Áreas naturales
protegidas de México:

RESERVA DE LA BIOSFERA EL VIZCAÍNO

Andrés Ortiz Garay[*]



Aunque Sebastián Vizcaíno fue uno más de los exploradores que descubrieron las costas de la Baja California para el Imperio español (siglos XVI y XVII), su apellido –seguramente derivado del gentilicio que daba cuenta de su origen provincial en España– dio nombre a una gran parte de ese territorio peninsular. Abarcando amplias zonas de desierto, sierra y litoral, se estableció en esa región el área natural protegida (ANP) denominada Reserva de la Biosfera El Vizcaíno (Rebivi), que, hasta hace poco (2016), fue la más grande de México en términos de superficie total[1] y que sigue siendo la mayor si se considera nada más la superficie terrestre.[2]




c Áreas naturales protegidas de México: Reserva de la Biosfera El Vizcaíno

Los 2 546 790.25 hectáreas (ha) (equivalentes a 25 468 kilómetros cuadrados) de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno representan 11 por ciento de la cobertura nacional de tierras que están bajo algún régimen de protección federal. De su extensión total, 14.2 por ciento constituye las zonas núcleo de la reserva, y el restante 85.8 por ciento, las áreas de amortiguamiento. Se trata de una reserva que podríamos llamar mixta, pues cuenta con superficies terrestres (2 259 002.95 ha) y marinas (287 787.30 ha). Según la división territorial-administrativa manejada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), esta reserva se ubica en la región Península de Baja California y Pacífico Norte; y en términos de la división política de México, la mayor parte de la reserva está dentro del estado de Baja California Sur (municipio de Mulegé), con una pequeña parte que se extiende al contiguo estado de Baja California (municipio de Ensenada). Ahora bien, según una clasificación geofísica, la zona forma parte del desierto sonorense, uno de los cuatro de este tipo de bioma que existen en Norteamérica. El decreto de creación de la Rebivi fue expedido por el Ejecutivo Federal el 30 de noviembre de 1988, y en el año 2000 se publicó su Programa de Manejo.

Reserva de la Biosfera El Vizcaíno

La mayor parte de la reserva está dentro del estado de Baja California Sur

c Antecedentes

Los intentos de protección oficial de la vida silvestre que alberga El Vizcaíno tienen una antigüedad que se acerca ya a los cien años. En 1936, los gobiernos de México y Estados Unidos firmaron un convenio que contemplaba el establecimiento de vedas temporales para la cacería de algunas especies de mamíferos y recomendaba establecer zonas de refugio para otras de aves migratorias. En 1949, cuando México se integró a la Comisión Ballenera Internacional,[3] comenzó una incipiente vigilancia sobre los recursos balleneros que, en el transcurso de algo más de medio siglo ha desembocado en la creación de los importantes santuarios para las ballenas que hoy forman parte de la Rebivi.

A partir del decreto presidencial expedido en 1988, otras especies silvestres también encontraron refugio en la reserva; no sólo unas tan emblemáticas como las ballenas (por ejemplo, el borrego cimarrón, Ovis canadensis,[4] o la variedad de antílope conocida como berrendo, Antilocapra americana),[5] sino también bastantes otras más de la fauna y la flora características de la región. Pero además, en la sierra de San Francisco, los abundantes vestigios arqueológicos conformados por pinturas rupestres y petroglifos atestiguan la milenaria convivencia del ser humano con los animales y vegetales de su entorno; por eso, forman parte de la lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), al ser un ejemplo destacado de las relaciones históricas entre cultura y naturaleza. En el siguiente cuadro, se resumen las distinciones internacionales que han reconocido el excepcional valor que la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno tiene tanto para la biodiversidad actual como para la historia evolutiva –biológica y humana– de nuestro planeta.


Distinciones otorgadas a la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno

Categoría Organización otorgante Año de designación
Reserva de Biosfera integrante de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera Programa MaBa de la UNESCO 1993
Patrimonio Natural de la Humanidad (santuario ballenero)b UNESCO 1993
Patrimonio Cultural de la Humanidad (pinturas rupestres de la sierra de San Francisco) UNESCO 1993
Reserva de la Biosfera Complejo Lagunar Ojo de Liebre Programa MaB de la UNESCO 2000
Santuario Ballenero Mexicano Comisión Ballenera Internacional 2002
Humedal de importancia internacional Laguna Ojo de Liebre Convenio de Ramsarc (sitio 1339) 2004
Humedal de importancia internacional Laguna San Ignacio Convenio de Ramsar (sitio 1341) 2004
Complejo lagunar de San Ignacio como sitio de importancia internacional Red Hemisférica de Reservas de Aves Playeras 2009
Complejo lagunar de Ojo de Liebre como sitio de importancia hemisférica Red Hemisférica de Reservas de Aves Playeras 2009
a

MaB: Programa sobre el Hombre y la Biosfera de la UNESCO (véase la entrega anterior de esta serie).

b

El área total de los complejos lagunares que son santuarios de ballenas es de 554 909 hectáreas.

c

Ramsar: Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional (véase la entrega anterior de esta serie).


Otras especies silvestres también encontraron refugio en la reserva como la variedad de antílope conocida como berrendo, Antilocapra americana



Pinturas rupestres en la sierra de San Francisco


En gran parte, las distinciones otorgadas a la Rebivi se deben a su consideración como zona de refugio de especies de zonas templadas y subtropicales que habitan en el corredor biológico transpeninsular arcaico y en el que existen núcleos de endemismos, tanto de flora como de fauna.

Los complejos lagunares y sus esteros se encuentran en buenas condiciones de conservación, por lo que estas zonas de la reserva constituyen áreas de refugio, reproducción y alimentación para miles de aves marinas, playeras y rapaces, así como para varias especies de mamíferos marinos (ambos grupos de animales migran anualmente por las rutas litorales del Pacífico oriental). Además, los litorales incluidos en la superficie marina de la reserva, tanto en la vertiente del océano Pacífico, como en la del golfo de California, se sitúan en una de las regiones pesqueras más ricas del mundo.


Las distinciones otorgadas a la Rebivi se deben a su consideración como zona de refugio de especies de zonas templadas y
subtropicales que habitan en el corredor biológico transpeninsular arcaico



Los complejos lagunares se encuentran en buenas condiciones de conservación, estas zonas constituyen áreas de refugio,
reproducción y alimentación para miles de aves marinas, playeras y rapaces

c Características bióticas

En la región que abarca la Rebivi, se pueden identificar tres áreas principales con características distintas. La primera corresponde a las sierras; la segunda, a las planicies desérticas delineadas por las cuencas de El Vizcaíno;[6] y la tercera, correspondiente a la zona costera, se caracteriza por lagunas que presentan un buen estado de conservación y por lo tanto un alto grado de biodiversidad. En las tres habitan especies botánicas y animales que han desarrollado características endémicas para sobrevivir en el severo entorno de las planicies erosionadas y con muy poca agua.[7]

En cuanto a la porción terrestre de la reserva, las extensas comunidades de especies de flora (que incluyen inmensas extensiones de cardonales, izotales, pitayales, mezquitales, bosques de cirios, palo fierro, torotes, copalquines, nopales, agaves, biznagas y de matorrales xerófilos) constituyen también –como las lagunas– uno de los paisajes naturales mejor conservados del planeta. Se han registrado 463 especies de flora (una tercera parte son arbustivas), que se agrupan en 256 géneros y 83 familias. En el área general de El Vizcaíno se conocen 37 especies endémicas de plantas. Las especies más amenazadas de extinción son la palma de abanico (Erythea armata, Washingtonia filifera, W. robusta) y el dátil (Yucca valida).

Palma de abanico (Erythea armata)

En lo referente a la fauna, las especies endémicas de vertebrados en la Rebivi son la ardilla de piedra (Spermophilus atricapillus) y la rata canguro (Dipodomys peninsularis), pero en el ámbito de subespecies hay un alto grado de endemismos principalmente de mamíferos y reptiles. Según el Programa de Manejo de la Reserva (Semanap-INE, 2000), se estima que hay 308 especies de vertebrados terrestres y marinos (excluyendo los peces), de las cuales, 4 son anfibios, 43 reptiles, 192 aves y 69 mamíferos. La norma ecológica mexicana (NOM-059-ECOL-1994), que determina cuáles son las especies biológicas que se hallan bajo un estatus especial de protección, incluye varias que habitan en El Vizcaíno: halcón mexicano (Falco mexicanus), águila real (Aquila chrysaetos), halcón peregrino (Falco peregrinus), gallito (Sterna antillarum), garza piquirrosa (Egretta rufescens), garza morena (Ardea herodias), aguililla ratonera (Buteo jamaicensis) y tecolote cornudo (Bubo virginianus), entre las aves; así como boa del desierto (Lichanura trivirgata), serpiente real (Lampropeltis getulus), falso camaleón (Phrynosoma coronatum) y víbora de cascabel (Crotalus spp.), entre los reptiles. De los mamíferos, ya he mencionado al berrendo y al borrego cimarrón, pero otras especies como la zorra del desierto (Vulpes macrotis devia), la musaraña (Notiosorex crawfordi), el venado bura (Odocoileus hemionus), el puma (Puma concolor) y el gato montés (Lynx rufus) también se consideran en peligro de extinción o amenazadas con la extinción (estos dos últimos felinos, lo mismo que el coyote [Canis latrans], son asesinados no sólo por cazadores foráneos que buscan la obtención de un bestial trofeo, sino además por gente de la población local que argumenta la legalidad de ese asesinato como defensa ante la devastación que tales animales provocan en su ganado doméstico). De los animales marinos, sólo menciono que hay una gran riqueza de ellos y que el Programa de Manejo de la Rebivi ofrece un listado de las especies presentes, el estado de sus poblaciones, sus estatus de protección y su importancia para las pesquerías.[8]


Rata canguro (Dipodomys peninsularis)

Serpiente real (Lampropeltis getulus)

Halcón mexicano (Falco mexicanus)

Puma (Puma concolor)


Ballena gris


En la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno se encuentran los complejos lagunares de San Ignacio y Guerrero Negro, dos de los sitios más importantes en la parte oriental del océano Pacífico para la parición y crianza temprana de las poblaciones de ballenas grises (Eschrichtius robustus). Por eso fueron designadas como Patrimonio de la Humanidad en 1993, ya que el arribo de la ballena gris para utilizar las lagunas costeras como sitio de reproducción en el invierno constituye el que quizá sea el fenómeno natural más emblemático de la reserva de El Vizcaíno.


Lagunares de San Ignacio


En 1972, la laguna Ojo de Liebre fue decretada por el gobierno mexicano Zona de Refugio para Ballenas y Ballenatos (el primer santuario para ballenas en todo el mundo), y unos años después se incluyeron en esta zona las lagunas Manuela y Guerrero Negro. Debido a la gran afluencia de ballenas a San Ignacio, al sur del municipio de Mulegé, esta laguna fue decretada como Refugio de Ballenas y Zona de Atracción Turística Marítima en julio de 1979. La conversión de los complejos lagunares de El Vizcaíno en santuarios ha constituido una exitosa acción de conservacionismo en favor de las ballenas, pues las poblaciones de estos mamíferos, al borde de la extinción en las primeras décadas del siglo XX por la cacería implacable e indiscriminada, se han recuperado y mantenido estables desde la década de 1980.


Laguna Ojo de Liebre


Las ballenas grises, además de ser los animales más grandes que existen en el planeta (llegan a medir entre 15 y 20 metros y a pesar 20 toneladas), son expertas viajeras; llevan alrededor de sesenta millones de años recorriendo los océanos del mundo en busca de alimento y de sitios para su procreación. Conforme se acerca el invierno, sus migraciones las llevan desde el Ártico hasta la península de Baja California o más al sur, donde encuentran aguas más cálidas para que los ballenatos nazcan y realicen sus primeras experiencias vitales; cuando las crías están listas, las familias salen al mar abierto y emprenden su regreso al norte, de manera que en sus viajes entre el océano Ártico y los mares de México cubren alrededor de veintidós mil kilómetros de ida y vuelta.


Ballena gris


El avistamiento de las ballenas grises y sus crías se ha convertido en un fenómeno turístico que atrae a gran cantidad de personas de todo el país y del mundo hasta las lagunas de El Vizcaíno. Esta indudablemente hermosa y enriquecedora experiencia se debe llevar a cabo con los proveedores de servicios turísticos autorizados y bajo el supuesto de que tanto ellos como los turistas deben acatar la Norma Oficial Mexicana que establece lineamientos y especificaciones para el desarrollo de actividades de observación de ballenas, relativas a su protección y a la conservación de su hábitat.

Las ballenas no son peces, sino mamíferos marinos del grupo conocido como cetáceos; tienen sangre caliente, respiran a través de pulmones y dan a luz a crías vivas que se alimentan de leche materna. Tienen un oído excelente y son dos o tres veces más eficientes que los mamíferos terrestres para utilizar el oxígeno del aire que respiran. Las ballenas tienen cajas torácicas colapsables que las ayudan cuando se sumergen a profundidad. Además, poseen una muy gruesa capa de grasa que las aísla para protegerlas del frío. Según algunas propuestas científicas, las ballenas evolucionaron a partir de mamíferos terrestres de cuatro patas que se adaptaron perfectamente a la vida submarina con sus extremidades convertidas en aletas.

Existen dos tipos principales de ballenas, las dentadas (como el cachalote y la orca) y las barbadas (como la ballena jorobada y la azul). Las barbadas tienen placas en forma de peines que están formadas por estructuras compuestas de pelos rígidos. Éstos forman una red que filtra la comida del agua de mar. La gran mayoría de las grandes ballenas son barbadas y se alimentan principalmente de minúsculas criaturas llamadas krill, parecidas a los camarones. Las ballenas tienen unos orificios en la parte superior de la cabeza denominados aventadores, los cuales actúan como nuestros orificios de la nariz. Las ballenas barbadas tienen dos aventadores, y las dentadas, sólo uno.

Además de la ballena gris, otros mamíferos marinos invernan y tienen a sus crías en las lagunas de El Vizcaíno: la foca del puerto o moteada, el león marino de California, el elefante-foca del norte y la ballena azul. Estas lagunas también albergan a cuatro especies de tortugas marinas en peligro de extinción.


Ballena jorobada


Elefante-foca del norte




Pinturas rupestres en El Vizcaíno: patrimonio de la humanidad


La palabra rupestre se deriva de un vocablo latino, rupes, que significaba ‘roca’ o también ‘peña, peñasco’. En nuestros días, rupestre se usa más comúnmente como calificativo referido a pinturas, grabados o relieves plasmados en rocas, paredes de cuevas u otras oquedades; por lo general, este uso conlleva un matiz relacionado con la gran antigüedad de tales representaciones artísticas, aunque también puede aludir a otras elaboraciones humanas de tipo más práctico como la escritura y arquitectura rupestres, que igualmente tienen que ver con la realización de trabajos en superficies rocosas. El término ha llegado a adquirir significados extendidos a la idea de rudo o primitivo, como en los usos plantas rupestres o música rupestre.

En un sentido arqueológico, el concepto de pintura rupestre alude a los dibujos descubiertos en cavernas, cuevas, farallones y otros accidentes topográficos en varios sitios del planeta y que, de acuerdo con las técnicas del análisis arqueológico, se pueden considerar como vestigios de horizontes culturales ya desaparecidos. Si bien la antigüedad de las pinturas rupestres puede variar mucho (ya que se han elaborado durante toda la historia humana), es común que se les asocie con una era prehistórica, y las más emblemáticas se ubican en la transición entre los periodos paleolítico y neolítico de diversas civilizaciones. Entre las pinturas rupestres de este tipo son famosas las de la cueva de Altamira, en España, cuyas primeras ocupaciones datan de hace unos treinta y cinco mil años.

Se ha documentado que en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno hay poco más de trescientos sitios con pinturas rupestres y petroglifos; la mayoría se concentra en los cañones de la sierra de San Francisco, y los más destacados son las cuevas llamadas del Ratón, del Batequi, la Pintada, la Natividad, de la Soledad, de las Flechas, así como el cerro de Santa Marta y las grutas del Brinco. Algunos estudiosos calculan que la antigüedad de estas pinturas se remonta a unos 10 500 años antes del presente, aunque otros proponen fechas más recientes que, en cualquier caso, no son anteriores a cuatro milenios.


Bisonte rojo de la cueva de Altamira


Tampoco hay acuerdos definitivos acerca de quiénes hayan sido sus creadores. Los indígenas encontrados por los españoles que arribaron a la península de Baja California a partir del siglo XVI fueron finalmente divididos en tres grandes agrupaciones etnolingüísticas: guaycuras, pericúes y cochimíes, de los cuales, estos últimos fueron los primeros habitantes de El Vizcaíno conocidos por la historia escrita. Pero los cochimíes relataron a los misioneros católicos que la gente de una raza de gigantes que les antecedió fue quien pintó los grandes murales en las rocas (hay propuestas para identificar a esos gigantes con los pueblos yumanos que después encontraron los españoles en el este de California y el oeste de Arizona y que eran de gran estatura, pero no hay nada concluyente al respecto).

En todo caso, el singular estilo de los trazos pictóricos, su escala monumental (algunas miden más de cuatro metros de altura), su buen estado de conservación y el gran número de sitios donde se les encuentra motivó que la UNESCO enlistara como sitio de Patrimonio Cultural de la Humanidad a la zona de la sierra de San Francisco, Mulegé, donde se sitúan varios ejemplos descollantes de esta maravilla del arte prehistórico. Indudablemente, las representaciones de venados, borregos cimarrones, pumas, berrendos, gatos monteses, serpientes, aves, liebres, ballenas, tiburones, mantarrayas, caguamas y otros animales y plantas constituye un recordatorio indeleble de los profundos sentimientos que despiertan en el ser humano sus relaciones con el mundo natural.


Algunos estudiosos calculan que la antigüedad de estas pinturas se remonta a unos 10 500
años antes del presente


c Una convivencia complicada

Antes de convertirse en área natural protegida, el territorio de El Vizcaíno se mantuvo abierto a la explotación de sus recursos naturales casi sin restricción alguna, por lo que la ganadería, las pesquerías, la agricultura (en las zonas donde se han abierto sistemas de riego) y las actividades mineras se extendieron por varias partes de lo que hoy es la reserva[9] (por ejemplo, en 1954 se fundó Exportadora de Sal,[10] una empresa productora de sal que es hoy una de las más grandes del mundo).



Antes de convertirse en área natural protegida, el territorio de El Vizcaíno se mantuvo abierto a la explotación de sus recursos naturales casi sin restricción alguna


La baja densidad demográfica en la reserva (1.8 habitantes por kilómetro cuadrado) ha permitido que los impactos ambientales de origen antropogénico no sean profundamente amenazantes e irreversibles a lo largo de todo el territorio bajo protección; sin embargo, hay zonas en las que estos problemas sí alcanzan preocupantes niveles de gravedad. Según el Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación para la Conservación, dependiente de la Conanp, las principales presiones y amenazas que enfrenta esta reserva de la biosfera son:

  • Cacería furtiva e ilegal.

  • Sobrexplotación de especies (particularmente las marítimas y lagunares).

  • Expansión de la frontera agrícola.

  • Ganadería extensiva.

  • Contaminación (de aguas y suelos).

  • Tráfico ilegal de especies silvestres.

  • Minería.

  • Introducción de especies exóticas invasoras.

  • Contaminación ambiental, cambio climático global y contingencias ambientales diversas.

  • Deforestación.

  • Acumulación de desechos sólidos y líquidos; mal manejo de residuos.

  • Sobreexplotación de mantos acuíferos subterráneos.


La baja densidad demográfica en la reserva ha permitido que los impactos ambientales de origen antropogénico no sean profundamente amenazantes e irreversibles


Como no es posible abordar aquí todos estos temas, sólo comentaré sobre uno de ellos, el de las especies exóticas invasoras (EEI).[11] Las alteraciones provocadas por la incidencia medioambiental de las EEI pueden convertirse en amenazas no sólo para las especies naturales nativas, sino también para los sectores de producción humanos. Desde luego, hay casos de EEI que pueden ser claramente identificados por la relativa novedad de su aparición en la Rebivi (podríamos contar entre ellas al pino salado, a la extraña forma herbácea conocida como vidrillo o al ostión japonés, entre otras más). Pero también hay casos en los que la definición de una especie como exótica e invasora depende en buena medida de consideraciones sociales e históricas. Un caso ejemplar a este respecto lo representa la competencia entre las manadas de berrendos y reses por las mismas fuentes de alimentación y agua. Durante mucho tiempo, el desplazamiento de los berrendos de las zonas mejor aprovisionadas para ceder espacio a la ganadería extensiva se entendió como un proceso indispensable para la mejora económica de los pobladores humanos de El Vizcaíno y acercó a esa especie de antílope a su extinción. Sin embargo, tras la constitución de la reserva de la biósfera y su mandato conservacionista, el berrendo se salvó de esa suerte gracias a que se le ha ubicado como una especie singular porque atrae a los turistas amantes de avistar animales en su hábitat natural o porque sigue siendo una codiciada presa para los adictos a la cacería que están dispuestos a pagar el precio de los permisos legales para matar berrendos.

En cierta manera, algunas empresas del sector extractivo (salineras y mineras) pueden considerarse como difusoras o por lo menos propiciadoras de la presencia de especies exóticas invasoras. A veces actuando como introductoras voluntarias de EEI –por ejemplo, con el cultivo de plantas de ornato foráneas en sus instalaciones– y otras veces como sus introductoras involuntarias (no se conoce bien la situación creada por ESSA en cuanto al embarque y desembarque de materiales y productos diversos en la isla Cedros y otras islas donde hay tráfico marítimo pesado, pues no se han dado a conocer investigaciones encaminadas a determinar qué sucede allí con respecto a las EEI, ya que en esos cargamentos pueden encontrarse microrganismos –otra clase de EEI– que tal vez conduzcan a alteraciones, como plagas e infecciones en las especies nativas).

Quizá se podría decir que, en sentido estricto, las especies manejadas por la ganadería y la agricultura son exóticas, ya se trate de ganado o de cultivos. Pero como su presencia en la región tiene ya –en varios casos– entre dos y tres siglos de antigüedad, ha terminado por ser parte integrante del paisaje y la cultura (cabras y pastores en la sierra, vacas y vaqueros en los llanos; algunas zonas más verdes, evidencia del cultivo, en las partes llanas, donde se ha logrado sacar agua del subsuelo).

Debido a la escasez de agua, las zonas agrícolas[12] sólo llegan hasta donde se alcanza a regar y entonces sus especies, que quizá fueron alguna vez o son todavía exóticas, no llegan, sin embargo, a convertirse en invasoras. Pero los efectos de la ganadería sobre el ecosistema implican un problema de más difícil evaluación; si bien pueden resultar poco visibles a una mirada superficial, es posible que su acumulación a lo largo de mucho tiempo, produzca alteraciones profundas en el sistema ecológico original (degradación del suelo al romper la estabilidad estructural por el pisoteo constante, potencialización de los procesos erosivos, cambios en la composición, abundancia y cobertura de las especies por el consumo de vegetales que realiza ese ganado, así como también transformaciones en la estructura vertical de la vegetación y en la composición de tipos morfológicos de plantas). Para ganaderos, pastores y campesinos, la mayoría de las especies introducidas tienen un valor económico y cultural, como es el caso de vacas, burros y cabras (uso pecuario), el pino salado (usado como cortinas contra el viento en las zonas de cultivo y en los pueblos), el pasto Buffel (usado como forraje) o hasta el vidrillo (como planta ornamental).

Ahora agrego a esta sucinta revisión de la complicada convivencia entre naturaleza y cultura, entre conservación y desarrollo, lo que observé en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno hace algunos años, cuando colaboré en un proyecto de investigación sobre la participación de los actores involucrados en el control de especies exóticas invasoras en la reserva. Como parte de ese trabajo, visité la comunidad de San Francisco de la Sierra, básicamente integrada por familias de criadores y pastores de ganado caprino (con algunas ovejas, vacas, caballos y mulas). Aunque hay quienes los consideran –y a veces ellos mismos así lo reivindican– descendientes de los cochimíes, los antiguos pobladores indios de esa región, hace mucho tiempo que ya no se habla la lengua indígena y su cultura actual –a no ser por unos pocos aspectos relacionados con la actividad pastoril– no presenta diferencias notables con la del resto de los pobladores rurales del municipio de Mulegé. En realidad, fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX que los antepasados directos de la población actual de San Francisco fundaron ranchos dedicados a la cría de ganado vacuno y después se decantaron por la de ganado caprino, más adaptable a las condiciones ecológicas de la zona. Así, los rancheros actuales basan su principal actividad económica en las cabras; las ordeñan para hacer queso fresco que comercian en los mercados regionales, venden en pie animales de desecho y surten con cabritos machos a proveedores de restaurantes de Monterrey y otros sitios lejanos; además, con los cueros caprinos confeccionan las teguas –un tipo de huaraches–, piezas de equipo para la monta de caballos y, cada vez menos, prendas de vestir o cobijas y mantas.


Cañones en los alrededores de San Francisco de la Sierra


Los rancheros actuales de San Francisco basan su principal actividad económica en las cabras


Con los cueros caprinos confeccionan las teguas


A partir de que la Rebivi se ha convertido en un destino muy apreciado por los ecoturistas y los practicantes del turismo de aventura, el oficio de guía es otra opción para obtener ingresos. San Francisco está en la zona donde abundan las cuevas con pinturas rupestres y el camino de terracería que lleva hasta el poblado pasa muy cerca de una, a la que los locales llaman la Cueva del Ratón, que fue abierta al público (como sitio arqueológico administrado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia) en los años setenta del siglo pasado. Cuando yo fui, cobraban 25 pesos por visitante, aparte de lo que se diera al guía como propina. En aquella oportunidad, se me explicó que los varones adultos y los jóvenes de más edad de la comunidad se inscribían en una lista por medio de la cual se turnaba la oportunidad para conducir a los turistas, así que la posibilidad de obtener ingresos por este concepto solía tardar un tiempo considerable. Si bien la Rebivi contaba con fondos de World Heritage Alliance y de la Rufford Small Grants Foundation (con coordinación local de Pronatura Noroeste, A. C.) para apoyar proyectos de ecoturismo en la zona, éstos no estaban aún del todo implementados y sus supuestos beneficios no habían producido cambios sostenidos apreciables –al menos a primera vista– en la situación económica de la población local.

c Para la reflexión

Para finalizar este artículo plantearé algunas preguntas sobre las que volveré en la próxima entrega de esta serie sobre las áreas naturales protegidas en México, porque una cuestión fundamental es determinar si los recursos humanos, financieros y políticos que se están destinando a las reservas de la biosfera y otras áreas naturales protegidas, así como el discurso sobre el desarrollo sustentable que ordena sus lógicas de distribución, están realmente contribuyendo a la creación de espacios de conservación donde los intereses de varios tipos de los actores involucrados se estén transformado en concordancia con esos postulados y recursos.

¿Los proyectos ambientales relacionados con el desarrollo económico de las poblaciones locales están realmente contribuyendo a crear o acrecentar el interés de éstas en la conservación de los recursos naturales que son priorizados por los agentes gubernamentales (Conanp, municipio de Mulegé y gobierno del estado de Baja California Sur, en este caso), las agencias internacionales (UNESCO, Convención Ramsar, etc.) y un gran número de organizaciones no gubernamentales y de la llamada sociedad civil?

¿Logra el impulso a las actividades consideradas sustentables elevar el nivel de interés e involucramiento de los diferentes actores de manera tal que cambien profundamente sus relaciones con el medio ambiente?

¿Se está dando, en los espacios de las áreas naturales protegidas y en especial en las reservas de la biosfera, una articulación real y funcional entre el discurso conservacionista y proteccionista de la biodiversidad, por un lado, y las necesidades materiales y los modos tradicionales de ganarse la vida de las poblaciones locales, por el otro?

c Referencias

Acción Cultural Madre Tierra, Instituto de Biología de la UNAM, Conabio, Conanp (2013). Consultoría para una evaluación de la problemática de especies exóticas invasoras en 18 Áreas Naturales Protegidas [documentos inéditos y fichas de trabajo]. México.

CONANP, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (s. f.). Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) [en línea]: <www.gob.mx/conanp/acciones-y-programas/sistema-nacional-de-areas-protegidas-sinap>. Ir al sitio

CONANP-SIMEC, Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas-Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación para la Conservación (2019). Reserva de la Biosfera de El Vizcaíno [ficha] [en línea]: <simec.conanp.gob.mx/ficha.php?anp=116®=1>. Ir al sitio

INEGI, Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2000). México en cifras 2010 [en línea]: <www3.inegi.org.mx/sistemas/mexicocifras/default.aspx>. Ir al sitio

SEMARNAP-INE, Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca-Instituto Nacional de Ecología (2000). Programa de Manejo. Reserva de la Biosfera El Vizcaíno. México. México: Instituto Nacional de Ecología [en línea]: <simec.conanp.gob.mx/pdf_libro_pm/116_libro_pm.pdf>. Ir al sitio

Notas

* Antropólogo. Ha laborado en el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Instituto Nacional Indigenista y el Instituto Nacional de Ecología. Para Correo del Maestro escribió las series “El fluir de la historia”, “Batallas históricas”, “Palabras, libros, historias”.

  1. Para conocer los tamaños de las reservas de la biosfera mexicanas, vé ase la entrega anterior de esta serie: “Áreas naturales protegidas de Mé xico: las reservas de la biosfera” Correo del Maestro, nú m. 286, marzo de 2020, pp. 33-48.
  2. Sólo otras dos áreas naturales protegidas en el país se acercan a la dimensión de la superficie terrestre de El Vizcaíno: el Valle de los Cirios (2 521 987 ha), también en la península de Baja California, y la Cuenca Alimentadora del Distrito Nacional de Riego 043 (2 329 026 ha), en Nayarit; pero la primera es un área de protección de flora y fauna, y la segunda, una de protección de recursos naturales, así que ninguna de las dos está en la categoría de reserva de la biosfera.
  3. La Comisión Ballenera Internacional (CBI) regula y monitorea la cacería de ballenas en el mundo. Entre las medidas que la CBI propicia están: la veda total para la caza de ciertas especies; la designación de áreas específicas de protección como santuarios balleneros; el establecimiento de límites sobre el número y tamaño de las ballenas que pueden ser cazadas; la prescripción de temporadas y áreas para la cacería; la prohibición de la captura de crías que se amamantan y de ballenas hembra acompañadas de crías.
  4. También llamado muflón salvaje, este animal pertenece a una especie de artiodáctilo de la familia de los bóvidos propia de Norteamérica, en donde apareció hace unos cien mil años.
  5. El berrendo es una especie de mamífero artiodáctilo perteneciente a la familia Antilocapridae, que hasta principios de la era pleistocénica contaba con numerosas especies, todas ellas extintas en la actualidad, con excepción de la Antilocapra americana, única especie sobreviviente de esa familia.
  6. Hay una sola corriente fluvial en toda el área que cuenta con caudal permanente: el arroyo de San Ignacio, las demás, ya sea que desemboquen en la vertiente del golfo de California o en la del Pacífico, son torrenciales, pues sólo llevan agua en la temporada de lluvias.
  7. El régimen de precipitación anual es de 50 a 70 milímetros. La capacidad de recarga de los acuíferos subterráneos, que en algunas zonas son de considerable magnitud, está siendo rebasada por la constante extracción de los volúmenes del líquido requeridos por las actividades mineras y agropecuarias, y las necesidades de la población de Santa Rosalía, Guerrero Negro, Díaz Ordaz, San Ignacio, Bahía Tortugas y Bahía Asunción, las principales concentraciones urbanas dentro del área natural protegida.
  8. Para quien desee ahondar en el conocimiento de los habitantes vegetales y animales de la Rebivi, la consulta del Programa de Manejo de esta ANP puede ser un buen comienzo (Semarnap-INE, 2000).
  9. De las actividades productivas, la pesca, el turismo y la minería generan actualmente las mayores aportaciones al producto interno bruto del municipio de Mulegé.
  10. Exportadora de Sal (ESSA) es uno de los principales productores y proveedores de sal en nuestro país y para la industria del cloro-álcali en la cuenca del Pacífico. ESSA participa también en los mercados de sal de deshielo para las carreteras, los suavizadores de agua y la industria alimentaria de Estados Unidos. Las principales instalaciones de ESSA se localizan en Guerrero Negro, donde opera una enorme salinera, con una capacidad de producción por encima de ocho millones de toneladas anuales. Sus instalaciones para la carga de sal en embarcaciones transatlánticas incluyen la Isla de Cedros.
  11. Según la definición de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, una especie exótica invasora es “una especie exótica que se establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural; es un agente de cambio y amenaza la diversidad biológica nativa”. El Convenio para la Diversidad Biológica dice que una especie exótica invasora es “una especie exótica cuya introducción y/o difusión amenaza la diversidad biológica” y causa serios daños a la economía y la salud. El término se refiere a las especies cuya introducción en un determinado territorio (sea voluntaria o accidental) está siempre mediada por la acción humana y en tal sentido no se refiere a las expansiones biológico-territoriales que ocurren de forma natural. No todas las especies exóticas se vuelven invasoras, puesto que algunas causan impactos mínimos en el medioambiente receptor y otras pueden ser inocuas o hasta beneficiosas.
  12. Según el Inegi (2010), la superficie total cultivada es de 2603 ha, aunque probablemente esta cantidad se acrecienta en cada temporada de siembra.
c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: Andrés Ortiz Garay

- Foto 1: Correo del Maestro a partir de simec.conanp.gob.mx/ficha_monitoreo.php?id=5&menu=1

- Foto 2 a 3: Andrés Ortiz Garay

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- Foto 5: Andrés Ortiz Garay

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- Foto 13 a 16: Shutterstock

- Foto 17 a 26: Andrés Ortiz Garay

CORREO del MAESTRO • núm. 287 • abril 2020