En la librería:
LECTURAS PARA PREESCOLARES I

Gerardo de la Cruz[*]



Las preguntas más difíciles que debemos enfrentar los divulgadores de la literatura, los editores, los escritores, etcétera, son las que parecen más sencillas de resolver: las recomendaciones de libros. No me refiero a las sugerencias para el amigo que ni de lejos se interesa por la lectura y al que deseamos motivar o, por el contrario, para el pariente que devora voluminosas novelas históricas o de fantasía, sino las que van encaminadas al crecimiento de los niños, las formativas, las que pretenden afirmar el hábito de la lectura.



c En la librería: Lecturas para preescolares I

Hay mucho en juego cuando un padre o un educador solicita orientación al respecto, de manera que la respuesta no puede ser lanzada a la ligera considerando la experiencia personal, ya sea con uno mismo o con los hijos. Deben atenderse múltiples factores e indagar en la raíz de la pregunta: qué se busca al solicitar una recomendación. ¿Interés en la lectura? ¿Fomentar valores? ¿Desarrollar habilidades y competencias? ¿Diversión y entretenimiento? Por otra parte, el mercado del libro infantil y juvenil ha crecido tanto y se ha diversificado a tal grado que, cuando uno asiste a la librería, queda realmente abrumado con la oferta de obras existente, unas más atractivas que otras, todas parecen excelentes opciones. Y tal vez lo sean, pero la realidad es que sólo unos cuantos de esos títulos lograrán retener en los más pequeños el interés, y aun así no hay garantía, en especial si ellos no cuentan con el apoyo de algún familiar que esté dispuesto a compartir su experiencia lectora.

Entonces, ante la pregunta básica de “¿qué me recomiendas para un niño o una niña de tantos años?”, mi primera respuesta es que no decidan totalmente por ellos, sino que los ayuden a elegir. Ahora que la vida parece tomar de nuevo su cauce acostumbrado y la idea de salir con los niños no resulta tan arriesgada, acérquenlos a la librería o a la biblioteca y que ellos mismos busquen y rebusquen hasta que encuentren, sin duda estarán más capacitados para responder a sus propias inquietudes que nosotros como facilitadores. El inconveniente de esta propuesta es que las librerías presentan idénticas desventajas que las jugueterías, los niños quedan expuestos a tal cantidad de estímulos, que suelen quedar aturdidos y se dejan seducir por textos quizá no tan didácticos como quisiéramos, o que no corresponden a su edad o madurez intelectual y emocional, y es aquí donde la orientación de los educadores es necesaria, porque saber elegir es parte central del aprendizaje. Las recomendaciones que en esta serie de artículos haremos van en este sentido: revisar qué hay disponible en librerías, con la única condición de que no sean novedades editoriales, porque para esta clase de recomendaciones hay otros espacios. Empezaremos, pues, con los libros para los más pequeños: cuáles son sus características óptimas y qué se debe esperar de éstos. Revisaremos algunas colecciones y, en la siguiente entrega, los títulos que a juicio de quien esto escribe, son más pertinentes.

c Libros para niños de 3 a 5 años

La elección de obras para niños de 3 a 5 años no es nada sencilla. A esta edad los niños están ávidos de conocimiento y aprenden con la misma facilidad con que pueden olvidar lo adquirido, tienen un periodo de atención corto y, no sobra decirlo, no saben leer, por tanto, es necesario el acompañamiento de alguien mayor que guíe la lectura. Llenarlos de libros sin ton ni son es una inversión similar a la de los huevos sorpresa: pasado el entusiasmo inicial, el juguete de regalo no sirve de mucho. Pero al igual que los juguetes, deben ser adecuados para su edad y guardar un equilibrio entre lo lúdico y lo didáctico.

Los materiales con que están hechos deben ser lo bastante sólidos y duraderos como para soportar un uso distinto al deseable, tratos rudos y el impulso de ser deshojados, destruidos o invadidos con rayones. La imagen prevalece sobre el texto, pero las palabras deben integrarse al diseño de cada página de tal manera que permitan a los niños comenzar a reconocer los signos lingüísticos, cadenas de letras, de palabras, de frases… Las ilustraciones no sustituyen por sí mismas a la historia, aunque lo deseable sería que las narraciones pudieran contarse a partir de las imágenes, de tal suerte que el niño pueda construir a partir de la observación su propia historia y, eventualmente, la historia que cuenta el libro. Una inspección en la sección infantil de las librerías nos revelaría que en realidad pocos materiales literarios reúnen estas características, y quiero hacer énfasis en el término literario porque los libros para aprender los números, los colores, las texturas, pueden o no llevar una sucesión como un cuento debido a que su objetivo es otro.

Finalmente, ¿qué historias deben contar? Las que sean, lo importante en esta etapa es que la narración esté contada de tal manera que los niños puedan retener el mensaje y, sobre todo, seguirla, capturar su atención. Los autores deben resistirse a la tentación de simplificar al máximo sus estructuras gramaticales y el vocabulario que emplean, pero, sobre todo, deben ser textos muy orales; no cualquiera modula apropiadamente estos registros. Por su subjetividad, la cuestión ética y moral es menos relevante que la trasmisión eficaz del mensaje. Lo fundamental, que estén bien escritos en su lengua materna, sea la que sea. Sin embargo, es deseable que además de estimular la imaginación, los textos dejen una enseñanza en los pequeños lectores que les ayude a entenderse mejor en el mundo. Al cabo, de eso se trata la literatura.

c Cuéntamelo otra vez

Considerando estas características, la colección Cuéntamelo otra vez, de la editorial 3 Abejas, ahora en Winbook, tiene suficiente material para ofrecer a los pequeños lectores: son textos destinados a niños de hasta 3 años y de 3 a 5, perfectamente meditados por Marisela Aguilar Salas, escritora y artista plástica, directora de la serie. Se trata de álbumes ilustrados de 21 × 19 cm, el formato más apto, por manejable, para los niños; son de cartoné, un material similar al cartón, desde la portada hasta los interiores –lo cual complica, incluso en manos adultas, la destrucción del libro–; y como la mayoría de los álbumes, el libro abierto es como un lienzo sobre el cual se desarrolla una sencilla historia con mucho de fondo, donde el texto y la ilustración ocupan el lugar que deben tener: la historia para ser seguida por el niño página tras página, y el texto para ser leído por el guía. La mayoría de los títulos se escribieron entre 2013 y 2015, de manera que algunos ya llevan varias reimpresiones y pueden adquirirse, además, a costos muy económicos desde la página de Winbook y, en algunos casos, en las estanterías de los supermercados.

Posiblemente más de un lector reconocerá la colección, pues cuatro títulos de la serie forman parte de la colección Libros del Rincón: Monstruo peludo de Magdalena Helguera, ilustrado por Luis San Vicente; La música del mundo de Elman Trevizo, con un notable trabajo de ilustración de Evelyn Alarcón; el cuento bilingüe tzeltal/español Te maxe sok te nutsujele / Ahora ¡Abracadabra! de Luz Chapela, traducido por Lucio Cruz Cruz, e ilustrado por Rodrigo Vargas, quien es además autor y diseñador de Animal + Color =, seleccionado también para las Bibliotecas de Aula.



La nómina de autores tiene como principal virtud el hecho de que son mexicanos y, más importante que eso, se expresan naturalmente en el español de México; además, sus temáticas son abordadas desde un contexto más familiar que, digamos, el que puede ofrecer a esta edad Plaza Sésamo, y ni hablar de Disney. El talento literario, encabezado por autores de la talla de María Baranda (Encontré un…), Gabriela Peyrón (La primera vez), Norma Muñoz Ledo (Andrea se viste de rojo), Elena Dreser (Foto sorpresa), Jaime Alfonso Sandoval (Marina la furiosa), entre otros, hace feliz mancuerna, por lo general, con el de los artistas ilustradores, en general jóvenes, aunque ya con trayectoria en el área infantil, como Estelí Meza (Lino felino), Rodrigo Vargas (Dragones de vacaciones) o Marcos Almada (Marina la furiosa).

Tal vez lo único que se le podría objetar a la colección es que pocos de sus títulos cumplan con la función de familiarizar a los pequeños con los signos lingüísticos, las letras y las palabras. Esa intención está descartada desde el nombre de la colección: Cuéntamelo otra vez es una invitación al intercambio, a la oralidad, al relato en voz alta por los padres o los maestros, para que a su vez sean contados por los niños. La mayoría de las historias centran su discurso en el desarrollo de la inteligencia emocional y el contacto con el mundo sensible. Son libros para compartir, para crecer, y sin duda en preescolar son más dignas de valorar las historias que nos conducen a comprender mejor nuestro entorno y lo que sentimos, que las que nos invitan a repasar el alfabeto, los colores y los números.


Notas

* Escritor.

c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: Shutterstock

- Foto 1: Shutterstock

- Foto 2 a 3: amazon.com

CORREO del MAESTRO • núm. 304 • Septiembre 2021