Siqueiros
EN LA CÁRCEL

Edgar Alejandro Hernández[*]




El presente ensayo revisa el legado ético de David Alfaro Siqueiros, a partir de su activismo político y su producción plástica, tras ser encarcelado en Lecumberri, de 1960 a 1964, por el delito de disolución social.




c Siqueiros en la cárcel

El movimiento cultural y político conocido como muralismo mexicano tuvo uno de sus momentos más memorables y violentos el año de 1960, cuando el pintor David Alfaro Siqueiros (1896-1974) fue encarcelado en Lecumberri por el delito de disolución social. Su encierro como preso político remarcó el carácter social de la llamada Escuela Mexicana de Pintura, luego de que su militancia comunista y su activismo con diversos movimientos obreros y estudiantiles lo volvieran un personaje digno de persecución por parte del gobierno.

Tras la muerte de José Clemente Orozco (1883-1949) y Diego Rivera (1886-1957), Siqueiros era el último sobreviviente de los llamados “tres grandes” del muralismo mexicano, y si bien el movimiento había perdido la preponderancia que tuvo durante casi toda la primera mitad del siglo XX, la realidad es que Siqueiros se mantenía como un protagonista de la intelectualidad mexicana.

Es un hecho bien documentado que el activismo político había alejado parcialmente a Siqueiros de su labor plástica, por lo que su encierro en Lecumberri tuvo un efecto renovador, ya que lo reencauzó hacia la pintura, además de que le permitió explorar otras temáticas y derroteros visuales. Siqueiros lo resume con elocuencia: “Debido a la autoenseñanza aquí obtenida, poseo ahora un mayor alfabeto muralista; creo que podré ampliar mi base muralista con mi nuevo concepto del color, con lo que he aprendido en el uso de gamas y empleo de otras libertades, de otros temas” (1965, citado por Galeana, 1996, p. 191).

En prisión realizó más de doscientas pinturas y varios cientos de dibujos. También se sabe que los bocetos e ideas para su mural La marcha de la humanidad, en la Tierra y hacia el cosmos, miseria y ciencia, del Polyforum Cultural Siqueiros, tuvieron su génesis en una crujía de Lecumberri.

Una de las obras que más se ha documentado de su trabajo en la cárcel es el biombo que Siqueiros pintó para la escenografía de la obra teatral Licenciado No-te-apures, escrita por el preso Roberto Hernández Prado.

De acuerdo con la historiadora Patricia Galeana, Siqueiros describía esta escenografía como una obra alejada de lo convencional en la que se coordina “la pintura y el arte escénico. La pintura tomó de cada cuadro dramático lo esencial y lo ilustró gráficamente, lo subrayó plásticamente para el espectador” (Tibol, 1982, citada por Galeana, 1996, p. 190). En una entrevista concedida a Julio Scherer (y publicada en un libro prologado por Angélica Arenal en 1975), Siqueiros explicaba dicha escenografía con estas palabras:


[La escenografía] representa la parte exterior de la crujía H, la de turno, donde los presos exultan o se arrastran por el suelo una vez que reciben […] su boleta de libertad o de formal prisión. Las dos caras centrales tienen la H, y de la raya horizontal de la misma, hacia arriba, aparece una cara rubicunda y en plena carcajada de euforia. Y de esa línea para abajo, la cara de uno bien preso, y una india miserable, desgarrada, y cinco hijos que agigantan su tragedia y ocasionan los pensamientos más tétricos sobre el futuro de la familia (Siqueiros, citado por Galeana, 1996, pp. 190-191).


El personaje central, el licenciado No-te-apures, es el abogado tramposo que defrauda al reo y a sus familiares. “Es tan ladrón, pero tan ladrón, que por obra milagrosa, no se sabe de quién, su figura de ladrón aparece ahorcando a un pobre recluso en las manchas de humedad del cuarto en el que duerme y se emborracha” (Siqueiros, 1975, citado por Galeana, 1996, p. 191).


Escenografía elaborada
por Siqueiros para
la obra Licenciado
No-te-apures
, puesta
en escena en 1960
en la penitenciaría de
Lecumberri


Otra temática crucial y poco estudiada son su serie de cristos: Cristo; Cristo, el redentor y vencido; Cristo mutilado; y Cristo negro. Siqueiros no era una persona religiosa, pero encontró en esta figura la imagen perfecta para retratar su injusta reclusión.

Como su encarcelamiento fue por temas políticos, su liberación fue gracias a un indulto del presidente Adolfo López Mateos, quien justificó así su decisión: “Por la calidad de la obra artística de David Alfaro Siqueiros, y el reconocimiento de la misma en la República Mexicana y en el extranjero, la realización de dicha obra puede quedar dentro de los límites que abarca el concepto de importantes servicios prestados a la nación” (Tibol, 1982, citada por Galeana, 1996, p. 191).


Estudio de perspectiva desde las crujías, s/f


Siqueiros ya había estado en tres ocasiones encarcelado por motivos diversos. Como él mismo se lo contó en 1960 a la periodista Elena Poniatowska, la primera ocasión fue en 1918, por insubordinación a un superior, ya que en esos años el pintor era militar. La segunda ocasión fue en 1929, por su participación en la manifestación obrera del día primero de mayo, fecha en la que hubo una muy violenta confrontación con la policía y el arresto de muchos manifestantes. Siqueiros estuvo encarcelado un año y dos meses hasta que fue absuelto.

En 1940 volvió a la cárcel por su participación en el atentado a la casa de León Trotsky, donde, a pesar de que hubo un tiroteo, el líder bolchevique no fue herido (sería asesinado meses después a manos de Ramón Mercader con un piolet). Sobre el atentado, Siqueiros le aseguró a Poniatowska que no era su intención matar a nadie, únicamente buscaban llevarse los documentos que resguardaba en su casa. “Yo soy enemigo del atentado personal, porque el atentado personal siempre juega contra el partido o grupo que lo ejecuta” (Poniatowska, 1960, p. 7).

El cuarto ingreso de Siqueiros a Lecumberri fue en 1960 y resultó ser su encarcelamiento más prolongado, ya que no obtuvo su libertad sino hasta 1964. En esa ocasión el cargo que se le imputó, por su apoyo al movimiento de los ferrocarrileros, fue el de disolución social, consignado por el presidente Manuel Ávila Camacho en el artículo 145 del Código Penal. Al respecto, el pintor plantea lo siguiente en la entrevista concedida a Elena Poniatowska:


Ese artículo [el 145 del Código
Penal] es una supervivencia de
la Inquisición. Don Filomeno
Mata y yo no estamos acusa-
dos de nada material, de nada
físico. Estamos acusados de
transmitir ideas a control remo-
to por simple transmisión del
pensamiento, a personas cuya
existencia ignorábamos y para
la realización de actos que na-
die sabía si podrían producirse.
Me refiero a los incidentes del
día 4 y 9 de agosto, que fueron

“El agitador Siqueiros, fue
consignado ayer a la Penitenciaría”,
Ovaciones, Ciudad de México, 17 de
agosto de 1960. Recorte de prensa.

Entrevista
de Elena
Poniatowska
a Siqueiros

    la consecuencia de la orden
    que recibió la policía de im-
    pedir por la fuerza una anun-
    ciada manifestación de profe-
    sores y estudiantes, que no
    llegó a efectuarse (1960, p. 7).


Siqueiros se autodefinía como el campeón de la lucha contra el delito de disolución social, ya que llevaba casi dos décadas realizando mítines y conferencias para lograr su eliminación del Código Penal. Es claro que independientemente de las causas que promoviera el muralista, su legado ético fue igual de importante que su obra plástica.

Filomeno Mata y David Alfaro Siqueiros,
frente a Álvaro Carrillo Gil, ca. 1962

“Aclaración del Dr. Álvaro Carrillo
Gil”, Excélsior, México, 12 de agosto
de 1960. Recorte de prensa.



David Alfaro Siqueiros, Retrato
del Dr. Bernardo Sepúlveda
, 1961

David Alfaro Siqueiros,
El verdugo, 1962


David Alfaro Siqueiros con algunos de sus materiales de trabajo en su celda


Siqueiros el día de su liberación, 13 de julio de 1964

Como lo muestra su obra en Lecumberri, su pintura se volvió uno más de los elementos que constituyeron su militancia política, ya que servía como medio no sólo para expresar un mensaje político e ideológico, sino para ofrecer un testimonio directo de su época.

Siqueiros volvió la cárcel un campo de batalla donde no sólo exigió su liberación como preso político, sino que se convirtió en un representante de los derechos civiles en general.

c Referencias

ARENAL, Angélica (1975). Vida y obra de David Alfaro Siqueiros. Fondo de Cultura Económica.

GALEANA, Patricia (1996). Siqueiros en Lecumberri. Boletín del Archivo General de la Nación, 4(8), pp. 189-192. https://bagn.archivos.gob.mx/index.php/legajos/article/view/1200 Ir al sitio

PONIATOWSKA, Elena (1960). Siqueiros cuenta una versión de su vida, en la celda donde pinta la sonrisa tolerante de Reyes. México en la Cultura, suplemento de Novedades, 23 de octubre.

Notas

* Crítico de arte. Maestro en Historia del Arte, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: artsandculture.google.com/

- Foto 1: cosasqueconocer.blogspot.com/

- Foto 2: Siqueiros en Lecumberri. Una lección de dignidad

- Foto 4: www.la-prensa.com.mx/

- Foto 5: Crónicas poliangulares. Palacio negro de Lecumberri: David Alfaro Siqueiros. Preso 4677860. II

- Foto 6: México en la Cultura, suplemento de Novedades, 23 de octubre

- Foto 7: Crónicas poliangulares. Palacio negro de Lecumberri: David Alfaro Siqueiros

- Foto 8: Siqueiros en Lecumberri. Una lección de dignidad

- Foto 9: Siqueiros en Lecumberri. Una lección de dignidad

- Foto 10: Siqueiros en Lecumberri. Una lección de dignidad

- Foto 11: media.admagazine.com

- Foto 12: Siqueiros en Lecumberri. Una lección de dignidad

CORREO del MAESTRO • núm. 313 • Junio 2022