Libro cartonero:
UNA ALTERNATIVA PARA LA
INTEGRACIÓN A LA CULTURA ESCRITA
EN LENGUA INDÍGENA

Eleuterio Olarte Tiburcio [*] ■ Juana Zacarías Candelario[**]

Con el propósito de lograr una educación pertinente y de calidad que contribuya al Sistema Básico de Mejora Educativa, la Dirección General de Educación Indígena impulsa una educación inclusiva con rasgos de interculturalidad y bilingüe para atender la diversidad cultural, lingüística y social de los niños y niñas indígenas y migrantes. Con ello, busca elevar los niveles de aprovechamiento escolar del alumnado y fortalecer su identidad cultural para formar una ciudadanía que valore la diversidad y contribuya a la convivencia social.

Introducción

La educación inclusiva con rasgos de interculturalidad pone en el centro el cumplimiento de los derechos del niño a aprender, con base en sus experiencias culturales, y a usar su lengua materna en sus aprendizajes escolares. En este sentido, se usa la lengua indígena de manera oral y escrita para apropiarse de los diferentes contenidos culturales de su grupo social y universal y es, a su vez, un objeto de estudio.

La escuela promueve actividades para que los niños se incorporen a la cultura escrita desde sus lenguas maternas. Si bien la asignatura Lengua Indígena –sustentada en parámetros curriculares y aprobada por el Plan de Estudios 2011, Educación Básica– impulsa la apropiación de prácticas sociales de lectura y escritura para incorporar a los niños a la cultura escrita mediante la interpretación y producción de diferentes tipos de textos orales y escritos, se consideró necesario definir estrategias que brinden autonomía para escribir de manera libre sobre temas culturales pertinentes, de manera que los alumnos escriban y lean diversos tipos de textos incluyendo los propios. Para ello, se adoptó una alternativa libre de producción y edición de textos mediante el libro cartonero.

Prácticas sociales de lectura y escritura

Las prácticas sociales de lectura y escritura se consideran actividades sociales vinculadas con interacciones que se llevan a cabo entre las personas y el texto, con usos específicos y múltiples comportamientos que regulan tanto la inclusión como la participación de los individuos que integran las comunidades de lectores y escritores y responden a ideologías que versan sobre los puntos de vista y la visión del mundo que tiene el grupo social.

Entonces, la adquisición y desarrollo de la lectura y la escritura no se limita a la apropiación de un conjunto de habilidades y estrategias comunicativas como procesos procedimentales, ni al conocimiento de los formatos, la organización y la estructura de los textos, sino que involucra además el contexto y las formas de interacción existentes entre las personas del grupo social en particular.

Con las prácticas sociales de lectura y escritura se construyen textos situados como resultado de un contexto social, pues poseen un contenido y una ideología, entendida como puntos de vista o visión del mundo de quien escribe o lee. Así, toda actividad de lectura y escritura se da en contextos específicos por tratarse de una práctica social, con propósitos definidos y en situaciones reales.

Por lo tanto, leer y escribir no se limita a interpretar o producir el texto, sino que implica tener en cuenta la autoría, la intención y el interés de quien lo escribe o lee, por lo que vale preguntarse: ¿quién escribe el texto?, ¿a qué grupo social pertenece?, ¿cuál es la intención del autor?, ¿qué reacción quiere provocar en el lector?, ¿a qué grupo social está dirigido el texto?, ¿qué se está validando o se pretende validar?, entre otras.



El desarrollo de prácticas de lectura y escritura se efectúa desde las diversas formas de leer y escribir que existen en la comunidad como resultado social de las interacciones generadas por sus integrantes, vinculadas con las formas de ser, vivir y hacer de las personas. Los textos y portadores textuales se producen y usan en la comunidad misma, son útiles, circulan para instalar la cultura escrita y le sirven a la gente para informarse o para comunicar cosas importantes. Es decir, los textos y portadores textuales se fijan en la comunidad, se producen de acuerdo con propósitos sociales reales y sirven a la comunidad.


Algunas portadas de libros cartoneros


El niño no aprende solo sino junto con los demás, con la comunidad: observa cómo escriben, escucha las decisiones que toman y advierte la forma de hacer circular el escrito entre la población. La escritura es eminentemente social porque tiene un interlocutor concreto, un fin específico, y el texto responde a un formato textual propio. La escuela contribuye a introducir y fortalecer las prácticas de lectura y escritura en la comunidad reforzando las prácticas locales de escritura e introduciendo otras de la cultura escrita o prácticas de la cultura dominante.

El libro cartonero y las prácticas sociales de lectura y escritura en lengua indígena

Ante el reto de formar a sujetos practicantes de la lectura y escritura en lengua indígena, la Dirección General de Educación Indígena impulsa la producción de textos en lenguas indígenas. En los últimos años, ha incrementado tanto el número de títulos como el tiraje de los materiales: libros de texto en lengua indígena, libros de literatura, colección Semilla de Palabras, narraciones de niñas y niños indígenas y libros intertextuales que se encuentran en versión monolingüe, bilingüe y plurilingüe, mismos que se distribuyen entre los alumnos y en las bibliotecas escolares.

Por otro lado, en las comunidades y regiones indígenas, en la actualidad se advierte un aumento de la lectura y escritura en lengua indígena. Los textos que se producen son fundamentalmente de la tradición oral, la literatura y temas de la vida actual de las comunidades. Aunque en menor grado, existen textos vinculados con la difusión del conocimiento sobre herbolaria, historias, monografías, cultivos, técnicas de producción, problemas agrarios, fiestas, temas educativos, cambio de autoridades, entre otros.

A pesar de los esfuerzos institucionales y de las propias comunidades por generar prácticas de lectura y escritura en lengua indígena, aún falta mucho por hacer para instalar prácticas sociales de lectura y escritura. Ante tal realidad, se diseñó una alternativa para las escuelas de educación indígena consistente en la producción de libros cartoneros o artesanales que sirven para promover la lectura y escritura de manera autónoma entre los alumnos, maestros y comunidad, con la elaboración de textos situados que consideran las formas de interacción utilizadas por las personas del grupo social.

Los libros cartoneros son libros artesanales porque están hechos a mano: con portadas de cartón pintado, textos manuscritos, encuadernados y cosidos de manera manual. Cada ejemplar es único en su género. Los autores de los libros cartoneros son verdaderos artistas porque elaboran obras de arte al pintar las portadas de los libros y elaborar las ilustraciones que acompañan a los textos. Los escritos en lengua indígena se producen con pertinencia cultural y lingüística respetando el formato textual, la organización gráfica y textual, así como la forma del discurso que tiene lugar en la lengua indígena.

Se trata de una experiencia que se impulsa en las escuelas de educación indígena para desarrollar prácticas de lectura y escritura mediante la producción de textos reales con objetivos específicos y acordes con los intereses de alumnos y maestros. Mediante la producción de libros cartoneros, los alumnos permanentemente escriben, editan y distribuyen sus textos en la escuela y comunidad; de esta manera, la escuela sale a la comunidad y la comunidad entra a la escuela. Con autonomía y libertad, los alumnos, con la ayuda del maestro, producen textos significativos acordes a su cultura, contexto, necesidades e intereses y respetando los cánones de la cultura escrita. La intención es que los niños produzcan sus propios textos en sus lenguas y en sus variantes lingüísticas.



Como se trata de que los alumnos se incorporen a la cultura escrita desde sus lenguas maternas, exploran diversos tipos de textos escritos tanto en lengua indígena como en español en los que reconocen la estructura de los libros (portada –título, autor(es), sello editorial–, página legal, índice general, presentación, introducción, cuerpo de la obra, glosario, bibliografía y colofón), así como las funciones que tienen sus partes; analizan los diferentes tipos, tamaños y formas de libros, y la organización textual, el tamaño y los tipos de las letras, los párrafos, etcétera. Cuando se trata de libros que están acompañados de imágenes, los niños analizan y discuten la función que tienen las ilustraciones en el texto, la información que proporcionan y el lugar que ocupan en el texto mismo.

Con los libros artesanales se enriquecen los acervos bibliográficos de las escuelas para que los alumnos cuenten con materiales escritos en sus propias lenguas y variantes lingüísticas y llevan la escritura a la comunidad con el fin de que ésta tenga acceso a los libros. De esta manera, se rompe el muro entre la escuela y la comunidad, ya que la lectura y escritura son esencialmente prácticas sociales.

Los alumnos utilizan la escritura para interactuar, expresar y compartir información culturalmente relevante de la vida comunitaria. Así, producen materiales locales en los que ponen en práctica sus capacidades adquiridas y desarrollan otras para adentrarse en la cultura escrita. Los alumnos se constituyen en verdaderos escritores y lectores de sus textos; discuten en grupo los temas relevantes de la escuela y de la comunidad; establecen sus propósitos, intereses y motivos que los llevan a compartir o difundir la información; deciden a quiénes van dirigidos los escritos; reflexionan acerca de las formas en que se dicen o cuentan las cosas en sus lenguas, el tipo de lenguaje y discurso que se utiliza y el contexto en que ocurre, por lo que cuidan la conservación del sentido y naturaleza de los textos en sus lenguas; escriben, revisan, corrigen y elaboran la versión final de sus escritos.

De este modo, los niños producen textos reales, con destinatarios concretos y propósitos específicos; viven momentos de lectura y escritura con sentido social, no ficticio, y con intenciones específicas. No se trata de que escriban textos que se queden en sus cuadernos o simplemente como un ejercicio.

Una vez que tienen los textos, los encuadernan y editan en forma de libros cartoneros, acuerdan la forma en que los distribuirán entre la población y la comunidad escolar. Con la producción de los textos, los alumnos reflexionan sobre su cultura y las formas de interacción personal mediadas por los patrones y normas socioculturales establecidas por el grupo social.

Los maestros aprenden y desarrollan las prácticas de lectura y escritura en lengua indígena a la par que sus alumnos. De esta manera, los niños y los maestros están produciendo textos de manera permanente y ampliando sus experiencias como lectores y escritores, lo que les permite ir adentrándose a la cultura escrita.

En el proceso de producción textual reflexionan sobre la lengua y la escritura misma. Esto contribuye a que los alumnos piensen acerca de los discursos en sus lenguas y el modo en que se organiza la información, las partes que la integran, y las expresiones que se usan en cada tipo de discurso. Asimismo, reflexionan sobre la escritura, la ortografía, las partes del texto, los tipos de textos y el lenguaje escrito.

Con la reflexión sobre la lengua indígena, se redimensionan los discursos y se abandona el uso de denominaciones tradicionales o folclóricas que se les ha asignado, como cuento, leyenda o mito; en su lugar, se recuperan los nombres empleados por las propias comunidades ya que se trata de discursos de la tradición oral trasmitidos de generación en generación, y que los pueblos indígenas llaman “palabra antigua” o “palabra de los abuelos” o “palabra de los ancestros”. Con esto se recuperan sus significados y sentidos propios, pues se trata de discursos elegantes que expresan la cosmovisión, y contienen enseñanzas y valores en los que se codifican ritmos, métricas, estilos y estructuras propios. Los alumnos reflexionan sobre los modos de pensar y sentir expresados en los textos orales y tienen el cuidado de registrarlos en forma escrita respetando su formato y las formas expresivas, con el fin de no destruirlos al plasmarlos por escrito. Así se contribuye al fortalecimiento de la identidad cultural y lingüística de los niños.

La producción de textos en lengua indígena enriquece culturalmente los formatos de los textos de la cultura escrita. Por ejemplo, la tradicional receta de cocina contiene: nombre de la receta, número de porciones, ingredientes y forma de preparación, y en algunos casos la forma en que se sirve.

Los alumnos y maestros, al elaborar recetarios en sus lenguas, reflexionaron sobre la necesidad de proporcionar mayor información al lector, como el lugar en donde se deben cortar las hierbas, hongos, flores, vainas, etcétera, así como las personas que están autorizadas para cortarlos, el estado de ánimo que deben tener y la forma de consumirlos, o las personas que están en condiciones de ingerirlos. Por tal motivo, le agregaron otras partes a la receta, por ejemplo:



Por otro lado, en las lenguas indígenas, la preparación de los alimentos se explica en forma narrada, en lugar de usar expresiones imperativas.

La experiencia de producción y edición de libros cartoneros se ha extendido a las lenguas maya, náhuatl, tutunakú, popoluca, hñähñu, tzeltal, tzotzil, chol, tojolabal, tének, huichol, tepehuano y tlapaneco.

Los libros artesanales que se han producido en lenguas indígenas versan sobre diversas prácticas culturales de las comunidades. Entre los libros elaborados hay recetarios, cancioneros, poemarios, narraciones de la tradición oral, relatos, historietas, monografías, libros informativos sobre cultivos, deterioro del medio ambiente, erosión de la tierra, fiestas, entre otros.

Éstos constituyen una opción para la formación de practicantes de la lectura y la escritura. Las escuelas impulsan la producción, edición y distribución de sus textos y libros a la comunidad. Los alumnos revisan sus textos, hacen recomendaciones de mejora, aprueban los textos para publicarse y aprenden a funcionar como un grupo autónomo. Asimismo, los alumnos se organizan para presentar sus libros a la población y a la comunidad escolar. Al participar en una práctica cultural, los niños experimentan la forma como deben hacerse las cosas, lo pertinente y adecuado desde el punto de vista de una tradición cultural e histórica de grupos sociales específicos.


Hay libros cartoneros en varias lenguas indígenas




Los libros cartoneros son una alternativa para el desarrollo de las prácticas de lectura y escritura en lengua indígena que cada vez se extiende a más escuelas y lenguas. Cuando ven sus propios libros, los niños y los maestros se entusiasman y descubren en el libro cartonero un recurso que les permite escribir libremente.

Bibliografía

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SAGÁSTEGUI, Diana, “Una apuesta por la cultura: el aprendizaje situado”, en Sinéctica, núm. 24, febrero-julio de 2004, pp. 30-39.

NOTAS

* Director para el Desarrollo y Fortalecimiento de Lenguas Indígenas de la Dirección General de Educación Indígena, Secretaría de Educación Pública.
** Subdirectora de Promoción de la Enseñanza Aprendizaje de Lenguas Indígenas de la Dirección General de Educación Indígena, Secretaría de Educación Pública.
Créditos fotográficos

- Imagen inicial y fotos 1 a 8: Dirección para el Desarrollo y Fortalecimiento de Lenguas Indígenas, DGEI

- Foto 9: Dirección de Apoyos educativos DGEI