¿Qué ha pasado con la logogenia
y qué nos falta desarrollar

EN LA EDUCACIÓN DE LOS SORDOS?

Guillermo Hernández Santana[*]



En la década de los noventa, nació en México un método para la enseñanza de la lengua escrita enfocado en personas con sordera, la logogenia. El propósito de este artículo es echar un vistazo al desarrollo que tuvo este método, pues es posible aplicarlo como terapia de escritura para Sordos[1] como una segunda lengua (L2).




c ¿Qué ha pasado con la logogenia y qué nos falta desarrollar en la educación de los sordos?

Como método de enseñanza, la logogenia se relaciona con la teoría de la gramática generativa transformacional que Noam Chomsky gestó en los años sesenta (Fernández, 2005), y también tomó el concepto de innatismo como parte de sus bases. En sus inicios, la logogenia tuvo relativo éxito, pero, a pesar de presentarse como un método innovador, no fue tan conocido.

Existe una asociación de logogenistas en México y esta metodología tiene presencia en varios países –como Italia, Colombia, Argentina y España–, pero en la actualidad su terapia se implementa relativamente poco, quizá por la falta de divulgación o porque se tiene que dar de forma individual.

La gramática generativa transformacional propone que el lenguaje humano se rige por una gramática universal cuya estructura profunda es compartida por todos los humanos; por su parte, el innatismo se refiere a la capacidad humana para adquirir de forma natural una lengua, la cual es aquella a la que se expone a un infante desde sus primeros años de vida (Chomsky, 1964) y en la mayoría de las veces se trata de la lengua de la progenitora. Sin embargo, los niños sordos no necesariamente comparten la lengua materna con su madre (Fridman-Mintz, 2005). Estos dos aspectos teóricos de la adquisición del lenguaje son los fundamentos de la logogenia que actualmente siguen aplicando los profesionales logopedas, particularmente el Colegio de Logogenistas, A. C. En lo que respecta a otros países, en Italia es utilizado como un método para proporcionar al niño sordo, entradas sintácticas a partir de la escritura (Geraci, 2015: 479), y en países como México[2], Italia[3] y Colombia[4] hay asociaciones especializadas en logogenia.


Sesión de Logogenia


El término logogenia se compone de los elementos logo y genia. El primer término viene del griego logos, ‘tratado’, y el segundo, de gena, ‘principio’. Esta palabra compuesta alude al lenguaje, a la capacidad de todos los humanos para transmitir ideas.

El compuesto logogenia nació en 1992 bajo la pluma de Bruna Radelli en el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y se consolidó como una metodología para que las personas sordas adquirieran el español escrito como su lengua natural. Quizá un lector familiarizado con la adquisición y enseñanza de una segunda lengua encuentre ciertos problemas entre la adquisición y un sistema escrito. Los hay. Los fundamentos de la logogenia se basaron en que una persona sorda podía adquirir la sintaxis del idioma a partir de los procesos de lectura y escritura, particularmente a partir de expresiones imperativas y pares de oraciones y fuera de los contextos pragmáticos de adquisición.

Por ejemplo, en una sesión de logogenia se les escribe a los chicos “toma un lápiz” en contraste con “toma los lápices”; “abre tu cuaderno” o “cierra tu cuaderno”. Estos pares de oraciones suponen diferentes actividades que los chicos deberían realizar de forma natural. En principio, la logogenia se trató de una terapia de lenguaje innovadora que proponía que los sordos podían adquirir la lengua escrita a partir de un proceso natural. Sin embargo, “la adquisición de la lengua se da siempre […] como un proceso espontáneo y asistemático” (SEP, 2012: 36) y la lectoescritura es un invento de la humanidad en comparación con las lenguas orales o las lenguas de señas que son innatas. De hecho, la escritura tiene una antigüedad de unos 4 mil años (Carpio, 2013: 2), mientras que el lenguaje tiene una antigüedad de unos 50 mil años en la historia de la humanidad, y las señas en conjunto con los gestos pudieron haber sido expresiones previas a la oralidad (Stokoe, 2005).

Una lengua natural es un sistema de comunicación que se da en la interacción diaria y en contextos dialógicos entre individuos. Tiene algunas características que nos permiten diferenciarla de otros sistemas de comunicación, los cuales no se desarrollan de forma natural, tales como los lenguajes de programación, el sistema binario o las lenguas artificiales como el sindarin, lengua élfica que encontramos en la película El Señor de los Anillos, o el na’vi, lengua creada para la película de Avatar. Si todos estos sistemas inventados se aplicaran en contextos naturales, es decir, como primera lengua de un grupo de infantes, presentarían muchos cambios tanto fonológicos como en el nivel sintáctico.

Las lenguas naturales tienen su lugar en contextos pragmáticos y se suelen transmitir en los primeros años de vida de los individuos. Sin embargo, la adquisición no es pertinente cuando se trata de un sistema de comunicación artificial y cuando un individuo ha pasado el periodo crítico de una primera lengua (L1), lo cual ocurre a los 5 años (Navarro, 2010: 118), aunque por cuestiones de plasticidad es posible la adquisición de una lengua incluso hasta la pubertad (Torres, 2005: 5).

Cuando se priva a una persona de la posibilidad de adquirir una lengua, también se le priva de la posibilidad de desarrollar conexiones neurales importantes para el aprendizaje. Tenemos el mito del niño de Aveyron que se describió en la Mémoir de Jean Itard sobre la educación de Victor de l’Aveyron. Si bien, debido al aislamiento, Victor nunca desarrolló un lenguaje, posiblemente tenía un trastorno del neurodesarrollo, lo cual pudo haber sido un factor para que no desarrollara el habla.


Niño de Aveyron


Así como el ejemplo de Victor, tenemos otros casos de “niños salvajes”. Imagine una bebé de un año y medio que empieza a decir sus primeras palabras de forma tardía. Seguramente, al llevar a esa pequeña a terapia de lenguaje, fomentar la socialización y cuidar su sano desarrollo, ella podría haber tenido una vida y comunicación normales. Este no fue el caso de Genie, una niña estadounidense nacida en los años cincuenta, privada de su libertad desde pequeña. Su progenitor decidió encerrarla en un cuarto sin permitirle la socialización y el desarrollo de habilidades comunicativas. Fue hasta los 13 años de Genie cuando su mamá logró escapar de la casa con su pequeña y ya había pasado el periodo crítico de adquisición del lenguaje.

Pues bien, el contacto con el lenguaje y la socialización son tan importantes para el desarrollo intelectual de una persona, que, cuando esto no se procura, pueden presentarse casos como el de Genie. Particularmente en casos de chicos privados del sentido de la audición, no fomentar su desarrollo integral podría tener consecuencias en su cognición, y este aislamiento comunicativo y afectivo hacia un chico sordo se puede dar desde el entorno familiar.

Se estima que 90 por ciento de los niños con sordera o hipoacusia pertenecen a una familia de padres oyentes, lo cual implica un ambiente menos eficiente en comparación con una familia de personas sordas y usuarias de una lengua de señas. De estos chicos, sólo 10 por ciento son introducidos a la lengua de señas, y la mitad de ellos se vuelven usuarios activos de ésta (Castro, 2002: 5).

De hecho, es relativamente común que las familias de niños sordos no se comuniquen con el hijo sordo. Imagine que en su familia nadie se comunicó con usted. Que su padre y madre no solían avisarle si iban a ir el domingo de paseo o ver a la abuela un día en particular, que tampoco le platicaban acerca de las noticias de la tele o los programas de moda. Este es el caso de muchos chicos sordos que viven en familias de personas oyentes. Justamente, los chicos sordos suelen estar privados de la posibilidad de desarrollar el mismo idioma de su familia. Mientras que la mayoría de la población está habituada a la comunicación de modalidad oral, no es el caso de los sordos, quienes representan alrededor de 1 por ciento de la población.

La adquisición de una lengua se da gracias a la imitación del vocabulario y estructuras de un sistema lingüístico. En ese proceso, los infantes suelen balbucear, repetir y expresar. En ese punto no hay un idioma más fácil o difícil que otro, pues cualquier infante tiene la capacidad de adquirir una lengua, sea cual sea, con sus reglas sintácticas, gramaticales y también con todas las implicaciones contextuales.

Cuando se desarrolló la logogenia, se consideraba que la adquisición se podía dar mediante la lectura y la escritura. Sin embargo, en la actualidad sabemos que los procesos de adquisición de una lengua natural son muy distintos si los comparamos con las habilidades de lectoescritura que se dan gracias a la conciencia fonológica (Mauri, 2013: 19).

El periodo en el cual se desarrolló la logogenia en México, fue cuando en el ámbito educativo estábamos intentando el desarrollo de experiencias y metodologías que les sirvieran a los sordos en el nivel escolar, y en algunos casos se hizo mediante el ensayo y el error. Por ejemplo, en la historia de la educación de los sordos tanto en México como en otros países, hemos visto varios métodos para la enseñanza, tales como el oralismo, basado en la estimulación de restos auditivos y la lectura de labios; el método manualista, que prioriza el uso de señas y promueve la comunicación entre pares (Cruz-Aldrete, 2008a: 5); y el método auditivo-verbal, que enfatiza el desarrollo de habilidades auditivas, el realce acústico y la repetición del habla (Maggio, 2004).

Si bien, la logogenia tiene algunos problemas teóricos que ya se mencionaron, no es la teoría la que cobra relevancia en la terapia, sino la implementación de cada profesional logogenista. En la práctica se han visto resultados positivos después de dos años de trabajo con tres horas por semana (Orens, 2018), y los resultados se pueden ver más rápidamente después de intervenciones de una hora diaria (Radelli, 2001). Pero no podemos esperar que un sólo método resuelva el problema de la adquisición de una lengua natural para un individuo privado del sentido de la audición. De hecho, en las instituciones de educación se ha trabajado sobre un sólo método para la educación de los Sordos. Por ejemplo, en el Instituto Pedagógico para Problemas del Lenguaje I.A.P. (IPPLIAP) practican una filosofía bilingüe en la que la LSM es el idioma principal y la base lingüística para el aprendizaje de la L2. Para esto, se siguen estrategias de lectoescritura de la guía OLE utilizadas en contextos bilingües con personas migrantes en Estados Unidos que implica “escribir con un propósito” (Lorena Chora, comunicación personal).


Vocabulario L1 y L2 en el Instituto Pedagógico para Problemas del Lenguaje, IAP


Los profesionales dedicados a la educación de los sordos coinciden en el propósito de otorgarle a esta población mejores condiciones educativas, sociales y afectivas en todos los niveles de su vida (Castro, 2002; Cruz-Aldrete, 2008b). En años recientes, la Secretaría de Educación Pública (SEP) se ha responsabilizado de ofrecer una educación bilingüe y bicultural en la cual se prioriza la educación de niños sordos desde un entorno más apropiado para su desarrollo ofreciéndoles educación en Lengua de Señas Mexicana (SEP, 2012). Asimismo, en dos instituciones mexicanas de educación básica y media básica para chicos Sordos, el IPPLIAP y Centro Clotet, está presente la Lengua de Señas Mexicana en todos los contextos escolares, lo cual promueve el desarrollo cognitivo, social y lingüístico de sus alumnos. En los Centros de Atención Múltiple (CAM), también se ha implementado un sistema que les permite desarrollar habilidades cognitivas y sociales, pues algunos profesores son Sordos o usuarios de la Lengua de Señas Mexicana.

Justamente, el desafío de la educación de la comunidad silente ha sido el desarrollo de una lengua que le permita desplegar amplias habilidades comunicativas y cognitivas, lo cual sólo se puede alcanzar en ambientes educativos enriquecidos y apropiados para ella. Gracias al esfuerzo emprendido por un grupo de sordos, intérpretes e investigadores, en 2005 se impulsó la Ley Federal de la Cultura del Sordo. En esta ley, se reconoció la Lengua de Señas Mexicana como patrimonio lingüístico de las personas con discapacidad auditiva y se les garantizó el acceso “a la educación pública obligatoria y bilingüe” (Fridman-Mintz, 2005: 17-18).


Diccionario bilingüe realizado por un chico sordo


En este contexto, aún está pendiente mejorar el nivel educativo y las estrategias de enseñanza de las personas con discapacidad auditiva. No bastan los CAM y las instituciones dedicadas a la educación especializada en la educación de personas Sordas. En realidad, aún es deficiente la educación del Sordo si pensamos en las pocas posibilidades con las que cuentan para integrarse en los niveles de educación media superior y superior. Por ejemplo, en México no contamos con muchas universidades en las cuales se haya implementado un sistema de traducción simultánea de Lengua de Señas Mexicana, por lo tanto, las posibilidades para que una persona Sorda que concluye el nivel bachillerato pueda acceder a la educación superior son limitadas.

Algunas universidades en las que se ha implementado un servicio de interpretación son el Tec de Monterrey en la Ciudad de México, la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM) y la Universidad Politécnica de Santa Rosa. Sin embargo, no será sino hasta que tengamos más herramientas metodológicas aplicadas a la educación del Sordo cuando lograremos ofrecer mejores oportunidades educativas para la comunidad silente a fin de que logren desarrollar todo su potencial.

c Referencias

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Notas

* Profesor de Lingüística en la ENAH y doctorante en el Posgrado de Antropología en la UNAM.
  1. Se usa Sordo (con mayúscula) para hacer referencia a la persona privada del sentido de la audición y usuaria de una lengua de señas (Erting y Woodward, 1979: 283). Esta convención presupone distinguir a un individuo que se reconoce dentro de un grupo social, una cultura y una lengua compartida, que en México corresponde a la Lengua de Señas Mexicana (Cruz-Aldrete, 2008a: X).
  2. www.logogenia.org Ir al sitio
  3. www.logogenia.it Ir al sitio
  4. www.dimecolombia.org/sedbogota/ Ir al sitio
c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: icalcolombia.org

- Foto 1: icalcolombia.org

- Foto 2: Wikipedia / Biblioteca digital Gallica

- Foto 3: Lorena Chora

- Foto 4: Lorena Chora

CORREO del MAESTRO • núm. 292 • Septiembre 2020