En la librería: LA LIBERTAD DE ELEGIR I Gerardo de la Cruz[*] ![]() Una vez adquirido el dominio de la lectura es necesario fomentar en el niño el hábito de leer con la intención de profundizar en la comprensión de lo leído, ya sea por esparcimiento o por encomienda escolar. Contra lo que podría suponerse, el libro impreso sigue siendo la primera opción para los jóvenes lectores, y las temáticas por las cuales se inclinan son increíblemente variadas, aunque la fantasía, el romance, el misterio y las aventuras son las que terminan ganando más adeptos. Los niños comprenden que ocupan un lugar en el mundo y comienzan a decodificarlo a través de la magia, una historia de amor o una utopía. Así las cosas, ¿qué tipo de libros serían los más deseables para los jóvenes lectores?
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c En la librería: La libertad de elegir I
La educación básica aspira a dotar a los niños de las herramientas necesarias que les permitan desarrollarse de la mejor manera como individuos, tanto en el ámbito personal como en su contacto cotidiano con el entorno. Aunado al aprendizaje de la lengua y las ciencias, la tarea de los educadores busca, entre otras metas, diversificar los intereses de los niños, fomentar valores, estimular el pensamiento crítico, animarlos a que tomen sus propias decisiones y a que identifiquen y aprendan de sus errores y aciertos. La educación básica es un largo camino hacia la independencia de los individuos, independencia que no tiene que ver con la capacidad de preparar el desayuno a los diez años o ser suficientemente confiables como para cuidar de los hermanitos. Me refiero a la independencia que se construye a partir de la toma de decisiones razonadas, la que brinda la libertad y nace de la educación en el sentido estricto de la palabra, la que forma más allá de la enseñanza, la que cincela a los niños como personas y les permitirá, a la postre, tomar las mejores decisiones para ellos y los demás. Esa que nos hace creer que es viable un mundo mejor, o siquiera perfectible. Esos mundos que la literatura describe y pone en conflicto para luego recomponerlos. Por su parte, los niños de entre diez y doce años se encuentran en un proceso de tránsito hacia la pubertad, de autoconocimiento y de afirmación, incluso de descubrimiento de su sexualidad e identificación con el otro, por ello es importante acercarles libros con los cuales sientan realmente afinidad, tratando de observar e indagar, en principio, qué les interesa. No hay que olvidar que en este proceso de búsqueda y encuentro van solos, y los padres y educadores terminaremos a la retaguardia, si no es que marginados; en este punto, con suerte, podemos convertirnos en compañeros de viaje –si se cuenta con la voluntad de compartir lecturas–, o ser al menos la llave de una puerta que los conduzca hacia cosas mejores. Como sucede con los libros. Los planes de estudios de cuarto, quinto y sexto grados de primaria cuentan con suficientes lecturas sugeridas y es probable que estas listas satisfagan la curiosidad de los jóvenes lectores. Pero estas lecturas, creadas por sus autores en función de lo esperado a esta edad, no siempre responden a los intereses de los niños –tal vez porque no les interesa leer, o no han encontrado en los libros nada que capture su atención–, o les resultan insuficientes porque tienen aspiraciones más elevadas, un ansia de conocimiento que rebasa los límites de lo que la escuela contempla darles. Y es en este punto donde la librería o las ferias de libros adquieren su justa dimensión como zona de prueba y error. Es en estos espacios de consumo, tal vez más que en la biblioteca, donde los niños se enfrentan a una oferta literaria amplísima donde ellos mismos y sus bolsillos decidirán si un libro viaja con ellos a casa, o si deberán ahorrar más para hacerlo suyo. Lo que hagan con el dinero que lleguen a gastar en la librería revelará sus verdaderos intereses, ellos saben que comprar un libro puede implicar el privarse temporalmente de algo que igualmente desean. A partir de este simple ejercicio de observación, uno puede inferir qué están buscando los niños. ![]() En espacios de consumo como las librerías o las ferias de libros, tal vez más que en la biblioteca, es donde los niños se enfrentan a una oferta literaria amplísima donde ellos mismos y sus bolsillos decidirán si un libro viaja con ellos a casa, o si deberán ahorrar más para hacerlo suyo Cada vez que creo saber qué libro le recomendaría a un niño o una niña de diez o doce años, llega alguien de esa edad para desmentirme o, por lo menos, poner en duda esa certeza. No hay libro más recomendable que el que ellos elijan libremente, porque esa elección concentra una serie de inquietudes que laten en el corazón de los jóvenes lectores; quizá sean temporales, quizá terminen por significar nada, pero esto es algo que jamás podremos anticipar a rajatabla. Tal vez no esté de más recordarlo: por muchos años la comprensión lectora de los niños fue subestimada; es cierto que la madurez intelectual y emocional se va adquiriendo con los años, sin embargo, esto no implica que sus lecturas deban restringirse a lo que los adultos juzgan que pueden comprender mejor. He visto en las ferias de libros a niñas de diez, once años, buscar con verdadero interés obras de misterio y de terror –las emociones fuertes–, y desdeñar la literatura romántica o de fantasía; a niños de doce años que muestran más entusiasmo por Guerra y paz de León Tolstoi que por la saga de Harry Potter; a otros que ni fu ni fa, compran este u otro libro con total indiferencia. La variedad de lecturas que pueden atraer a los niños en este rango de edad es muy amplia, desde la literatura de consumo, como la del Universo Wigetta de los gamers Willyrex y Vegetta777, hasta los clásicos universales –Verne, Wells, Conan Doyle, Lovecraft–, pasando por autores contemporáneos vigentes que podemos encontrar en los sellos infantiles de los grandes grupos editoriales comerciales, como Alfaguara Juvenil, o Loqueleo, de Santillana, que publican no sólo a autores mexicanos, como Ricardo Chávez Castañeda, Javier Malpica o Aline Pettersson, sino a extranjeros como Roald Dahl y Angela Sommer-Bodenburg. A veces los niños sólo necesitan un par de pistas para dar con lo que realmente buscan; las próximas entregas, pues, intentarán responder a esta variedad de intereses, esperando que sirvan como brújula para dar con su propio camino.♦ ![]() Notas * Escritor.
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c Créditos fotográficos
- Imagen inicial: Shutterstock - Foto 1: Shutterstock - Foto 2: www.amazon.com - Foto 3: libros-prohibidos.com - Foto 4: www.amazon.com - Foto 5 A 7: www.loqueleo.com CORREO del MAESTRO • núm. 309 • Febrero 2022 |