Creadoras del bolero LA SEÑORA DE “MIL BESOS”: EMA ELENA VALDELAMAR Tere Estrada[*]
Yo sé que en los mil besos, Ser una mujer guapa que escribiera canciones en la década de los cuarenta y cincuenta fue difícil para la compositora Ema Elena Valdelamar Casarín. Tuvo muchos enamorados que no siempre la correspondieron. A través de sus canciones describía su mundo: lealtades, traiciones, amores y desencantos. Acepto que tenía muchos enamorados y me proponían matrimonio hasta en la calle, al cruzar. Me daban su tarjeta y me pedían que los llamara. Así eran los mexicanos de antes, y además caballeros. No venían a decirme que querían acostarse conmigo. Para mí estaban locos. Mis canciones no son invenciones, sino experiencias. En mi vida me enamoré tres veces, con ese amor que duele, porque el amor duele (Cruz, 2012). Creadoras del bolero la señora de “mil besos”: ema elena valdelamar
Ema Elena nació el 27 de mayo de 1925 en la Ciudad de México y murió el 23 de diciembre de 2012. Fue la segunda de tres hijos del matrimonio de Darío Valdelamar y Victoria Casarín. Ema Elena Valdelamar durante su infancia Su papá era contador en Ferrocarriles Nacionales de México y la familia radicó en varias ciudades de la República. Cuando ella tenía 11 años, se establecieron en la capital del país. Desde temprana edad mostró destreza y sensibilidad poética en la escritura de sus primeros versos y narraciones. “A los siete años comienza a crear juegos de palabras, compone rimas sencillas e inventa cuentos infantiles que narraba a sus compañeros de escuela, y a los 14 años se emplea como secretaria; posteriormente concluye sus estudios comerciales y labora como cajera y contadora” (Ema Elena Valdelamar Casarín, s/f). Compuso su primera canción (“Te olvidé”) mientras estudiaba la secundaria; sin embargo, esta actividad artística no era del agrado de su madre. “Sus aptitudes y pasión por el arte le trajeron diferencias con su madre, quien no compartía la idea de que su hija fuera artista o cantante; afortunadamente contó con el apoyo incondicional de su padre, detalle que agradeció toda su vida y recordó con mucho cariño” (Ema Elena Valdelamar Casarín, s/f). ¿Cómo era el México de los años cuarenta en el que Ema Elena creció? Los efectos de la Segunda Guerra Mundial fueron en gran medida positivos para México, a diferencia de lo ocurrido en la mayoría de las naciones involucradas. El producto interno bruto creció 10 por ciento, aumentaron las exportaciones y la inversión en infraestructura (México en la Segunda…, s/f). Se fundó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), también se impulsó la industrialización y, por iniciativa del presidente Miguel Alemán, se reformó el artículo 115 constitucional para reconocer el derecho de la mujer al voto en las elecciones municipales (Pineda, s/f). En el cine destacaron Luis Buñuel, Emilio El Indio Fernández, Dolores del Río y María Félix; en la comedia, Cantinflas y Tin Tan; en la pintura, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y Frida Kahlo (Sanguino, 2015). Estaban en boga compositores como Agustín Lara, Ignacio Fernández Esperón Tata Nacho, José Sabre Marroquín, Mario Talavera y Federico Baena. En ese ambiente masculino, Ema Elena a sus 17 años se abrió camino y comenzó a cantar canciones propias en programas radiofónicos de la XEB, XEQ y XEW (Ema Elena Valdelamar Casarín, s/f). Su papá le había ayudado a registrar sus canciones y fue a la RCA Víctor a probar suerte. Me recibió un señor que dijo que ya se iba y me preguntó qué quería. “¿Qué trae bajo el brazo?” Le contesté que unas canciones y que ojalá pudiera oír una o dos, para que me dijera si servían, si no para dejar de hacer esto. “¿De quién son?”, me preguntó. “Son mías”, respondí. Ema Elena en la XEW en el programa de aficionados Letra de “Mucho corazón” escrita de puño y letra por Ema Elena Valdelamar Ema Elena estuvo presente en la grabación e hizo que Benny la cantara diez veces hasta que saliera perfecta. Benny se acercó… él era muy guapo, y me dijo: “Vengo a hablar con usted, porque no vuelvo a cantar esa canción ¡nunca en la vida! No la vuelvo a cantar”. Le respondí que ya estaba ahí, y cuando murió pidió que le cantaran “Mucho corazón”, que llaman el himno de Cuba. En la tumba de Benny Moré está un retrato de él, grande, que tiene escrito “Benny Moré, Mucho corazón” (Cruz, 2012). En la década de los cuarenta, en la música, Jorge Negrete y Pedro Infante conquistaron a las masas, Los Panchos promovieron el bolero con sus voces armoniosas y sus guitarras melancólicas. En los Estados Unidos, era la época del swing: Glenn Miller, Benny Goodman, Tommy Dorsey tenían orquestas afamadas. Los solistas Frank Sinatra, Nat King Cole y Doris Day causaban sensación, mientras Edith Piaf y Maurice Chevalier hacían lo propio en Europa (La música de los años 40’s, 2010). Ema Elena Valdelamar en su juventud En 1949 se introdujeron los discos de vinil de 33 y de 45 revoluciones por minuto (rpm), que sustituyeron al disco de 78 rpm, hecho de un material más frágil (78 RPM, s/f). Ese año, María Victoria también grabó el tema “Mil besos” con tal éxito que consiguió discos de oro. Muchos cantantes anhelaban interpretar las canciones de Ema Elena. Su manera de describir el amor y el desamor causaban empatía en el público, eran confesiones en voz alta. “Sin mañana ni ayer” fue interpretada por Javier Solís y Amalia Mendoza La Tariácuri; y por Chelo Silva y Paquita la del Barrio, “Cheque en blanco”, una de sus composiciones más populares. La obra de Ema Elena ha sido escuchada en múltiples escenarios en voz de destacados intérpretes tales como Pedro Vargas, Daniel Santos […] Los Violines de Villafontana, Julio Jaramillo, Javier Solís, Viruta y Capulina, Lucha Villa […] Los Panchos […] Marco Antonio Muñiz, Daniela Romo, Armando Manzanero, Aranza, Tania Libertad, Manoella Torres, Lupita D’Alessio, Juan Gabriel, Luis Miguel, Vicente Fernández, Lola Flores, Sara Montiel y Massiel, Nilla Pizzi y orquestas de todo el mundo, sólo por mencionar algunos (Ema Elena Valdelamar Casarín, s/f). Como las trovadoras de la Edad Media, Valdelamar expresaba sus pasiones por sus enamorados. Al tomar la palabra no sólo asumían la voz activa, configurándose a sí mismas como amantes, en lugar de amadas, sino que, además, situaban a los hombres como objeto de deseo (Martínez, 2013). Estas trovadoras conocidas como las trobairitz componían versos y luego los cantaban o recitaban, exactamente igual que sus colegas masculinos. Le cantaban al amor cortés, a ese amor imposible que las tenía en un estado de sufrimiento gozoso, un amor adúltero bajo apariencia de amor platónico. “Las trobairitz […] querían acostarse con el marido o la mujer de otro/a. Esto ya supone una auténtica revolución en los palacios. Una mujer expresándose de igual a igual, que deja de ser el objeto de deseo para ser sujeto activo que además expresa deseos amorosos” (García, 2013). Las trobairitz no hablaban de las grandes batallas de los caballeros, sino de sus propios e íntimos sentimientos de una forma desinhibida. Dicen los críticos que su poesía era más personal, más directa y cercana que la de los trovadores. Las canciones son más como diarios que como obras de arte cuidadosamente construidas, y sorprenden por su realismo y las referencias directas al amor carnal (S., 2015). Presentación de Ema Elena Valdelamar en el Toreo de Cuatro Caminos Ema Elena Valdelamar perteneció a la camada de compositoras que utilizaron el bolero para expresarse, como María Grever y Consuelo Velázquez. El bolero, producto de la fusión de la danza habanera y la canción lírica tradicional, es un ritmo musical con gran arraigo e identidad nacional. El primer bolero mexicano, “Morenita mía”, apareció en 1919, de la inspiración de Armando Villarreal. En la década de 1920, otros compositores, como el yucateco Guty Cárdenas y Agustín Lara, El Flaco de Oro, crearon canciones irreverentes ante la moral provinciana heredera del porfiriato (Martínez, 2010). … “por primera vez en el continente americano, las mujeres comenzaron a expresarse con intensidad absoluta: el bolero les permitió la confesión, el erotismo y la nobleza. Desde la realidad hacia esa ficción personalizada que es el bolero, las mujeres dilucidaron aspectos de su condición y su destino” (Évora, 2001: 220). El bolero les va a dar la posibilidad, de alguna manera, de tener un discurso propio en un mundo que era eminentemente masculino. Para ello, las técnicas literarias serán diversas [como] la utilización de un género sexual neutro e intercambiable que hiciese menos evidente la identidad femenina (Espinosa, 2014: 241). Referirse al bolero implica hablar de la literatura del deseo; el poder amoroso se convertirá en poder social y se presentará en forma de seducción: las mujeres en boca propia o ajena serán las maestras (Espinosa, 2014). México es el primer país que ofrece una figura de envergadura en la creación del bolero: María Grever. Su poesía es elegante, decidida, mas no es la voz de la queja. Un ejemplo es su tema “Júrame”. Más adelante aparecería en escena Consuelo Velásquez, con temas como “Bésame mucho”, un bolero transgresivo por antonomasia, y “Amar y vivir”, donde el bolero nace de la necesidad de acompañar al hombre o a la mujer en el gozo o el sufrimiento del amor (Espinosa, 2014). La tercera gran compositora mexicana de este estilo musical es Ema Elena Valdelamar; temas como “Mil besos” hablan de asumir todos los riesgos por entregarse a un amor: “Que si es pecado amarte, yo he de vivir pecando, ¿por qué lo he de negar?”; no importa la religión, importa la pasión. Ema Elena Valdelamar [en] su “Amor sin pasado” promete a su amante “haremos un milagro de amor buscando en nuestros besos el olvido y la fe”. En definitiva, el beso es el lacre que sella la relación amorosa, que la hace real, que la compromete ante el otro amoroso; por otra parte es un signo a veces superficial y a veces equívoco porque la intención del beso es diferente en cada uno de los amantes y, lo que para unos puede significar un compromiso eterno, para otros no sella más que una pasión tan repentina como efímera […] El beso es un veneno para el que no hay más cura posible que otro beso (Espinosa, 2014: 238-239). Ema Elena mostraba un ser tan apasionado en sus letras, que sus parejas en turno se ponían celosas. Expresó al periodista Arturo Cruz (2012) de La Jornada: “Yo no compongo para los demás, sino lo que siento. Dios me llenó de amor. Yo tenía tanto amor y nadie lo quiso, porque así es la vida”. El bolero fue el medio idóneo para que las compositoras dieran rienda suelta a su visión femenina de la vida. … a diferencia de lo que ocurre en el tango, donde se polariza más la presentación del rol femenino entre la madre y la prostituta, en el bolero hay más tipos de mujeres, porque la mujer es un elemento más misterioso, más sutil, más cambiante. No podemos negar que exista en estas relaciones femeninas un fondo que tiende a lo misógino, ya que hablamos de mujeres entregadas a la pasión, víctimas de su propia sensualidad, algo que no debía ser muy frecuente en la sociedad del momento (Espinosa, 2014: 235). Ema Elena participó en el soundtrack de varias películas. “Mucho corazón” se escuchó en: Mi noche de bodas (1955), Tívoli (1975) Noche de carnaval (1984), El año del diluvio (2004), Miel para Oshún (2001), Los reyes del mambo (1992), Guitarras lloren guitarras (1965), Cazadores de asesinos (1962), La señorita (1994), ¿Cómo ves? (1986). “Cheque en blanco” en: Santitos (1999), Una pura y dos con sal (1983), Sexo pudor y lágrimas (1999). “Mil besos” fue empleada en: Kid tabaco (1955), Una lección de amor (1956), El fantasma de la casa roja (1956), El seductor (1955). En 1993, la directora Maricarmen de Lara hizo un documental sobre su vida titulado Emma Elena Valdelamar (Emma Elena Valdelamar (1925-2012), s/f). Cuando empezó a componer no había grabadoras, así que trataba de memorizar todas las partes, y la inspiración le llegaba de pronto en el camión o en el pesero y escribía en las servilletas o en la bolsa del pan, como cuando compuso “Cheque en blanco”. Con el tiempo esta canción se hizo un himno de las mujeres, que se deleitaban cantándola a los hombres (Canal de la DGEST, 2013). Esa composición no la iba a dar a conocer, pero salió y fue una bomba. Es inteligente; llegaron a llamarle el himno de las mujeres. Era contra un señor que manejaba el hipódromo; ya murió, se llamó Justo Fernández. Le dolió cuando recibió la canción, pero después presumía que yo se la había hecho. Me engañó. Dijo que se quería casar conmigo, que era soltero y que quién sabe qué. Luego supe que no era cierto, que era casado y tenía hijos. ¿Por qué juegan con uno de esa manera? ¿Porque uno no es de su medio? ¿Creen que todo lo pueden por su dinero? ¡Pues no! Ya después se volvió amigo de nosotros, pero cuando se la canté sí sacó la pistola y me la puso en la espalda; me dijo: “¡Te voy a matar, porque ni a mi madre le permitiría que me dijera lo que tú me estás diciendo!” Creo que sí se enojó. La editora me dio como mil pesos por año en la década de 1990. Paquita la del Barrio fue muy viva, porque se quiso hacer famosa con las canciones de Chelo Silva. Le fue bien y es buena mujer, muy callada. Sufrió mucho. Yo, yo no soy letra de cambio Las canciones de Ema Elena Valdelamar las grabaron decenas de intérpretes en muchos países. Aunque existen novecientas versiones de su tema “Mil besos” y trescientas de “Devuélveme el corazón”, desafortunadamente no pudo vivir de su obra. Ema Elena Valdelamar Valdelamar lamentaba que en los tiempos modernos se lanzaran creadores, obras e intérpretes efímeros y de un solo éxito, comparado con la poética, la rítmica y la métrica que había antes. En los últimos veinte años de su vida, fue un desatino que creadores de su talla y de su tiempo fueran ignorados por las grandes firmas y por los directores artísticos, que sólo buscaban vender discos más allá de perpetuar un tema como joya musical (Valdelamar lamenta…, 2011). A muy pocos compositores, como Armando Manzanero, les abrieron espacio para seguir haciendo discos, pero a ella, como mujer, no. Me he sentido ignorada, olvidada e incluso desfasada de esta modernidad, a pesar de que mis temas han sido reversionados en más de 900 versiones en el mundo, de eso no me puedo quejar. Sin embargo, el éxito de las mismas no ha sido garantía para que los arreglistas de hoy, y las firmas discográficas, apuesten de nueva cuenta a otro éxito de mi inspiración (Valdelamar lamenta…, 2011). A la pregunta de por qué no se internacionalizó más y progresó económicamente, respondió, en entrevista con La Jornada, que el director artístico Mariano Rivera Conde la obstaculizó para que no la grabaran, y la mantuvieron congelada (Cruz, 2012). “Tengo un huapango que en el estribillo dice: Para aquel que no le guste ver triunfar a una mujer, que recuerde dónde estaba poquito antes de nacer” (Cruz, 2012). El legado de Ema Elena trascenderá a las nuevas generaciones porque es música honesta, no creada para complacer a las masas, sino producto de la necesidad de compartir su propia historia de vida. La sencillez de sus textos, que calan hondo en el alma de los enamorados, fue su mejor arma. ♦ Correo del Maestro agradece a Darío Valdelamar, hijo de Ema Elena Valdelamar, por su asesoría y autorización para la reproducción de las fotografías que ilustran este artículo. ▼ Referencias
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- Imagen inicial: Colección de Darío Valdelamar - Foto 1: Colección de Darío Valdelamar - Foto 2: Colección de Darío Valdelamar - Foto 3: Colección de Darío Valdelamar - Foto 4: Colección de Darío Valdelamar - Foto 5: Colección de Darío Valdelamar - Foto 6: Colección de Darío Valdelamar |