seca y estiércol. Los ingredientes se colocan por capas: la primera de materia seca, de alrededor de 30 centímetros de altura, y se moja con abundante agua. Para resultados mejores y más rápidos, esta materia debe picarse. La segunda capa es de materia orgánica fresca y de estiércol, ambos humedecidos.

La composta debe contener materia orgánica fresca, materia orgánica seca y estiércol, y además se debe humedecer con frecuencia<

Debemos procurar que la composta tenga una gran variedad de materia orgánica: restos de plantas verdes y de vaina, hojas, desperdicios orgánicos de la cocina, zacate, ramas y hojas de la poda de árboles, además de cáscaras de huevo. La materia vegetal proporciona nitrógeno a la composta, y la cáscara de huevo, calcio; las plantas secas aportan carbono.

La mezcla debe mantenerse siempre húmeda, por lo que se riega con frecuencia, a diferencia del bocashi, que sólo se moja el primer día. Es importante que esté oxigenada, para que las bacterias y los hongos respiren y se reproduzcan, pues deben trabajar durante aproximadamente seis meses, que es lo que tardarán en concluir el proceso. La mezcla debe revolverse por lo menos una vez al mes.

Para que no se evapore el nitrógeno, la última capa se debe cubrir con tierra, y tapar todo con una manta o lona, a fin de conservar el calor y proteger la mezcla de la lluvia.

Para verificar la temperatura de la composta se introduce un machete, éste se debe sentir caliente para comprobar que el proceso va bien

Se coloca un tubo que puede ser de PVC para permitir la salida de calor excesivo y vapor

La composta siempre debe estar caliente. Para comprobarlo, se introduce un machete y luego se toca para sentir cuán caliente está. Al centro se coloca un tubo o palo que formará un espacio por el que saldrá el calor excesivo y el vapor. Es importante meter la mano cada tanto para estimar la temperatura.

Si durante el proceso la composta huele mal, le falta aire, y hay que voltearla. Si tiene hormigas, es que le falta humedad, por lo que hay que agregar más agua. Si tiene moscas, está mal tapada y esto debe corregirse. Si no se calienta, se puede agregar “nejayote” (el agua del nixtamal, que se consigue en cualquier tortillería).

Este tipo de abono se voltea unas tres veces durante su proceso de fermentación, que, como ya comentamos, dura de tres a seis meses, dependiendo del clima.

En la producción de compostas, es importante reconocer el valor que tienen todos los productos que consideramos basura orgánica, como las hojas secas, que generalmente se queman. Un producto valioso es el residuo de la planta del frijol, varas y raíces, ya que éstas tienen pequeños nódulos que contienen nitrógeno, uno de los nutrientes más importantes de la composta.

Existen combinaciones con estiércol que proporcionan nutrientes a las plantas. El estiércol de vaca, borrego, conejo, gallina, caballo y burro aporta todos los nutrientes y mucho nitrógeno. Se recomienda tener cuidado en el uso de estiércol de cerdo, y revisar que los animales estén sanos, ya que muchas veces puede estar contaminado con organismos patógenos.

Con una buena combinación de ingredientes, conseguiremos que el abono contenga suficientes macroelementos como nitrógeno, potasio, fósforo y calcio, y microelementos como boro, cloro, zinc, hierro y magnesio.

Al estar lista la composta, ya se habrán transformado los ingredientes y olerá a tierra de monte.

Sustrato en el que se va a utilizar el abono orgánico

Para utilizar el abono producido, sea bocashi u otro tipo de composta, debemos conocer cómo preparar un buen sustrato en donde plantaremos las hortalizas u otro tipo de plantas. Primero debemos conocer qué tipo de suelo tenemos. Para ello existe una prueba sencilla que de manera inequívoca nos dice qué textura tiene el suelo a fin de poderlo equilibrar.

Requerimos una botella transparente y lisa, sin costillas, para sacar de manera correcta los porcentajes de tipos de tierra de nuestro suelo. Se llenan tres cuartas partes de la botella con agua, se agrega una cuarta parte del suelo a estudiar, se agita perfectamente y luego se deja reposar la mezcla, sin moverla. Al día siguiente se habrán formado las distintas capas. Al fondo queda la arena, que pesa más, luego el limo, encima la arcilla, y hasta arriba, agua con muchas sustancias disueltas, que son nutrientes para las plantas. Se mide cada capa y se calculan los porcentajes que representa cada una en la altura total. Esto nos sirve para determinar qué tipo de suelo tenemos, sus carencias y potencialidades. Así sabremos qué añadirle y cómo mejorarlo.

El sustrato debe tener ⅓ de arena, ⅓ de arcilla y ⅓ de abono. Esta composición permite una buena filtración de agua y tener los nutrientes necesarios.


Prueba casera para conocer la composición de nuestro suelo. Este suelo tiene poca materia orgánica y al agregarle un tercio de la composta quedará nutritivo y balanceado


Si en nuestra localidad existe un río o riachuelo, es posible buscar los bancos de limo y la tierra con hojas descompuestas, y tomar de ahí una cantidad para nutrir el sustrato. Si hay hormigueros, la tierra alrededor del nido es rica en nutrientes, por lo que podemos agregar esa tierra a la cama de producción en nuestro patio, que además sirve para ahuyentar a las hormigas porque reconocen el olor de un hormiguero extraño.

Una vez enriquecido el sustrato, le añadiremos el abono que preparamos. Esta mezcla, rica en nutrientes y de excelente textura, será la que reciba las plántulas, que hasta el momento se tienen en charolas, así como el abono que se agregará cada dos o tres meses para su buen desarrollo.

Conclusiones

Ya conocemos los principios y las variaciones de los abonos orgánicos, además de la preparación de algunos de ellos. Avanzando en el conocimiento, pronto podremos afirmar que nuestra familia o nuestra escuela se están sumando al esfuerzo mundial rumbo a la seguridad alimentaria y a la producción sustentable.

El próximo mes, en el tercer capítulo, aprenderemos a construir camas biointensivas donde utilizaremos nuestros abonos para sembrar hortalizas e iniciar las actividades para producir alimentos.

Bibliografía

BONGCAM Vásquez, Elkin, Guía para compostaje y manejo de suelos, Bogotá, Convenio Andrés Bello, Organización de Integración a través de la Educación, la Cultura, la Ciencia y la Tecnología. Bogotá, 2003.

DE BERTOLDI, M., P. Sequi, B. Lemmes y T. Papi (eds.), The Science of Composting, Londres, Blackie Academic & Professional, s/f.

QUIRÓS P., Anastacia, Andrea Albertín B., Manuel Blázquez, S., Elabore sus propios abonos, insecticidas y repelentes orgánicos, San José (Costa Rica), Organización para Estudios Tropicales, 2004.

RESTREPO Rivera, Jairo, Elaboración de abonos orgánicos fermentados y biofertilizantes foliares: experiencias con agricultores en Mesoámerica y Brasil, San José (Costa Rica), Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, 2001.

NOTAS

* Doctora en Agroecología. Consultora latinoamericana en desarrollo rural sostenible de la FAO y evaluadora del Programa para la Seguridad Alimentaria de la FAO en México.
  1. Ver: Beatriz Azarcoya, “Seguridad alimentaria. I. Lombricultura”, en Correo del Maestro, núm. 219, año 19, agosto de 2014.
  2. Si algún lector o lectora ya se animó e inició un lombricompostero, en cuatro o seis meses podrá cosechar la primera producción de uno de los mejores abonos que existen. Quienes no han empezado, tal vez se preguntan dónde se consigue el pie de cría de lombriz para iniciar la producción. En cada estado, la Delegación de la Secretaría de Agricultura (Sagarpa) puede proporcionarnos la información necesaria. En casi todos los estados de la república mexicana existen varios productores que ya manejan la lombricultura, y ellos podrán vender la lombriz que se requiera. Para iniciar, con un metro cuadrado de terreno, un kilo de lombrices será suficiente.
Créditos fotográficos

- Imagen inicial: Aboneras tipo Bocashi, Col. “Buenas prácticas”,

- Programa Extraordinario de Apoyo a la Seguridad Alimentaria y Nutricional (Food Facility)

- FAO/Unión Europea, 2011.

- Fotos 2 y 3 (abono químico y orgánico): Shutterstock

- Foto 4 (bosque): www.freeimages.com

- Foto 5 (campesinos japoneses): kids.britannica.com

- Foto 6 (ilustración de persona con un costal): Aboneras tipo Bocashi, Col. “Buenas prácticas”, Programa Extraordinario de Apoyo a la Seguridad   Alimentaria y Nutricional (Food Facility) FAO/Unión Europea, 2011.

- Fotos 7 a 10 (Elaboración de abono Bocashi): Aboneras tipo Bocashi, Col. “Buenas prácticas”, Programa Extraordinario de Apoyo a la Seguridad   Alimentaria y Nutricional (Food Facility) FAO/Unión Europea, 2011.

- Foto 11: fincaatuntaqui.blogspot.mx

- Foto 12: Shutterstock

- Foto 13: Aboneras tipo Bocashi, Col. “Buenas prácticas”, Programa Extraordinario de Apoyo a la Seguridad Alimentaria y Nutricional
 (Food Facility) FAO/Unión Europea, 2011.

- Foto 14: www.elmacetohuerto.net

- Foto 15: Correo del Maestro