El dolor de no escribir
Segunda parte

Gerardo Daniel Cirianni[*]



Para crecer en la escritura, es necesario tener puntos de apoyo que den seguridad e inspiración. Primero, la imprescindible selección de materiales motivadores de nuevas escrituras y a los criterios para realizar esa selección. Segundo, el conocimiento de las operaciones básicas de todo acto de escritura: son la puerta de entrada a la creación de textos propios. Por último, pensar la escritura no sólo en términos individuales sino grupales y colectivos, lo que implica considerar mecanismos para garantizar la circulación de las producciones. De todo ello se habla en este texto.



c El dolor de no escribir

No es usual pensar la escritura como una tecnología; y sin embargo lo es, una antigua y revolucionaria tecnología que transformó la historia de la humanidad, y cuyo empleo hace indispensable conocer sus herramientas, saber utilizarlas y relacionar el valor de cada una de ellas con otras, no concibiéndolas aisladamente.

c Selección y ordenamiento de textos para detonar prácticas de escritura

El primer paso para construir proyectos que alienten a la escritura es el de la selección de las obras

El primer paso para construir proyectos que alienten a la escritura es el de la selección de las obras (cuentos, novelas, poemas, ensayos, notas periodísticas, etc.), que puedan ser el punto de partida para la escritura por parte de personas que no la practican de manera habitual o tienen temor de intentarlo.

Cabe aclarar que no necesariamente habrá que proponer obras completas, también es posible trabajar con fragmentos. Y otra cosa fundamental es que ningún texto seleccionado va a sernos útil (por bueno que sea) si no lo acompañamos de una o más consignas claras que motiven a la escritura.

La cuestión de la selección es compleja, pues depende de muchos factores; entre los de mayor relevancia están la opinión, gusto o sensibilidad de quien elige, y la opinión, gusto o sensibilidad de los destinatarios de la elección. Uno y otro factor son importantes; sin embargo, pocas veces es tenida en cuenta la pertinencia de los materiales en relación con los destinatarios.

Es evidente que no basta con una buena recomendación bibliográfica. Si así fuera, el problema estaría resuelto hace rato. De nada valen las recomendaciones si no se consideran las posibilidades de vínculo de los promotores de la escritura con las obras, y la disposición intelectual y emocional que tengan las personas para quienes elegimos textos y consignas.

Selección sin conversación es probable que sólo sea letra muerta. Es decir, antes de proponer consignas que den pie a generar textos únicos, personales, con fuerte arraigo en quienes somos, siempre será fundamental conversar sobre lo que sabemos y sentimos alrededor de los textos que ponemos en común para alentar la creación.

De un fragmento de Alicia en el País de las Maravillas, por ejemplo, pueden nacer múltiples conversaciones relativas a la importancia de jugar con las palabras, o a cómo encontrar en esos juegos diversas ideas y relaciones: sobre humor y cultura, sobre la infinidad de escrituras posteriores inspiradas en esa obra, sobre lo que significa para cada quien lo que se está contando. O simplemente leer el fragmento y proponer la consigna. Entre la primera y la segunda situación, los destinatarios de la selección tendrán muchísimos soportes para sus propias escrituras.

Toda selección debe ser considerada una aproximación. Luego de la aproximación viene el ajuste. Y no hay ajuste sin conocimiento y afecto hacia los destinatarios. De modo que, una vez más, nada ocurre sin pensar y sentir con otros.

Ahora bien, tampoco debemos esperar que exista una lista mágica de las obras que motivarán a la escritura a cualquier persona y en cualquier lugar. Eso nunca ocurrirá, por un motivo muy sencillo: ¿Qué pueden significar nombres y autores sin haber tenido la experiencia de su lectura? ¿Qué pueden significar nombres y autores recomendados desde un lugar que desconoce la recepción de esas obras? Las posibles lecturas de estas obras son infinitas, al igual que los contextos en los que ocurran.

Otra idea que debemos desterrar es la visión individualista del experto que sabe, y por ello propone u ordena a los inexpertos que no saben. Nuestra propuesta es constituir colectivos que sugieran obras que hayan leído y que cuenten sus sensaciones y experiencias lectoras. Si además pueden compartir algo que tenga que ver con escrituras simultáneas o posteriores a los momentos de lectura, mucho mejor.

De esta manera, en grupo y en permanente intercambio y registro de experiencias, construiremos entre todos el acervo que servirá de base a escenas diversas de escritura.


Nuestra propuesta es constituir colectivos que sugieran obras que hayan leído y que cuenten sus sensaciones y experiencias lectoras

c Operaciones básicas para el crecimiento, diversificación y fortalecimiento de la cultura escrita

Casi siempre, en la escuela se proponen escrituras que buscan parecerse a un modelo que representa lo correcto. Una correcta ortografía (acentuación, puntuación, uso de mayúsculas y minúsculas, etc.), una correcta caligrafía, una correcta composición (¿han notado que este género tan común en las aulas no existe fuera de la escuela?). No parece nada mal que se den esas prácticas, el problema es que son casi las únicas que ocurren. Escribir sin un modelo al que de antemano se considera guía, puerto al que llegar, evidencia de que así estamos aprendiendo a escribir, es lo que parece triste, o al menos limitado.

Lo que suele ocurrir es la parálisis, el miedo, el desconcierto

En raras ocasiones se invita al salto. “Hoy vamos a escribir creativamente”, se escucha. De inmediato la voz convoca a escribir un cuento o un poema, por ejemplo. Entonces, lo que suele ocurrir es la parálisis, el miedo, el desconcierto. Y claro, cómo no, si casi nunca se había recibido una invitación al banquete de la palabra escrita.

De modo que, entre la copia, el dictado, el análisis gramatical, la repetición de las palabras mal escritas y la obra literaria que cada uno de nosotros seguro será capaz de producir (casi estoy escuchando la rimbombante frase) se abre un hoyo negro, un vacío de días, semanas o meses en los que casi no se intentaron caminos creativos de escrituras, fantásticos caminos de creación que para nada implican la escritura de un cuento o un poema.

De eso sería bueno hablar. ¡Hay tantas maravillas a la espera!

c Creación en la escritura

La palabra creación es tan usada que resulta difícil saber qué nos dice en cada caso particular de escucha. Si pensamos en escritura, generalmente la relacionamos con la construcción de algún producto literario: un cuento, un ensayo, un poema, una novela. Es cierto que también se puede asociar a un texto de los conocidos generalmente como informativos, aunque esta asociación es menos frecuente. Esto es así por un motivo muy sencillo: estamos tan acostumbrados a las evaluaciones escolares de lo que leemos, que la escritura de un texto no literario se concibe por lo general como la capacidad de reproducir por escrito lo que hemos leído.

En ocasiones la hoja en blanco intimida

A la producción literaria suele abrírsele alguna ventanita de libertad. “Escribe un poema o un cuento, aunque sea muy breve; seguro te quedará bonito”, es una invitación no tan inusual. Pero el invitado, en general, no agradece el espacio que por una vez se le brinda. La hoja en blanco lo intimida, no sabe qué hacer, enmudece su voz y desde luego su letra.

Durante años lo alentaron a leer, le contaron que leer es bueno, que es importante hacerlo, que si se porta bien le comprarán un libro, que en la biblioteca lo esperan lecturas maravillosas. A casi nadie le han dicho las mismas maravillas de la escritura. La escritura fue copia de palabras o de textos, fue registro de normas, fue preguntas y respuestas y, con frecuencia, preguntas sin respuestas. Y un día, le piden un cuento. No hay derecho ni salud mental que lo soporte.

¿Y si ensayáramos otros caminos donde la voz propia se haga presente? Podríamos, por ejemplo, hacer crecer en palabras una imagen que un día nos llegara desde las palabras de una historia ya escrita. O usar un lápiz como tijera y recortar una historia a la medida que nos guste, si sentimos que la original es demasiado extensa. O jugar con las oraciones de un texto como si fueran piezas de un rompecabezas para experimentar qué pasa si las cambiamos de lugar: ¿cuentan lo mismo, pero con otro formato?, ¿algo ha cambiado?, ¿se ha roto algo de modo irreparable?

Podríamos jugar con las oraciones de un texto como si fueran piezas de un rompecabezas para experimentar qué pasa si las cambiamos de lugar

Otra opción es pensar las palabras de un texto como ladrillitos de un muro y sustituirlas por otros ladrillos que cuenten cosas parecidas (aunque nunca idénticas) para ver qué ocurre con esos ajustes. El punto de partida para estos trabajos de albañilería escritural podría ser un cuento o un fragmento de una novela, por ejemplo, pero eso no es indispensable. ¿Y qué tal elegir un fragmento de una nota periodística, un aviso publicitario, o algo mejor aún: escribir los textos que después intervendríamos, o invitaríamos a otros a intervenir?

En todos los casos expuestos, sin duda estaríamos creando. La razón es muy simple: ningún escrito sería igual a otro. Algunos incluso serían radicalmente diferentes y sería absurdo calificarlos con el criterio con el que se suele calificar la escritura en la escuela.

Pero esto es apenas el principio. Puesta en marcha esta idea de creación, siempre habrá más y siempre valdrá la pena alentar a nuevos descubrimientos.

c Escrituras personales: producciones individuales, producciones grupales, producciones colectivas

Una de las cosas más importantes que es preciso aclarar en un proyecto de escritura en el que participen varias personas es que hay escrituras que son o pueden ser públicas y hay otras que son privadas y no pueden darse a conocer sin la expresa autorización de quien las ha producido. Esto, que sin duda resulta evidente, casi nunca se explicita y mucho menos se respeta cuando se proponen escrituras en todos los niveles de la educación escolarizada.

El estudiante no tiene ninguna posibilidad de negarse a la revisión de sus ocasionales maestros, con lo que se le enseña que es natural ser controlado por alguien con más poder

El estudiante, al que no gratuitamente se le nombra alumno, debe escribir según las normas o los criterios que se le ordenen y no tiene ninguna posibilidad de negarse a la revisión de sus ocasionales maestros. En consecuencia, se inhibe la producción genuina de ideas y emociones de las personas y, por si esto fuera poco, se enseña erróneamente que en la vida es lógico y natural que nuestra escritura sea controlada por alguien con más poder que nosotros y que esto no implica violencia alguna. Es decir, esto significa naturalizar los valores de una sociedad con jerarquías inamovibles en los ámbitos económico, político, social y, por supuesto, cultural; se enseña así que el control es inevitable y hasta necesario.

Enseñar que cada quien a veces escribe para todo el mundo, a veces lo hace sólo para algunos (con quienes ha decidido compartir la palabra) y en ocasiones sólo para sí mismo (usando la escritura para escucharse mejor) cambiaría las relaciones con la escritura, disminuiría de modo notable el temor a su uso y tal vez abriría el camino a su práctica natural y cotidiana. No obstante, para que eso ocurra, debemos pensar también sobre qué soportes escribimos, soportes que permitan abrir o cerrar lo escrito según lo resuelva cada persona, en función de los diferentes momentos en que decidamos escribir y las circunstancias en las que lo hagamos.

Para liberar la escritura de miedos atávicos, será necesario algo más que voluntad. Las personas no se sentirán libres de escribir lo que deseen sin un proyecto amplio que incluya vastos materiales de apoyo (lecturas y consignas claras, entre otras cosas) y criterios acordados en común para la circulación de la palabra, y que garantice la libertad de expresión y el respeto a lo expresado.

c Propuestas para la mejor de circulación de los productos de escritura

La recuperación del sentido social de la escritura es más fácil de declarar que de recomponer. Existen muchos actos cotidianos de simulación de la escucha y de la conversación. Nos convocan a expresarnos e incluso, en no pocas ocasiones, llamamos a hacerlo sabiendo de antemano que poco importará la escucha, pues el valor de la palabra del otro está, de hecho, devaluado por una realidad arrasada por el silencio al que se obliga (sin ley ni decreto que lo explicite) a quienes carecen de poder económico, social o cultural.

Horizontalizar la escucha de las palabras habladas o escritas de todas las personas que integran un grupo, decidido a de verdad conversar y escribir, constituye una verdadera revolución de los vínculos. Así las cosas, no puede haber voz ni escritura que valga más o que valga menos, tampoco escrito que debamos imitar, y no hay cosas que no importen si a quien lo cuenta le importan.

Sentir la seguridad de que contar lo que producimos no nos expone al riesgo de la descalificación intelectual construye relaciones desconocidas

En grupos de esta naturaleza hablan o leen quienes lo desean, no hay obligación sino libertad de hacerlo. Se conversa sobre lo que hacemos sin pretender que todos participen con comentarios. No hay discursos esperados ni discursos simplemente tolerados. En este modo de concebir la escucha, lo importante es aprender a disfrutar de las palabras de quienes han decidido exponerse a la experiencia de compartir.

Aprender a escuchar es nacer de nuevo al lenguaje. Sentir la seguridad de que contar lo que producimos no nos expone al riesgo de la descalificación intelectual o estética de lo que fuimos capaces de concebir construye relaciones desconocidas, casi extintas (si es que alguna vez fueron pan de todos).

Organizar todo lo producido, no desechar nada (salvo que quien lo produjo quiera hacerlo), volver a las lecturas de lo producido para revisar, revalorar, reescribir y ofrecer nuestra experiencia para mejorar lo hecho (si es que alguna o alguno de los compañeros del grupo nos lo pide), todo esto nos reconstruye, nos abre a un camino de nuevos vínculos con las palabras.

Qué más celebración de la palabra podrá haber si ella ha servido para que esto ocurra sin bombos ni platillos. Sólo por obra y gracia de la humana necesidad de escuchar, de contar, de escribir y leer con otros, sin temores ni riesgos.

c Comprensión y abordaje inclusivo de las lecturas

Para leer en grupo debemos sortear dos enormes escollos, tal vez ya centenarios: la idea de que hay personas que no están en condiciones de leer determinadas obras y el impulso a explicar lo que se debería entender o sentir luego de que se ha leído. Así se inicia esa materia siempre indefinida que suele llamarse comprensión. Y en ese territorio, se erige por lo general un gran dictador que pone orden y concierto en la participación: el tema, además de una pregunta que genera angustia y desconcierto: ¿Les gustó lo que acabamos de leer?

Los participantes pensarán que, si no están en condiciones de opinar con certeza, ¿cómo será posible que puedan escribir algo que valga la pena?

Si eso ocurre, solitos nos hemos metido en una trampa, en un embrollo del que será difícil salir sin rasguños intelectuales o emocionales, en especial de quienes no se consideran partícipes plenos de la lectura porque creen, o se les ha hecho creer, que es probable que no hayan sabido leer. Esto dificultará mucho las posibilidades de escritura. Los participantes pensarán que, si no están en condiciones de opinar con certeza, ¿cómo será posible que puedan escribir algo que valga la pena?

Falacia sobre falacia, ¿no creen? ¿Quién ha dicho que las cosas deben ser comprendidas de inmediato? ¿Quién dictamina que es imprescindible comprender de tal o cual modo? ¿Habrá algo más que escolaridad y experiencia lectora a la hora de escribir en nuestro interior un texto? Las circunstancias, los temores, los prejuicios que siempre pesan cuando uno siente que no está suficientemente preparado, ¿bloquearán caminos a la creación? La apreciación de un detalle, un tono, un momento del texto, ¿no será tanto o más importante que la discusión sobre el sentido general del relato? La valoración de los conflictos, ¿no diferirá según lo que nuestra historia sume o reste a la hora de sopesarlos?

La llave maestra siempre es la misma: la escucha y el respeto irrestricto a las opiniones de cada persona. Nadie dice cosas sin motivo. Saber dónde radica la lógica y la carga emotiva de una opinión es el trabajo de quien propone leer y escribir con otros.

Así tal vez se abran nuevos caminos a la escritura para todos: personal, intransferible y absolutamente necesaria.

c Comentario final

Se requiere de un acervo de apoyo a la escritura, que
estará en permanente renovación

  • Hablamos de construcción de un acervo de apoyo a la escritura. Es imprescindible aclarar que dicho acervo estará en permanente renovación: obras nuevas, obras que daremos de baja, obras que dejaremos transitoriamente en descanso.

  • Hablamos de soportes de escritura y su importancia para el libre ejercicio de ésta, sin temores ni riesgo, y preservando la decisión de cada escritor de hacerla pública o privada. También nos referimos a los soportes y su relación con el fortalecimiento del concepto de escritura como proceso.

  • Hablamos de las operaciones básicas para reescribir los textos, operaciones que constituyen la puerta de entrada a los atrevimientos creativos y que, además, darán cuenta de los recursos de vocabulario y de madurez en el dominio de las estructuras características de la lengua escrita.

  • Hablamos del acto de escucha como el eje para la construcción de vínculos no simulados con la palabra y del respeto a los tiempos personales y a los procesos de interpretación que ejerce cada participante en un proyecto de escritura.

  • Hablamos de los modos de circulación de la palabra que abren caminos a la expresión y los que voluntaria o involuntariamente los cierran.

  • Hablamos de criterios básicos que vale tener en cuenta a fin de que las palabras leídas o escritas resulten inclusivas para los diversos mundos simbólicos que forman parte de todo grupo de escritura.

Y no lo dijimos hasta ahora, pero con esto queremos concluir: para fortalecer espacios de escritura creativa, tenemos que dejar atrás la moda, las prácticas anecdóticas que suelen proponerse a partir de una lectura que consideramos pertinente y una consigna que nos parece original. Eso es lo que vemos casi siempre. Y lo que ocurre es que, así como surgen momentos agradables, con la misma celeridad se esfuman.

Si queremos organizar un proyecto sólido que tenga permanencia en el tiempo, deberíamos diseñarlo teniendo en cuenta todos estos aspectos y a lo mejor alguno más que la misma práctica nos muestre.

Esta manera integral de ver las cosas nos encontrará con recursos para hablar, leer, archivar, desarchivar y reescribir, para escuchar y dividir con criterio y respeto todos los nacimientos de escritura que pueda lograr y disfrutar un grupo de personas que se han reunido voluntariamente para escribir.

Notas

* Maestro. Como promotor de la lectura y la escritura desde hace más de veinticinco años en varios países de América Latina, ha coordinado diplomados e impartido cursos y talleres dirigidos a la formación de maestros de educación básica y media superior, ha sido asesor de planes nacionales de lectura y autor de numerosos libros y artículos.

c Créditos fotográficos

- Imagen inicial: Shutterstock

- Foto 1 a 9: Shutterstock

CORREO del MAESTRO • núm. 319 • Diciembre 2022