Autocontrol o autorregulación
HACIA UN APRENDIZAJE CONSCIENTE,
REFLEXIVO Y CONSISTENTE

Gabriela Oseguera Altamirano[*]



Diversos autores han abordado el tema del autocontrol como estrategia para gestionar las emociones, regular el comportamiento, beneficiar el aprendizaje, así como para promover la salud y el bienestar social. En este artículo se considera muy importante delimitar el concepto de autocontrol y diferenciarlo del concepto de autorregulación. El conocimiento preciso de ambas nociones tiene como objetivo evitar confusiones y manejos inadecuados en torno a la educación emocional de niñas, niños y adolescentes, ya que sigue existiendo una fuerte tendencia a creer que el autocontrol solamente tiene relación con el hecho de suprimir o dominar las emociones, y no es así. Aquí también se abordará la necesidad de educar en el desarrollo de la propia voluntad, conciencia, reflexión y decisión personal como factores de especial relevancia en el proceso de autorregulación.




c ¿Autocontrol y autorregulación son sinónimos?

Definitivamente no. En el habla común, no se suele distinguir entre ambos términos; no obstante, desde el punto de vista psicológico discrepan por las posturas de las que provienen y los aspectos que cada una considera. El término autocontrol es utilizado en la postura conductista, y autorregulación, en la postura del aprendizaje social cognitivo.

Tal vez se pregunten por qué es importante saber esto. Es fundamental comprenderlo porque, para efectos de la primera postura, la conducta y la emoción del ser humano dependen de variables externas al individuo; en cambio, en la segunda se consideran las modificaciones intrínsecas al individuo, y procesos cognitivos como la atención, la voluntad, el poder de decisión, evaluación y reflexión, entre otros, resultan aspectos centrales.

c Autocontrol

Si bien el autocontrol ha sido definido de diversas maneras, para fines del presente artículo y de su mejor comprensión se abordará en tres etapas. Éstas tienen como objetivo la identificación de las tres perspectivas del autocontrol y sus respectivas consecuencias, ya que, como se verá más adelante, en la tercera etapa se aborda la importancia que cobran los procesos cognitivos y, por lo tanto, el uso adecuado del término autorregulación en lugar de autocontrol.

Como primera definición, en el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia de la Lengua, control se define como “dominio, mando, preponderancia”, y también como “la regulación manual o automática sobre un sistema”.

Collins (1987, citado por García, 2013) define el control como la habilidad para hacer que algo se comporte exactamente como se quiere.

La American Psychological Association (citado por Fernándes, 2017) definió el autocontrol como la habilidad para reprimir o como la práctica de represión de reacciones impulsivas de un comportamiento, deseos o emociones. Reprimir viene del latín reprimere, que significa ‘contener’, ‘detener’, ‘castigar’ y hace alusión al hecho de no expresar algo que la persona siente o piensa.

Un ejemplo de ambas definiciones podría mostrarse a través del caso de un alumno que ha cuestionado a su profesor haciéndole ver que su información está equivocada. El profesor, por haberse sentido expuesto ante el grupo, se enoja y emite un reporte contra el alumno; en consecuencia, éste aprieta los puños sin ser consciente de lo que le ocurre, sólo piensa en golpear su escritorio con toda fuerza.

Reprimir significa ‘contener’, ‘detener’, ‘castigar’ y hace alusión al hecho de no expresar algo que la persona siente o piensa

Si consideramos las definiciones hasta aquí planteadas, enfocadas a restringir o reprimir el propio modo de sentir, pensar y actuar, se puede vislumbrar una alta probabilidad de que la vida quede empobrecida, con menos espacio para la expresión libre, para la honestidad y/o para lo inesperado, ya que la tendencia al autodominio quede regida por la búsqueda de una “aparente seguridad” y de evitar situaciones aversivas. Esta situación enfrenta una delicada paradoja: mientras que la persona opta por mantener su propio control y evita estímulos que pueden considerarse aversivos, reduce su habilidad para actuar sobre sí misma con responsabilidad, determinación, libertad y vitalidad.

En una segunda definición se retoma al renombrado psicólogo B. F. Skinner, quien hace referencia a esta concepción en los siguientes términos: “cuando un hombre se autocontrola, decide realizar una acción determinada, piensa en la solución de un problema o se esfuerza por aumentar el conocimiento de sí mismo, está emitiendo conducta”, es decir, se está comportando. Y agrega: “se controla a sí mismo exactamente igual que controlaría la conducta de cualquier otra persona mediante la manipulación de variables de las cuales la conducta es función” (Skinner, 1970, citado por Rezk, 1976, p. 390).

Skinner (1970, también citado por Rezk, 1976) hace gran énfasis en las técnicas de autocontrol diseñadas con el fin de compensar un efecto aversivo. La compensación o evitación de un efecto aversivo parece ser una condición indispensable para la existencia de autocontrol.

En los métodos por él propuestos, citados en Pantoja (2015, p. 122) y que se mencionan a continuación, podemos advertir que dicha definición de autocontrol implica la manipulación de variables externas:

  1. Restricciones físicas como sería el caso de un alumno muy inquieto, quien retira objetos que se encuentran encima de su escritorio, para evitar tirarlos.

  2. Modificar las condiciones ambientales que comportan la aparición de una respuesta, como sería el caso de cerrar las persianas para evitar distraerse con las cosas externas a la ventana.

  3. Colocarse en condiciones de privación o saciedad, como en el caso de no tomar líquidos antes de un examen para evitar tener que ir al baño durante aquél.

  4. Producir conductas emocionales como sería el caso de exponer al alumno ante un estímulo y/o acontecimiento muy triste, para que deje de reír.

  5. Pensar en las consecuencias negativas de una conducta que previamente ha generado situaciones aversivas, como el caso de un alumno que no desea convivir ni trabajar en equipo, pero sabe que si no lo hace, sus compañeros lo tratarán con desprecio.

  6. Utilizar las consecuencias positivas de una conducta para propiciar su reaparición, por ejemplo, cuando se reconoce el desempeño de un alumno y éste volverá a esforzarse para recibir esa aprobación.

  7. Emplear drogas o estimulantes para mejorar los estados de ánimo y las conductas.

A través de dichos ejemplos de autocontrol, se puede advertir que si bien la manipulación de variables externas impacta en las circunstancias, no propicia el trabajo ni la modificación de aspectos internos del sujeto. En estos ejemplos se alcanza la seguridad que se pretende, pero sin desarrollar las competencias necesarias para enfrentar los retos y/o dificultades de la vida, como sería el caso de atender la satisfacción de necesidades básicas, el manejo de hábitos, el desarrollo de la tolerancia a la frustración, el manejo de estrategias para mantener relaciones interpersonales saludables y cuidar de la salud.

En una tercera definición, las aportaciones de Goldfried y Nerbaum (1973, citadas por Pantoja, 2015, p. 121) remarcan un sesgo en la interpretación al incluir los procesos cognitivos y considerar el término de autorregulación.

c Autorregulación

Dentro de la investigación sobre la inteligencia emocional, Lopes, Salovey, Coté y Beers (2005, citados por Gómez y Calleja, 2016, p. 99) señalan que la regulación emocional es la habilidad para modular la experiencia emocional con el propósito de alcanzar estados emocionales deseados y resultados esperados por el individuo.

Gross y Thompson (2007, citados por Gómez y Calleja, 2016) añaden que la autorregulación consiste en “los esfuerzos que hace el individuo, de manera consciente o inconsciente, para influenciar la intensidad y la duración de sus emociones respecto del momento en que surgen, la experiencia que conllevan y su expresión”.

Por ejemplo, si una persona desea pasar un examen debe pensar en las consecuencias que tendría al no estudiar, así como en los beneficios de estudiar para lograr su objetivo; necesita identificar sus emociones e impulsos para manejar sobre todo el impulso de salir de fiesta a pesar de que insistan sus amigos; se esforzará en dirigir su atención y concentración para asimilar lo estudiado, así como su memoria para retener y evocar los conocimientos adquiridos; requerirá planificar sus tiempos de estudio y contactará con la satisfacción por haberse esforzado.


La autorregulación consiste en los esfuerzos que hace el individuo, de manera consciente o inconsciente, para influenciar la intensidad y la duración de sus emociones


Considerando que Gross y Thompson (2007, citados por Gómez y Calleja, 2016) señalan que la emoción se puede regular, es importante que los docentes conozcan algunos mecanismos para favorecer dicho proceso, de modo que estén en aptitud de ayudar a sus alumnos a transformar una experiencia emocional negativa en una provechosa, es decir:

  1. Modificar la situación. Sería el caso del alumno que busca otras fuentes (libros, revistas, compañeros y otros maestros) para esclarecer sus dudas o no perder el gusto por una materia.

  2. Modificar el foco de atención. Por ejemplo, en vez de centrarse en que el maestro que imparte la materia es muy exigente, centrar la atención en la materia en sí, y en sus aspectos prácticos para liberar la tensión.

  3. Encontrar significados más positivos sobre la experiencia. La forma en que uno interpreta las emociones puede cambiar la forma como las vive. Por ejemplo, si un alumno siente vergüenza al hablar en público y por los nervios se le llega a olvidar lo que tiene que exponer, puede recordar y contactar con la seguridad que posee por haber preparado su tema y de esa manera recuperar su confianza para exponer, sabiéndose en ese momento, el mayor conocedor del tema.

c Conclusiones

El autocontrol y la autorregulación no son sinónimos: mientras que el primero tiene relación con la modificación de variables externas al individuo, el segundo concepto le otorga un rol activo a la persona, que hace uso de sus procesos cognitivos.

Rendón (2007, citado por Compte, 2014, p. 4) considera la regulación emocional como una herramienta para alcanzar una meta al observar un cambio actitudinal en el concepto de regulación emocional, pasando ésta de ser identificada como la eliminación y control de emociones y estímulos a ser entendida como una articulación de los estados afectivos para la consecución de metas.

Por lo tanto, conociendo las diferencias entre autocontrol y autorregulación, se recomienda optar por promover el término y el proceso de autorregulación en la educación de niños, niñas y jóvenes, ya que éste conlleva:

  • Una disposición consciente y adaptativa.

  • Un entrenamiento consistente que permite aprender a identificar, diferenciar y gestionar las emociones.

  • La promoción del cuidado personal como pilar de la responsabilidad.

  • La conformación de un “yo” más auténtico.

  • La promoción del autoconocimiento para observar, evaluar y revaluar las propias emociones y conductas.

  • La búsqueda de equilibrio y estabilidad emocional.

  • El interés por alcanzar las metas y objetivos planteados por la persona.

Dado que la autorregulación es un proceso que se aprende desde la infancia, es fundamental que el personal docente sea un facilitador de su aprendizaje y evite caer en la imposición, la amenaza, el castigo o el dominio, mecanismos que tienden a generar miedo, desconfianza e inseguridad en el alumnado.

c Referencias

COMPTE, Almudena (2014). Regulación emocional: concepto, estrategias y aplicaciones en la relación de ayuda [memoria de trabajo de final de grado]. Universidad de las Islas Baleares. https://dspace.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/848/Compte%20Boix%20Almudena..pdf?sequence=1&isAllowed=y Ir al sitio

FERNANDES, Fermino; Marín, Fabián Javier; y Urquijo, Sebastián (2010). Relación entre los constructos autocontrol y autoconcepto en niños y jóvenes. Liberabit, Revista de Psicología, 16(2), pp. 217-226. http://www.scielo.org.pe/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1729-48272010000200011&lng=es&nrm=iso Ir al sitio

GARCÍA, José Antonio (2013). El control en psicología. https://www.cop.es/colegiados/m-00451/Control.html Ir al sitio

GÓMEZ, Olimpia, y Calleja, Nazira (2016). Regulación emocional: definición, red nomológica y medición. Revista Mexicana de Investigación en Psicología, 8(1), pp. 96-117. https://www.revistamexicanadeinvestigacionenpsicologia.com/index.php/RMIP/article/view/215/128 Ir al sitio

PANTOJA, Luis (2015). La autorregulación (self-regulation) de la conducta y educación: teoría y técnicas [tesis doctoral]. Universidad Complutense de Madrid. https://eprints.ucm.es/id/eprint/52544/1/5309856864.pdf Ir al sitio

REZK, Mario (1976). Autocontrol: nociones básicas e investigación fundamental. Revista Latinoamericana de Psicología, 8(3), pp. 389-397. https://www.redalyc.org/pdf/805/80580303.pdf Ir al sitio

Notas

* Licenciada en Psicología con maestría en Terapia Familiar y especialidad en Psicología Clínica.

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CORREO del MAESTRO • núm. 304 • Septiembre 2021