Cestería,
un vínculo entre saberes

Y PRÁCTICAS EDUCATIVAS

Napoleón Antonio Chávez Suárez[*]




Si bien, en un principio, la consigna es desligar la narrativa de este artículo de la lógica de la actual pandemia, es inevitable reconocer a ésta como su contexto. La crisis nos ha sacudido de múltiples maneras y nos ha obligado a vernos de forma distinta ante el mundo. Fijaremos nuestra atención en los artesanos, un sector que en la transición presencial-digital ha sido poco considerado y cuyo trabajo vale la pena recordar en el entorno del resguardo de la tradición y las transformaciones propias del presente. Asimismo, planteamos algunas ideas con la pretensión de ponderar la validez de la memoria cultural de su trabajo respecto a los procesos educativos no formales, potencialmente útiles en este momento histórico.



c El artesano docente, el docente artesano

La crisis social y de identidad consecuente que se ha generado en diversos campos de conocimiento ha mermado el rol social del docente. Es frecuente designar al maestro con etiquetas variadas según el contexto sociohistórico en el que se encuentre. Así, encontramos apelativos como pedagogo, como ayo (en la antigua Grecia), mentor o instructor, profesor (en la edad moderna), profesional de la educación u orientador (en la edad contemporánea).

Las variadas –y por momentos extraviadas– funciones asignadas a la escuela llegaron a desorientar el rol social del maestro y se asumió que cualquier persona es apta para enseñar, cosa que, hemos visto, es totalmente falsa. El término maestro se deriva de la raíz latina magister, concretamente de su acusativo, magistrum, cuyo significado se aproxima a ‘máximo’, dotando al término de un sentido de autoridad. Así, la figura del maestro se relacionó típicamente con la didáctica tradicional y la norma del magister dixit (‘lo ha dicho el maestro’). No obstante, el Diccionario de la lengua española ofrece, respecto al término maestro, acepciones como la de “Persona que enseña una ciencia, arte u oficio”, o bien, “Persona que es práctica en una materia y la maneja con desenvoltura” (RAE, 2019). Entre estas acepciones, nos permitimos resaltar la del maestro como artesano, por lo que ella conjuga. Jaume Carbonell abre la interrogante en este sentido:


¿Qué es el maestro: un artesano de la infancia, un técnico de la docencia, un artista de la formación, un trabajador de la enseñanza, un misionero, un intelectual, un profesional de la educación, un semiprofesional ambiguo? ¿Acaso, un investigador, un poeta, un arquitecto, un escultor, un jardinero? (1996: 189).


No es nuestra intención debatir sobre las facetas y roles que se le han asignado al docente en el marco de la sociedad del conocimiento. Más bien, buscamos recuperar saberes propios de sujetos que han compartido prácticas ancestrales y que se resisten a desaparecer ante la vorágine de la producción en serie, las actividades económicas masificadas y la era de la información. A la vez, pretendemos reconocerlos como portadores de una cultura que los docentes debemos voltear a ver en el sentido de preservar una identidad cultural milenaria que ha resistido embates espaciales y temporales. Los llamaremos maestros artesanos.

El esfuerzo realizado por ambas partes en el contexto actual parece estar siendo revalorado por diversos agentes sociales, que hasta hace poco tiempo los desdeñaban. Sin embargo, consideramos que es insuficiente la difusión del trabajo artesanal bajo la ligadura que emparenta a ambas prácticas: la realización de un quehacer con los otros y para los otros, como un ejercicio de entrega y virtuosismo que, de no tenerse, condena a la docencia y a la artesanía al fracaso. Esto lo expresa de mejor manera el sociólogo estadounidense Richard Sennett, con una metáfora sobre la huella que docente y artesano imprimen durante su labor cotidiana: “Los artesanos dejan su marca en el trabajo realizado, por lo tanto, si logramos visualizar al docente como un artesano, podremos ir tras sus trazas para recuperar esas huellas y observar cómo van marcando a sus alumnos” (Sennett, cit. en Branda, 2008: 59).

En este orden de ideas, es posible hablar del maestro como un artesano, dado que para su ejercicio profesional no es suficiente la acumulación de conocimientos o el despliegue de habilidades, sino la virtud y el temple que le permitan hacer frente a las vicisitudes propias de la labor cotidiana. El artesano y el maestro impregnan un sello personal a su quehacer, a diferencia del mero trabajo fabril. Y es que, tanto el artesano como el maestro, estemos en el aula o en el taller –en forma presencial o virtual–, sabemos perfectamente que una clase nunca es igual a otra, por más planificada que ésta sea.

c La cestería

Para centrarnos en la cestería como actividad de interés, recurrimos a Oresthe Plath, quien, durante los años setenta, distinguió una cestería utilitaria de otra artística:


Para el autor [Plath], las piezas utilitarias son […] los bozales para terneros, los cestos para gallinas […], las sogas […], las redes, las escobas y los escobillones, las esteras y los sombreros. En cuanto a la cestería ornamental, señala ‘[que] abarca figuraciones de pescados, aves, palomas y pájaros […]’. Identifica también ‘[…] unos juegos de vajilla compuestos de tazas, teteras, soperas, jarros y botellas que no se pueden ocupar, hacerlos funcionales, sino que son de admirar, de adorno’ (Plath, cit. en Van Meurs y González, s. f.: 292).


Justino Flores, artesano cestero

El artesano a quien hacemos alusión es Justino Flores Campuzano. Se ha dedicado al arte de la cestería desde temprana edad. Originario del municipio mexiquense de Sultepec, estudió las técnicas de la cestería en el Museo Nacional de las Culturas en 1984. Desde 1987 ha sido tallerista de arte cestero. Ha impartido talleres y cursos en diversos espacios educativos, culturales y sociales, como la Escuela de Artesanías del INBA (2001) y la Escuela de Bellas Artes de Tultepec (2016); los museos de Arte Moderno (1992), Estudio Diego Rivera (1989) y Mural Diego Rivera (2009); así como los centros de Seguridad Social IMSS (1997). También ha montado exposiciones en espacios como la Galería principal de la Escuela de Artesanías del INBA (en Ciudad de México), la Universidad Iberoamericana, el Centro Regional de Cultura de Tecámac, y el Centro Recreativo Cultural de Ecatepec, en el Estado de México.



c Casa de Morelos: espacio de ejercicio cultural

Ubicado en una zona neurálgica del municipio mexiquense de Ecatepec, el Centro Comunitario Casa de Morelos fue declarado monumento histórico mediante decreto presidencial en marzo de 2001. Se trata de una edificación erigida en 1767, cuya ubicación estratégica llevó a que, durante la era colonial, los virreyes y autoridades, en su tránsito desde o hacia la capital novohispana, la usaran como espacio de descanso al salir de la villa de Guadalupe o antes de entrar a ella. En la zona del Tepeyac se realizaba la ceremonia eclesiástica de recibimiento a la nueva autoridad. El primer virrey recibido en este sitio fue Antonio de Bucareli y Ursúa, en 1771. Y fue en este espacio donde José María Morelos pasó sus últimos minutos antes de ser fusilado, el 22 de diciembre de 1815 (INAH, 2020).


La plataforma educativa y conceptual del trabajo planteado en el territorio, y más concretamente en los Centros de Desarrollo Comunitario se remite a la propuesta educativa de los museos como espacios no formales de la educación, en donde se conjugan las propuestas de cada persona con las propuestas del museo, manifestadas en su propia forma y en el potencial de acercarse al conocimiento, construirlo y generar un saber propio […] (Castillo, 2011: 127).


En el citado espacio, que cuenta con una biblioteca y un auditorio, se establece una vinculación cultural con la comunidad al brindar los siguientes servicios: exposiciones temporales, eventos culturales, servicios educativos, visitas guiadas, y talleres sabatinos sobre cestería, guitarra, repujado, ajedrez y desarrollo mental, pintura al óleo, dibujo y pintura de caballete, pasta francesa, pintura en cerámica, bordado y deshilado, pintura textil, danza y pintura en vidrio (INAH, 2020).

Como parte de las acciones de vinculación con la ciudadanía, el INAH se planteó “[d]esarrollar nuevos discursos museísticos interdisciplinarios”, así como “[r]eactivar y abrir nuevos espacios comunitarios que permitan una vinculación efectiva de la sociedad con la compre[n]sión del patrimonio cultural” (INAH, 2014: 19; las cursivas son nuestras), lo cual consideramos que está directamente relacionado con el aprendizaje basado en proyectos.

Tal propuesta ofrece la posibilidad de participación activa, distinta de sólo observar piezas museográficas, ya que da lugar a la generación de experiencias en espacios comunes donde artesanos y talleristas compartan sus saberes.



Centro Comunitario Casa de Morelos, Ecatepec, Estado de México

c El vínculo educación-artesanía

Con un grupo de estudiantes de un centro universitario particular del municipio de Ecatepec, nos propusimos trabajar desde el aprendizaje por proyectos en el marco de la asistencia a los diversos talleres sabatinos que ofrecen instructores independientes en las instalaciones del Centro Comunitario Casa de Morelos. Para tales efectos, los alumnos fueron informados con anticipación sobre esta posibilidad y, en una asamblea grupal, decidieron adoptarla argumentando razones de cercanía con su centro universitario.

A la fecha (septiembre de 2020), se han llevado a cabo nueve sesiones de trabajo con los talleristas. Por lo general, éstas se conciertan con una o dos semanas de anticipación, con el fin de informar a los participantes de los horarios y formas de trabajo.

La oferta varía desde el repujado, la cestería, la elaboración de figuras con migajón, la danza folclórica, la cerámica, la decoración con fomi o la oratoria. Particularmente, se ha trabajado a la par de los estudiantes dentro de los talleres para permanecer como un igual en dichos espacios, tratando de ser congruente con el principio de no verticalidad de la pedagogía de proyectos. A su vez, estos ejercicios se han convertido en un escenario de observación participante.



Taller de danza folclórica



Taller de repujado



Taller de decoración con fomi



La propuesta de participar en dichas actividades se ha vinculado a los contenidos de diversas unidades de conocimiento en el marco de la malla curricular de nuestro centro universitario (Sociología de la Educación, Introducción a la Pedagogía, Pedagogía y Docencia) convirtiendo a la actividad dentro de los talleres en un eje trasversal en el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje.

La situación planteada como problemática que ha permitido fundamentar el trabajo en el Centro Comunitario Casa de Morelos es el tópico de la recuperación de las tradiciones, expresado por los alumnos. En este orden de ideas, se presentó la opción de entrevistarse con las autoridades del Centro Comunitario a fin de plantear la necesidad de un espacio de vinculación con estudiantes en el marco de actividades inherentes a educación no formal, y ellas se mostraron completamente abiertas a la recepción de dicha solicitud. En este sentido, aprovechamos para expresar el agradecimiento póstumo al arqueólogo Vicente Camacho Lucario (†), quien en su momento fuera director del Centro Comunitario, por permitirnos llevar a cabo las actividades citadas en beneficio de la comunidad estudiantil.

Las sesiones de trabajo se habían desarrollado los sábados, iniciando alrededor de las 9 de la mañana, con una duración cercana a las cuatro horas, y una asistencia de alrededor de treinta alumnos, aunque se interrumpieron por la contingencia sanitaria derivada de la pandemia de SARS-CoV 2, en marzo de 2020.


Trabajo en talleres comunitarios (cestería), octubre de 2019


En su calidad de experimentadores de vivencias, los alumnos eligen el taller de su agrado. La presencia del docente-investigador es permanente durante el desarrollo de los talleres, en tanto que funge como mediador entre talleristas y alumnos.

Uno de los propósitos en actividades de este tipo es acercar a las generaciones que actualmente realizan estudios en el terreno educativo a prácticas concretas en espacios educativos no formales, con un sentido de revaloración del ejercicio artesanal y el reconocimiento de aquellos maestros implicados en ejercicios que comúnmente carecen de él.


Aprendí varias razones para valorar más el trabajo de los artesanos, ya que en varias ocasiones no se le da el crédito a su labor, tratamos de regatear los precios, pero no notamos que el tiempo que invierten en hacer cada cesto es invaluable, tiempo que jamás se va a recuperar y además, el producto que nos ofrecen es único e irrepetible (alumna de licenciatura, 2019).


Cuando empezamos nuestra clase, el maestro nos explicó los primeros pasos, cómo se tenía que colocar la base: teníamos que remojar el mimbre, colocarlo a determinada altura, entre otras cosas. Para iniciar a tejer el maestro nos preguntaba si queríamos escoger sólo un color o dos, y nos explicaba que la base puede tener puntos pares e impares, por estas razones cambia la manera de tejer. Mientras tejíamos nuestra cesta, le hacíamos la entrevista al maestro y me llamó la atención que esta técnica la aprendió desde muy pequeño gracias a su abuelo […] Pude notar que le apasiona dar sus clases, no tanto por la retribución que puede tener sino por las experiencias que tiene al convivir con todo tipo de gente (alumna de licenciatura, 2019).


La presencia del docente-investigador es permanente durante el desarrollo de los talleres


Tras la experiencia vivida, las anteriores son algunas ligaduras en torno a las impresiones que el ejercicio generó entre los estudiantes. No como una conclusión definitiva, sino, más bien, como un primer escenario que posibilita la reflexión sobre lo que el docente y el artesano afrontan en común ante los desafíos planteados por las nuevas exigencias en el quehacer educativo, tanto en espacios educativos formales como no formales.

c Referencias

BRANDA, S. A. (2018). El arte de enseñar: La docencia como trabajo artesanal. En: Revista Palabra, vol. 9, pp. 56-65 [en línea]: <www.researchgate.net/publication/328792746_El_arte_de_Ensenar_La_docencia_como_trabajo_artesanal/link/5be36e59299bf1124fc2e174/download> [consultado: 3 de septiembre de 2020]. Ir al sitio

CARBONELL, J. (1996). El maestro y la maestra. En: La escuela: entre la utopía y la realidad. Diez temas de sociología de la educación. Barcelona: Eumo - Octaedro.

CASTILLO, S. (2011). Espacios de arte y cultura en los centros de desarrollo comunitario (CDC). En: Alteridad. Revista de Educación, vol. 6, núm. 2, pp. 127-134 [en línea]: <alteridad.ups.edu.ec/index.php/alteridad/issue/view/v6n2>. Ir al sitio

INAH, Instituto Nacional de Antropología e Historia (2020). Centro Comunitario Ecatepec “Casa de Morelos” [en línea]: <www.inah.gob.mx/red-de-museos/282-centro-comunitario-ecatepec-casa-de-morelos> Ir al sitio

── (2014). Programa Institucional de Mediano Plazo, 2014-2018 [en línea]: <www.inah.gob.mx/images/stories/Transparencia/2014/pimp_2014_2018_institucional.pdf>. Ir al sitio

Real Academia Española (2019). Maestro. En: Diccionario de la lengua española [versión 23.3 en línea]: <dle.rae.es/maestro?m=form>. Ir al sitio

VAN MEURS, M., y J. González (s. f.). La cestería: transformaciones de un oficio [en línea]: <docplayer.es/47909696-Capitulo-viii-la-cesteria-transformaciones-de-un-oficio-marijke-van-meurs-y-jannette-gonzalez.html> [consultado: 14 de septiembre de 2020]. Ir al sitio

Notas

* Doctorante en Pedagogía, Facultad de Estudios Superiores Aragón, UNAM.

c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: Shutterstock

- Foto 1 a 2: Napoleón Antonio Chávez Suárez

- Foto 3: Shutterstock

- Foto 4 a 6: www.facebook.com/CasadeMorelos

- Foto 7 a 8: Napoleón Antonio Chávez Suárez

- Foto 9 a 10: www.facebook.com/CasadeMorelos

CORREO del MAESTRO • núm. 295 • Diciembre 2020