Ambientes de aprendizaje EN PREESCOLAR Anna Pi i Murugó[*] ![]() En este texto de aproximación a los ambientes de aprendizaje en el ámbito de la educación preescolar, se presentan los orígenes y las metodologías de las cuales derivan los ambientes, así como la forma en que se han implementado en tres centros escolares españoles: escuela pública Puig de na Fàtima, en las Baleares; escuela Proa, en Barcelona; y escuela pública La Sagrera, en Santa Eulàlia de Ronçana, Cataluña. También se detallan las ventajas que diversos investigadores han postulado al respecto, además de describir los retos para conseguir un ambiente de aprendizaje que integre todo el conjunto de elementos que lo constituyen, y las relaciones para lograr que sea eficaz en el cumplimiento de sus objetivos. Por último, se revisan los planteamientos de la evaluación y participación de los docentes.
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c Ambientes de aprendizaje: definiciones y autores
Durante los últimos años se han ido generando, en distintos contextos, experiencias de educación infantil y primaria, principalmente, basadas en una nueva organización y distribución de los espacios que conlleva innovaciones metodológicas y cambios educativos importantes. Así, hoy muchas escuelas en el mundo incorporan el trabajo por ambientes en su proyecto educativo. La introducción de los ambientes de aprendizaje ha comportado una transformación pedagógica significativa dentro del sistema educativo general de los centros escolares. Ese cambio persigue que todos los miembros de la comunidad escolar puedan desarrollarse según sus capacidades. Para ello, es necesario un modelo educativo que conciba el aprendizaje desde una perspectiva completamente diferente a la que ha prevalecido en la escuela tradicional. De este modo, se sustituyen los métodos enciclopédicos y exclusivamente memorísticos por otros que posibilitan la adquisición del conocimiento de forma constructiva y significativa, en una perspectiva integral. Esta propuesta, que podemos catalogar de espacio-temporal-relacional, implica un nuevo planteamiento del proyecto educativo de la escuela, como un sistema más abierto, flexible y dinámico. A la vez, en cada centro escolar, el trabajo por ambientes tiene una organización particular. Los ambientes de aprendizaje, en los distintos niveles educativos, muestran una nueva manera de concebir la infancia y su desarrollo. Los antecedentes de los ambientes son los rincones y talleres basados en metodologías que ofrecen espacios más acordes con la diversidad del aula y con aprendizajes basados en el juego y la acción. El ambiente de aprendizaje, de acuerdo con Duarte (2003), puede definirse como la atmósfera diseñada o creada con el fin de garantizar un conjunto de factores que rodean el aprendizaje de los individuos que forman parte de él, a fin de influir en su desarrollo y comportamiento personal, además de posibilitar la satisfacción de sus propias necesidades. Se denomina ambiente de aprendizaje al espacio donde se desarrolla la comunicación y las interacciones que facilitan el aprendizaje. Duarte, asimismo, caracteriza los ambientes como espacios de construcción, de intercambio, estimuladores y reflexivos, tanto para el alumnado como para el profesorado. Cabe diferenciar entre los términos lugar y ambiente para entender mejor cómo se construye cada uno. El lugar incluye el aspecto físico y espacial compuesto por el local, el mobiliario y los materiales. El ambiente abarca no solamente el espacio sino también las relaciones que se establecen en él, es decir, los aspectos inmateriales. ![]() Los ambientes de aprendizaje muestran una nueva manera de concebir la infancia y su desarrollo Así, el ambiente es un espacio dinámico, interrelacional, constituido por relaciones móviles y dinámicas que se van transformando, y que propicia las actuaciones de los niños y adultos que lo habitan. El espacio debe ser un elemento más de la actividad docente y, por tanto, es necesario estructurarlo y organizarlo adecuadamente. Martín (2000) propone tres características básicas que debe cumplir la organización del espacio y creación de este ambiente: 1) estar pensado para los niños; 2) ser estimulante, accesible, flexible y funcional; y 3) ser estético y agradable para los sentidos. Por su parte, Lledó y Cano (1994) identifican cinco principios que ha de cumplir un nuevo ambiente escolar en el aula: 1) ser un lugar de encuentro entre unos y otros; 2) constituir un espacio donde se sugieren acciones; 3) mantenerse abierto al mundo que le rodea; 4) ser un espacio acogedor; y 5) distinguirse como un lugar vivo, distinto y con personalidad propia. El espacio y su distribución son importantes para conformar un ambiente de aprendizaje que permita y facilite la consecución de los objetivos a los alumnos, así como la adaptación de la metodología en cada momento. En consecuencia, la organización del aula siempre ha de estar relacionada con opciones metodológicas concretas que sean estimulantes y promotoras de actividad. Se trata, como señala Otálora (2010), de diseñar ambientes de aprendizaje que contribuyan de modo significativo al crecimiento integral de los niños. Para que en realidad constituyan escenarios de aprendizaje, deben ser generadores de múltiples experiencias para quienes participan en ellos: Un espacio educativo resulta significativo para el desarrollo en la infancia cuando el conjunto de situaciones relacionadas entre sí […] favorecen la construcción de nuevo conocimiento y permiten el crecimiento de formas de pensamiento más avanzadas y modalidades más complejas de interacción (2010: 77). En la siguiente tabla se detallan las dimensiones que permiten la organización del espacio en los ambientes de aprendizaje en educación infantil. Se trata de cuatro dimensiones claramente definidas e interrelacionadas según Riera, Ferrer, y Ribas (2014), e Iglesias (2008). Organización del espacio
El ambiente en la escuela no es estático o preexistente, y si bien todos los elementos que lo componen –y que agrupamos en las cuatro dimensiones antes descritas– pueden existir de forma independiente, el ambiente solamente existe en la interrelación de todos ellos. Por eso, cada persona lo percibe de modo distinto. El ambiente de aprendizaje debe concebirse como un elemento curricular que constituye un importante eje formativo del modelo educativo de cada centro escolar.
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c Los ambientes de aprendizaje descendientes de diversas pedagogías
Son diversas las bases teóricas de los ambientes, entre ellas destacan la pedagogía Waldorf, el método Montessori, las escuelas libres, la teoría de Loris Malaguzzi y sus escuelas infantiles en Reggio Emilia, la teoría de Howard Gardner de las inteligencias múltiples, el método de centros de interés de Ovide Decroly, y el aprendizaje por proyectos de William Heard Kilpatrick. También pueden hallarse sus antecedentes en los rincones y talleres escolares, como metodologías que ofrecen espacios para una educación más acorde con la diversidad en el aula y el aprendizaje a través del juego y la acción, así como con las ideas de autonomía. Los ambientes crean un continuo educativo en toda la escuela que posibilita multiplicar las oportunidades de exploración y acción del niño y propiciar relaciones que favorecen la creación de una comunidad de convivencia y aprendizaje. De este modo, el espacio de los ambientes genera experiencias de aprendizaje significativo. El diseño de los ambientes por el docente tiene una intencionalidad pedagógica, orientada a que los niños puedan utilizar todos los recursos que les proporciona el ambiente para adquirir conocimientos y desarrollar capacidades, habilidades y actitudes que les permitan intervenir satisfactoriamente en su realidad. En estos espacios se posibilita la comunicación y las relaciones con otras personas –con la expresión libre de ideas, intereses, necesidades y estados de ánimo de todas–, al tiempo que se ofrecen materiales y actividades para estimular la curiosidad, la capacidad creadora y el diálogo. Por ello, el ambiente se constituye en un espacio complejo y dinámico, que cambia con el tiempo y que es flexible ante las necesidades de los educandos o de los agentes educativos. Un ambiente de aprendizaje supone un proceso pedagógico que surge a partir de la interacción de los siguientes elementos: un espacio arquitectónico potenciador de aprendizajes y un espacio generador de interacciones sociales e interpersonales. Los ambientes de aprendizaje permiten considerar al alumnado desde una perspectiva integral, de aquí que su propósito sea desarrollar y potenciar tres dimensiones esenciales: la socioafectiva, la cognitiva y la físico-creativa. Cabe señalar que la organización espacial ideal no existe, sino que siempre variará en función de las características de los niños y los centros escolares. Cada ambiente tiene una identidad propia, que ha de partir siempre de los intereses de los alumnos. Se trata, en resumen, de diseñar diferentes ambientes que estimulen el aprendizaje de los niños al tiempo que fomenten las relaciones sociales y aporten a la construcción de la autonomía y la responsabilidad necesarias de los alumnos respecto a su entorno. Ante la necesidad de hacer frente a este mundo, es necesario cambiar la cultura escolar y pensar en una escuela abierta, de todos y para todos, capaz de favorecer y respetar a cada uno de los niños que acoge.
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c Ambientes de aprendizaje y comunidad escolar
Los docentes Es importante que el profesorado decida de manera colectiva los ambientes de aprendizaje que quiere crear y, de la misma manera, también defina los objetivos de aprendizaje concretos para cada ambiente, considerando las capacidades, competencias y conocimientos que pretenden que los alumnos desarrollen, así como las estrategias adecuadas para lograrlo. Por todo ello, los ambientes deben responder a los siguientes factores:
![]() El diseño de los ambientes por el docente tiene una intencionalidad pedagógica El trabajo en ambientes de aprendizaje necesita, en primer lugar, cambiar la perspectiva del rol del docente. Así, su posición será diferente, ya que dejará de ser la única fuente de información y centrará su trabajo en orientar a los niños. Según Duarte, el docente “define un clima estimulante […]; realiza preguntas desafiantes; propicia el feedback [retroalimentación] y la ayuda necesaria a sus alumnos, y favorece en ellos la autoconducción de sus aprendizajes” (2003: 5). Dentro del ambiente de aprendizaje, el docente facilita actividades y proyectos de acuerdo con el interés del niño; ayuda cuando es necesario y se retira cuando lo cree oportuno. De este modo, pasea por todo el ambiente atendiendo a los alumnos y los grupos, sin interferir en el autogobierno del niño. Además, prepara excursiones, experiencias de trabajo, etc. (Wild y Wild, 2002). Un ambiente de aprendizaje es un espacio en el que los estudiantes interactúan, en condiciones y circunstancias físicas, humanas, sociales y culturales propicias, para generar experiencias de aprendizaje significativo y con sentido. Dichas experiencias son el resultado de actividades y dinámicas propuestas, acompañadas y orientadas por un docente. Específicamente, en el marco del desarrollo de competencias, un ambiente de aprendizaje se encamina a la construcción y apropiación de un saber que pueda ser aplicado en las diferentes situaciones que se le presenten a un individuo en la vida y las diversas acciones que éste puede realizar en la sociedad. Este ambiente debe, por una parte, fomentar el aprendizaje autónomo, dando lugar a que los sujetos asuman la responsabilidad de su propio proceso de aprendizaje; y, por otra parte, generar espacios de interacción entre los niños, en los cuales el aprendizaje se construya conjuntamente, de manera que se enriquezca la producción de saberes y se reconozca la importancia de coordinar las acciones y pensamientos con los demás. En particular, en el desarrollo de competencias matemáticas, por ejemplo, el ambiente de aprendizaje debe favorecer el desarrollo de los procesos de la actividad matemática y la comprensión y apropiación de los conocimientos matemáticos fundamentales en la disciplina. Asimismo, con los ambientes de aprendizaje se busca que las familias participen de manera más activamente en la vida de la escuela y en el proceso de aprendizaje de sus hijos e hijas. Por ello se les pedirá su participación en la conformación de los ambientes. Los alumnos Tal como postula Bàrbara Martorell (2015) en su trabajo de final de grado, en los ambientes de aprendizaje los alumnos son los protagonistas, ya que se propicia la interacción entre ellos, y más cuando se realiza por grupos que incluyen varios niveles educativos. Asimismo, destaca que, en los ambientes de aprendizaje, se consideran tres dimensiones del alumnado: la socioafectiva, la cognitiva y la física-creativa. De este modo, para crear el ambiente de aprendizaje, donde los niños construirán sus conocimientos, es necesario considerar la perspectiva de ellos y que todo su entorno se relacione y adapte a su estatura, necesidades y movimientos, así como a su personalidad. De manera coincidente, a través de los espacios de aprendizaje se potencia el desarrollo integral de los alumnos y, por lo tanto, ello abarca la educación emocional e inseparablemente la creatividad. Asimismo, resulta vital que la creación de los ambientes posibilite un desarrollo progresivo de las distintas etapas de los alumnos. Como indica Martorell (2015), el espacio arquitectónico y la organización espacial de los recursos y del material en los ambientes se debe adaptar a cada grupo de alumnos para estimular su aprendizaje, las relaciones sociales, la autonomía y la responsabilidad de los niños hacia su entorno. Siguiendo a Wild y Wild (2002: 67), citados por Martorell, el comportamiento de los niños dentro de los ambientes de aprendizaje se resume de la siguiente forma:
En conclusión, puede afirmarse que el niño, a través de los ambientes de aprendizaje, se relaciona con un espacio equipado de material que le ayuda a desarrollarse tanto individual como socialmente y que, además, tiene en cuenta la importancia de aprender a través de grupos de diferentes edades. La evaluación Al hablar sobre los ambientes de aprendizaje, es preciso reflexionar respecto al tema de la evaluación, y, en particular, reconocer que “el hecho de considerar al alumnado como sujeto activo de su propio proceso de aprendizaje hace que la evaluación requiera de constante actualización. Así, la evaluación ya no se considera solamente como un resultado final del proceso, sino como una forma más para aprender” (Martorell, 2015: 19). Por ello, la evaluación de tipo cuantitativo no resulta pertinente, se requiere una evaluación cualitativa, entendida como una herramienta que forma parte del proceso de aprendizaje y con un papel fundamental en la adquisición de nuevos conocimientos, lo que incluye la autoevaluación de los alumnos. La evaluación, pues, da cuenta de la autonomía de los niños y las niñas, según sus distintas edades, características y realidades, y permite delimitar los aprendizajes y objetivos que han logrado o aquellos que quieren alcanzar. Otra vez citamos a Martorell, quien resume este elemento tan importante de la evaluación en los ambientes de aprendizaje y que intenta romper con el carácter competitivo que de manera generalizada se ha establecido en la evaluación educativa en las escuelas: En definitiva, no se trata de crear un sistema competitivo donde hay alumnos “destacados” y otros invisibles o no destacados. En la actualidad, evaluar consiste en apreciar las capacidades de cada uno e identificar posibles formas para mejorar. Para ello es fundamental que el individuo conozca sus virtudes y talentos, lo que le permitirá crecer y mejorar como persona (2015: 20). La autoevaluación cobra un papel relevante al propiciar que los alumnos reflexionen sobre sus avances y deficiencias y construyan su propia evaluación. En definitiva, la evaluación se entiende como un proceso continuo donde los sentimientos y las emociones también tienen cabida. De ese modo, la evaluación no sigue el esquema de las pruebas, normalmente extensas, que muestran de manera destacada las carencias de los niños y no los incentivan a seguir adelante. De manera contraria, la autoevaluación estimula y pone de relieve las capacidades, sentimientos y emociones de quien la efectúa. Cabe decir que, si un alumno se siente feliz, considerado y valorado en sus potencialidades, se sentirá motivado a aprender de todo lo que le rodea y a divertirse con ello. Estas consideraciones son centrales en los ambientes de aprendizaje, donde los niños y las niñas son apoyados con el diseño de espacios adaptados a sus características. Para evaluar, concretamente en la Comunidad de los Pequeños,¹ las maestras trabajan a partir de un diario, donde anotan todos aquellos aspectos de sus alumnos que consideran importantes. Así, se registran observaciones sobre cómo trabajan los niños, cómo se mueven, cómo reaccionan ante los estímulos, cuál es su actitud, etc. Esta observación es clave para elaborar un informe final de evaluación, de carácter cualitativo, que se entrega a las familias y en el cual también participa el niño. Por ello, la evaluación en este nivel educativo tiene una importancia capital e involucra a los principales agentes educativos: alumnos, docentes y familias.
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c Cómo funcionan los ambientes en algunas escuelas
En el colegio de educación infantil y primaria Puig de na Fàtima, en Mallorca, España –como se puede ver en su sitio web y en la tesis de Martorell–, desde hace cuatro años se lleva a cabo una transformación educativa compleja, basada en la perspectiva de aprender a aprender, a través de un currículo común, abierto y flexible para todos y basado en el trabajo en ambientes de aprendizaje. Así, la Comunidad de los Pequeños cuenta con tres aulas de educación infantil, donde se trabaja por grados (grupos de la misma edad), y los tres grados se unen en los ambientes y en el espacio de la mediateca. En esta escuela, los ambientes de aprendizaje se concretan tres días a la semana, con unas seis horas semanales. Cada lunes, los niños eligen el ambiente al que quieren ir durante toda la semana. Los ambientes tienen normas que deben cumplirse; por este motivo, antes de empezar se dedica un tiempo a sentarse en círculo para recordarlas; y una vez finalizada la sesión, también se constituye una asamblea en la cual cada niño cuenta su experiencia vivida en el ambiente. Los ambientes de los que dispone la Comunidad de los Pequeños en este centro escolar son los siguientes: Ambientes de la Comunidad de los Pequeños
Fuente: ‹ceippuigdenafatima.cat/›. En la escuela Proa de Barcelona también se trabaja en ambientes de aprendizaje, con una maestra en cada uno, y en los cuales se distribuyen 17 niños de educación infantil. Tal como apunta una de las docentes, se sigue una metodología donde el proceso es mucho más importante que el resultado. De este modo, el objetivo principal en los ambientes es que los alumnos aprendan jugando, descubriendo los aprendizajes que se quieren trabajar, y también se potencian las relaciones afectivas con los compañeros y las maestras. Se plantea que los alumnos vivan el error como una oportunidad de mejora y que puedan desarrollar su autonomía y el lenguaje oral. Los materiales son determinantes, ya que sirven para incentivar el aprendizaje. Los ambientes, asimismo, son temáticos. En cuanto al papel que desempeñan los docentes, es solamente propositivo. Es importante que en los ambientes haya niños de distintas edades, lo cual posibilita que cada alumno trabaje su grado de madurez y aprendizaje. En este centro escolar, después de dos años de trabajar por ambientes, se ha podido constatar la mejoría en los aprendizajes de los alumnos. Así, los niños y niñas pierden el miedo a equivocarse, prueban y exploran y también se observa un avance en la relación entre ellos. Ambientes en la escuela Proa, de Barcelona, España
Fuente: ‹escola-proa.cat/parvulari/els-ambients-del-parvulari/›. ![]() Los ambientes se estructuran mediante la disposición planificada de diferentes materiales que provocan el interés de los niños a fin de desarrollar contenidos curriculares según la planificación efectuada por las docentes. El propósito es que los ambientes respondan a las capacidades de la etapa de educación infantil, y cada escuela puede diseñar los que crea más convenientes para responder a su realidad y a los niños que atienden. Ambientes en la escuela La Sagrera, de Cataluña, España
Fuente: ‹agora.xtec.cat/esc-lasagrera/ambients-daprenentatge/›. ![]()
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c A modo de conclusión
Cabe señalar que los ambientes requieren la creación de espacios con identidad, donde cada uno de los niños y las niñas se sienta identificado, así como parte de lo que está viviendo. Los ambientes de aprendizajes se pueden entender como una experiencia educativa que, al mismo tiempo, genera la posibilidad de llevar a cabo una práctica inclusiva. Por ello, promueven una educación inclusiva que entiende la diversidad como un fenómeno natural, enriquecedor y positivo. Además, tratar a cada individuo como un ser único permite dejar de lado cualquier tipo de segregación o categorización. Al mismo tiempo, se consigue un modelo basado en la equidad que posibilita que niños y niñas se sientan respetados, valorados y queridos. Los ambientes de aprendizaje entienden la diversidad como un hecho que beneficia al proceso de aprendizaje; por lo tanto, no tratan, en ningún caso, de reducir las diferencias. Esto significa que, en todo momento, potencian las capacidades de cada niño y niña, y al tiempo que cubren sus necesidades e intereses siempre respetando su proceso evolutivo. Asimismo, estos ambientes permiten la participación e interacción de grupos heterogéneos donde todos pueden aprender de todos, donde no hay exclusión y se prioriza un trato de respeto y colaboración. Otra característica de los ambientes de aprendizaje es que en ellos no se prohíben ni penalizan los errores, sino que se permite fallar y volver a empezar tantas veces como sea necesario. En consecuencia, las propuestas que se crean dentro de cada ambiente surgen con el fin de que el niño experimente por sí mismo y sea capaz de resolver cualquier tipo de problema que le pueda surgir. En la misma línea, cabe destacar que, para aceptar la diversidad circundante como un aspecto positivo, se requiere de un currículo abierto, común y flexible que, al mismo tiempo, permita llevar a cabo un aprendizaje significativo y constructivo. En este sentido, los ambientes de aprendizaje aceptan un curriculum flexible y adaptado a cada situación. También, gracias a los ambientes, la organización de la escuela cambia por completo: las maestras pasan de ser simples instructoras a ser acompañantes o guías de los niños durante su proceso de aprendizaje. Esto significa que hay un trabajo colaborativo entre los diferentes profesionales que permite que todos los alumnos se beneficien. Los ambientes de aprendizaje acogen a grupos heterogéneos, los cuales acceden a un amplio abanico de posibilidades y opciones. Los docentes velan por la construcción de una personalidad autónoma y creativa en cada niño y niña, donde la atención individualizada cobra también gran importancia, ya que mejora su autoestima y motivación para aprender. El reto en la actualidad es crear entornos y espacios adecuados para cada edad y para el desarrollo personal infantil, que potencien las capacidades individuales, además de fomentar las relaciones y las actividades creativas y lúdicas. Cada centro escolar debe determinar sus ambientes y trabajar en ellos, según sus necesidades y capacidades, de manera que el proceso educativo de los alumnos se desarrolle en relación con el contexto y realidad de cada uno. ♦
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c Referencias
DUARTE, J. (2003). Ambientes de aprendizaje: una aproximación conceptual. En: Estudios Pedagógicos, núm. 29, pp. 97-113. Disponible en: ‹www.redalyc.org/articulo.oa?id=173514130007›. Ir al sitio IGLESIAS, M. L. (2008). Observación y evaluación del ambiente de aprendizaje en Educación Infantil: dimensiones y variables a considerar. En: Revista Iberoamericana de Educación, núm. 47 (mayo-agosto), pp. 49-70. Disponible en ‹rieoei.org/historico/documentos/rie47a03.htm›. Ir al sitio LLEDÓ, A. I., y M. I. Cano (1994). Cambiar el entorno. En: Cuadernos de Pedagogía, núm. 226, pp. 22-25. MARTÍN, L. (2000). Espacio y juego. Barcelona: Praxis. MARTORELL, B. (2015). Els Ambients d’Aprenentatge. Memòria del treball de Fi de Grau. Universitats de les Illes Balears, Facultat d’Educació. Disponible en: ‹dspace.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/3660/Martorell_Morell_Barbara.pdf?sequence=1&isAllowed=y›. Ir al sitio OTÁLORA, Y. (2010). Diseño de espacios educativos significativos para el desarrollo de competencias en la infancia. En: CS, núm. 5 (enero-junio), pp. 71-96. Disponible en: ‹/www.icesi.edu.co/revistas/index.php/revista_cs/article/view/452/452›. Ir al sitio RIERA, M. A., M. Ferrer, y C. Ribas (2014). La organización del espacio por ambientes de aprendizaje en la Educación Infantil: significados, antecedentes y reflexiones. En: Revista Latinoamericana de Educación Infantil, vol. 3, núm. 2 (agosto), pp. 19-39. Disponible en: ‹www.usc.es/revistas/index.php/reladei/article/view/4726›. Ir al sitio WILD, R., y M. Wild (2002). Educar para ser: Una respuesta frente a la crisis. Quito: Fundación Educativa Pestalozzi. Referencias web Escola publica Puig de na Fàtima: ‹ceippuigdenafatima.cat/>. Ir al sitio Proa Escola: ‹escola-proa.cat/›. Ir al sitio Escola La Sagrera: ‹agora.xtec.cat/esc-lasagrera/ambients-daprenentatge/›. Ir al sitio Notas * Doctora en Ciencias Antropológicas por la Universidad Autónoma Metropolitana - Iztapalapa. Especialista en temas de educación.
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c Créditos fotográficos
- Imagen inicial: svpsavileta.fecib.net - Foto 1 a 8: escola-proa.cat - Foto 9 a 12: www.facebook.com/pg/ESCOLA-LA-SAGRERA CORREO del MAESTRO • núm. 279 • agosto 2019 |