Desarrollo de huertos
EN LA ESCUELA SECUNDARIA


Salvador González Palomares[*]



Este texto otorga las bases para emprender el proyecto de un huerto en la escuela secundaria. El objetivo es implementar cultivos de ciclo corto, como los de algunas hortalizas, de manera orgánica, con el fin de contribuir a la producción de alimentos para la cooperativa escolar y el autoconsumo, y con ello fomentar la alimentación saludable del alumnado y el desarrollo de habilidades en la producción agrícola sustentable. Este texto surge de la experiencia propia con un grupo de alumnos de la Escuela Secundaria Técnica número 18 de Tomatlán, en el estado mexicano de Jalisco.



c Introducción

En la actualidad, la mayor parte de la población vive en las ciudades, en un ambiente caracterizado por el asfalto, el ruido y el estrés. Los paisajes naturales han disminuido ante el aumento de los espacios dedicados a la industria y a los servicios. Nuestro contacto con la naturaleza se ha reducido en muchas ocasiones a los parques y jardines urbanos o a salidas esporádicas al campo los fines de semana o en vacaciones. Este alejamiento del mundo natural y rural dificulta el entendimiento de los ciclos de la naturaleza y los cambios estacionales por parte del alumnado (Guerra, 1992: 9-203; Chávez-Araujo, 1993: 10-130; Shah, 2009: 459-464). Además, al vivir en un entorno urbano, nos acostumbramos a acceder a todo tipo de alimentos de una forma inmediata y en cualquier época del año, sin analizar de dónde vienen o en qué condiciones se han producido. Sin embargo, cada vez son más las personas que demandan el reverdecimiento de las ciudades, la recuperación de la agricultura urbana y periurbana, y el acceso a alimentos frescos y ecológicos (García, 1998: 10-50; Dicke, Agrawal y Bruin, 2003: 403-405).

En este contexto surge el proyecto en la Escuela Secundaria Técnica número 18 de Tomatlán, Jalisco. El objetivo es fomentar la producción de algunas hortalizas con un enfoque orgánico y sustentable, en espacios pequeños de la propia escuela, con la colaboración de los alumnos, guiados por un profesor.

La propuesta consiste en acondicionar pequeños espacios de suelo (puede ser en un jardín) en la escuela, y capacitar al alumnado en el tema de cultivos orgánicos, huertos escolares y sistemas sustentables. La capacitación se puede llevar a cabo en alguna asignatura relacionada con las ciencias naturales o bien, como una actividad extracurricular. El compromiso es que se desarrollen los conocimientos básicos y se establezcan los huertos en la propia escuela. La propuesta es viable considerando que no se pone en riesgo a los alumnos, ya que no requieren trasladarse fuera del plantel, y que el manejo orgánico sugerido tendrá lugar bajo la supervisión docente (García, 1998: 10-50).


c Materiales y métodos

Este proyecto se llevó a cabo dentro del propio plantel de la ya mencionada escuela secundaria de Tomatlán, donde se dispone de terreno con un suelo arenoso y de agua suficiente para el riego, en un municipio cuyo clima tropical favorece el desarrollo de cultivos de hortalizas sin requerir invernaderos, es decir, a la intemperie. En el proyecto participó un grupo de tercer grado, compuesto por 29 alumnos (15 hombres y 14 mujeres), con una edad promedio de 15 años, y un profesor de la propia escuela secundaria.

El proyecto dio inicio en mayo de 2019, ya que es el tiempo propicio para el cultivo de rábanos y cilantro, y se evitó así el periodo de invierno, cuando se presenta descenso de las temperaturas. A continuación, se describen las actividades emprendidas, con el fin de que puedan ser puestas en práctica por otros docentes que les interese impulsar este tipo de proyectos sustentables en sus escuelas.


Elaboración de lombricomposta


Este proceso es importante, ya que en el huerto no se usó fertilizante químico, más bien se preparó el propio fertilizante orgánico, denominado lombricomposta. Se usaron lombrices rojas californianas, las cuales se depositaron en un acumulado de residuos orgánicos, bajo la sombra de un árbol, y se cuidó el mantenimiento de la humedad. Las lombrices se alimentaron de los residuos orgánicos, y al defecar se obtuvo el producto orgánico conocido como lombricomposta[1] (García, 1998: 10-50).

El producto se usó como fertilizante orgánico para los cultivos de hortalizas. Con esta estrategia se emplean desechos orgánicos, como cartón, desperdicio de papel, hojas de los árboles o el pasto que se poda de los jardines de nuestra escuela. Al mismo tiempo, se produce fertilizante orgánico, es decir que no daña la salud de las personas que consumen las hortalizas, ya que se trata de un sistema sustentable.


Preparación de la lombricomposta



Preparación del suelo para establecer el cultivo


Se establecieron 20 camas para los cultivos de hortalizas, cada una con una dimensión de 1.20 metros de ancho por 10 metros de largo, y se dejó un pasillo entre camas de 0.60 metros. La mitad de las camas se emplearon para el cultivo de rábano, y la otra mitad, para el cultivo de cilantro.

Para la preparación de las camas, se eligieron determinados espacios en el jardín o terreno de la escuela y se realizaron las labores previas de deshierbe, es decir, se retiró el zacate u otras hierbas de manera manual o con un azadón. Una vez que el suelo quedó libre de malezas (plantas), se procedió a remover la tierra con el azadón, hasta una profundidad de unos quince centímetros. La intención es airear el suelo, a fin de que esté en mejores condiciones para las siguientes actividades agrícolas. La remoción del suelo es importante también para el mejor aprovechamiento del agua y otros nutrientes a través de las raíces de las plantas.


Preparación del terreno para el cultivo de rábanos y cilantro



Siembra de las hortalizas


La siembra de los rábanos se realizó a una distancia de 10 centímetros entre una planta y otra, depositando dos semillas en un pequeño orificio directamente en el suelo de la cama ya preparada, a un centímetro de profundidad. Una vez que se depositaron las semillas, se les cubrió de tierra con las manos.

Por su parte, el cilantro se sembró usando el método al voleo, que consiste en dispersar las semillas de manera uniforme con las manos sobre toda la cama, y al final se le cubrió con una capa de tierra de cerca de un centímetro.


Siembra de las hortalizas



Riego del cultivo


Se adquirieron cuatro regaderas de cuatro litros de capacidad para efectuar el riego en cuanto se realizara la siembra. Las regaderas son recipientes metálicos de bajo costo, disponibles en cualquier ferretería, y tienen un cono en un extremo, con pequeños orificios. El tanque se llena de agua y se procede a regar en forma de lluvia (aspersión). Cuando el cultivo creció, se estableció una manguera alrededor de cada cama del cultivo, con pequeños aspersores, para asegurar que la cama se regara de manera completa. El riego se llevó a cabo temprano, entre las 8:00 y las 9:00 de la mañana, antes de que el sol estuviera intenso, para evitar pérdidas inmediatas del agua por efecto de la evaporación. Cada riego toma media hora y debe realizarse cada tres días.



Control de malezas, plagas y enfermedades en el cultivo


Los alumnos, junto con el profesor, realizaron una inspección visual del cultivo cada tres días, para observar si existían plantas distintas a las sembradas. En caso de haber plantas diferentes al cultivo, se procedió a retirarlas de manera manual, arrancándolas desde su raíz y retirándolas de la cama del cultivo.

Por fortuna, no se presentaron plagas ni enfermedades en los cultivos de rábanos y cilantro. Esto se debió al buen manejo en la preparación del suelo, a la administración de un riego adecuado y también a una labor de deshierbe constante y eficiente.


Inspección visual del cultivo



Cosecha del cultivo


La cosecha de los rábanos y del cilantro se realizó de manera manual. Los rábanos se cosecharon aproximadamente treinta días después de la siembra; y el primer corte del cilantro se llevó a cabo 30 días después de la siembra, y luego, cada 10 días se efectuó otro corte, hasta completar cuatro.

Hay que considerar que los rábanos se desarrollan bajo tierra, por lo que se removió un poco la tierra para obtenerlos, y posteriormente se lavaron con agua purificada. En cuanto al cilantro, la forma de cosecharlo fue cortando las hierbas con unas tijeras, y después se lavó con agua purificada. Una vez cortado, el cilantro retoña, por lo que se logró obtener una cosecha suficiente para cuatro cortes, en diversas fechas. Antes de la cosecha de estos productos, se acordó su comercialización con el personal de la cooperativa o cafetería escolar (Badui, 1981: 53; García, 1998: 10-50).


Cosecha manual de las hortalizas



Usos de los frutos cosechados


Los frutos cosechados en este proyecto fueron para autoconsumo, es decir, entre los alumnos y el profesor se repartieron de manera equitativa los alimentos cosechados. También se comercializaron algunos frutos en la cooperativa escolar de la escuela (cafetería). Con esto se logró entusiasmar más a los alumnos sobre la producción de cultivos de ciclo corto (como son las hortalizas), ya que tuvieron un beneficio en sus aprendizajes y en las cosechas obtenidas. Además, de esta manera, se recuperaron los gastos realizados en el proyecto.




Resultados


El producto final de interés en este proyecto fue la obtención de rábanos y cilantro mediante la aplicación de lombricomposta como fertilizante orgánico, sin utilizar ningún agroquímico, tal como se explicó en el apartado de materiales y métodos.

Este proyecto, que puede replicarse en otras escuelas secundarias, tiene las bondades de ser sustentable y promover la producción orgánica de hortalizas, ya sea para el autoconsumo o para su comercialización (Jean, 1990: 10-100; Bello, 2005: 10-300). Ante la realidad del aumento constante de la población humana y de que cada vez son menos las zonas dedicadas a los cultivos, la producción sustentable y orgánica a pequeña escala –como se da en un huerto escolar– es una opción viable que ayuda a solucionar este problema, al tiempo que inculca en el alumnado nociones de cuidado del medio ambiente y fomenta hábitos de alimentación saludable, aprovechando espacios pequeños.

c Conclusiones y reflexiones finales

Es importante fomentar este tipo de proyectos agrícolas de manera sustentable y orgánica considerando que nuestro planeta sufre cambios derivados de la contaminación y que también existen enfermedades o problemas vinculados a la obesidad, a causa de una mala alimentación. La puesta en práctica de un huerto escolar abre la oportunidad para hablar en el aula de hábitos de alimentación saludables, incluso más allá de lo que se pueda producir en estos cultivos de ciclo corto, como son los rábanos y el cilantro (Betancourt y Manzanedo, 2005: 10).

El proyecto causó entusiasmo en un grupo escolar de la Escuela Secundaria Técnica número 18 de Tomatlán, Jalisco, ya que se usó fertilizante orgánico, y el propio alumnado llevó a cabo la cosecha y comercialización de los frutos, en tanto que su profesor les explicó la importancia de este tipo de proyectos sustentables y de obtener alimentos con inocuidad.

c Referencias

BADUI, D. S. (1981). Química de los alimentos. México: Alhambra Mexicana.

Bello, G. J. (2005). Calidad de vida, alimentos y salud humana. Madrid: Ediciones Díaz de Santos.

BETANCOURT, L. M., y G. M. Manzanedo (2005). Alimentos. Su conservación, almacenamiento y distribución. En: Logística Aplicada, núm. 9.

CHÁVEZ-Araujo, J. L. (1993). Mejoramiento de plantas 1. México: Trillas.

DICKE, M., A. A. Agrawal, J. Bruin (2003). Plants talk, but are they deaf? En: Trends in Plants Science, vol. 8, núm. 9, pp. 403-405.

GARCÍA, F. (1998). La tercera revolución verde. Plantas con luz propia. Madrid: Editorial Debate.

GONZÁLEZ, S., H. M. González, y T. Rosales (2012). Humus de lombrices (Eisenia foetida): Evaluación de residuos orgánicos. En: Revista Universo de la Tecnológica, núm. 12, pp. 14-16. Disponible en: <utnay.edu.mx/revista/files/Revistas/REVISTA%2012.pdf>. Ir al sitio

GONZÁLEZ-Palomares, S., L. H. Rivera-Cambero, T. Rosales-Reyes (2010). Análisis de compuestos volátiles en cilantro (Coriandrum sativum L.). En: Acta Universitaria, vol. 20, núm. 1, pp. 19-24. Disponible en: <www.actauniversitaria.ugto.mx/index.php/acta/article/view/70/57>. Ir al sitio

GUERRA, G. (1992). Manual de administración de empresas agropecuarias. San José [Costa Rica]: Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura.

JEAN, J. (1990). La ciencia de los alimentos de la A a la Z. Zaragoza [España]: Acribia.

SHAH, J. (2009). Plants under attack: systemic signals in defence. En: Current Opinion in Plant Biology, vol. 12, núm. 4, pp. 459-464.

Notas

* Maestro en Ciencias en Agrobiotecnología. Académico ganador del Premio Estatal de Ciencia y Tecnología de Jalisco.
  1. Para la elaboración de la lombricomposta se tomó en cuenta la metodología establecida por González, González y Rosales (2012: 3-5).
c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: laestaciondebeniajan.com

- Foto 1: facebook.com/ETA-290-EST-18-Tomatlán-Jal-606576349385172

- Foto 2: Salvador González Palomares

- Foto 3: Salvador González Palomares

- Foto 4: agrochic.com

- Foto 5: imapermacultura.wordpress.com

- Foto 6: Salvador González Palomares

- Foto 7: twitter.com/IESPabloPicasso

CORREO del MAESTRO • núm. 287 • abril 2020