Las flores
EN EL ARTE
Inbal Miller Gurfinkel[*] ![]() En el presente ensayo se lleva a cabo un breve recorrido por la historia del arte nacional, para conocer cómo se han representado y retratado las flores como parte de una narrativa nacionalista.
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c Vida americana. De nuevo el problema del arte mexicano en los Estados Unidos
La naturaleza ha sido una fuente de inspiración para los pintores de todas las épocas. Si bien su uso se puede vincular al simbolismo religioso, la realidad es que las flores rápidamente se convirtieron en protagonistas de la creación visual; sus colores y formas han acompañado al arte durante toda su historia, desde la época prehispánica hasta el arte contemporáneo. Bellas y perfectas, por lo general asociadas a lo femenino, las flores poseen un halo místico e históricamente han funcionado como la manera ideal de externar el amor. De diferentes formas, colores y aromas, las flores son un jardín simbólico que apunta a la eternidad; han sido representadas tanto para exaltar símbolos religiosos y de poder, como para encarnar la eterna juventud y la belleza. En la Antigüedad, las flores fueron utilizadas en las celebraciones rituales, y con el tiempo se comenzó a entender y conocer sus valores médicos y terapéuticos, de ahí que la religión católica generalizó su uso para fines iconográficos. La flor de lis, por citar un ejemplo, representa a la Virgen María. Por su color y forma hace referencia a la pureza, aunque debido a sus tres pétalos también se ha relacionado con la Santísima Trinidad, y es además uno de los atributos de san José, en cuyo bastón, “habrían florecido uno o tres lirios” (De la Vorágine, 2006, p. 962). En el arte prehispánico en Mesoamérica, la flor simbolizaba la vida, aunque en numerosas ocasiones se han encontrado textos y murales que hacen referencia a la ninfea o nenúfar en asociación al inframundo. “Las flores que embriagan, como se lee en diversos textos prehispánicos, forman parte de los ritos de iniciación. La ninfea se vincula con el maíz y la abundancia” (Uriarte, 2006). Un interesante ejemplo del uso de las flores en la cultura maya se puede encontrar en la costa del estado de Campeche, en la isla de Jaina, una necrópolis en donde se han localizado una gran cantidad de figurillas de cerámica fina, de pequeño formato (15 cm), las cuales fueron enterradas junto con los cuerpos; algunas representan diferentes oficios, aunque también existen figuras que retratan a deidades emergiendo de las flores. ![]() En el siglo XVII, el arte novohispano utilizó la representación de las flores de manera simbólica; el jazmín estaba relacionado con el paraíso, y el clavel rojo significaba el sacrificio y el amor de Jesucristo por los hombres. Cristóbal de Villalpando, el más destacado pintor barroco novohispano, impulsó un lenguaje pictórico autónomo, sin negar su raíz en modelos europeos. Los desposorios de la Virgen y San José (1690), la celebración del matrimonio santo entre la Virgen María y san José, fue un tema muy común de la época, aunque en esta obra, el artista no sigue en su totalidad la tradición renacentista europea. En el caso italiano, se retrataban en espacios abiertos, y en un segundo plano se resaltaba la arquitectura renacentista, mientras que en la Nueva España se representaban en espacios cerrados y en la parte superior se exaltaba un “rompimiento de gloria”, a través de cielos abiertos que hacían evidente una presencia divina. La escena del pasaje de Los desposorios… está basado en textos de los Evangelios apócrifos, los cuales narran que al llegar María a la edad de catorce años, debía ser entregada en custodia al varón escogido por Dios (Evangelio del pseudo-Mateo VIII, 1-3). Se sabe también que José tenía una vara, lo que indicaba que era el escogido para desposar a la Virgen; su vara florece y sobre ella vuela la paloma del cielo santificando el casamiento. ![]() En 1783, Carlos III, rey de España, expidió la Cédula Real para la creación de la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos, en donde se impartían las bellas artes a partir del modelo de ejecución de creadores europeos. Los artistas debían imitar, a partir de estampas y esculturas europeas, aquel ideal de belleza. José María Velasco (1849-1912), máximo exponente del paisajismo mexicano, formó parte activa de la Real Academia, y aunque su obra más destacada no se centró en el retrato de naturaleza muerta (una pieza cuyo sujeto es un arreglo de objetos inanimados, ya sean frutas o flores), sí mostró a través de sus cuadros la riqueza de la flora de nuestro país. Saturnino Herrán (1887-1918) es uno de los artistas mexicanos más importantes de su época y ejemplo del academicismo mexicano. Pese a su corta vida y reducida producción, desarrolló una obra caracterizada por tener una técnica cuidadosa y refinada, complejidad compositiva e interesante temática, donde predominan los tipos populares y las referencias históricas que contribuyeron a la conformación del imaginario mexicano en los inicios del siglo XX. La flor fue una pieza que Herrán aprovechó en su obra, incluso sus propios personajes devenían en dicho element natural. Ejemplo de esto es La ofrenda (1913), donde los personajes en la trajinera llevan la ofrenda a sus muertos, todos inmersos dentro del naranja de la flor de cempasúchil. ![]() A partir de los ideales de los artistas antes mencionados, los cuales buscaban una forma de expresión más nacional y vinculada con nuestras raíces, a inicios del siglo XX muchos creadores externaron su inconformidad con el método de enseñanza de la Real Academia, ya que no estaban de acuerdo en imitar la estética europea: querían crear algo propio, nacional, y fuera de las aulas tradicionales. Alfredo Ramos Martínez (1871-1946), considerado el padre del arte moderno en México, desde joven mostró un gran talento en la pintura. Viajó a París, en donde conoció la pintura impresionista y a sus mayores exponentes. A su regreso a México fundó las Escuelas de Pintura al Aire Libre. Su proyecto estimulaba la enseñanza y producción de pintura al aire libre; tomando como referencia la Escuela de Barbizon (1830-1870), se sugería una pintura más realista, nacionalista y creada a partir de la experiencia sensible del artista. En un sinnúmero de sus trabajos, Ramos Martínez da un lugar protagónico a las flores. Una de sus obras más reconocidas, Flores mexicanas (1929), fue comisionada por el presidente Emilio Portes Gil, como regalo de bodas para el héroe aeronáutico Charles Lindbergh y su esposa, Anne Morrow Lindbergh. Se cree que las cuatro mujeres que aparecen en la pintura representan las principales tradiciones culturales de México durante la década de 1920: la mujer indígena, la mujer mestiza, la mujer española y la mujer americana. En cuanto al simbolismo de las flores, la campana representa a los espíritus ancestrales y el renacimiento espiritual; y las glicinias, a la exploración creativa, la espontaneidad y una advertencia en contra de la obsesión (The Alfredo Ramos…). ![]() Ramos Martínez inspiró a una generación de jóvenes, entre ellos a Diego Rivera (1886-1957), quien comenzó sus estudios en la Academia de San Carlos, en donde aprendió del gran maestro del paisajismo José María Velasco. Rivera viajó por Europa y conoció las vanguardias y a sus principales exponentes; junto con José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, formó la gran tríada muralista de México del siglo XX. No sólo pintó murales, sino que también se dedicó a la pintura de caballete, donde hay grandes ejemplos de la inclusión de flores en su obra. Diego Rivera creía que su arte debía representar la realidad social de México; por ejemplo, El cargador de flores (1935) es una celebración de la floricultura como una de las actividades agrícolas más importantes del país. El artista retrata el papel del agricultor, así como la unidad familiar campesina y el apoyo laboral, por medio de su esposa (Fernández, 1950, pp. 63-82). ![]() En cuanto a Frida Kahlo (1907-1954), la representación de lo mexicano fue especialmente a partir de los autorretratos, en donde, casi de manera literal, ella se convertía en una flor. ![]() Kahlo pintó cerca de 40 naturalezas muertas, entre otras, Canasta de flores (1941). Además de que tales obras se componen de una simbología personal, fueron creadas en momentos en los que la artista atravesaba crisis severas. Salomon Grimberg, el más reconocido especialista en las naturalezas muertas de Kahlo, recuerda que mientras los autorretratos reflejan la forma como la pintora quería ser vista y entendida por la gente, las naturalezas muertas albergan sus pensamientos privados o íntimos: “Y no me refiero a una vida secreta, sino a aquellas cosas que generalmente nos guardamos para nosotros y que de alguna forma sugieren la actitud con la cual vemos a la vida. Pienso que las naturalezas muertas de Frida eran sus pensamientos privados, los cuales no comunicaba con otras personas, ya que no fueron hechos para ser interpretados o entendidos, sino simplemente para ser gozados”, indica Grimberg (Hernández, 2007). Finalmente, otro artista que representó la modernidad mexicana fue Miguel Covarrubias (1904-1957). Caricaturista, cartógrafo, coreógrafo, artista autodidacta e investigador, buscó incesantemente la representación de las raíces nacionales. Covarrubias era un personaje siempre inquieto y curioso; y compaginó su intensa actividad con un gran espíritu viajero que lo llevó a recorrer África del Norte, China, Japón, la península malaya, Ceilán y diversas islas del Pacífico, además de su país natal, México. ![]() Fue también coleccionista de arte prehispánico y en 1946 publicó una investigación sobre el istmo de Tehuantepec, Mexico South: The Isthmus of Tehuantepec. El estudio ofrece un panorama del sur de México, incluye capítulos sobre arqueología olmeca y otros sobre las costumbres de los indígenas zapotecas en Oaxaca. Con trazos rápidos, efectuados a partir de una economía de líneas, el artista logró darle movimiento a sus personajes, un elemento recurrente en sus dibujos, que, junto con sus fotografías, empleaba como parte de su estudio antropológico y social. Como admirador profundo del género femenino, al que retrató en sus actividades cotidianas de manera permanente, fue cautivado por la figura de la tehuana. De origen zapoteca, con mirada fuerte y alma festiva, ellas son las protagonistas del istmo de Tehuantepec. Tehuana, didjazá, “paisana” e istmeña son sinónimos para identificar a la oriunda de la región. Desde el siglo XIX, viajeros y artistas mostraron enorme interés por estas mujeres; se sorprendieron con su belleza y vestimenta, pero en especial por el comportamiento igualitario ante los hombres, a diferencia de otros grupos indígenas (Magaña, s. f.). Como parte de su vestimenta, las tehuanas portan un especie de tocado bordado que cubre toda su cara, de manera que ellas mismas, con su vestimenta, se convierten en flores. Como hemos atestiguado, nuestra tierra fértil, llena de colores y formas, ha sido fuente de inspiración para múltiples artistas a lo largo del tiempo, y así continuará contribuyendo al mayor entendimiento de nuestras raíces y cultura. ♦
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c Referencias
DE LA VORÁGINE, Santiago (2006). La leyenda dorada, 2. Alianza Forma. FERNÁNDEZ, Justino (1950). Diego Rivera. Antes y después. Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, V(18) pp. 63-82. http://www.analesiie.unam.mx/index.php/analesiie/article/view/500/487 Ir al sitio HERNÁNDEZ, Édgar Alejandro (2007). Frida Kahlo 1907-2007. Homenaje Nacional. Excélsior, 19 de junio, p. 1. MAGAÑA, María de los Ángeles (s. f.). La mujer istmeña, fuerza y majestuosidad indígena. Relatos e Historias de México. https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/la-mujer-istmena-fuerza-y-majestuosidad-indigena Ir al sitio THE ALFREDO Ramos Martínez Research Project. https://www.alfredoramosmartinez.com/ Ir al sitio URIARTE, María Teresa (2006). Flores en la pintura mural prehispánica. Arqueología Mexicana, 78, pp. 36-41. Notas * Historiadora del arte, curadora y promotora cultural. Directora del Centro Cultural Brasil México.
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c Créditos fotográficos
- Imagen inicial: www.alfredoramosmartinez.com - Foto 1: Mapa: Correo del Maestro a partir de Etnobiología, vol 16, núm. 1, p. 49; cienciaparatodos.org/wp-content/uploads/2018/12/4-jaina-map.jpg; www.elsevier.es/es-revista-estudios-cultura-maya-96-articulo-antiguas-nuevas-noticias-sobre-una-S0185257415300149#imagen-4 / Figurilla de la isla de Jaina: artsandculture.google.com - Foto 2: 66.111.6.112/objects/100/los-desposorios-de-la-virgen-y-san-jose;jsessionid=105C296D9DF604F6D51DC577FD6B7F41?ctx=a65f2e28-d8ae-4117-bb3e-cc86294ed9d7&idx=15 - Foto 3: Dominio público, commons.wikimedia.org - Foto 4: www.alfredoramosmartinez.com - Foto 5: www.diegorivera.org - Foto 6: www.museofridakahlo.org.mx - Foto 7: www.abebooks.co.uk CORREO del MAESTRO • núm. 305 • Octubre 2021 |