![]() El compromiso de la educación INTERCULTURAL EN LA PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO María de Lourdes Casillas Muñoz [*]
![]() Una educación patrimonial útil para las poblaciones a las que se dirige debe basarse tanto en el reconocimiento de las necesidades sociales y materiales de dichas poblaciones como en el respeto irrestricto de sus derechos culturales. Un enfoque intercultural que, con sentido histórico, reconozca las disimetrías en el ejercicio de estos derechos y los factores que las determinan es, pues, indispensable para hacer de la educación patrimonial un instrumento útil para el desarrollo y la emancipación cultural. De ahí la pertinencia de este texto. La educación intercultural en la preservación de las culturas originarias de México
En los últimos treinta años, múltiples movimientos sociales y políticos que han buscado reivindicar los derechos fundamentales de los pueblos indígenas en América Latina se han propuesto generar nuevas disposiciones normativas y crear instituciones que busquen el reconocimiento del derecho a la diferencia y, en particular, la pertinencia cultural y lingüística de los servicios educativos mediante la aplicación de los principios del enfoque intercultural. Este enfoque se apoya en una plataforma axiológica que reconoce la necesidad de transformar las disparidades de las relaciones sociales lesionadas históricamente por sentimientos de odio y menosprecio a las diferencias de origen, mismas que han alimentado el racismo y la discriminación de pueblos y culturas sometidas a un poder hegemónico y han agudizado así la desigualdad social. En este contexto destaca, como uno de los fenómenos sociales que ha cobrado cada vez mayor relevancia en Latinoamérica, la expansión de un movimiento político-cultural que plantea que las instituciones educativas deben comprometerse a adoptar los principios de este enfoque sustentado en la inclusión de la diversidad cultural en los espacios educativos, respetando el derecho a recibir educación en las lenguas de origen, contemplando simultáneamente la contextualización del desarrollo educativo en el marco de la propia cultura y estableciendo estrechos vínculos de comunicación directa entre las culturas ancestrales y el mundo moderno. ![]() La educación sustentada en los principios de inclusión de la diversidad cultural en los espacios educativos, propicia el desarrollo de las competencias comunicativas en dos lenguas: la originaria y una segunda (español), útil para entablar una comunicación amplia con el resto de la sociedad y con el mundo Estos principios, además de explorar vías para la proyección de un proceso educativo sustentado en la justicia curricular, se proponen contribuir al rescate, preservación y difusión de los saberes y expresiones culturales de los pueblos latinoamericanos, en diálogo con el desarrollo del conocimiento considerado universal. Esto permitirá establecer vínculos de colaboración y contribución al conocimiento científico entre los pueblos indígenas y entre diversas identidades presentes en el país, en una relación paritaria que, con una visión crítica y creativa, les facilite la generación de propuestas de desarrollo adecuadas a su cultura, tradiciones, expectativas e intereses, y los mantenga en contacto dinámico con otras culturas del mundo. La educación sustentada en estos principios pretende propiciar el desarrollo de las competencias comunicativas en dos lenguas: por una parte, fomenta el uso de la lengua originaria, con objeto de tender puentes de comunicación entre la universidad y las comunidades y así mantener viva la filosofía de la cultura de origen; y, por otra parte, promueve el dominio de una segunda lengua (español), útil para entablar una comunicación amplia con el resto de la sociedad y con el mundo. Asimismo, esta educación fomenta el contacto con otros y el establecimiento del diálogo en un ambiente de respeto a la diversidad. De esta forma, la diferencia se concibe como una virtud que propicia actitudes de respeto y comprensión recíprocos entre distintas culturas, y supone una relación entre las diferentes culturas en condiciones de igualdad. El propósito central de este enfoque es aprovechar las diferencias en un proceso de complementación de los conocimientos construidos y compartidos con otros sujetos y otras dimensiones de desarrollo (comunidad-región, entidad, nación, mundo). Así, la diferencia debe concebirse como una cualidad que implica comprensión y respeto recíprocos entre distintas culturas; supone una relación de intercambio de conocimientos y valores entre las diferentes culturas en condiciones de igualdad; y ofrece un aporte al desarrollo del conocimiento, de la filosofía y cosmovisión del mundo y de las relaciones que en éste se establecen, entre diferentes actores, en diferentes circunstancias. Un principio fundamental que el enfoque intercultural debe proyectar es la generación del conocimiento como un bien colectivo, que brinda beneficios sociales más que individuales ya que, de acuerdo con los valores de la organización comunitaria, un sujeto no detenta el saber sino que lo genera, aplica y desarrolla en beneficio de la colectividad. La educación intercultural integra una concepción que ha abierto una nueva perspectiva de orientación y tratamiento innovador de los procesos educativos en los países latinoamericanos ya que, por la diversidad de su composición demográfica, ha obligado a explorar estrategias de atención adecuada a la problemática de múltiples culturas que están en riesgo de desaparecer después de haber sido sometidas a prejuicios de diferenciación social impuestos por grupos de poder, en diferentes etapas de la historia. Esta estrategia, lejos de lograr su integración a los beneficios del desarrollo, las orilló al desplazamiento territorial y a la marginación. A fin de perfilar una nueva perspectiva de desarrollo educativo distinta para las múltiples culturas que habitan la región, en las complejas circunstancias que ofrece el desarrollo de la sociedad en todo el mundo, se propone –a través de la integración de este enfoque– revertir el proceso educativo que llevó a eliminar las diferencias de las culturas y que las orilló a esconder conocimientos y valores que, de no haberse sumido en el aislamiento, hubieran podido enriquecer sus posibilidades de desarrollo. Pero, ¿cuáles son las prácticas culturales que la educación debe comprometerse a preservar en el marco de la pluralidad de culturas presentes en el territorio nacional? Las expresiones culturales en mayor riesgo de pérdida absoluta son las lenguas, la axiología derivada de la cosmovisión de los pueblos originarios y las formas de interacción y organización social sustituidas por las prácticas de organización del sistema político vigente, que a pesar de ser parte constitutiva de la vida cotidiana de las comunidades rurales e indígenas del país, sucumben con el avance de la modernidad. ![]() A través de la interculturalidad se busca una educación que dé respuesta a las necesidades de quienes tienen como idioma de uso una lengua diferente de la dominante, una enseñanza-aprendizaje que tenga en cuenta la relación que existe entre los saberes y valores propios y aquellos ajenos En el primer caso, las formas de comunicación impuestas con la llegada de los españoles a América a partir del desplazamiento de las lenguas propias y la práctica obligada de una lengua ajena, como la única reconocida, constituyeron un factor decisivo para la pérdida de muchas lenguas y culturas. Posteriormente, la política de unidad nacional –y la política educativa derivada– que se proyectó a principios del siglo XX, de forma paralela al racismo y la discriminación, puso en riesgo de desaparición las lenguas; no obstante, éstas se han mantenido vivas a pesar de los embates del desprecio histórico y la discriminación. En el segundo caso, la ideología de la religión católica impuesta por la Conquista, y la persecución y represión que la población indígena padeció por defender sus creencias, desplazaron, asimismo, la filosofía, la cosmovisión y las expresiones de la espiritualidad de los pueblos originarios. En el tercer caso, la necesidad de control centralizado de la población a través del ejercicio del poder político y económico impuesto en diferentes etapas del desarrollo social del país, ha desconocido las formas tradicionales de organización colectiva de las comunidades y ha impuesto otras en las que se privilegia el valor del esfuerzo individual sobre el de la colectividad. Otro aspecto de interés por abordar es la transformación de las prácticas de producción debida a los cambios de orientación técnica o tecnológica que el avance de la ciencia y la tecnología han difundido entre la población campesina, lo cual, lejos de favorecer el desarrollo productivo, genera dependencia de insumos externos, ajenos al conocimiento del medio, y hace insostenible su sobrevivencia futura. De ahí la importancia de preservar los conocimientos tradicionales para poner en práctica formas de producción sustentable y la creación artesanal. Si bien estas manifestaciones características de las culturas mesoamericanas se han preservado en comunidades que han logrado, en algunos casos, mantener sus prácticas a contracorriente de la depredación del medio ambiente por parte de la gran industria, no se han reconocido como parte de la esencia que da vitalidad a los pueblos mexicanos y a sus culturas. En este sentido, y debido a los empeños de su resistencia para no abandonarlas del todo, estas prácticas construidas y transmitidas por generaciones se convierten en esencia intangible de su patrimonio. Orientar estrategias de preservación y resguardo de los conocimientos y valores que han alimentado a estas culturas, para evitar su irremediable pérdida, es un imperativo que debe considerarse en la formación de nuevas generaciones de profesionales con estas raíces. ▼ Orientaciones internacionales en materia de preservación de patrimonio
Durante el siglo XX, a raíz del ideal vasconcelista de integración de una nueva plataforma para la construcción de una nueva cultura, se sostuvo la idea de que la consolidación de una sola identidad y una sola cultura nacional contribuiría a eliminar los conflictos provocados durante la Revolución, los que se debían, en cierta forma, a la enorme diversidad regional de actores, culturas, identidades, intereses y proyectos políticos. En el curso de estos acontecimientos, se crearon en México instituciones y políticas federales para alcanzar ese objetivo de unidad y homogeneidad. Siguiendo a Maya Lorena Pérez Ruiz, se confirma que: La cultura se institucionalizó como instrumento de cohesión social bajo un proyecto de políticas públicas encargadas de generar un sentido de unidad entre las poblaciones diferentes en lo cultural, social, y económico y de seleccionar, compilar y recrear los elementos que formarían la plataforma de memoria histórica y de cultura común para los mexicanos.[1] De esta manera, la definición de los contenidos del patrimonio cultural del pueblo mexicano quedó en manos de agentes del poder político cuyo sesgo de clase promovió el desplazamiento de los rasgos propios de las culturas populares y de las culturas indígenas. Con la estrategia de ingreso a la modernidad industrial, se hace necesaria una reflexión a fondo sobre la forma de equilibrar las necesidades de desarrollo y modernización, ya que, adicionalmente al daño provocado a la naturaleza, se amenaza también el patrimonio cultural que proyecta la diversidad de culturas mexicanas. En esta etapa, se inician trabajos de protección, conservación y rehabilitación de construcciones y objetos de valor artístico y cultural. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) se crea con el fin de promover la cultura de la paz en el mundo y asumir la responsabilidad de preservar y proteger el patrimonio cultural material e inmaterial de los países miembro. Éste refleja la continuidad de la identidad de pueblos enteros y representa lo que tenemos derecho a conservar como herencia de nuestros predecesores y que la humanidad debe preservar para ofrecer a las futuras generaciones un lugar en su memoria y promover su conciencia del camino recorrido por el conocimiento humano para allanar el camino de la búsqueda de bienestar. Otro propósito de la UNESCO para atender la preservación del patrimonio cultural material fue la definición de estrategias para evitar saqueos y destrucción de bienes, robos en museos y sitios arqueológicos que eran vendidos a coleccionistas en países económicamente poderosos. Al respecto, Pérez Ruiz sostiene que: El patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas surgidas del alma popular y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales, y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas.[2] ![]() La educación debe fomentar el cultivo, valorización y respeto de las manifestaciones culturales, el cuidado del patrimonio natural y cultural de la localidad, la diversidad étnica, lingüística y cultural, y estimular el cuidado y la conservación de todos ellos Los lineamientos internacionales sobre la preservación del patrimonio se integran en 1972, en la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, instrumento que tuvo como propósito combatir amenazas por medio de asistencia práctica de expertos y la promoción de medidas legislativas. Este instrumento se complementa, casi treinta años después, con las orientaciones integradas en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (septiembre de 2003) para “atender la pérdida de ámbitos culturales no protegidos por la noción de patrimonio material frente a los impactos culturales de la globalización y el desarrollo incontrolado de los medios de información y comunicación”.[3] La adhesión de México a estos lineamientos se aprobó en la Cámara de Senadores el 27 de octubre de 2005. Las orientaciones que atañen al tema de la preservación de las manifestaciones culturales de los pueblos originarios se expresan en los siguientes artículos: Artículo 1: Finalidades de la Convención La presente Convención tiene las siguientes finalidades: a) la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial; b) el respeto del patrimonio cultural inmaterial de las comunidades, grupos e individuos de que se trate; c) la sensibilización en el plano local, nacional e internacional a la importancia del patrimonio d) la cooperación y asistencia internacionales. Artículo 2: Definiciones […]
La noción de patrimonio inmaterial nace el 18 de mayo de 2001 en la Proclamación de las Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad; incorpora formas de expresión cultural, idiomas, música, ceremoniales, ritos, experiencias tradicionales, así como sitios culturales inseparables de la práctica de esas formas tradicionales.[4] De hecho, esta noción no ha tenido una aceptación tan extendida como la asociada a los bienes materiales muebles e inmuebles y sus consecuencias en términos de homogeneidad cultural y pérdida de la diversidad de las culturas locales. Esta noción se ha ido arraigando en Latinoamérica por los efectos de la globalización, que induce a un consumo más homogeneizado por los mercados transnacionales. Destaca entre las formas de expresión cultural tradicional y popular, la consideración de los idiomas, la literatura oral –en especial mitos, épicas, cuentos, proverbios–, las técnicas corporales –como rituales, festividades, deportes, música y artes del espectáculo y actuaciones–, y las destrezas –como las técnicas de producción propias de la actividad artesanal, de curación, de aprendizaje, las creencias y prácticas de conocimiento relacionadas con la naturaleza y el universo, así como los hábitos alimenticios y las artes culinarias. Se caracterizan por transmitirse de generación en generación, conocimiento que es generado y recreado de manera permanente por las comunidades en función de su medio, su interacción con la naturaleza y su historia. La salvaguardia de este patrimonio se considera una garantía que sustenta la diversidad cultural.[5] ![]() Con la fiesta indígena del Día de los Muertos, se celebra el retorno transitorio a la tierra de los familiares y seres queridos fallecidos La necesidad de proteger el patrimonio inmaterial proyectada en este instrumento por la UNESCO refleja “la emergencia por conservar valores tan importantes como la diversidad cultural, las raíces culturales de la identidad de las comunidades, los recursos de su creatividad por medio de sus contribuciones desde el pasado y el papel de la memoria en nuestra forma de vida”.[6] De acuerdo con lo estipulado en el artículo 16 en la lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, el Comité integró en ella:
![]() La ceremonia ritual de los voladores es una danza asociada a la fertilidad que ejecutan diversos grupos étnicos de México y Centroamérica, en particular los totonacos del estado de Veracruz ![]() Las danzas de los parachicos –término con el que se designa a la vez a los bailarines y al tipo de baile que ejecutan– se consideran una ofrenda colectiva a los santos venerados en la tradicional Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, en el estado de Chiapas ▼ Compromiso de la educación intercultural con la preservación del patrimonio tangible o intangible de los
pueblos mexicanos Un problema que el desarrollo educativo de nuestro país presenta es que, en aras de atender las exigencias de la modernidad, la formación de profesionales se ha centrado en satisfacer exigencias del desarrollo industrial en las grandes urbes, olvidando a la juventud indígena. Durante el siglo XX, no se proyectaron estrategias ni políticas de formación de profesionales que pudieran hacerse cargo de la orientación de proyectos de educación patrimonial dirigidos a este propósito. Teniendo en consideración sus principios, la educación intercultural asume un importante compromiso con la labor de recuperación, documentación y difusión de las manifestaciones culturales y tradiciones de las comunidades mexicanas, ya sean indígenas, afrodescendientes, o bien de otros colectivos que se pronuncien por reafirmar su identidad de origen y sus raíces ancestrales, a fin de que sus integrantes vean reflejados sus conocimientos, filosofía y creencias en estas actividades. Sólo a partir del conocimiento y difusión de las manifestaciones culturales de la diversidad de los pueblos mexicanos será posible propiciar su proyección hacia el resto de la sociedad mexicana, fomentar el aprecio de su justo valor y posicionarla en la dinámica de la reconstitución permanente en la cultura nacional. De esta manera, los diferentes niveles educativos asumen un compromiso de distinta envergadura de acuerdo con las funciones y propósitos a los que atienden. En el nivel de educación básica, se ha considerado como una acción inaplazable la inclusión de la práctica cotidiana de la comunicación en la lengua de origen en el proceso de enseñanza, a fin de que la escuela contribuya a fomentar a mediano plazo un bilingüismo equilibrado. Ésta constituyó una propuesta para aquellas localidades en las que se registrara una proporción igual o mayor a 30 por ciento de hablantes activos de lenguas indígenas. Se ha considerado también como una acción de importancia paralela en este nivel educativo, la elaboración de materiales didácticos que, además de editarse en las lenguas de origen de los educandos, incluyan referencias a elementos culturales del contexto en el que los educandos crecen y se desenvuelven, a fin de lograr un aprendizaje significativo y pertinente. En el nivel medio superior, además de atender estas propuestas, la educación debe fomentar la formación de los estudiantes en un espacio que conjugue los conocimientos abstractos que provee la teoría, con su aplicación práctica en la realidad concreta del entorno próximo, mediante la realización de tareas que tiendan estrechos vínculos con las comunidades. Este componente debe insertarse de manera especial en el currículo de la formación media superior puesto que los jóvenes pertenecientes a comunidades rurales e indígenas en esta etapa han asumido ya compromisos de colaboración o sostenimiento familiar. En cuanto al nivel superior, este compromiso se vuelve más complejo puesto que los fines y las funciones de una institución de este nivel educativo tienen una mayor diversificación y especificidad de propósitos. Docencia, investigación y difusión de la cultura, así como extensión de los servicios, son funciones tradicionalmente cubiertas por las instituciones que cuentan con una trayectoria consolidada. El compromiso de la educación superior que adopte el enfoque intercultural debe considerar una cuarta función que, en coherencia con el propósito del nivel medio, fortalezca la responsabilidad social del estudiante con las necesidades de su entorno por medio de acciones formativas que le permitan aprender del medio y ofrecer, a la vez, un servicio a las comunidades. Las instituciones de educación superior que adopten este enfoque deben procurar no sólo la recuperación de las lenguas originarias en los procesos de comunicación, sino también el fomento de la investigación de problemáticas del entorno próximo de las comunidades y la difusión de las manifestaciones propias de las culturas de la región. Algunas líneas prioritarias para cumplir con el compromiso de recuperar y conservar el patrimonio cultural tangible e intangible de la diversidad de los pueblos mexicanos que deben atenderse en los espacios educativos con orientación intercultural –además de la revitalización, preservación y fomento al desarrollo de acciones consecuentes con la recuperación de procesos comunicativos en la diversidad de lenguas– son: la producción y difusión de las expresiones artísticas; la recuperación, sistematización y divulgación del conocimiento tradicional, así como del diálogo establecido entre éste y el conocimiento científico y tecnológico; la producción de materiales audiovisuales (televisión y video) y la adopción de prácticas de comunicación colectiva, oral o escrita, en las lenguas propias (prensa escrita y verbal). En este marco, se hace necesario el apoyo irrestricto a las radiodifusoras comunitarias, así como un programa editorial que rescate la producción cultural y literaria de los pueblos mexicanos, entre los más apremiantes por considerar. En este sentido, las tareas que competen a la educación superior intercultural, como un compromiso propio de las universidades interculturales, son:
De esta forma, la función de preservación y difusión de las culturas se convierte en el eje natural de una estrategia de educación patrimonial que deberá introducirse de manera transversal en todas las tareas de las instituciones de educación superior que adopten este enfoque. Asimismo, deberán definirse sus estrategias de proyección hacia la sociedad, a partir del avance y consolidación de las otras funciones sustantivas, a las cuales también deberán nutrir. Preservar, incentivar y difundir la cultura y los saberes de los pueblos indígenas de México, y otras identidades, supone conocer la diversidad cultural y reconocer su potencial de desarrollo. Diversas instancias internacionales y nacionales invitan a promover estas manifestaciones con el fin de facilitar un diálogo intercultural que enriquezca a los más diversos sectores de la población. En esta perspectiva, el surgimiento de las universidades interculturales en nuestro país ofrece un espacio idóneo para atender la formación de profesionales capaces de comprometerse a recuperar, sistematizar, revitalizar y preservar las manifestaciones de las diversas culturas de México; y a exponer, proyectar y divulgar ante la sociedad sus resultados; también constituyen espacios para brindar servicios pertinentes a fin de propiciar un beneficio recíproco entre la universidad y la sociedad, que tienda a fortalecer las culturas y a preservar el patrimonio intangible de la diversidad de los pueblos de México. La función de preservación y difusión de las culturas constituye la labor sustantiva que debe perfilar de manera natural y directa, las estrategias y tareas a partir de las cuales pueden recuperarse, concentrarse, resguardarse y darse a conocer las manifestaciones culturales y los saberes específicos de la diversidad de pueblos, que en las universidades interculturales se abordan. Con esta función, se pretende promover la sistematización, creación/producción, exhibición y difusión de expresiones culturales diversas. En el ámbito de la misión de las universidades interculturales, se proyecta la necesidad de reflexionar sobre las diferentes formas de vivir y generar conocimiento, así como las implicaciones que esto tiene para vivir en armonía con la naturaleza. El fin último de esta función pretende dar visibilidad y continuidad a la producción cultural de las comunidades indígenas, afrodescendientes y de identidades diversas que así lo requieran en México, mediante la visión de sus comunidades. Se trata de una visibilidad fundamental, no sólo para los indígenas, sino para la totalidad de la sociedad. Es preciso visibilizar, reconocer y promover el respeto de los diferentes sectores de la sociedad, a los conocimientos y tradiciones que construyen, día a día, los pueblos originarios.♦ ▼ Bibliografía
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