Los métodos de enseñanza
EN LA NUEVA ESPAÑA,
SIGLO XVI

Juan Gerardo Paredes Orea Leticia Reyes Vázquez[*]



La conquista territorial del México prehispánico fue el inicio de una conquista espiritual, en donde la Corona española se planteó la necesidad de evangelizar y educar a los indígenas. Las diversas órdenes religiosas que llegaron a la colonia novohispana se enfrentaron a obstáculos como el idioma para imponer la fe católica, por lo cual implementaron una serie de métodos educativos innovadores para lograr su cometido.




c Introducción

El estudio de la historia de nuestro país no solamente abarca aspectos económicos, políticos, sociales o religiosos, sino también educativos y culturales, elementos de interés e importancia porque configuran la identidad de las personas, de las sociedades y de la nación que hoy es México.

Remontarse a la época de la instauración de la colonia novohispana requiere de una mirada comprensiva de la forma en que se llevó a cabo la educación de los indígenas recién conquistados y no una mirada inquisidora del siglo XXI. Los docentes de hoy podríamos criticar enormemente los métodos que utilizaron los misioneros para evangelizar y educar a los indígenas, pero hay que tener en cuenta que la educación tiene que ver con el momento histórico en el que ocurre, y que la pedagogía evoluciona a la par que los sucesos históricos. Así, analizar los métodos de enseñanza que emplearon las diversas misiones que se establecieron en la Nueva España, algunos inventados por los propios religiosos, permitirá comprender cómo se fue configurando la enseñanza en las aulas de las escuelas en nuestro territorio.

c Contexto

La caída de México-Tenochtitlan en 1521 significó el inicio de la conquista de diversos pueblos prehispánicos; por medio de las armas, los españoles depusieron a los tlatoanis y sometieron a los indígenas como vasallos de la Corona española. Luego de la capitulación de los pueblos indígenas, vino la parte más dolorosa, triste y traumática para la gente que sobrevivió a la guerra: la conquista espiritual.

Los pobladores presenciaron la demolición de sus templos y de sus casas, y con las mismas piedras construyeron los de la nueva religión, junto a las edificaciones de las autoridades coloniales y los nuevos hogares de los conquistadores; en ese proceso, los dioses de los indígenas fueron desplazados por el de una religión extraña a ellos. En síntesis, su cultura (idioma, creencias, religión, cosmogonía, festividades) fue transformada con base en la fuerza y bajo la influencia de la cultura española.


El dominio de los
europeos sobre
los pueblos indígenas
representó un enorme
reto para la Corona
española: implantar la
fe católica a quienes
ellos consideraban
salvajes adoradores
del demonio y
carentes de alma /
Crónica de Michoacán,
fray Pablo Beaumont


Sin embargo, el dominio de los europeos sobre los pueblos indígenas representó un enorme reto para la Corona española: implantar la fe católica a quienes ellos consideraban seres salvajes, adoradores del demonio y carentes de alma no fue sencillo, porque ¿cómo promover la fe católica si los indígenas no hablaban español? Más aún, ¿cómo hacerles entender conceptos como cielo, eternidad, infierno, pecado? Las diversas culturas de lo que hoy es México no tenían estas concepciones.

La Corona española decidió que la evangelización debía darse a través de la educación, y ambas fueron de la mano a través de todo el periodo colonial. Las diferentes órdenes religiosas que se establecieron en la Nueva España jugaron un papel fundamental para educar y evangelizar en todos los rincones de la colonia española. En 1524 arribaron doce franciscanos, y posteriormente, los dominicos, los agustinos y los jesuitas, entre los más importantes. Cada uno se estableció en diferentes zonas de la Nueva España, y cada misión tuvo sus propios métodos para hacerse entender entre la población indígena. Algunos más se dedicaron a investigar las culturas para comprender su cosmogonía y así comunicar de mejor manera la palabra del dios cristiano. Erigieron capillas, templos y conventos en donde se impartía la instrucción básica y la catequesis. También fundaron colegios para la instrucción de nivel bachillerato y universitario. Por un lado, se fundaron espacios para la educación elemental, como los colegios de Texcoco (1523), el de la Santa Cruz de Tlatelolco (1536), y los llamados “de Amiga”, para las mujeres; por otro lado, estuvieron aquellos que se dedicaron a la educación universitaria, como la Real y Pontificia Universidad de México (1553).[1]

Así, a lo largo de la Nueva España se fueron formando espacios dedicados a la enseñanza, desde la infancia hasta la vida adulta, pasando por una educación dedicada a los indígenas, criollos y españoles, sin olvidar a las diferentes castas que existían en aquella época.

Un hecho importante en el fomento de la evangelización y educación de la población novohispana fue la llegada de la imprenta. La impresión de materiales educativos ayudó a los misioneros a propagar la fe cristiana y a explicar de mejor manera las asignaturas que se estudiaban en los colegios de las diferentes órdenes religiosas.


Los doce franciscanos
representados
en este azulejo ubicado
a las afueras de un
convento franciscano
de Belvís de Monroy
(Cáceres, España)
fueron el primer
grupo de misioneros
que llegaron a la
Nueva España con el
objetivo de convertir
al cristianismo a la
población indígena


Fray Juan de Zumárraga impulsó la idea de traer la primera imprenta al continente americano, la cual llegaría en 1539 y daría un impulso decisivo a los métodos evangelizadores y educativos.

Éste, que fue el primer intento por establecer formalmente un taller editorial en la Nueva España, nos marca el derrotero que habían de tomar las publicaciones que se hicieron en México en el siglo XVI. Destacan en primer lugar las obras que estaban destinadas a la evangelización, no porque se pensara que los indígenas habían de ser lectores de dichos textos, sino porque a través de ellos se daba a los misioneros instrumentos para que pudieran tener acceso a textos, en muchos casos bilingües, que habían de facilitar su acercamiento a los pobladores del Nuevo Mundo. Doctrinas cristianas, manuales de confesor, sermonarios y artes de la lengua son entonces los libros que salen, con mayor frecuencia, de los talleres de los primeros impresores del siglo XVI, destinados a ser instrumentos para la evangelización del Nuevo Mundo (López de Mariscal, 2015, s. p.).

En este contexto evangelizador y educativo se recurrirá a diferentes métodos que los misioneros y los docentes inventarán para convertir a la doctrina católica a los indígenas y educarlos en el aprendizaje de la lengua española y de diversos oficios.

Sellos conmemorativos
del IV centenario de
la imprenta en México,
idea impulsada por
fray Juan de Zumárraga

c Los primeros intentos

La evangelización y la educación no fueron una empresa sencilla, al contrario, fue una labor titánica la que emprendieron los misioneros europeos. Al llegar a las nuevas tierras se enfrentaron con pueblos que hablaban una enorme diversidad de idiomas, lo cual representó un grave obstáculo: ¿cómo evangelizar si los indios americanos no hablaban español y los religiosos no hablaban las lenguas indígenas?

La primera opción fue recurrir a traductores. Los europeos estaban acostumbrados a que sus naciones se comunicaran a través de éstos. Así, Cristóbal Colón llevaba una persona a bordo de sus carabelas que sabía diferentes idiomas, para dialogar con los nuevos pobladores que encontrara en las tierras por descubrir; no obstante, jamás pensó que encontraría gente que hablaba lenguas totalmente disímiles a las que conocía.

Como es sabido, Hernán Cortés contó con el apoyo de las traducciones de Jerónimo de Aguilar y de la Malinche, pero vale preguntarse cuál era la calidad de las traducciones y qué tan fielmente llegaban los mensajes originales a sus destinatarios.

De esta manera, al iniciarse la evangelización, los misioneros se apoyaron en los traductores; sin embargo, en muchos casos el oficio ni siquiera era remunerado o lo era de manera escasa. Por lo general, tales traductores eran comerciantes españoles que escasamente entendían ciertos idiomas, apenas para comerciar sus productos, por lo que no lograban comunicar a los indígenas las ideas católicas traducidas a su lengua.

Los primeros encuentros se establecieron, sin duda, mediante señales y símbolos. El siguiente paso sería la comunicación oral, con unas posibilidades enormes de malos entendidos y falta de entendimiento entre los nativos y los extranjeros. La traducción –entendiendo dicho término en su sentido más amplio de transvase de información (oral o escrita) de una lengua a otra– era, sin duda alguna, necesaria pero también un arma de gran valor y muy peligrosa (Valero, 1996, p. 61).


La Malinche, traductora de Hernán Cortés / Historia general de las cosas de Nueva España de fray Bernardino de Sahagún


De manera paralela al recurso de los traductores, los misioneros emplearon el método de la mímica para darse a entender, que para ciertos propósitos fue acertado, pero ¿cómo darse a entender respecto a conceptos bastante complicados, como el bien y el mal o el objetivo que se persigue con el bautismo y la confirmación?, ¿o cómo hacerles comprender que no debían existir los sacrificios humanos? Como es evidente, eran temas complicados para abordarse con mímica o mediante traductores no profesionales; sin embargo, eran los recursos que los evangelizadores tenían a la mano y con ellos se adentraron en las comunidades indígenas para instruirlas y tratar de convertirlas a la religión católica.

Otros métodos utilizados y que dieron mejores resultados fueron el teatro, la música y el baile, recursos que aún en nuestros días se siguen practicando como parte de la adoración a vírgenes y santos católicos.

Los misioneros se dieron cuenta de que los pueblos indígenas tenían un gusto enorme por el teatro, la música y el baile, y se aprovecharon de ello para comunicar diversos conceptos religiosos. Así, el teatro constituyó un efectivo método didáctico, “fue una estrategia exclusiva de los franciscanos, como medio para el entretenimiento, conocimiento de la doctrina cristiana y la representación de personajes bíblicos” (Márquez, 2018, s. p.).

El teatro de los franciscanos representó una enseñanza visual mediante la mímica, con un vestuario llamativo, una escenografía atractiva, y una música envolvente.

Las obras teatrales se realizaban al aire libre, tanto porque los indígenas no estaban acostumbrados a permanecer en lugares cerrados como porque se necesitaba que este tipo de espectáculos didácticos tuvieran el público más amplio posible.

La música fue otro de los métodos evangelizadores significativos: los indígenas recibieron instrucción musical para formar parte del coro de las iglesias. “El repertorio musical ejecutado en el nuevo mundo era casi el mismo utilizado por las iglesias y catedrales europeas. Algunos compositores europeos vinieron a América como maestros de capilla, y fueron los primeros maestros de música de los músicos criollos” (Barriga, 2006, p. 6).

Era común que la misa dominical durara casi todo el día, ya que abarcaba sermones, representaciones teatrales y la música. Además, esta última fue acompañante fiel de procesiones y de festividades conmemorativas de los santos patrones de los pueblos.

Así, al ritmo de la música, los indígenas memorizaban (forma de aprendizaje de aquella época) los diferentes pasajes de la Biblia y los sermones de los sacerdotes. ¿Qué tanto lo comprendían? Sabemos hoy en día que memorizar no es aprender; y seguramente era escasa su comprensión de los nuevos preceptos católicos, pero para los misioneros representaba un enorme avance.

En tanto, el baile, ligado a la música, fue un elemento educador primordial para los sacerdotes españoles, porque se aprovecharon del gusto que tenían los indígenas por danzar en diferentes festividades. Así, las celebraciones católicas quedaron unidas con diversas danzas aprendidas de la cultura europea, pero algunas fusionadas con las prehispánicas. Posteriormente, con la llegada de la cultura africana, ésta se sincretizó con la española y la indígena.

c Textos impresos

Fray Pedro de Gante, al igual que el resto de los franciscanos, creó instrumentos didácticos novedosos para la enseñanza del cristianismo. Aparte de promover la fe católica por medio de representaciones teatrales, de intérpretes, de la música y del baile, llevó a cabo una idea ingeniosa, que fue la de hacer cuadernillos de oraciones, con la originalidad de emplear pictogramas, al estilo de los jeroglíficos en los códices mexicanos.


Catecismo
de Fray Pedro de Gante

(Biblioteca del Instituto
de Investigaciones
Filológicas de la UNAM)


Con dichos cuadernillos se pretendía facilitar la memorización y la comprensión de las oraciones católicas. Cada sacerdote trataba de explicar sus ideas en la lengua indígena mostrando los pictogramas, y de esta manera reforzaba la palabra con la imagen. Sin embargo, aquí se presentaba un grave problema, eran los mismos indígenas quienes hacían los dibujos, por lo que los tlacuilos (los dibujantes) debían comprender a la perfección el concepto católico que estaban representando. ¿Cómo lograban comprenderlo? Quizá los sacerdotes les decían qué y cómo debían dibujar. Son cuestiones que no sabemos, porque hasta ahora no hay fuentes que puedan dar luz sobre este método empleado, aunque sí hay testimonios del uso que los indígenas hacían, para sus propios fines, de los recursos antes descritos: “Diversos grupos indígenas emplearon el alfabeto, las imágenes y los libros para registrar y recordar sus propias historias, defender sus derechos patrimoniales y consolidar su poder ante los españoles y otras comunidades indígenas” (Garone, 2019).


Fray Pedro de Gante llevó a cabo una idea ingeniosa, que fue la de hacer cuadernillos de oraciones, con la originalidad de emplear pictogramas, al
estilo de los jeroglíficos en los códices mexicanos


Gante publicó tres importantes libros de pictogramas: Catecismo en pictogramas (1529), Cartilla para enseñar a leer (1569) y Doctrina cristiana en lengua mexicana (1553). Las dos primeras fueron impresas en Europa, mientras que la Doctrina cristiana en lengua mexicana ya fue impresa en tierras novohispanas.

Gante no sólo inventó los pictogramas (Yunes, 2019, s. p.), también fue el primero en aprender el náhuatl para poderse comunicar con los indígenas mexicanos. El franciscano se dio cuenta de que este idioma era comprendido por diferentes pueblos del centro y sur del país, e incluso del norte, debido a su posición dominante.


Catecismo
de Fray Pedro de Gante

(Biblioteca del Instituto
de Investigaciones
Filológicas de la UNAM)

Cartilla para enseñar a leer (1569), fray Pedro de Gante


Fray Bernardino de Sahagún retomó la idea de Gante de aprender el idioma de los indígenas, pero fue más allá siendo el primero en darle al náhuatl una representación escrita. Además, se dedicó a investigar y comprender la cultura de los diversos pueblos, como una vía para convertirlos a la fe cristiana.

Sahagún publicó Historia general de las cosas de Nueva España, texto que fue fundamental para que los misioneros comprendieran de mejor manera a las culturas indígenas y lograran su propósito evangelizador.

c La enseñanza en las escuelas

Las diversas misiones que se asentaron a lo largo de la Nueva España no se limitaron la propagación de la fe católica, su tarea abarcó el establecimiento de escuelas para indios adultos, para niños y niñas, para españoles y más tarde para criollos. En un principio fue el propio clero el que llevó a cabo la enseñanza, y posteriormente, hacia los siglos XVII y XVIII, se contrató a maestros profesionales (Tanck de Estrada, s. f., s. p.).

Así, los misioneros establecieron los primeros métodos y contenidos de enseñanza en las escuelas de la Nueva España. Los primeros años de colonización significaron un experimento pedagógico original, en el que estaba contemplada una educación cristiana. A la par que se propagaba la fe católica se fundaron colegios de internados para indígenas, a donde todos debían asistir. Los españoles pronto se dieron cuenta de que los adultos se negaban a esta educación; por ello, centraron su atención en los niños, como la nueva generación que habría de tener una cultura diferente a la de sus padres.

En toda escuela, la base era enseñar a leer y escribir castellano, a sumar, restar, multiplicar, aprender un oficio, tocar un instrumento, cantar, y convertirse a la religión católica.

La mayoría de las escuelas, sobre todo aquellas fundadas en los pueblos, no tenían un lugar específico, a veces se daba clases en el atrio, en el anexo de una iglesia, en la casa del maestro, en alguna casa vacía o de alguna autoridad municipal.

Se disponía de pocos materiales didácticos, apenas la cartilla y el catecismo que compartían entre seis niños o más. Memorizar era el método de aprendizaje más utilizado entonces. Los alumnos debían memorizar infinidad de páginas completas; debían aprender a leer durante dos o tres años y después podían aprender a escribir.

Para que la enseñanza fuera aceptable, niños y niñas debían asistir a clases dos veces al día, por la mañana y por la tarde. Lo que aprendían en la escuela debían reproducirlo en sus pueblos.

Niños y niñas debían aprender por separado. Las niñas recibían una enseñanza en un ambiente represor. Para esto se fundaron las escuelas llamadas “Amigas”, destinadas a criollas y españolas que no pudieran pagar por una educación particular, y en donde las niñas permanecían de los tres a los 12 años.

Fray Bernardino de Sahagún,
autor de Historia general de las
cosas de Nueva España
, fue el
primero en darle al náhuatl una
representación escrita

La enseñanza de las niñas ricas tanto españolas como criollas solía ser un poco diferente, no asistían a ningún tipo de escuela, puesto que su educación la recibían en su casa y con profesores particulares. Aunque el objetivo seguía siendo el mismo, instruirlas para ser esposas abnegadas y promotoras de la fe católica.

Por lo tanto, la vida de la mujer, como objetivo de la enseñanza, era el matrimonio o el convento, no podía aspirar a conocimientos superiores.

c Conclusiones

El entusiasmo de los misioneros por convertir a la fe católica a los indígenas dio lugar a la implemención de una serie de métodos pedagógicos, como respuesta a la circunstancia de enfrentarse a un idioma, a una religión y a una cultura totalmente diferente a la occidental.

En este choque entre occidente y los pueblos originarios hubo una postura eurocentrista de los diversos misioneros que arribaron a estas tierras. Si bien es cierto que trataron de estudiar y de entender las diferentes culturas para evangelizar y educar a los indígenas, también es innegable que rechazaron cualquier manifestación de la cultura prehispánica, al considerarla parte del demonio.

Sin embargo, en el apremio que tenían por propagar la fe católica y de que los pueblos originarios abrazaran la nueva religión, los misioneros no los obligaron a aprender el español, puesto que había un enorme rechazo de éstos por aprenderlo; fue el clero quien se dio a la tarea de instruirse en el conocimiento de las lenguas del nuevo mundo.

Los métodos que llevaron a cabo los misioneros tuvieron un éxito relativo a corto plazo, pero a largo plazo fue rotundo su triunfo, porque se logró el objetivo de evangelizar a la población indígena y de darles instrucción en algún oficio.

El objetivo se había alcanzado hacia finales de la época colonial; sin embargo, esto tendría una consecuencia fatal. Al desligarse de España, México entraría a la independencia como un país atrasado, con una enorme población analfabeta o con apenas algunos conocimientos de lectura y escritura.

c Referencias

BARRIGA, M. (2006). La educación musical durante la Colonia en los virreinatos de Nueva Granada, Nueva España y Río de la Plata. El Artista, 3, pp. 6-23. https://www.redalyc.org/pdf/874/87400302.pdf Ir al sitio

GARONE, Marina (2019). Producción editorial en lenguas indígenas durante el periodo colonial. http://www.elem.mx/estgrp/datos/1357 Ir al sitio

LÓPEZ de Mariscal, Blanca (2015). La imprenta en la Nueva España. Un arma para la conquista espiritual. Hispanófila. Ensayos de Literatura, 174, pp. 3-12. https://muse.jhu.edu/article/610365 Ir al sitio

MÁRQUEZ, Gabriel (2018). Origen del teatro en México: las representaciones teatrales de la orden franciscana en Nueva España, siglo XVI. Magotzi. Boletín Científico de Artes del IA, 6(11). https://www.uaeh.edu.mx/scige/boletin/ida/n11/e1.html Ir al sitio

QUINT, Hariet, y Galván, Mercedes (2017). Los catecismos pictográficos: Unión de dos culturas. Sincronía. Revista de Filosofía y Letras, 71, pp. 253-266. http://sincronia.cucsh.udg.mx/articulos_71_html/a14_253_266.html Ir al sitio

TANCK de Estrada, Dorothy (s. f.). La educación indígena en el siglo XVIII. http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_22.htm Ir al sitio

VALERO, Carmen (1996). Traductores e intérpretes en los primeros encuentros colombinos. Un nuevo rumbo en el propósito de la conquista. Hieronymus Complutensis, 3, pp. 61-73. https://cvc.cervantes.es/lengua/hieronymus/pdf/03/03_061.pdf Ir al sitio

YUNES, Estefanía (2019). La doctrina christiana en lengua mexicana de Fray Pedro de Gante: una herramienta pedagógica para el Nuevo Mundo. Estudios de Historia Novohispana, 59, pp. 118-157. https://novohispana.historicas.unam.mx/index.php/ehn/article/view/63118 Ir al sitio

Notas

* Juan Gerardo Paredes Orea es historiador, así como promotor de la lectura y escritura.
    Leticia Reyes Vázquez es contadora pública y antropóloga.

  1. Dos siglos después, el Real Colegio de San Ignacio o de las Vizcaínas (1767), la Academia de las Nobles Artes de San Carlos (1781), el Jardín Botánico (1788) y el Real Seminario de Minería (1792).
c Créditos fotográficos

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CORREO del MAESTRO • núm. 303 • Agosto 2021