Las danzas prohibidas:
DEL VALS AL REGUETÓN

Tere Estrada[*]


Cada generación encuentra la manera de vincularse con un género musical, hacerlo suyo, bailar, espantar y escandalizar a la generación que le antecede. Así pasó con el vals, el danzón, el mambo, el twist, la lambada y el reguetón. Eran las danzas prohibidas que escandalizaron a la Iglesia y a grupos moralizantes como la Liga Mexicana de la Decencia. El cuerpo debe ser controlado y vigilado, quien desee instituir el orden social debe tener un control corporal (Foucault citado por Sevilla, s/f). Estas danzas cumplieron con una función social de diversión y cortejo en cada generación.

Las danzas prohibidas: del vals al reguetón

Cuando llegó el vals a México en la época de la Independencia, proveniente de Austria, no fue bien recibido. Caracterizado por su compás de ¾, las parejas lo ejecutaban con movimientos giratorios cadenciosos. Se le consideraba un baile sumamente inmoral porque los cuerpos estaban tan cerca al danzar que las personas parecían abrazarse. Sin proponérselo, al hacer públicas las denuncias de los primeros bailarines “inmorales” que bailaban por parejas, se tomaban de las manos y se abrazaban, el Tribunal del Santo Oficio fue promotor de este baile (Estrada, 1986: 145).

Los insurgentes tomarían esta danza prohibida como bandera. El brigadier Lorenzo Guerrero del cuerpo de Granaderos del Imperio Español expresaba de este ritmo:


El pecaminoso e inhonesto baile introducido en el día con el nombre de vals, a quien con más propiedad se debía llamar balsa, que ha transportado a este reino las corrompidas máximas de la desgraciada Francia […] siendo tanta su maldad que encierra el dicho vals, que se puede decir que por más que la malicia del hombre aquilate mis ideas, no inventará otra cosa más nociva ni de todo el infierno brotará otro mayor monstruo de obscenidades (Estrada, 1986: 145).


Su éxito y difusión se dio por encima de las posturas políticas y las luchas civiles que dividieron al país, tanto porque el vals estaba de moda en el mundo, como porque su cadencia resultó del agrado de todos, especialmente de los compositores. Pronto comenzaron las obras mexicanas, con estilo propio. Macedonio Alcalá destacó con “Dios nunca muere” y Juventino Rosas con “Sobre las olas”, valses mexicanos de exportación. Tiempo después, el vals se convirtió en una danza popular y fue aceptado hasta en las reuniones de familias adineradas.


A pesar del rechazo que tuvo el vals en México, con el tiempo se hizo muy popular incluso en las reuniones de familias adineradas / Litografía de M. Brunet, 1863


Así como el vals causó revuelo a su llegada, el danzón también escandalizó cuando arribó a tierras mexicanas vía Yucatán y Veracruz y luego se extendió a otras zonas. Llegó por el año 1890, en la época porfirista de los grandes latifundios y la llegada de compañías petroleras extranjeras. Desde los primeros años del siglo XX, proliferaron en la Ciudad de México salones de baile donde los capitalinos bailaban valses, tangos y danzones. En 1905 surgió el primer salón verdaderamente danzonero, en el barrio popular de Indios Verdes, con el nombre de La Quinta Corona. Luego surgió El Mercado de las Flores, al que visitaban las personas más humildes, pues las de la clase media eran criticadas si eran vistas en el lugar echando danzón (García, 2010).


…danza que se baila en un tabique, de ritmos cadenciosos, suaves y cálidos que permitían más que nunca el acercamiento de los cuerpos de las parejas que lo practicaban, de una música que le dio al pueblo un florecimiento de músicos, compositores y bailadores conectados con sus raíces, con su esencia afrolatina, con el pulso vital de la sangre al moverse, acompañadito y luciéndose, pues el danzón tiene mucho de escénico, de farandulero, de mostrarse a los otros, de lucirse con pasos de fantasía, una danza acompañada con música hipnotizante y seductora, propiciatoria para el encuentro carnal (García, 2010).


Dicen los expertos que una buena pareja de danzón debe ser capaz de bailar en un área equivalente a un ladrillo. Bailar danzón era un atrevimiento inmoral. En el México del porfiriato, las mujeres no tenían permitido enseñar las piernas ni los tobillos, eran cortejadas a través de cartas, y las madres cuidaban celosamente la virginidad de sus hijas (mujeresenelporfiriato.blogspot.mx, 2012).


Durante el noviazgo, tiempo de la seducción y el cortejo, pudor y virginidad eran los valores que las señoritas debían mantener incólumes. La asistencia a la misa dominical, los bailes, la celebración de los onomásticos, las tertulias familiares y en la provincia mexicana, los paseos en jardines y el de la Plaza de Armas en las típicas serenatas, eran las ocasiones que los jóvenes tenían para cortejar […] el novio oficial visitaba a su prometida siempre en presencia de las miradas vigilantes de los adultos (Rocha, 2004: 179).


Elvis Presley se caracterizó por su forma de bailar

En México, un país conservador y católico, la cercanía de los cuerpos al bailar era un pecado: en el vals por abrazarse, en el danzón por bailar tan pegaditos. En la década de los cuarenta y cincuenta, brillaron los salones de baile: Smyrna, Salón México, Fénix, Los Ángeles y Chamberi. Los bailarines asiduos a estos lugares empezaron a lucir los trajes de pachuco y llamaban a esos salones El Esmeril, El Mazo, El Feo y El Ángel. El salón California fue posterior a éstos.

En la década de los cincuenta, arribó a esta capital ¡el mambo!, un ritmo proveniente de Cuba que causó furor entre la juventud. Esta música, que se distingue por sus notas metálicas de trompeta y saxofón, fue compuesta por Dámaso Pérez Prado y lo dio a conocer en el salón Brasil, que estaba en avenida Instituto Técnico, hoy Circuito Interior. Después siguió el chachachá, que creó otro cubano: Enrique Jorrín. Su música llevaba violín y flauta y era más suave que el mambo. También cautivó a la audiencia y se filmaron películas donde surgieron las rumberas bailando mambo y chachachá.

En medio del furor del mambo y el chachachá, a mediados de los cincuenta, llegarían otros ritmos de los Estados Unidos que alborotaron a los jóvenes y escandalizaron a los adultos. El rock and roll arribó en la época de Adolfo Ruiz Cortines, en el periodo llamado “milagro mexicano”, donde muchos aspiraban a seguir el ejemplo del American way of life.

La expresión rock and roll la acuñaron jóvenes de barrios afroamericanos y en su jerga tenía una connotación sexual. El locutor Alan Freed la empezó a utilizar para promover artistas de rhythm and blues en su espacio radiofónico (urbandictionary.com, 2016).

Uno de los íconos del naciente rock and roll fue Elvis Presley, quien con su manera de bailar espantaba a las buenas conciencias. En el show de Ed Sullivan tuvo que ser filmado de la cintura hacia arriba para que no se viera su hipnótico movimiento de caderas que tantos gritos y suspiros provocaba en las adolescentes (edsullivan.com, 2016). No por nada le apodaban Elvis The Pelvis, es decir, Elvis La Pelvis.

En México, una censura parecida vivieron las Hermanitas Jiménez, promotoras del twist, ritmo hermano del rock and roll y cuya figura más destacada fue Chubby Checker. La palabra twist traducida al español significa girar, torcer o enroscar. En el baile, la cadera se giraba velozmente, las parejas bailaban separadas, en movimientos rápidos y marcados, balanceando hombros, caderas y rodillas. La revista Notitas Musicales comentó sobre ellas:


Las simpáticas y muy agradables hermanitas Jiménez se han convertido en las máximas exponentes del abominable twist, y francamente, sus gráciles figuras pierden mucho con esos movimientos antiestéticos y morbosos (Gutiérrez, 1998: 24).


Una de las letras que interpretaban decía así:



Vente baby, a bailar el twist
Vente baby, a bailar el twist
meciéndose todos, le hacemos así.


Mi mami está durmiendo, mi papi no está aquí
Mi mami está durmiendo, mi papi no está aquí
ven a gozar este ritmo, que se llama el twist.


“El Twist”, 1961 (Estrada, 2008: 52).




Para poder bailar sin cortapisas, los papás tenían que estar ausentes. Las tardeadas y los cafés cantantes eran puntos de encuentro de la juventud a principios de los años sesenta. En ese periodo, las mujeres entraban a los templos con la cabeza tapada y estaba prohibido enseñar el ombligo, según cuenta Tongolele, quien se veía hostigada constantemente por las señoras de la Liga Mexicana de la Decencia, una instancia católica encargada de vigilar la moral y las buenas costumbres.


Estaba prohibido enseñar el ombligo y yo pensaba: “Qué tontería, tapo lo más importante” […] Venían a verme grupos de damas católicas o las niñas de no sé qué cosa para pedirme que dejara mi vida de pecado y yo pensaba “Yo sólo bailo tahitiano” (Serrano, 2000).


Otro ritmo que causó conmoción por el movimiento de caderas fue la lambada a fines de los ochenta. Proveniente de Brasil, estaba conformada por ritmos como el carimbó y tenía influencias de la cumbia y el merengue. El término lambada proviene de una palabra portuguesa usada en Brasil que describe el movimiento de un látigo (es.wikipedia.org/wiki/Lambada, 2016). Este movimiento ondulatorio y suelto es imitado por los cuerpos de los bailarines, quienes bailan en pareja en total sincronía. En alguna vuelta, la mujer se monta en la pierna del hombre y se arquea.

Carteles de las dos
películas que se
filmaron con el
tema de la lambada

El músico y compositor Pinduca realizó la primera grabación de una canción de lambada en la historia de la música popular brasileña en 1976. En 1988, un empresario francés, Olivier Lamotted’Incamps, visitó Porto Seguro y descubrió al grupo de baile Kaoma, que incluía lambada en su espectáculo. Les propuso una gira europea y se dieron a conocer con el tema “Chorando se foi”, basado en la canción “Llorando se fue”, del grupo boliviano Los Kjarkas. En todo el mundo se vendieron cuatro millones de discos (es.wikipedia.org/wiki/Lambada, 2016).


La lambada se baila en pareja y en tres tiempos; con el cuerpo y rodillas flexionadas, intercalando las piernas abiertas con las del acompañante. Incluye giros rápidos, que requieren mucha precisión. Se complementa con movimientos sensuales y lentos en que se frotan los cuerpos de ambos danzantes, imprimiéndole un toque sumamente erótico que simula las caricias entre dos amantes que se dejan llevar por el deseo y la pasión (Perales, 2013).


Se hicieron dos películas sobre la lambada, la primera, llamada Set the Night on Fire (Incendia la noche) y la segunda, The Forbidden Dance (El baile prohibido). En realidad, lo que es prohibido, vende más, de manera que fue una estrategia de mercado empleada por los promotores de la película. No obstante, había muchos prejuicios sobre este baile, pues se pensaba “que incitaba a los jóvenes a mantener relaciones sexuales, dado los movimientos tan sensuales característicos de esta danza” (Perales, 2013).

Durante los años noventa, hubo otro baile que también escandalizó tanto por sus letras de contenido sexual explícito, como por sus movimientos que simulan un acto sexual: el reguetón. Es un estilo de música latina que evolucionó del reggae y del hip-hop en español. Su origen se suele asociar con Puerto Rico, donde se le dio ímpetu y comenzó a ser producido comercialmente. El reguetón se expandió velozmente por las comunidades hispanohablantes y alcanzó gran popularidad mundial en los 2000. Se le asocia a jóvenes adolescentes de 12 a 22 años y de escasos recursos. Al baile del reguetón se le conoce como perreo, porque evoca el acto sexual del perro.


En el Perreo, el cuerpo supera los límites de la piel, y buscan constantemente el contacto con la otra persona, estableciendo así “un ritual de proximidad”. Con el roce, los jóvenes se transmiten fuerza y energía. El cuerpo no puede ser contenido ni controlado y desea ser, sobre todo, sentirse libre […] En este baile del Perreo se pierde el espacio individual y lo íntimo pasa a ser público. El cuerpo ya no es propio, sino, también de los demás. Es por eso que uno puede bailar y tocar al otro (reggaeton-in-cuba.com, 2016).


La edad en la que inicien sus primeros encuentros sexuales es la edad en la que empiezan a bailar reguetón. Es un ritual de cortejo, donde el cuerpo ensaya los movimientos y las emociones que se disparan al sentir la proximidad de los cuerpos. Ciertos grupos conservadores lo asocian con promiscuidad y libertinaje. Incluso el Gobierno de Perú, en 2015, prohibió el reguetón porque lo considera causa de embarazos juveniles (kronostimes.com, 2016).

También se le acusa de denigrar a la mujer en sus letras y utilizarla como objeto sexual en sus videos. En todas las letras de todos los estilos musicales hay misoginia: en el bolero, en el rock, en el pop. No obstante, en las letras del reguetón encontramos una alta carga de misoginia y de contenido sexual explícito.

Todos los bailes populares empezaron siendo prohibidos, pero con el tiempo fueron tolerados y aceptados por todas las clases sociales. Siempre hubo grupos reaccionarios que repudiaron las danzas prohibidas, como la Iglesia y los grupos moralizantes, pero aquéllas cumplieron con su función social de ser un baile de cortejo. Si ya todo es explícito con el reguetón, ¿qué bailes les esperan a nuestros hijos en veinte años?

Referencias

BRUST, L.E. (2010). El vals mexicano. En: Formas musicales del folclor mexicano. Universidad de Guadalajara-Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, 2 de julio. Disponible en <sites.google.com/site/laredanzaudg/ musica-folklorica/los-ensayos/el-vals-mexicano> [consultado: 17 de junio de 2016]. Ir al sitio

ESTRADA, J. (1986). La música de México, tomo I. Historia. México: UNAM.

ESTRADA, T. (2008). Sirenas al ataque. Historia de las mujeres rockeras mexicanas. 1956-2006. México: Océano.

GARCÍA, A. (2010). El danzón. Formas musicales del folclor mexicano. Universidad de Guadalajara-Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño, 14 de octubre de 2010. Disponible en <sites.google.com/site/laredanzaudg/ musica-folklorica/los-ensayos/el-danzon> [consultado: 17 de junio de 2016]. Ir al sitio

PERALES, K. (2013). Lambada, el llamado “baile caliente y prohibido” [en línea]: <suite101.net/article/lambada-el-llamado-baile-caliente-y-prohibido-a62986#.V2QyiKJRKA8>. Ir al sitio

ROCHA, M. E. (2004). Cómo se enamoraban madres y abuelas de antaño. Cortejo y noviazgo en le siglo XX, 1900-1960. En: José Antonio Pérez Islas y Maritza Urteaga Castro-Pozo (coords.). Historia de los jóvenes en México. Su presencia en el siglo XX. México: Secretaría de Educación Pública / Instituto Mexicano de la Juventud / Archivo General de la Nación.

SERRANO. M. (2000). Tongolele. Una leyenda viva [en línea]: <www.sueste.com.mx/42/cultur02.htm> [consultado: 15 de enero de 2000]. Ir al sitio

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NOTAS

* Compositora, cantante y guitarrista. Socióloga egresada de la UNAM. Autora del libro Sirenas al ataque. Historia de las mujeres rockeras mexicanas (1956-2006).
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