Héctor García, la fotografía como arte Edgar Alejandro Hernández Barrera[*] En el centenario del nacimiento del fotógrafo mexicano Héctor García se ofrece una visión panorámica de su aportación como fotorreportero, pero también como iconógrafo de la calle y la farándula y retratista de la intelectualidad y la élite política del México del siglo XX.
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c Héctor García, la fotografía como arte
Al celebrarse el centenario del fotógrafo Héctor García (1923-2012) es justo insistir en el hecho de que su obra debe ser considerada la de un artista o, como se le ha llamado, “el fotoperiodista a la altura del arte”. Muchos críticos e historiadores pueden coincidir en ello, pero quien de forma temprana y puntual lo dijo fue el muralista Diego Rivera, en una carta que mandó en 1960 al suplemento México en la Cultura del periódico Novedades: Podemos decir que Héctor García es un excelente artista que expresa con emoción, belleza, plenitud de forma y profunda sensibilidad y comprensión humana, la vida que lo rodea, desde el accidente de la calle hasta la plástica sublime de la danza, pasando por todos los matices de las acciones del ser humano sobre la tierra, sus reacciones ante los hechos, mediante sus propias emociones. Y todo esto perfectamente ligado a las condiciones sociopolíticas del país, del muy buen artista que es Héctor García, fotógrafo mexicano (Rivera, 1960). Rivera planteaba no sólo un elogio a la obra de este fotorreportero, sino el resultado lógico de un debate más profundo sobre “si la fotografía es únicamente un documento mecánico-plástico-gráfico o bien una técnica basada en fenómenos físico-químicos, pero que sirve a la expresión de la sensibilidad artística”. Se han hecho ya tales obras en toda clase de géneros de fotografía, desde el retrato estático hasta la cinematografía ultra instantánea, que sólo la obstinación, el reaccionarismo o la simple tontería, pueden seguir negando su calidad de arte a la fotografía, que posiblemente sea –sobre todo en la cinematografía y el reportaje fotográfico– la expresión más viva de la plástica moderna, con tanto derecho a la denominación de obra de arte como la que sea resultado de cualquier otra técnica. Lo que cuenta realmente es la sensibilidad, la imaginación, la inteligencia y la intención humana, más el equilibrio dinámico de la expresión del que se sirve de esas técnicas, que no le dan por sí –sólo por saberse servir de ellas en oficio– la cualidad de artista, sino que ésta proviene de las condiciones enumeradas anteriormente, presentes en la individualidad de quien se expresa, modelada por las circunstancias sociales y políticas dentro de la que se desarrolla la vida (Rivera, 1960).
Frida Kahlo acostada en una cama, 1954 La obra de García tiene la cualidad no sólo de captar a gran parte de la intelectualidad de su época, sino también de registrar con ingenio y precisión los acontecimientos más impactantes del siglo XX mexicano, además de que informó en todo momento y de primera mano los sucesos cotidianos que se volvieron el termómetro visual de lo más terrible y lo más sublime de la urbe. El caso de García también se vuelve arquetípico de esa tensión que existe entre crear e informar, pues algo que siempre tuvo claro fue que su trabajo estaba guiado más por el periodismo que por la estética, aun cuando sus imágenes puedan ser juzgadas con soltura en ambos derroteros. En la nota introductoria que escribió para el catálogo Una visión del hombre, Carlos Monsiváis nos recuerda que el propósito de Héctor García no es conmover o persuadir o enrarecer o embellecer, sino tal cual informar, pues insiste en que es un fotógrafo de prensa, un periodista. La información tiene derechos y niveles. Esto se nos reitera: informar puede ser también un hecho estético, un acto cultural de primer orden, un fenómeno de alta creatividad. El informante Héctor García es testigo, actor, narrador, sentencia, absolución, demanda y voz interpretativa. La información como síntesis artística de la vida cotidiana o el suceso extraordinario (Monsiváis, 2004). Es justo en esa síntesis artística que podemos entender cómo se vincula el icónico retrato de David Alfaro Siqueiros en la cárcel de Lecumberri (1960) con las instantáneas de las marchas y protestas de estudiantes y maestros en 1968; las sorprendentes tomas de Gloria Mestre volando sobre la ciudad de México (1958) con los retratos de la gente de sociedad que celebra en Palacio Nacional la Independencia del país (Los fantasmas de Palacio, 1963); el divertido juego de imágenes en la regadera del actor Tin Tan (1953) en La Habana, Cuba, con la pensativa y distante actriz Mia Farrow (1968); o la terrible imagen de un niño de la calle dentro de un muro de concreto junto a las decenas de retratos de personas desposeídas que deambulan todo el tiempo en la calle.
Germán Valdés, Tin Tan, La Habana, 1953 Como lo señala el historiador Antonio Rodríguez, Héctor García fue un artista que estuvo atento a los sucesos más relevantes de su época, pero también fue un fotógrafo que siempre tuvo como leitmotiv la niñez desvalida y la gente pobre (Rodríguez, 2004). Esto se explica claramente por el propio origen de García, quien vivió su niñez en el bravo barrio de la Candelaria de los Patos en la capital del país, y durante su juventud estuvo en reformatorios y Tribunales de Menores. Y es justo el retrato de estos niños lo que da peso y gravedad a las más entrañables imágenes captadas por García. Pienso claramente en El niño en el vientre de concreto (1953), pero también en el infante que se resguarda de la lluvia cubierto con una enorme hoja elegante (Niño de la hoja, 1965), en la mirada del niño cuyo único ojo descubierto se fija en la cámara (Ojo insólito, 1956), o en la niña que cruza corriendo un portal cuya iluminación da la sensación de que estuviera cruzando un umbral (Paso a la luz, 1963).
Estas imágenes claramente están cargadas de una innegable belleza, pero lo que las vuelve entrañables es su postura crítica de la realidad. Esto es precisamente lo que el fotógrafo Nacho López destaca de García: su actitud crítica social y la profundidad que de ésta emana “Héctor García no es arte purista que pretenda, como muchos insertados en el boom fotográfico, el refocilamiento de los malabares, lucecitas y texturas; busca, eso sí, la máxima expresión humana, aquí en México y en otros países” (2003). En vida, Héctor García recibió numerosos premios nacionales e internacionales entre los que sobresalen el Premio Nacional de Periodismo (1958, 1968 y 1979), así como el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2002), pero la conmemoración de su centenario tendrá, en agosto de 2023, numerosas actividades, entre las que destacan exposiciones monográficas en el Centro de la Imagen, en el Complejo Cultural Los Pinos y en el Centro Cultural de Brasil en México, ubicados en Ciudad de México. ♦ Cargadores y diablos, 1971
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c Referencias
LÓPEZ, Nacho (2003). De Pepsicóatl a China. Luna Córnea, 26, 346-347. MONSIVÁIS, Carlos (2004). Nota introductoria al catálogo ‘Una visión del hombre’. Héctor García. Turner, El Equilibrista, Conaculta, 192. RIVERA, Diego (1960). Carta a Héctor García. México en la Cultura, suplemento de Novedades, 8 de mayo. RODRÍGUEZ, Antonio (2004). Fotógrafo y vagabundo por vocación. Héctor García. Turner, El Equilibrista, Conaculta, 179-184. Notas * Crítico de arte. Maestro en Historia del Arte, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
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c Créditos fotográficos
- Imagen inicial: www.yaconic.com - Foto 1: twitter.com/CinetecaMexico - Foto 2: twitter.com/museoestudioDR - Foto 3: artsandculture.google.com/asset - Foto 4 y 5: oscarenfotos.com/2015/02/02/hector-garcia-el-pato-de-la-candelaria - Foto 6: elmaestrocompentente.blogspot.com/2020/06/gloria-mestre.html - Foto 7: oscarenfotos.com/2015/02/02/hector-garcia-el-pato-de-la-candelaria - Foto 8: Dominio público / commons.wikimedia.org - Foto 9: Galería Fundación Héctor García / Wikimedia Commons / CC BY-SA 3.0 - Foto 10: oscarenfotos.com/2015/02/02/hector-garcia-el-pato-de-la-candelaria - Foto 11: equatorjournal.com/post/613600450476965888 - Foto 12: firsttimeuser.tumblr.com/post/28051203775 - Foto 13: oscarenfotos.com/2015/02/02/hector-garcia-el-pato-de-la-candelaria CORREO del MAESTRO • núm. 322 • Marzo 2023 |