Igualdad, desarrollo
y empoderamiento,

A CUARENTA AÑOS DE LA
PRIMERA CONFERENCIA INTERNACIONAL
DE LA MUJER: MÉXICO,1975

Gloria Celia Carreño Alvarado[*]

En 2015, se cumplen cuarenta años de haberse realizado la Primera Conferencia Internacional sobre la Mujer en la Ciudad de México, y veinte años de la Cuarta Conferencia Internacional, que tuvo lugar en Beijing, en 1995. El objetivo de convocar a conferencias internacionales era hacer un llamado a analizar la situación de discriminación y desigualdad que viven las mujeres en el mundo, establecer algunas directrices y actuar para mejorar la condición de las mujeres en los Estados miembros de las Naciones Unidas, e incluirlas en los beneficios del desarrollo.

Cada conferencia internacional presentó sus particularidades, pero en todas, el tema central fue la igualdad, el desarrollo y la paz. En este artículo, se sintetizan las principales líneas de acción de los programas propuestos para que los Estados aceleraran el proceso de igualdad de las mujeres y de respeto a sus derechos humanos.


Igualdad, desarrollo y empoderamiento, a cuarenta años de la primera conferencia internacional
    de la mujer: méxico, 1975

la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue fundada en 1945, al término de la Segunda Guerra Mundial, por 51 países que se comprometieron a mantener la paz y la seguridad internacionales, fomentar entre las naciones relaciones de amistad y promover el progreso social, la mejora del nivel de vida y los derechos humanos. Al año siguiente de su fundación, el Consejo Económico y Social (Ecosoc) de las Naciones Unidas estableció la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de las Mujeres (Commission on the Status of Women, CSW) mediante la resolución 11(II), adoptada el 21 de junio de 1946. Esa instancia quedó integrada por un representante de cada uno de los quince Estados miembros de la Comisión, la cual tendría el encargo exclusivo de promover la equidad de género y el empoderamiento de las mujeres. En ese marco, también sería la encargada de la organización de las conferencias mundiales sobre la mujer.

El 18 de diciembre de 1972, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó que 1975 sería el Año Internacional de la Mujer, con el objetivo de intensificar las medidas encaminadas a promover la igualdad entre hombres y mujeres, asegurar la integración plena de la mujer en la totalidad del esfuerzo en favor del desarrollo y aumentar la contribución de la mujer al fortalecimiento de la paz mundial. El Ecosoc aprobó en su resolución 1849 (LVI), del 16 de mayo de 1974, el Programa para el Año Internacional de la Mujer.

El gobierno mexicano presentó su propuesta para ser la sede de la Primera Conferencia; el Consejo aprobó la invitación de México y nombró a Helvi L. Sipilä (subsecretaria general de Desarrollo Social y Asuntos Humanitarios) como secretaria general del Año Internacional de la Mujer.

La Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, que tuvo lugar en 1975, contó con la participación de representantes de 133 Estados y significó un giro importante en la forma de concebir a la mujer y el desarrollo. Con esta reunión, se inició al llamado Decenio de las Mujeres, y se derivaron importantes resultados para el adelanto de este sector de la población: la creación del Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (Instraw, por sus siglas en inglés) y del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (Unifem, por sus siglas en inglés), la elaboración de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), y el inicio de la creación de mecanismos para la promoción de la mujer.


Ceremonia de inauguración de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, Ciudad de México, 1975


En esta conferencia celebrada en México, se adoptó el Primer Plan de Acción Mundial y se efectuó un llamado a los gobiernos para que desarrollaran estrategias conducentes a lograr la igualdad de género, eliminar la discriminación de género e integrar a la mujer al desarrollo y a la consolidación de la paz.

En el arranque del Decenio de las Mujeres, se formuló un primer plan de acción, donde se reconocieron nueve esferas concretas para la acción nacional. Entiendo como esfera, directrices para las medidas que en cada país se debían adoptar en el decenio 1975-1985, aspectos sociales, económicos y políticos sobre los cuales actuar para garantizar la igualdad de las mujeres:

  1. Cooperación internacional y fortalecimiento de la paz mundial.

  2. Participación política.

  3. Educación y formación.

  4. Empleo y funciones conexas en la economía.

  5. Salud y nutrición.

  6. La familia en la sociedad moderna.

  7. Población.

  8. Servicios de vivienda y afines.

  9. Otras cuestiones sociales (United Nations, 1976).

El tema propuesto para dar seguimiento a este plan de acción en el Decenio de las Mujeres fue: Igualdad, desarrollo y paz, cuyos avances se presentarían en una conferencia a mitad del decenio, en 1980.

La Segunda Conferencia Mundial se celebró en Copenhague, Dinamarca, en 1980, y congregó a 145 Estados miembros para realizar un seguimiento del Plan de Acción de México. El objetivo era examinar los avances en el cumplimiento de los objetivos de la Primera Conferencia Mundial, en especial de los relativos al empleo, la salud y la educación.


Segunda Conferencia Mundial sobre la Mujer, Copenhague, 1980


Según el informe presentado, se apreciaba que el propósito de integración de las mujeres al progreso había sido formalmente adoptado por la mayoría de los países y se habían hecho esfuerzos significativos para establecer mecanismos institucionales y administrativos a fin de incorporar a las mujeres al desarrollo. Asimismo, un número importante de países habían efectuado reformas a sus constituciones y modificaciones legislativas para la promoción de los derechos de las mujeres. En algunos otros, se tomaron medidas específicas para eliminar la discriminación e impulsar la igualdad en el acceso a la educación y el empleo.

El programa de acción que se aprobó en la Conferencia de Copenhague hacía un llamado a favor de adoptar medidas nacionales más firmes para garantizar la apropiación y el control de la propiedad por parte de las mujeres, así como a introducir mejoras en el ámbito de la protección de los derechos de herencia, de custodia de los hijos y de nacionalidad de las niñas. Además, se reconoció que había disparidad entre los derechos garantizados y la capacidad de la mujer para ejercerlos. Se establecieron tres esferas en las que era preciso establecer medidas de igualdad, desarrollo y paz: igualdad de acceso a la educación, igualdad en las oportunidades de empleo e igualdad en servicios adecuados de atención a la salud.

En esta ocasión, el Programa de Acción Nacional estableció los siguientes objetivos y estrategias sobre los cuales trabajar para los cinco años posteriores:

  1. Cooperación internacional y fortalecimiento de la paz mundial.

    1. Planes nacionales de igualdad y políticas de desarrollo.

    2. Mecanismos nacionales (oficinas gubernamentales para atender las políticas públicas hacia las mujeres).

    3. Medidas legislativas.

    4. Participación de las mujeres en los procesos políticos y de toma de decisiones, y su participación en los esfuerzos para promover la cooperación internacional y el fortalecimiento de la paz.

    5. Medidas relativas a la educación y la diseminación de la información.

    6. Mejorar las estadísticas.

    7. Participación de las organizaciones no gubernamentales.


  2. Objetivos y áreas prioritarias relativas al subtema de la Conferencia: “Empleo, salud y educación”.

    1. Empleo.

    2. Salud.

    3. Educación y capacitación.


  3. Áreas prioritarias de especial atención.

    1. Alimentación.

    2. Mujer rural.

    3. Atención a la infancia.

    4. Mujeres migrantes.

    5. Mujeres desempleadas.

    6. Mujeres solas responsables de sus familias (hogares con jefatura femenina).

    7. Mujeres jóvenes.

Se delineó, también, un programa para los niveles internacional y regional, para atender problemas más específicos como la asistencia a las mujeres en Sudáfrica, y a las mujeres palestinas dentro y fuera de los territorios ocupados; ayuda a las mujeres desplazadas o refugiadas de todo el mundo; fomento de la investigación y de la recolección de datos y análisis.

Las principales conclusiones de la Segunda Conferencia fueron:

  1. Cualquier medida a favor de las mujeres que se establezca de manera aislada de las prioridades, estrategias y sectores del desarrollo, no dará resultados sustanciales si no se atienden los objetivos del Decenio.

  2. Las acciones legislativas y de fomento del desarrollo no serán efectivas a menos que se acompañen de acciones afirmativas para cambiar las actitudes y los prejuicios culturales.

  3. La sola provisión de igualdad de derechos, acceso igual al desarrollo y servicios, la igualdad de oportunidades y el acceso al desarrollo y oportunidades, por sí mismos no son garantía de beneficios si no se aplican medidas simultáneas de apoyo, como ayuda legal, acceso a la información y al conocimiento, innovaciones institucionales, etc. (United Nations, 1980).

El movimiento en favor de la igualdad había alcanzado ya un alto reconocimiento mundial cuando se convocó a la tercera conferencia mundial sobre la mujer, la llamada Conferencia Mundial para el Examen y la Evaluación de los Logros del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz, que se efectuaría en Nairobi, Kenia, en 1985.


Tercera Conferencia Mundial sobre la Mujer, Nairobi, 1985


Paralelamente a la Conferencia, se realizó el Foro de Organizaciones No Gubernamentales, que contó con la asistencia de más de 15 mil representantes de organizaciones. Muchas personas se refirieron a la Conferencia como “el nacimiento del feminismo a escala mundial”. El movimiento de las mujeres, dividido por la política mundial y las realidades económicas en la Conferencia de México, había llegado a convertirse en una fuerza internacional unificada bajo la bandera de la igualdad, el desarrollo y la paz. Tras ese acontecimiento decisivo había un decenio de trabajo. Mediante el proceso de debate, negociación y revisión se había reunido un cúmulo de información, conocimientos y experiencia.

Ante los delegados se presentaron informes impresionantes, en donde se reconocía que el avance de la condición de las mujeres había sido muy marginal, que no había llegado a todos los sectores de la sociedad, e incluso habían empeorado las condiciones de vida de las mujeres. Los datos reunidos por las Naciones Unidas revelaban que las mejoras en la situación jurídica y social de la mujer y los esfuerzos para reducir la discriminación habían beneficiado únicamente a una pequeña minoría de mujeres. En resumen, los objetivos de la segunda mitad del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer no se habían alcanzado.

La comprensión de esa situación obligó a adoptar un nuevo enfoque. La Conferencia de Nairobi recibió el mandato de buscar nuevas formas de superar los obstáculos para alcanzar los objetivos del Decenio: igualdad, desarrollo y paz.

En la parte nodal del documento resolutivo había una serie de medidas encaminadas a lograr la igualdad a escala nacional. Los gobiernos debían establecer sus propias prioridades, sobre la base de sus políticas de desarrollo y su potencial de recursos. Se definieron tres tipos de medidas para aplicar acciones afirmativas: medidas de carácter constitucional y jurídico; medidas para alcanzar la igualdad en la participación social; y medidas para alcanzar la igualdad en la participación política y en los lugares de toma de decisiones.

Al igual que en la conferencia anterior, se mantuvo el punto de vista de que todos los aspectos sociales y del desarrollo eran cuestiones que competían a la mujer; por lo tanto, las medidas recomendadas en las Estrategias de Nairobi orientadas hacia el futuro abarcaban una amplia gama de temas: desde el empleo, la salud, la educación y los servicios sociales hasta la industria, la ciencia, las comunicaciones y el medio ambiente. Además, se propusieron directrices para la adopción de medidas a escala nacional con miras a fomentar la participación de la mujer en la promoción de la paz, así como a prestar asistencia a la mujer en situaciones especiales de peligro.

En consecuencia, la Conferencia de Nairobi exhortó a los gobiernos a que incluyeran programas sobre las cuestiones relativas a la mujer en cada uno de sus ministerios y oficinas institucionales. Además, con posterioridad a la Conferencia, la Asamblea General de Naciones Unidas pidió a los Estados miembros que establecieran, en los lugares en que aún no existían, centros de coordinación de las cuestiones relativas a la mujer en todos los sectores comprendidos en el marco de la labor de la Organización.

Para esta ocasión, las áreas de especial preocupación se definieron como sigue:

  1. Mujeres en áreas afectadas por la sequía.

  2. Mujeres en pobreza urbana.

  3. Mujeres ancianas.

  4. Mujeres jóvenes.

  5. Mujeres víctimas de abuso.

  6. Mujeres indigentes.

  7. Mujeres víctimas de tráfico y de prostitución forzada.

  8. Minoría y mujeres indígenas (United Nations, 1985).

En su conjunto, estas áreas demostraban la existencia de condiciones sumamente graves que padecían las mujeres, especialmente en los países más pobres del mundo. Las Estrategias de Nairobi estaban orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer hasta el año 2000, y fueron elaboradas y aprobadas por consenso por los 157 gobiernos participantes. Se trataba de un programa actualizado para el futuro de la mujer hasta fines del siglo XX.

La Conferencia de Nairobi sentó nuevas pautas al declarar que todas las cuestiones estaban relacionadas con la mujer. Se reconoció que la participación de la mujer en la adopción de decisiones y la gestión de los asuntos humanos no sólo constituía su derecho legítimo, sino que se trataba de una necesidad social y política que tendría que incorporarse en todas las instituciones de la sociedad.

Dos décadas después de la Conferencia de la Ciudad de México, éstos y otros logros se verían fortalecidos con la Declaración y la Plataforma de Acción adoptadas en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing, del 4 a 15 de septiembre de 1995. Esta fue la mayor conferencia organizada por las Naciones Unidas: asistieron representantes de más de 189 gobiernos, y hubo 17 mil participantes, que incluyeron seis mil delegados gubernamentales, más de cuatro mil representantes de organizaciones no gubernamentales, cuatro mil periodistas y todas las agencias de las Naciones Unidas.


Conferencia Mundial sobre la Mujer, Beijing, 1995


Las activistas que llegaron a Beijing desde todas las partes del mundo estaban decididas a conseguir un compromiso valiente de los gobiernos sobre cómo tenían previsto mejorar la situación de las mujeres.

Los 189 Estados miembros de la ONU adoptaron de forma unánime la Plataforma de Acción de Beijing, la cual se concretó como un programa encaminado a crear condiciones necesarias para la potenciación del papel de la mujer en la sociedad y eliminar todos los obstáculos que dificultan la participación activa de la mujer en todas las esferas de la vida pública y privada de manera plena y en pie de igualdad en el proceso de adopción de decisiones en las esferas económica, social, cultural y política.

La Plataforma de Acción incluye 12 esferas de especial preocupación, cada una con objetivos estratégicos, y constituye el programa para la ejecución de los mandatos de la CEDAW –que materializa jurídicamente las responsabilidades de los Estados parte para garantizar la vigencia de los derechos civiles, políticos, sociales y económicos de las mujeres–, mediante el planteamiento de políticas, programas y acciones en todos los espacios públicos y ámbitos de gobierno.

Las 12 esferas de preocupación se definieron de la siguiente manera:














En lugar de aprobar medidas específicas para las mujeres como se había hecho hasta finales de los años ochenta, en Beijing se reconoció que el cambio en la situación de las mujeres afecta a toda la sociedad en su conjunto y que la igualdad de género es fundamental para el desarrollo y la paz mundial. Con esta premisa, la Conferencia aprobó, a las puertas del nuevo milenio, la citada Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, el documento más completo producido por una conferencia de Naciones Unidas en materia de derechos de las mujeres en el que se recogen objetivos estratégicos y medidas respecto a las doce esferas principales referidas (Lurgain, 2014).

No obstante, a pesar de estos esfuerzos internacionales por apoyar las medidas nacionales en materia de igualdad y no discriminación, nuevos factores, como las múltiples crisis mundiales y el cambio climático, inciden de manera negativa en el cumplimiento de estos compromisos. Los datos estadísticos muestran que los progresos han sido pocos o nulos en algunas esferas; así, ningún país ha logrado completar el programa.


La cuestión ahora es cuáles son los progresos y, sobre todo, los retos futuros. Preguntada recientemente sobre la situación de la mujer 20 años después de Beijing en una entrevista concedida a El País Semanal, la directora ejecutiva adjunta de ONU Mujeres, Lakshmi Puri (India, 1952), hace el siguiente pronóstico: “Debo decir que en general la situación no es buena. El vaso está medio lleno. Tenemos mucho que hacer y nos falta mucho tiempo” (Lurgain, 2014).


En 2015, y de cara a la decisión de celebrar o no una nueva conferencia internacional sobre la situación de las mujeres, la realidad mundial es que las mujeres todavía no tienen equidad ni en participación, ni en salarios en el ámbito laboral; si bien se ha incrementado el acceso a la educación básica, en la mayoría de los países pobres la generalidad de las mujeres no prosiguen en la educación superior; los hogares con jefatura femenina son más pobres, la mujer sigue siendo vulnerable, tampoco se ha logrado la paridad en participación política, y continúa la explotación laboral y sexual de niñas y jóvenes.

Respecto a la seguridad y zonas de conflicto, la mujer sigue estando desprotegida: “en una guerra es más peligroso ser una mujer que un soldado”, sentencia Lakshmi Puri.

Es claro que la implementación de la Plataforma de Acción se enfrenta a una serie de obstáculos debido a la reacción política ante las cuestiones de género experimentada en el mundo. El proceso de Beijing+20 o la celebración de una nueva conferencia mundial es un buen momento para evaluar el avance en el cumplimiento de los compromisos de Beijing y presionar a los gobiernos recordándoles que no se han cumplido del todo los compromisos que han asumido desde 1975.


Referencias

LURGAIN, J. G. (2014). La (des)igualdad de género 20 años después de Beijing, 15 de diciembre. Disponible en: <www.unitedexplanations.org/2014/12/15/la-desigualdad-de-genero-20-anos-despues-de-beijing/> [consultado el 8 de febrero de 2015]. Ir a sitio.

NACIONES Unidas (1996). Informe de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer. Beijing, 4 a 15 de septiembre de 1995. A/CONF.177/20/Rev.1. Nueva York.

UNITED Nations (1976). Report of the World Conference of the International Women’s Year. Mexico City, 19 June - 2 July 1975, E/Conf.63/34. New York.

UNITED Nations (1980). Report of the World Conference of the United Nations Decade for Women: Equality, Development and Peace. Copenhagen, 14 to 30 July 1980, A/Conf.94/35. New York.

UNITED Nations (1985). Report of the World Conference to Review and Appraise the Achievements on the United Nations Decade for Women: Equality, Development and Peace. Nairobi, 15-26 July 1985. New York.

Notas

* Académica del Archivo Histórico de la UNAM-Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación y profesora del Colegio de Ciencias y Humanidades, CCH-UNAM.
Créditos fotográficos

- Imagen incial: Vectorizado por Correo del Maestro

- Foto 1. UN Photo/B Lane

- Foto 2. UN Photo/Per Jacobsen

- Foto 3. UN Photo/Milton Grant

- Foto 4. UN Photo/Milton Grant

- Fotos 5 a 11. J. Braulio Carreño Melesio